Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 4 de marzo de 2010

NOSOTROS, LOS HUMANOS






Se puede generalizar diciendo que los primates son unos mamíferos que viven en bosques tropicales húmedos (pluvisilvas) ó subtropicales de tipo monzónico, con lluvias estacionales y épocas secas en las que algunos árboles pierden las hojas, en ese medio forestal cálido es donde se desarrolló nuestra evolución. Por tanto, todos los primates presentamos numerosas adaptaciones a la vida en los árboles. Hay excepciones a esta definición ecológica de los primates, nosotros los humanos somos una de ellas, aunque sólo desde hace unos pocos millones de años. Los papiones desarrollan su existencia en sábanas más o menos abiertas de África, donde ya hemos mencionado que han sido nuestros compañeros de evolución y probablemente competidores ecológicos, de todos modos, siempre acuden a la protección de los árboles o los roquedos para pasar la noche.

Como resultado de una larga historia evolutiva arborícola, los primates actuales comparten una serie de especializaciones únicas para agarrarse a los árboles, trepar por ellos y saltar de una rama a otra, una de estas adaptaciones es un primer dedo de los pies grande y móvil, que se puede oponer a los demás (salvo en nuestro caso), también los primates poseen uñas planas en todos los dedos de manos y pies, en lugar de tener garras como sus antepasados.

Los catarrinos, entre los que se encuentra nuestra especie, y los monos americanos, llamados platirrinos, suelen agruparse bajo la denominación común de simios o antropoideos, ambos grupos son diurnos, con la excepción del mono de noche sudamericano, que parece haberse vuelto nocturno a partir de antepasados diurnos. Los simios también presentan una posición completamente frontal de los ojos, que permite un amplio campo de visión estereoscópica o visión en tres dimensiones, para lo que es preciso que se solapen los campos visuales de los dos ojos; los simios tienen un cerebro grande, aunque parece que platirrinos y catarrinos lo han desarrollado evolutivamente por separado, los lóbulos olfativos de estos cerebros están muy reducidos, los simios nos representamos el mundo básicamente en imágenes.

Dentro de los catarrinos, nuestra especie se clasifica entre los hominoideos, además de nosotros se incluyen entre éstos una serie de primates llamados "simios o monos antropomorfos", y a veces antropomorfos a secas o antropoides, son, ordenados según el grado de parentesco con los humanos, las dos especies de chimpancés (nuestros parientes más próximos), el gorila, el orangután, y las diversas especies de gibones, que son los antropomorfos más alejados de nosotros en su evolución, ( el número de especies de gibones varía según autores entre cinco y nueve).

Los gorilas viven en grupos formados por varias hembras con sus respectivas crías y un único (habitualmente) macho adulto, este macho dominante no tolera la presencia de ningún competidor en el grupo, siendo por ello frecuentes los enfrentamientos, no es difícil entender que una imponente presencia física, basada en el tamaño corporal y en la longitud de los caninos, resulte muy ventajosa y que por ello se hayan seleccionado los ejemplares mas grandes y de mayores caninos. A diferencia de los gorilas, en los chimpancés comunes, los machos de un mismo grupo solo no contienden por el acceso a las hembras sino que mantienen entre ellos una estrecha cooperación en la defensa del territorio, los árboles cuyos frutos comen se encuentran dispersos y maduran en diferentes momentos, por lo que, para asegurar su provisión de alimentos, cada grupo de chimpancés necesita un territorio muy amplio, tanto, que rebasa la capacidad de un macho aislado para defenderlo de intrusos. Los chimpancés machos, a diferencia de las hembras, no abandonan su grupo cuando alcanzan la edad adulta, por lo que todos del mismo grupo están emparentados.

La ausencia de conflictos entre machos del mismo grupo determina que en los chimpancés el tamaño corporal no sea tan importante, en las violentas disputas entre grupos rivales el número de individuos de cada grupo es más importante que el tamaño corporal de cada contendiente, aunque sí lo es el tamaño de los caninos, la consecuencia de todo ello es que los chimpancés machos no son mucho más corpulentos que las hembras, pero presentan unos poderosos caninos. Es interesante destacar que ni los machos de los gorilas ni los de los chimpancés se ocupan en modo alguno del cuidado de las crías, ni establecen con ellas ningún tipo de relación afectiva, la maternidad es una tarea exclusiva de las hembras que realizan en solitario, no solo respecto de los machos, sino también de las otras hembras, cuidando cada una exclusivamente su prole.

