Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 12 de agosto de 2010

Egipto entra en la historia (III)





La continua inmigración de gentes procedentes de Canaán culmina con los invasores hicsos (señores de los países extranjeros), que llegan a Egipto hacia el s. XVII a.n.e., en una época de crisis interna, hasta ese momento Egipto no había sufrido cambios dado lo aislado que se encontraba el imperio con respecto al resto del mundo. Ahora surge una nueva aristocracia guerrera y otras clases artesanales que se impregnan de las técnicas importadas, comienzan a trabajar el bronce, modifican el telar vertical y el torno de alfarero, se introducen nuevos instrumentos. Desde mucho antes de esta época ya había una considerable presencia asiática en el delta del Nilo, originada por graduales oleadas migratorias. La apreciación de los hicsos como florecientes mercaderes sostiene que tras un período de incertidumbre y desorganización, Egipto sufrió una partición, estableciéndose dos reinos, uno en el Alto Egipto con capital en Tebas y otro en el Bajo Egipto., de nuevo llegó la paz y prosperidad con la afluencia de varios pueblos que se confederaron. Los egiptólogos calculan que la duración de su dominio sobre Egipto fue de unos cien años. La capital del reino estuvo situada en la ciudad de Avaris en el delta del Nilo, actual Tell el-Daba; sin embargo, no controlaron todo el territorio egipcio, pues varios nomos (regiones) del sur no llegaron a estar totalmente bajo su control, entre ellos el de Tebas.

No deberíamos seguir viendo a los hicsos como un pueblo guerrero y devastador, aunque hubiera castas militares entre ellos. La mayoría eran comerciantes emigrados por el desplome de los mercados tradicionales de Biblos y Megido; su gran expansión territorial, no se debió a una conquista militar, sino a razones comerciales, y su presencia en puntos tan alejados como Cnosos, Bogazkoi, Bagad, Palestina, Gebelein, Kush y Andalucía, se debe a razones comerciales y económicas. No hay un origen étnico único en los hicsos: se conformó fundamentalmente de inmigrantes de las regiones de Canaán y Siria; también de hurritas, al menos en sus tradiciones Se cree que la expansión del imperio hitita hacia la Alta Siria provocó la fuga hacia el sur de pueblos de distinta etnia (semitas, indoeuropeos y pueblos autóctonos). Durante este período los nuevos soberanos no interrumpieron las costumbres egipcias, y en muchos casos las tomaron como propias, copiándose en papiros textos que recogían antiguas tradiciones, y esto sólo puede ocurrir en momentos de paz y florecimiento económico. La aparición de los hicsos plantea uno de los mayores dilemas de la historia egipcia. Su origen, significado y permanencia todavía son objeto de estudio e investigación. Si comenzó como una migración paulatina, se transformó con el tiempo en conquista militar del territorio egipcio. Esta se logró por los avances tecnológicos que dieron a los invasores extranjeros ventajas tácticas que resultaron decisivas, a saber: la introducción del arco compuesto, la armadura de escamas de bronce, las dagas y espadas curvas de bronce, la utilización del caballo y los carros de guerra (al final de su reinado), desconocidos por los egipcios, y el uso intensivo del bronce que dio a los hicsos una ventaja militar decisiva. La fuerza militar egipcia consistía esencialmente en la infantería, armada con hachas o lanzas y escudos.

Tanto en Egipto como en Mesopotamia, los primeros signos de recuperación de la crisis los encontramos en las ciudades alejadas de lo que habían sido los grandes centros de poder. Así, en Egipto empezó a prosperar la ciudad de Tebas, al Sur, de cuya historia anterior se sabe muy poco. Probablemente era una aldea fundada durante la V dinastía que vivió de las rutas comerciales que llegaban hasta Nubia, más allá de la primera catarata del Nilo. Los gobernantes de las ciudades del norte se olvidaron del "lejano sur" en sus disputas, así que Tebas prosperó. Su dios principal era Amón, un dios de la fertilidad completamente desconocido en tiempos del Imperio Antiguo. En 2.132 a.n.e., se inicia una dinastía de reyes tebanos, registrada como la XI dinastía egipcia (anteriormente convivieron varias dinastías menores), que combatió a los reyes de Heracleópolis, de modo que en 2.124 a.n.e., Tebas dominaba todo el Alto Egipto.

Hacia el 2.052 a.n.e., el quinto rey de la XI dinastía tebana de Egipto, conquistó el Bajo Egipto, con lo que todo el país volvió a estar unificado bajo un sólo rey, esta vez tebano. Surgía así el Imperio Medio egipcio. Habían pasado 130 años desde el desmembramiento del Imperio Antiguo. Aquí surgió un conflicto religioso, pues el dios principal de Tebas era Amón, mientras que en el Bajo Egipto los sacerdotes de Ra seguían dirigiendo la religión y, con ella, gran parte de la política. Afortunadamente, Amón no tenía un cuerpo sacerdotal tan desarrollado, y los sacerdotes de Ra descubrieron rápidamente que en realidad Amón y Ra eran el mismo dios, que a partir de entonces fue llamado Amón-Ra. La idea funcionó y los sacerdotes de Ra mantuvieron su status en los nuevos tiempos. Tebas, la nueva capital del imperio, fue creciendo y enriqueciéndose con templos y monumentos.

Egipto estaba en los mejores días del Imperio Medio, hubo un capaz primer ministro llamado Amenemhat, de origen tebano, de algún modo se rebeló y en 1.991 a.n.e., se convirtió en rey, inaugurando así la XII dinastía. Trasladó la capital del imperio a Lisht, cerca de Menfis, pues debió de juzgar que Tebas estaba demasiado al sur para controlar eficazmente el Bajo Egipto. La construcción de pirámides continuó, si bien éstas nunca volvieron a alcanzar las proporciones de las del Imperio Antiguo. Así mismo se ordenó la limpieza y restauración del canal que unía el Nilo con el lago Moeris, lo que aumentó considerablemente la fertilidad de la región. La XII dinastía fue considerada en épocas posteriores como la edad de oro de la literatura egipcia. A esta época corresponden los ejemplos más antiguos que conocemos de literatura de ficción no relacionada con la mitología, como el cuento del náufrago que se encuentra con una serpiente monstruosa, o el cuento de Sinuhé, que cuenta la vida de un exiliado egipcio entre las tribus nómadas de Siria. También las ciencias progresaron. Se conoce un papiro que explica cómo operar con fracciones, así como el cálculo de ciertas áreas y volúmenes. Hay recopilaciones de refranes y proverbios. El hijo de Amenemhat conquistó la región de Nubia, situada al sur de la primera catarata del Nilo, los nativos eran un pueblo primitivo que no tenía nada que hacer frente al ejército egipcio. Quince siglos después, cuando Egipto había perdido su poderío, los sacerdotes contaban historias legendarias sobre las extraordinarias hazañas de los reyes del pasado, que habían conquistado todo el mundo conocido, y el mayor de todos los conquistadores era éste, poco después se sometió al dominio egipcio todo Canaán, y se extendió la hegemonía egipcia a algunas ciudades interiores de Siria. La ciudad de Biblos se benefició de su larga tradición de buenas relaciones con Egipto, y gozó de una especial protección. Hacia el sur, Egipto dominó el curso del Nilo hasta la tercera catarata. Por esta época debió de implantarse en Canaán la circuncisión, un rito egipcio tal vez relacionado con la fecundidad que los cananeos terminarían interpretando como símbolo del pacto entre Abraham y su dios. Aunque no sabemos nada a ciencia cierta sobre este dios, el hecho de que los cananeos se circuncidaran en su nombre es indicio de que ser identificados como descendientes de Abraham era de suma importancia para ellos.

Se construyeron dos pirámides junto al lago Moeris, además de numerosas estatuas colosales con su imagen y un complejo grupo de palacios, todo ello rodeado de un mismo muro. Al parecer la construcción contaba con tres mil quinientas habitaciones, la mitad de las cuales eran subterráneas y se usaban como cámaras funerarias. Al parecer el rey trató de burlar a los ladrones de tumbas escondiendo las momias y los tesoros en un complicado sistema de pasadizos en lugar de bajo una mole de piedra. Los egipcios denominaron a esta construcción con una palabra que significa "el templo a la entrada del lago", pero los griegos de tiempos posteriores la deformaron a Labyrinthos, esto es, Laberinto. El Laberinto egipcio debió de ser una obra imponente, hecha de mármol blanco, con una cuidada ornamentación, si bien no cumplió su cometido, pues todas las tumbas que contuvo fueron saqueadas con el tiempo. También la ciudad de Tebas fue embellecida con nuevos templos, estatuas y otros edificios notables. No se conocen bien las causas, pero el Imperio Medio se desmoronó y el país se sumió en la confusión. Los egipcios registran dos dinastías que debieron de reinar simultáneamente.

Por otra parte, las ciudades civilizadas habían aprendido de los hicsos el uso bélico del caballo, con lo que éste dejó de ser una ventaja para los pueblos nómadas. Los reyes tebanos del Alto Egipto tenían caballos y los usaron para combatir a los invasores. El último rey de la XVII dinastía redujo el dominio hicso a las vecindades de su capital. Después se libró una batalla decisiva en el Delta, en la que derrotó al último rey hicso. El ejército hicso huyó a Palestina, pero el ejército egipcio lo siguió y lo volvió a derrotar. Indudablemente, los hicsos ya no eran entonces los toscos guerreros de antaño, sino que habían asimilado los lujos egipcios y se habían debilitado. A partir de aquí desaparecen de la historia: la mayoría de ellos permanecieron en el territorio entre los fenicios, cananeos, amorreos, etc., pero ya sin ninguna identidad que los uniera.

Con estas victorias, se logró imponer la autoridad sobre un Nuevo Imperio Egipcio. Parece que las tensiones entre el rey y la nobleza quedaron atrás. Ahora Egipto tenía carros y caballos, así como un nuevo orgullo nacional. El rey ya no sólo era sacerdote y dios, sino también un gran general. Su autoridad era indiscutible. Una muestra de la nueva reverencia que se le reservaba es que los egipcios ya no se referían a él como "el rey", sino con el circunloquio más pomposo de "la gran casa" o "el palacio", voz que ha derivado en la expresión Faraón. Aunque anacrónicamente se llama faraones a todos los reyes egipcios, lo cierto es que este título surgió con el Imperio Nuevo.

El faraón Amenofis I retomó Nubia, el Sinaí y todo Canaán hasta la costa que luego sería Fenicia, como en los tiempos del Imperio Medio. Al oeste, los pastores libios protagonizaban frecuentes incursiones en territorio egipcio desde tiempos de los hicsos. El nuevo faraón puso fin a esta situación ocupando una buena franja del desierto libio, se extendió el control egipcio sobre el Nilo hasta la cuarta catarata, mucho más allá que en cualquier época anterior. En Canaán se llegó hasta la ciudad de Karkemish, en plena Siria, a orillas del Éufrates. Los soldados egipcios quedaron fascinados por la abundante lluvia "un Nilo que cae del cielo". El propio Éufrates fue también causa de sorpresa, pues los egipcios usaban la misma expresión para referirse al Norte que para decir "río arriba". Así, el Éufrates era, para ellos, un río que, "fluyendo hacia el norte, fluye hacia el sur".