Los hominoideos como grupo compartimos un conjunto de rasgos heredados del antecesor común, muchos de ellos están relacionados con un particular modo de locomoción en los árboles, la braquiación, esta forma de locomoción consiste en desplazarse colgado de las ramas con los brazos extendidos, oscilando el cuerpo de un brazo a otro al mismo tiempo que se gira en el aire.

Quizás sería más exacto decir que los hominoideos presentan adaptaciones para colgarse de las ramas con el tronco derecho, en lugar de caminar por ellas a cuatro patas o saltar de una rama a otro como hacen en general los demás primates arborícolas. En los hominoideos el tórax está aplanado en sentido dorsoventral en lugar de estar comprimido lateralmente como en el resto de los primates y en general de los mamíferos cuadrúpedos, como consecuencia, nuestros omóplatos se sitúan en posición dorsal, en la espalda, en lugar de ser laterales y a los lados del cuerpo, su forma cambia, alargándose su borde vertebral, también cambia la forma de húmero, cuya cabeza se hace más globosa, mientras que la diáfisis o caña se retuerce para que la cabeza ó diáfisis mire hacia adentro en lugar de hacia atrás, la expansión o ensanchamiento lateral del tórax también hace que la clavícula sea más fina.

Todas estas modificaciones permiten una gran capacidad de movimientos del brazo por encima del nivel de los hombros, que unida a la de extender completamente los brazos y la movilidad de la muñeca hacen posible la braquiación. También como consecuencia de la braquiación los brazos están más desarrollados que las piernas.

Por supuesto, la adaptación posterior de nuestros antepasados a la marcha bípeda hizo cambiar algunas de las características que presentan los antropomorfos, en particular, la pelvis y las piernas se han modificado drásticamente, de modo que la proporción entre los miembros es sólo del 72%, y el dedo gordo del pie ya no es oponible y está alineado con el resto de los dedos. Por otro lado, en las manos se ha alargado el dedo pulgar y se ha acortado el resto de la mano, recuperándose así la habilidad para manipular objetos pequeños que los demás hominoideos han perdido en parte.

Especies prehumanas

Ahora disponemos de un conjunto de fósiles que cubren el hiato de casi tres millones y medio de años que existía entre los restos seguros más antiguos de homínido conocido al inicio de la década de los noventa y la antigüedad máxima inferida por técnicas moleculares para el origen de nuestra especie, estos nuevos fósiles han sido atribuidos a cinco especies distintas correspondientes a cuatro géneros:

- Sahelanthropus tchadensis, de hace entre 6 y 7 millones de años, fósil-tipo llamado “Toumai” (“esperanza de vida” en el Chad, nombre que se da a los niños que nacen en la estación seca), tiene caja craneal como la del chimpancé pero más corta, caninos pequeños y arco supraorbital prominente.

- Orrorin tugenensis, de hace entre 6,2 y 5,6 millones de años, fue llamado “hombre del milenio”, apelativo hoy abandonado, se encontraron restos de cinco individuos, machos y hembras, de tamaño similar al chimpancé, caninos pequeños, quizá bípedos (se dispone de fémur pero no de rótula), el húmero indica que se colgaba de las ramas aunque seguramente no se balanceaba.

- Ardipithecus kadabba, de hace entre 5,8 y 5,2 millones de años.

- Ardipithecus ramidus, de hace 4,4 millones de años, vivía en medio forestal y sus dientes tenían esmalte fino, por lo que se deduce que se alimentaba de hojas, tallos tiernos, frutos. No sólo caminaba en posición erguida, sino que también era hábil trepando a los árboles.

- Australopithecus anamensis, de hace entre 4,2 y 3,9 millones de años, tenía muelas con gruesos esmaltes, por lo que se deduce que no comía solo hojas y frutos sino alimentos más duros. Vivió en un ambiente forestal aunque más abierto (bosque aclarado) que los ardipitecos, caminaba erguido, y presenta claro dimorfismo corporal.

El hallazgo, en el centro del continente africano de los restos fósiles más antiguos atribuidos a un homínido (Sahelanthropus) ha puesto en duda el origen esteafricano de los homínidos, algo que parecía claro hasta el momento, el foramen mágnum del único cráneo conocido de esta especie ya muestra el adelantamiento, relacionado con la postura erguida, que es característico de los homínidos, aunque algunos especialistas no están totalmente de acuerdo, otros fósiles problemáticos son los ardipitecos, sin embargo nadie cuestiona la condición de homínido de A. ramidus, esta afirmación habría sido impensable hace unos pocos años, en los que “homínido” y “bípedo” se consideraban casi como sinónimos, si esto ya no es así, si para los especialistas la locomoción bípeda ha dejado de ser el rasgo exclusivo y fundamental de los homínidos, ¿cuál consideran ahora?, la respuesta es tan sencilla como sorprendente: desde Sahelanthropus hasta nosotros, todos los homínidos tenemos, en mayor o menor grado, los caninos reducidos.

Australopithecus afarensis ( de hace entre 3,9 y 3 millones de años) es la especie mejor conocida de todos los homínidos no humanos, gracias a decenas de fósiles procedentes de yacimientos de Kenia y Tanzania, correspondientes a ejemplares de ambos sexos y diferentes edades, los mas famosos son “Lucy” y “Selam” (paz). En la época de Lucy vivían en África otras especies afines, incluidas en el género Australopithecus:

- A. platyops, de hace entre 3,5 y 3,2 millones de años.

- A. bahrelghazali, de hace entre 3,5 y 3 millones de años.

- A. africanus, de hace entre 3 y 2 millones de años.

- A. garhi, de hace alrededor de 2 millones de años.

Aunque aún no están establecidas las afinidades de algunas de estas especies ( platyops, bahrelghazali), sí esta claro que, hace alrededor de tres millones de años, el escenario geográfico en el que se desenvolvía la evolución de los homínidos era ya muy amplio, pues bahrelghazali procede del centro de África, y africanus del sur del continente, fósiles-tipo de este ultimo son el llamado “niño de Taung” (no es propiamente un niño porque no es humano, se trata de restos caídos de un nido de águila coronada, presenta en la base orbital las marcas de su pico, junto a restos de otros primates, éste es un cráneo de una cría, parece que macho, de algo menos de cuatro años que habría sufrido algún período de enfermedad, trauma o desnutrición en torno a sus 2,5 años, según se deduce del estudio del esmalte dentario) y “Mrs. Ples”, vivía en medio forestal con espacios abiertos. Afarensis es la especie de la que poseemos más información lo que nos sirve para establecer algunas de las características fundamentales de los homínidos de esta época.

Para empezar, está firmemente establecida su condición de bípedos así lo atestiguan tanto la anatomía de las regiones del esqueleto directamente implicadas en la marcha (cadera, rodilla), como la serie de huellas de pisadas fosilizadas en el yacimiento tanzano de Laetoli, estas huellas tienen unos 3,5 millones de años y fueron realizadas por algunos homínidos que anduvieron sobre un lecho de cenizas volcánicas, el análisis de estas huellas revela que el modo de caminar era indistinguible del nuestro. Se demuestra un paso bípedo, con una velocidad entre 0,6 y 1,3 metros/segundo, con un coste energético de entre 5,8 y 7 kilojulios/ml., las piernas de A. afarensis eran de la misma longitud que los brazos, las manos de palmas cortas y con los pulgares lo suficientemente largos como para permitirles asir y manipular objetos con precisión, no obstante, los dedos aún tenían la curvatura característica de los demás hominoideos, lo que les facultaría para trepar a las ramas de los árboles en caso de necesidad, sus omóplatos recuerdan a los de un gorila, con la fosa de la escápula orientada hacia arriba para facilitar la elevación de las manos por encima de la cabeza ( aunque los gorilas adultos no suben a los árboles, sí lo hacen de jóvenes); además, la tomografía computerizada del oído interno revela que los canales semicirculares, órgano del equilibrio, se asemejaban más a los de gorila y chimpancé, en cambio no presenta el dedo gordo del pie prensil, lo que dificultaría moverse bien por los árboles . Hace 3.3 millones de años el terreno por el que se movían tenía abundante agua, rodeada de bosques y herbazales.

Molares y premolares eran mayores que los de los chimpancés al tiempo que los caninos estaban bastante menos desarrollados, la forma del hioides indica que A. afarensis tenía sacos laríngeos en la garganta, su voz se debía parecer a la de los chimpancés. Sorprendentemente, la diferencia en el tamaño corporal entre machos y hembras era mayor que la que se encuentra entre los chimpancés y se aproxima al grado de la que es común en los gorilas, aquí hay una aparente contradicción, pues la reducción de los caninos habla a favor de una disminución de la conflictividad entre los machos, mientras que el mayor tamaño del cuerpo de éstos sugiere justamente lo contrario, esta condición desconcierta a los científicos, algunos son de la opinión de que la conflictividad entre los machos era elevada entre los australopitecos, tal como sugiere el tamaño del cuerpo, pero que los machos no usarían los caninos en sus peleas, sino que emplearían la capacidad de sus manos para asir, enarbolar e incluso lanzar palos y piedras.