La ciudad de Tebas gozaba ahora de más prestigio que nunca, construyó grandes templos, y cada uno de los reyes posteriores trató de superar a los precedentes. La construcción de pirámides se abandonó definitivamente (todas habían sido saqueadas por los ladrones de tumbas). En su lugar, se optó por ocultar el mausoleo real tras una compleja red de túneles excavados en la roca de una colina cercana a Tebas. En 1.490 a.n.e., murió el faraón, siguiendo una costumbre egipcia, éste se había casado con su hermana Hatshepsut (probablemente, los orgullosos reyes egipcios consideraban que ninguna mujer era digna de ellos salvo que fuera de su propia familia), fue ella quien realmente gobernó el Imperio desde la muerte de esposo. Hatshepsut es la primera mujer gobernante conocida en la historia. En los monumentos que construyó se representa a sí misma con vestimentas masculinas, sin pechos y con una barba postiza. Bajo su mandato dejó de lado la expansión militar y, en su lugar, fomentó el comercio, las minas y la industria. En aquella época estaba de moda la construcción de obeliscos gigantes: finas columnas de piedra de tal altura que todavía no está claro cómo conseguían erigirlas sin que se rompieran. Originalmente fueron erigidos en honor al dios Ra, en tiempos del Imperio Antiguo, pero entonces no eran especialmente altos: unos tres metros y medio, en el Imperio Medio se construyeron obeliscos de más de 20 metros de altura, Hatshepsut llegó a los 30 metros.

lunes, 9 de agosto de 2010

Egipto entra en la Historia (II)





La actividad comercial de lo que conocemos como Canaán fue en aumento. Hacia el año 3.300 a.n.e., se fundó la ciudad de Biblos, que pronto empezaría a comerciar por mar con Egipto y las islas del Mediterráneo. Probablemente fue a través de comerciantes cananeos como Egipto fue conociendo los avances culturales que se estaban produciendo en la media luna fértil.

Hacia el 3.100 a.n.e., el rey Nármer de Hieracómpolis unificó el Alto y el Bajo Egipto en un único reino y ciñó las dos coronas. Él y sus descendientes (la I dinastía de reyes de Egipto) consolidaron el poder real y la unidad del país difundiendo la idea de que el rey era un dios dueño de todo el valle del Nilo. Nármer estableció la capital del reino en Tinis, de donde al parecer era originario, si bien construyó la ciudad de Menfis en la frontera entre el Alto y el Bajo Egipto, tal vez con la intención de convertirla en capital si el Bajo Egipto recelaba de ser gobernado desde el Alto Egipto, cosa que no llegó a suceder.

Bajo la primera dinastía los egipcios construyeron canales con que regar las zonas del valle más alejadas del Nilo. Surgieron trabajadores especializados, se idearon barcas con que transportar materiales por el río, se fomentó la agricultura y la ganadería, etc. Indudablemente todo esto es una clara huella de la influencia cananea-mesopotámica.

Egipto siguió recibiendo y asimilando los conocimientos sumerios. Poco después del 3000 había adaptado su sistema de escritura. En lugar de escribir sobre tablillas de arcilla los egipcios usaron un soporte más sofisticado: de unas cañas que crecían en abundancia a orillas del Nilo extraían unas fibras que entretejían en varias capas, las empapaban en agua, las prensaban y con ello obtenían unas láminas llamadas papiros, en las que era muy fácil escribir con tinta. La escritura sobre papiro era mucho más cómoda que sobre arcilla, por lo que los signos egipcios no se volvieron esquemáticos, como los sumerios. Al contrario, representaban figuras muy claras, como águilas, ojos, etc. Eso sí, seguían el principio sumerio de que a cada palabra le correspondía un signo, con toda la complejidad y elitismo que ello conlleva. La escritura egipcia se conoce como escritura jeroglífica. Indudablemente la escritura resultó indispensable para la organización del estado egipcio.

Los reyes egipcios desarrollaron una ostentación y un lujo inusitados hasta entonces. En parte era necesario: cuanto más lujosa era la monarquía más convencido quedaba el pueblo de su naturaleza divina y más fervorosa era su devoción. Esto se plasmó en su preocupación por la vida de ultratumba: Tras la muerte, el alma realizaba un viaje hasta la gran Sala del Juicio. Si llegaba sana y salva (lo cual podía lograrse con los rezos y ritos adecuados), su vida era juzgada y si resultaba absuelta de todo mal ganaba la gloria eterna junto a Osiris. Al parecer, para lograr la vida eterna era necesaria la conservación del cadáver, por lo que los egipcios desarrollaron una sofisticada técnica de momificación para conservar los cadáveres incorruptos durante un largo periodo de tiempo. Los ataúdes, o sarcófagos, se depositaban en unas construcciones oblongas de ladrillo llamadas mastabas. Se incluían estatuas del difunto y las paredes se decoraban con escenas de su vida (quizá para abogar por sus virtudes). La idea de la vida después de la muerte se entendía en un sentido muy literal, pues también se depositaban alimentos y bebidas, así como las riquezas del difunto. Los entierros reales debieron de ser ceremonias fastuosas. Muchas tumbas de reyes de las dos primeras dinastías se encuentran en Menfis, pese a que la capital oficial era Tinis. Esto puede significar que algunos monarcas gobernaron en la práctica desde Menfis, o tal vez que era más conveniente celebrar el espectáculo en un lugar al que podían acudir fácilmente los habitantes del Alto y el Bajo Egipto. Pronto los cortesanos influyentes consideraron que también ellos debían "disfrutar" de esta clase de rituales, y exigieron ser momificados. Debió de establecerse una cierta competencia en quién tenía la tumba más fastuosa y con más tesoros. Esto hizo surgir la figura del ladrón de tumbas, que conseguía fácilmente grandes tesoros de oro y plata expoliando tumbas, pese a que con ello horrorizaba a sus devotos paisanos. Se promulgaron leyes contra ellos, se les amenazó con la venganza divina, se trató de esconder bien las tumbas y de sellar sus entradas, pero pocas de ellas han llegado intactas a nuestros días.