Hay una característica en la anatomía de A.afarensis que resulta de mayor interés, se trata de la orientación de la vagina, a partir de los estudios de pelvis, se ha establecido que en esta especie la vagina no estaba dirigida dorsalmente (hacia atrás), como es normal en el resto de los mamíferos, sino que su orientación era mas ventral (hacia delante), como en los humanos. Este cambio de orientación determinó dos de los rasgos mas peculiares de los humanos: complica la mecánica del parto, y permite la cópula frontal, es posible que la mayor complejidad del parto derivase en la necesidad de contar con ayuda para realizarlo felizmente, ayuda que seguramente procedería de otras hembras, por otra parte la posibilidad de realización de cópula centralmente facilitó el uso del sexo para el establecimiento de relaciones afectivas más duraderas, más adelante retomaremos estos hilos argumentales.

Arcantropos

Hace un poco mas de 2,5 millones de años comenzó un paulatino deterioro climático en el hemisferio norte que determinó la sucesión de fases glaciares que caracterizan al periodo denominado cuaternario, en las tierras del este de África, este fenómeno se dejó sentir acrecentando el proceso de acidificación que ya había comenzado varios millones de años antes y que venía reduciendo la extensión del bosque tropical a favor de medios abiertos, como la sabana, en estas condiciones, las distintas especies de homínidos se enfrentaron a una crisis que determinó la extinción de muchas de ellas y que propició la aparición de dos nuevos tipos de homínidos adaptados a las nuevas condiciones.

Por un lado, están los denominados parántropos, una estirpe que cuenta con tres especies:

- Paranthropus aethiopicus, de hace entre 2,6 a 2,3 millones de años.

- Paranthropus boisei, de hace entre 2,1 y 1,3 millones de años.

- Paranthropus robustus, una forma del sur de África con una antigüedad de alrededor de 1,8 millones de años.

Los parántropos son un grupo homogéneo, caracterizado por presentar un aparato masticador muy desarrollado, con grandes molares y premolares, enormes mandíbulas, cresta sagital para insertar los músculos masticadores, rostros anchos y robustos, posiblemente estas características son el resultado de la adaptación al consumo de vegetales endurecidos, granos, así como raíces, rizomas y tubérculos, extraídos con palos, y consumidos con restos de tierra, típico de ambientes áridos.

El otro tipo de homínido que surgió en esa época inaugura una denominación nueva, llamamos arcántropos a todos los miembros del género Homo datados en el Pleistoceno inferior y medio, anteriores a nosotros, los humanos modernos, el término Homo (“hombre” en sentido genérico de ser humano) fue empleado por Linneo en 1758 para nombrar el género al que pertenece nuestra propia especie (Homo sapiens), habitualmente, los términos humanidad y humano/a se reservan para los representantes de nuestro género, de manera que cuando nos preguntamos sobre el origen y evolución del género Homo nos estamos refiriendo al origen y evolución de los humanos. El fósil más antiguo atribuido con seguridad a nuestro género procede de Etiopía y cuenta con 2,3 millones de años, aunque su atribución a Homo permanece indiscutida, todavía no se ha asignado seriamente a ninguna especie en concreto (¿Homo georgicus?, como peculiaridad se registra un cráneo de un anciano desdentado que sólo pudo sobrevivir gracias a la compasión de sus compañeros), las especies mas antiguas de nuestro género son Homo habilis y Homo rudolfensis, ambas de hace entre 1,9 y 1,6 millones de años, desde hace dos décadas se viene discutiendo si realmente se trata de dos especies distintas o de una especie muy polimorfa, incluso se ha sugerido que los fósiles incluidos en H.rudolfensis debieran ser asignados a otro género (Kenyanthropus) cuyas raíces evolutivas se encontrarían en el ya mencionado A. platyops, sea como sea, al menos sí existe consenso en considerar a H.habilis como la forma ancestral a todas las especies posteriores de Homo.

Es interesante constatar que las primeras piedras talladas conocidas tienen 2,6 millones de años y son algo mas antiguas que el primer fósil conocido del género Homo, aunque la asociación entre industria lítica y género Homo está firmemente establecida, en el caso del H.habilis, hay autores que, con razón, rechazan la asociación automática entre industria lítica y H.habilis en el caso de los utensilios más antiguos, de hecho los fósiles de A. garhi (garhi significa sorpresa en etiope) aparecieron asociados a restos de fauna con indicios de haber sido descarnados con ayuda de herramientas de corte, esta interesante relación es aún más intrigante si tenemos en cuenta que, por los fósiles conocidos, A. garhi es una esplendida candidata para ser antepasada directa del género Homo.