El desierto aumentaba paulatinamente su extensión. El lago Moeris, centro de riqueza de una importante región de Egipto, amenazaba con secarse. Los egipcios construyeron un sistema de canales que lo conectaba con el Nilo, una imponente obra de ingeniería gracias a la cual la zona conservó su prosperidad de antaño. Los problemas de reparto de tierras hicieron prosperar la geometría (cuando el Nilo se desbordaba, las divisiones se borraban y había que reestablecerlas, el comerció fomentó la aritmética, el afán por predecir los desbordamientos anuales del Nilo llevó al estudio de la astronomía. Hacia el año 2.800 a.n.e., los egipcios adoptaron un calendario de 365 días, que mejoraba al sumerio, que constaba tan sólo de 12 meses de 30 días (360 en total).

Hacia el .2.680 a.n.e., se produjo un segundo cambio dinástico en Egipto (del primer cambio que dio origen a la II dinastía sabemos poco más que el hecho de que se produjo), se estableció definitivamente la capital en Menfis, confirmando una tendencia ya marcada por las dinastías anteriores, comienza el llamado Imperio Antiguo. La nueva dinastía llevó el lujo de la casa real hasta extremos nunca vistos. Tal vez los nuevos reyes temían que el pueblo recelara del cambio de dinastía, por lo que se vieron en la necesidad de confirmar su naturaleza divina mediante una ostentación inusitada. Entre los consejeros del rey se encontraba Imhotep, al que podemos considerar como el primer científico conocido en la historia. Con el tiempo se crearon muchas leyendas en torno a él. Se dijo que era un médico casi milagroso, se dijo que fue capaz de predecir un gran periodo de sequía, lo que permitió almacenar reservas de trigo que salvaron al pueblo del hambre. Al margen de lo que estas leyendas puedan tener de verdad, Imhotep fue el primer arquitecto del que tenemos constancia. Construyó la tumba del rey Zoser, que era de piedra y no de ladrillo. Aunque bastante deteriorada, la mastaba de Zoser subsiste en nuestros días., tiene casi 5.000 años.

Mientras tanto Egipto empezó a explotar zonas vecinas: extraía cobre del Sinaí e importaba toda suerte de productos de Nubia, la región situada al sur: trigo, ganado, marfil, ébano, plumas de avestruz, pieles de leopardo y de pantera, etc. Hacia el 2.614 a.n.e., se instauró en Egipto la IV dinastía, movidos por la aparente necesidad de ostentación que acompañaba a cada cambio de dinastía, se decidió construir una mastaba que superase a la de Zoser, la nueva tenía ocho pisos, pero se mandó rellenar los escalones de cada piso para que las caras presentaran una figura triangular uniforme, después cubrió toda la estructura con piedra caliza blanca y brillante. El resultado fue una impresionante pirámide sin comparación con ningún monumento anterior.

Por otra parte, se organizó un ejército que afianzara la dominación de Egipto sobre las regiones vecinas, especialmente Nubia y el Sinaí. Creó la figura del visir o primer ministro, a cuyo cargo dejó el ejército y un cuerpo de policía. Se rodeó también de una corte de altos funcionarios. Por esta época los sacerdotes de Ra empezaron a ganar influencia. Ra era el dios principal de la ciudad de Heliópolis, un poco al norte de Menfis, en el Bajo Egipto. En cambio, el dios principal de Menfis era Ptah, que para los egipcios era el creador del mundo. Sin embargo, los sacerdotes de Ra consiguieron convertirlo en el dios principal del panteón egipcio. El rey fue declarado hijo de Ra, título que ostentarían también sus sucesores, ratificando así su naturaleza divina, pero, a su vez, vinculando precisamente a Ra con la divinidad del Rey.

Se envió barcos a la costa cananea. Su contacto principal fue Biblos, de donde importaba entre otras cosas resinas y metales. Otro producto de la zona muy cotizado fue la madera. Los cedros del Líbano gozaron de un gran prestigio en el mundo antiguo. Los egipcios no eran grandes marineros. Sus barcos, que hasta entonces sólo habían recorrido las tranquilas aguas del Nilo, bordeaban cautelosamente la costa mediterránea hasta Fenicia y volvían por el mismo camino. También envió expediciones por el mar Rojo, que llegaron a Arabia y Somalia, de donde traían incienso, resinas y lapislázuli. La isla de Chipre se convirtió en un importante suministrador de cobre. Por estas fechas la isla de Creta entró en la Edad del Bronce. Surgió una nueva civilización conocida como cultura minoica (en una primera etapa conocida como periodo minoico antiguo) que también mantuvo estrechas relaciones comerciales con Egipto.

La V dinastía reinó desde el 2.500 hasta el 2.430, a.n.e., después se instauró (obviamente) la VI dinastía. Al parecer, el monarca que inauguró esta dinastía fue un sacerdote de Ra, lo que culminaba el ascenso político de este cuerpo sacerdotal. La construcción de pirámides entró en decadencia. Probablemente los egipcios decidieron invertir sus esfuerzos en cosas más útiles, como el refuerzo de sus ejércitos.

Los nómadas del desierto de Libia empezaron a hostigar el país, pero fueron rechazados cinco veces por los ejércitos egipcios, se consolidó también el dominio de Egipto sobre la península del Sinaí, rica en metales, e incluso envió expediciones a Nubia, al sur de la primera catarata del Nilo. El Imperio Antiguo alcanzó así su apogeo. Probablemente, se decidió que las relaciones comerciales que Egipto mantenía con la tierra de Canaan desde hacía mucho tiempo no eran satisfactorias: los cananeos pagaban poco por las exportaciones egipcias y cobraban mucho por sus productos. (Cuando dos personas negocian y una tiene a sus órdenes un ejército poderoso, es natural que llegue a esta conclusión.), los cananeos fueron exhortados a pagar periódicamente un tributo al rey, pero algunas ciudades decidieron negarse. Como consecuencia, se dirigió una expedición contra Canaan una columna marchó por tierra y otra, transportada por mar, desembarcó hacia el sur de Biblos. El ejército derribó murallas, incendió ciudades, destruyó cosechas, se apoderó de toda clase de objetos valiosos y, sin duda, consiguió que las ciudades castigadas se comprometieran a pagar el tributo.

En 2.182 a.n.e., murió el último rey de la VI dinastía egipcia, su reinado duró noventa años, y es, al parecer, el más largo de la historia. La evolución del país había sido similar a la del imperio Acadio, la nobleza adquirió cada vez más poder, esto debió de acentuarse en los años en que el último rey era un niño y, por consiguiente, no ejercía directamente el mando. Mientras el rey vivió, todo estaba aparentemente bien, pues la lealtad al rey del ejército y el pueblo debía de ser poco menos que inquebrantable. Tal vez la nobleza consiguió que el rey muriera sin descendencia, de modo que muchos ocultaran aspiraciones de ocupar el cargo tras su muerte. El caso es que nadie lo consiguió y el Imperio Antiguo se desmembró en muchos reinos pequeños en lucha continua. Como en Mesopotamia, ésta fue una época de miseria.

viernes, 6 de agosto de 2010

Egipto entra en la Historia (I)






Mientras tanto Egipto iba organizándose. La cultura neolítica propició el típico desarrollo de la religión y el surgimiento de una poderosa clase sacerdotal. Los primeros dioses los debieron de modelar los cazadores, que los vinculaban a ciertos animales, de tal suerte que adorando al dios adecuado se podía esperar una buena caza del animal deseado. Así, había dioses con cabeza de halcón, de chacal, de hipopótamo, etc. Con la agricultura aparecieron nuevos dioses, el más importante de los cuales fue Ra, el dios del sol, al que vinculaban con el cambio estacional, las crecidas del Nilo, etc. Los egipcios contaban que fue el dios Osiris quien les enseñó las artes agrícolas. Osiris era, pues, un dios de la vegetación. Se le representaba con forma humana. El nombre de este dios, que quizás signifique "la Sede del Ojo", y que debe contener una alusión mitológica, constituye un verdadero enigma. Se admite generalmente que el culto osiriano tuvo nacimiento, como otros tantos cultos en el Delta del Nilo. En Busilis, se había asimilado ese dios a la divinidad local Anedjti, que aparece los rasgos de un dios-rey, provisto de los atributos de la soberanía. Bajo el imperio antiguo, el culto a Osiris, proliferando en el alto Egipto, fue a implantarse en Abidos, la ciudad donde había una antiquísima necrópolis real que tenía como patrono al dios jen-ti-imentiu. Poco a poco la personalidad de Osiris tendió a confundirse con la del dios local, de tal suerte que Abidos llegó a ser la sede principal del dios Osiris, considerado desde entonces el dios funerario por excelencia

Cuando Ra todavía gobernaba el Mundo, fue advertido de que su hija Nut, diosa de los espacios celestes, tenía comercio secreto con Geb, dios de la Tierra, y que si en algún momento diese a luz un niño, este gobernaría la humanidad, por lo que Ra maldijo a Nut de manera que nunca podría tener un hijo en ningún día y ninguna noche del año ("Así nunca Nut pueda dar a luz niño alguno ni en el transcurso del mes ni en el transcurso del año"). Nut pidió consejo al gran Thot, dios de la sabiduría, quien por cierto estaba enamorado de la diosa, de la que también había obtenido favores en su momento, por medio de su sabiduría, encontró la forma de evitar la maldición. Thot acudió a Jonsu, dios lunar, cuyo brillo era entonces casi como el del Sol y lo desafió a un juego de mesa, en el que Jonsu apostaba su propia luz. Ambos jugaron y la suerte siempre estaba de parte de Thot, hasta que Jonsu fue derrotado, la apuesta consistía en 1/72 parte de la luminosidad diaria de la Luna, y desde entonces Jonsu no ha tenido suficiente fuerza para brillar a lo largo del mes, por eso mengua y se recupera. Con esta luz Thot creo 5 nuevos días, conocidos como epagómenos, en el calendario que hasta entonces constaba de 12 meses de 30 días cada uno y los añadió justo al final del año, de manera que no pertenecían ni al año viejo ni al nuevo. Así Nut pudo tener a sus hijos, y al mismo tiempo se cumplió la maldición de Ra. Primero nació Osiris, y su nacimiento fue anunciado como el de un dios bondadoso y benefactor del pueblo (" El gran señor de todas las cosas ha aparecido bañado por la luz"). El segundo día fue reservado para el nacimiento de Horus, hijo de Osiris e Isis, el tercero para Seth, quien no nació ni en el tiempo que le correspondía ni por el camino adecuado, sino rasgando el costado de su madre Nut. El cuarto día nació Isis, entre las marismas, y el último Neftis