Hay una correspondencia bastante cercana entre periodos culturales y tipos humanos: Al Paleolítico inferior le corresponde H.habilis (solo en África) y lo que tradicionalmente se ha denominado Homo erectus; no obstante, en la actualidad los restos atribuidos a este último tipo han acabado conociéndose mejor y se han discriminado en varias especies diferentes que veremos a continuación. Al Paleolítico medio, al menos en Europa y en Oriente Medio se le identifica con los neandertales, y el Paleolítico superior y Epipaleolítico son ya exclusivos de nuestra especie.

Salvo en un tamaño de cerebro bastante mayor, por lo que conocemos del esqueleto, H.habilis era básicamente igual a los australopitecos, tanto en estatura como en proporciones, esta situación es completamente distinta en otra especie humana, seguramente descendiente directa de H.habilis y denominada Homo ergaster (u Homo erectus “africano”, para algunos autores). Aunque su rango de antigüedad (1,8 a 1,4 millones de años) se solapa con el de H.habilis, H.ergaster se distingue con facilidad, tanto por el tamaño de su cerebro (805 gramos de promedio, frente a 508 gramos en el H.habilis) como, muy especialmente, por el tamaño de su cuerpo. Al parecer H.ergaster se difundió hacia la región Paleártica diferenciándose en dos ramas, una asiática y otra europea, en Asia el género Homo derivó hacia el H.erectus, que sobrevivió hasta la llegada de los humanos modernos, es decir, hasta fechas muy recientes. En Europa se convertiría en el H.heidelbergensis (una variedad sería el llamado Atlanthropus mauritanicus del Magreb), inmediato antecedente del Homo neanderthalensis, aunque en la península Ibérica se recoge, además, un arcántropo anterior a H.heidelbergensis, el Homo antecessor, que sería de origen africano y daría lugar, ya en Europa al H.heidelbergensis.

Fue el cambio climático lo que hizo que buscaran nuevas tierras, y lo mismo les ocurrió a otros animales, como los elefantes, y el toro Bos buiaensis, este fósil no sólo conecta a los toros europeos (Bos Taurus primigenius) con sus antepasados africanos , que hoy están extinguidos y se conocen como 'Paleovoris' (que son de un linaje diferente al de los búfalos que ahora recorren el Serengueti), sino que sitúa su origen en el mismo espacio y al mismo tiempo que los primeros humanos, ambos géneros compartimos el mismo entorno ecológico en el este de África. y no sólo eso, sino que también juntas se dispersaron fuera de ese continente. El avance por Europa y Asia de estos humanos, iniciado hace algo más de un millón de años, fue facilitado por el uso del fuego, de las pieles de animales como abrigo y por que aprendieron a fabricar cabañas-refugio además de herramientas de piedra, madera y hueso. Del H.antecessor que quedó en África surgiría Homo rodhesiensis, de quien surgiría finalmente el hombre moderno Homo sapiens.

En el caso de nuestra especie, en el de H.heidelbergensis y probablemente también en el de H.ergaster, la disminución del dimorfismo sexual, desde la condición de los australopitecos, no puede explicarse por una reducción del tamaño de los machos, puesto que los humanos somos desde el H.ergaster, mucho más grandes que los australopitecos, es más razonable pensar que el dimorfismo sexual decreció porque, en el proceso de aumento del tamaño corporal, el cuerpo de las hembras aumentó más, en términos relativos, y se aproximó al tamaño del cuerpo de los machos, o dicho de otro modo, el bajo dimorfismo sexual no se debe a que los machos se hicieran más pequeños sino a que las hembras se hicieron grandes. No es fácil saber por qué ocurrió eso, o qué ventaja adaptativa representó, pero podemos pensar en un cambio de papeles de los sexos respecto a lo que es común en los hominoideos hasta, seguramente, los australopitecos, es posible que ambos sexos ahora colaboraran más estrechamente en distintas tareas, si tienen razón los especialistas que piensan que, entonces, la mayoría de la carne consumida procedía del carroñeo, puede ser que ambos sexos participasen por igual en la importante tarea de buscar y localizar los animales muertos.

En noviembre de 1.997 un equipo de paleoantropólogos halló cráneos de 160.000 años de antigüedad en Etiopía, sorprendentemente pertenecían a nuestra especie, el hallazgo resultó ser de suma trascendencia porque permitió determinar no solo una mayor antigüedad del Homo sapiens, sino también su origen africano, hasta entonces los restos fósiles más antiguos de nuestra especie se habían encontrado en Israel y tenían entre 90.000 y 120.000 años, el nuevo dato confirma además los resultados de los numerosos estudios de ADN realizados por los genetistas que señalan que nuestras raíces de hunden en África, mas adelante veremos donde nos conducen los estudios de ADN.

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