Osiris fue asesinado por Set y lo despedazó en 14 trozos que esparció a lo largo del Nilo para que sirviese de alimento a los cocodrilos, pero su esposa Isis inició su búsqueda, contaba con su hermana Neftis, esposa de Seth, con quien estaba enfrentada en su rivalidad con Osiris y con Anubis, hijo de Osiris y Neftis. En su búsqueda iba acompañada y protegida por 7 escorpiones, viajando por el Nilo en una barca de papiro, y los cocodrilos en reverencia a la diosa ni tocaron los trozos de Osiris ni a ella. Por eso en épocas posteriores cuando alguien navegaba por el Nilo en un barco de papiro se creía a salvo de los cocodrilos, pues se pensaba que estos todavía creían que era la diosa en busca de los trozos del cuerpo de su marido. Poco a poco Isis fue recuperando cada uno de los trozos del cuerpo, envolviéndolos en cera aromatizada, y en cada lugar donde apareció un trozo, Isis entregó a los sacerdotes la figura, obligándoles a jurar que le darían sepultura y venerarían, además de consagrarle el animal que ellos mismos decidiesen al que venerarían con los mismos honores en vida, cuando muriese y tras su muerte. Sólo un pedazo quedó por recuperar, el falo, comido por el lepidoto, el pagro y el oxirrinco, especies que quedaron malditas a partir de ese momento, y nunca más ningún egipcio tocaría o comería pez de esta clase (estas especies inspiraban terror a los egipcios). Isis reconstruyó el cuerpo y con su magia asemejó el miembro perdido con una prótesis artificial, y le devolvió a la vida., pero Osiris no quiso permanecer así entre los hombres, sino que descendió al mundo subterráneo, donde reinaba desde entonces sobre las almas de los muertos. Gracias a Anubis lo embalsamó, convirtiéndose en la primera momia de Egipto, y lo escondió en un lugar que sólo ella conocía y que permanece oculto y secreto hasta este día.

Isis y Osiris habían tenido un hijo, Horus, representado con cabeza de halcón (lo que hace pensar en un mito del tiempo de los cazadores que pervivió en las leyendas de los agricultores). Poco tiempo después de la muerte de su marido, Isis, refugiada en las marismas del delta, dio luz a un hijo, Horus, al que crió en el mayor secreto, para ponerle al abrigo de las maquinaciones de Seth. Horus, llegado a la edad adulta, se dispuso a vengar a su padre: emprendió una lucha cuerpo a cuerpo con Seth, en la cual arrancó el miembro viril a su adversario, mientras que éste le sacaba un ojo. Entonces intervino Thot para curar la herida del dios tuerto y la de su adversario, y los curó a los dos. Los dioses decidieron poner fin a esta lucha fraticida citando a los rivales ante un tribunal. El Tribunal divino reconoció la razón de Horus, y condenó a su hermano el ojo que le había sacado. Horus al recibirlo de nuevo, dio ese ojo a su padre Osiris y lo reemplazó por la serpiente divina, que desde entones será uno de los emblemas de la realeza.

En cuanto a Osiris, transmitió sus poderes terrestres a Horus, y se retiró definitivamente al reino de los Bienaventurados. Osiris es el prototipo del rey difunto que, tras de haber cumplido su tarea terrestre, muere transmitiendo su dignidad a su hijo Horus, en una forma beatificada. Todos los reyes que se sucedieron en el trono de Egipto pasaron sucesivamente por estos dos estados: investidos de la dignidad de Horus para la duración de su reino, se transforman al término de su carrera en Osiris, y son honrados como tales por sus hijos y sucesores. Osiris también fue considerado desde el origen como uno de los grandes dioses de la vegetación: por su muerte y su inmersión en las aguas del Nilo, seguidas por su gloriosa resurrección, evoca en el plano mítico las fases de la vida de la naturaleza, con s renovación periódica. Osiris es el grano que muere por su hundimiento en la tierra para renacer unos meses más tarde bajo la forma de espiga cargada de una vida nueva.

Posiblemente, el egipcio fue el primer pueblo que desarrolló una teoría sofisticada sobre la vida después de la muerte. La supervivencia a la muerte no era automática, sino que dependía de ciertos ritos que controlaban los sacerdotes. Es probable que estas creencias fueran expresamente desarrolladas por los sacerdotes para conseguir la sumisión del pueblo a su autoridad. Y en verdad que no pudieron tener más éxito. La supervivencia a la muerte debió de ser durante cientos de años casi una obsesión para los egipcios de todas las clases sociales, que nunca en su historia abandonaron una incondicional sumisión a la autoridad religiosa.

A este ciclo mitológico se asocian, entre otros, dos mitos interesantes: El mito del ojo Celeste procede de Tis, ciudad del Egipto Medio, de donde sería originaria la I dinastía era la residencia de un dios llamado Onuris (propiamente Ini-herit), nombre que significa: "El que trae a la Lejana". Esta apelación aludía a una leyenda a la que sólo poseemos versiones tardías, pero cuyo tema debió quedar fijado por lo menos desde el Imperio Medio. El Ojo del dios solar, que a veces, toma forma de la leona Tefnut, se encoleriza violentamente contra su dueño. Habiéndose apoderado de él, la diosa ("ojo" es femenino en Egipto) se retira al fondo de Nubia y pretende quedarse ahí. Como último argumento, Onuris va a buscarla y, tras haberla tranquilizado con sus promesas, la vuelve a llevar triunfalmente a Tis, donde el ojo recobra su lugar en el rostro del dios. Esta leyenda se ha puesto en relación con el Ojo de Horus, igual que otros mitos. Como en el mito de Horus y de Seth, el Ojo Celeste, tras haber pasado por una fase de borrosidad o desaparición, es llevado a su estado anterior. También se ha querido poner en relación con estas especulaciones el tema del udjat (el Ojo sano). El Udjat, se explicaba generalmente, era el Ojo de Hours restablecidos por los cuidados de Thot a su estado normal tras haber sido aquél mutilado por Seth. Esta explicación sin duda fue admitida en ciertos momentos por los propios egipcios, que habían confundido los diferentes temas mitológicos de que hemos tratado; pero parece, según el testimonio del texto de las pirámides, que, en su punto de partida, el "Ojo sano" correspondía al segundo ojo de Horus.

El otro es el mito de la vaca. Cuando Ra, rey de los hombres y de los dioses, sintió el ataque de la vejez, su cuerpo se transformó en oro, plata y lapislázuli, y se dio cuenta que los hombres que vivían en el valle y en el desierto tomaban una actitud arrogante respecto a él, incluso pensaban rebelarse contra él. Lleno de inquietud reunió secretamente al consejo de los dioses, del que formaban parte por pleno derecho Su y Tefnut, Gebeb y Nut, así como Nun y el Ojo de Ra. Según la opinión de estos dioses, resolvió enviar a su Ojo, que en esa circunstancia iba a tomar la forma de Athor-Sejmet, para extender una mortandad entre los hombres. La diosa cruel se puso a la obra enseguida, y, tras haber cumplido una parte de su misión, volvió muy contenta a informar a su señor. Pero entonces el dios se arrepintió de haber tomado una decisión tan radical, y quiso salvar al resto de la humanidad. La dificultad estaba en apaciguar la sed de sangre de la diosa, que se había estimulado con sus primeras matanzas. Para hacer cambiar a Athor-Sejmet, Ra hizo desparramar, durante la noche, en toda la extensión del territorio, una bebida fermentada de color rojo, que la diosa tomaría por sangre. Este artificio tuvo un resultado excelente: la diosa bebió este líquido en tal cantidad que ya no distinguió siquiera a los hombres que estaban a su alcance, y así una parte del género humano se salvó de la matanza. No obstante, Ra se había hartado de la humanidad y deseaba abandonar los parajes terrestres. El dios Nun, entonces, le convenció para que se instalara a lomos de la vaca Nut. Cuando llegó la mañana y los hombres dieron muestra de nuevo de sus instintos pendencieros, la vaca se irguió con el dios en su lomo y tomó la forma del cielo. Ra manifestó mostró su satisfacción al verse en un lugar tan alto; pero viendo que la vaca se sentía llena de temor y temblaba con todo el cuerpo, encargó a ocho genios que le sirvieran de apoyo. Por otra parte, ordenó a Su, el dios de la atmósfera, que pusiera su vientre bajo la vaca, de modo que le sostuviera el cuerpo con los dos brazos tensos.

martes, 3 de agosto de 2010

El Nilo antes del Nilo II





Coincidiendo con este periodo aparecen las incipientes ciudades, una de ellas, Hierakómpolis, donde se daba culto a Horus, esta considerada como el lugar de origen de la cultura faraónica y las raíces de la monarquía egipcia. En ese lugar se ha constatado la existencia de una élite social que se evidencia en la suntuosidad, cantidad de ofrendas y tamaño de sus tumbas y en la aparición de pequeños cementerios elitistas. Últimamente se han descubierto en esa zona restos de palacios y templos, que son claros antecesores de los que encontramos en el periodo protodinástico. Durante este periodo protodinastico se produjo la unidad política desde el Delta hasta la primera catarata. Se ha postulado que la unificación no fue el resultado de una campaña militar continuada entre los distintos protoestados, (posiblemente origen de los nomos), sino que probablemente existieron, en una primera etapa, relaciones más o menos pacíficas entre ellos que acabaron formando reunificaciones cada vez mayores dando lugar a dos grandes reinos: el Alto y el Bajo Egipto.

El reino del norte tenía su capital en Buto, y la representación de su soberanía era la Corona Roja, mientras que en el sur, en el Alto Egipto, la capital estaba en Hierakómpolis y el rey llevaba la Corona Blanca. Dos deidades tutelares eran las patronas de ambos reinos. La cobra, Uadyet, protegía el Bajo Egipto, mientras que la diosa buitre, Nejbet, era la patrona del Alto Egipto. Es tema de debate la cronología de los hechos que durante el periodo de dos siglos se fraguó la unificación. Las fuentes egipcias y los descubrimientos arqueológicos muestran claramente un triunfo del sur sobre el norte, mientras que el análisis de las estructuras sociales muestran una clara influencia del norte, es decir del vencido, sobre el sur. Es posible que a finales del IV milenio a.C. Egipto estuviera dividido en dos reinos. El del norte consiguió dominar al del sur en un momento no preciso. Luego Egipto se escindió nuevamente y más tarde, el sur controló y conquistó definitivamente al norte hacia el 3.100 a.n.e. No parece que estas unificaciones se produjeran violentamente, sino más bien por medios políticos. Egipto nunca había sufrido amenazas externas, por lo que carecía de ejércitos.

Durante este periodo aparecen las necrópolis de la élite, es decir, zonas de enterramientos de príncipes y reyes, situadas en dos únicos lugares: Hierakómpolis y Abidos. En la segunda además existe una continuidad clara de enterramientos de jefes locales desde los periodos del Nagada I, hasta los enterramientos de las primeras dinastías, lo que indica que la unidad política del Valle del Nilo la forjaron élites de esta zona del Alto Egipto. Los textos narran los relatos orales, transmitidos entre los sacerdotes y que se refieren a los primeros reyes de Egipto como los propios dioses. Después reinaron los semi-dioses, hijos de los anteriores. Tras las dinastías divinas y las semi-divinas, se contabilizaban por los sacerdotes una serie de reyes no determinados, a los que seguían treinta reyes menfitas y después de ellos, los diez reyes tinita. El documento que recoge los anales reales más antiguos que conocemos, el Papiro de Turín varía ligeramente esta descripción. Para los egipcios, el conjunto de los semi-dioses, y los hombres que reinaron antes de la dinastía I formaron el conjunto de los llamados ‘seguidores de Horus’ (Sms Hr o Shemsu Hor). El único documento preciso que se refiere al final del periodo legendario, la llamada ‘Piedra de Palermo’, representa a una serie de personajes que llevan la Corona Roja del Bajo Egipto de los que nos facilita los nombres (Seka, Jaau, Tiu, Tchesh, Neheb, Uadyined, Mehe). Las interpretaciones de los signos grabados en los colosos de Coptos que representan al dios Min y en la Paleta de Tehenu han conducido a pensar que durante este periodo existió una línea de 15 gobernantes-totem.

La secuencia de esta Dinastía 00-0 según las estatuas de Min (Coptos), la tumba de U-j (Abidos), la Paleta de Tehenu y otras fuentes (pintura en jarras, paleta de los cazadores, grabado en jarras, cabezas de maza) sería la siguiente:

Oryx estandarte

Concha

Pez

Elefante

Toro

¿Bucraneo estandarte?

Cigüeña

Cánido

Bucraneo estandarte (II)

Escorpión I

Halcón (I)

Min estandarte+planta

¿(Perdido)

Halcon II

Leon

Doble Halcón

Iry-Hor

Ka

Escorpion II

Namer

En la llamada Paleta de Namer estarían bien representados los Shemsu Hor en tres grupos distintos: un grupo no-humano, cuyos componentes acompañaban a Horus y tienen un papel clave en el viaje de los muertos, un segundo grupo que está ligado directamente a los antiguos gobernantes, anteriores a la primera de las dinastías, y que se refieren también a la ciudad de Nejen (tradicionalmente el hogar original de Horus, que coincide exactamente con el lugar donde la Paleta fue encontrada) y un tercer grupo de guerreros que han trabado batalla con los seguidores de Seth.

Resulta de gran importancia los graffiti de Gebel Tjauty, con su posible narración de una victoria militar de Escorpión I sobre el gobernante de un estado regional cercano (¿Naqada?) a quien capturó (el nombre personal del derrotado o de la región/ciudad fue posiblemente escrito con la cabeza de un Toro sobre un estandarte, un emblema que aparece también en las inscripciones con tinta de las jarras de la tumba U-j). Después de la persona capturada (que es seguida por el gobernante victorioso con una maza) encontramos la figura de un pájaro (¿secretario?) picoteando una serpiente (una simbología de "victoria" o el emblema de un nomo/región?) que se halla también en el peine de Davis, en mangos de cuchillos y en vasijas decoradas de un tumba. Detrás del pájaro hay una figura llevando una vara precedido de un estandarte y en el lado derecho un halcón sobre un escorpión, ¿nombre real? El jefe derrotado en la parte izquierda, tiene sus manos atadas a la espalda y es sostenido con una cuerda por el vencedor; el último es representado en un nivel superior (y a escala) en el extremo izquierdo de la escena. Las escenas de los objetos del protodinástico tardío (originalmente destinadas a templos y tumbas) son, en su mayoría, consideradas como rituales o simbólicas (tumbas, paletas decoradas ceremoniales) mientras que las escenas talladas en las rocas pudieran ser "informes" de acontecimientos históricos.

Los aspectos de este periodo están marcados por el incremento y desarrollo de un creciente urbanismo, a este periodo pertenecen las primeras ciudades que pueden ser denominadas como tales. Conocemos las de Tinis en Abidos, Nubet en Ombos, Nejeb en el-Kab, Nejen en Hierakómpolis y otras, como Hermonthis, Edfu o Elefantina. Aparece también una consolidación de las instituciones sociales, religiosas y de la administración, y la evolución de la escritura como expresión de una organización social y económica bien definida. Aparecen los marbetes hechos por incisión o escritos con tinta en los etiquetados de recipientes conteniendo ofrendas funerarias de los sepulcros reales, que indican su contenido procedencia y periodo de manufacturación. También se corresponde con este periodo la aparición de dispositivos icnográficos para expresar la idea de soberanía, como los cetros Heka y, especialmente, los serej que mostraban al halcón Horus sobre una estilización de la fachada de un palacio con el nombre del rey en su interior, y que sustituían, (en parte coexistieron en la Baja Nubia) a la roseta/flor/estrella como símbolo divino y real, esta última también aparece en inscripciones sumerias y especialmente elamitas conectada al concepto de realeza divina.

Se han estudiado 10 esqueletos de burros encontrados en cuevas en el complejo funerario de uno de los primeros reyes de Egipto, en Abidos, mostrando que hace 5000 años el burro estaba en sus primeras fases de domesticación. Los estudios zooarqueológicos indican que los burros fueron domesticados por los egipcios hace unos 6000 años, aunque hay pruebas de que los burros también fueron domesticados en el Sahara hace unos 9000 años por pastores saharauis.

Marcadores genéticos muestran que la domesticación del asno salvaje se desarrolló “pronto”, antes de que su código genético sufriera los cambios que hoy en día observamos. También se han estudiado los metacarpos de los esqueletos encontrados que son más parecidos a los del asno salvaje que a los del burro moderno, aunque cambian mucho de un esqueleto a otro, y en algunos son una versión intermedia de los de ambas variedades.

Todos los esqueletos de asnos de Abidos muestran aperos junto a ellos, y ciertas patologías en sus huesos consistentes con el hecho de que eran utilizados como animales de carga. Las similitudes morfológicas con los asnos salvajes, incluso siendo usadas como bestias de carga, muestran que el fenotipo de los burros evolucionó significativamente durante los primeros periodos dinásticos en Egipto.