Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

martes, 9 de marzo de 2010

INTELIGENCIA


Nos hemos preguntado para qué sirve ser bípedo, es decir, qué tipo de adaptación es ésta y con qué nicho ecológico está relacionada, ya vimos que la respuesta no es fácil, sin embargo, nadie se pregunta para qué sirve ser inteligente, estamos tan convencidos de que la inteligencia es un don que nos hace superiores a cualquier forma viviente que no nos preocupamos de su valor adaptativo, sin embargo, la expansión cerebral es una especialización como la de cualquier otro órgano, y la selección natural la ha favorecido porque representaba ventajas en el contexto del nicho ecológico de los homínidos en los que se produjo. ¿Cuáles fueron esas ventajas? Hay dos momentos de la evolución humana en los que se produce una marcada expansión del tamaño cerebral, que podría ponerse en relación con cambios significativos en las pautas sociales, la primera de estas expansiones se produce en el Homo ergaster, donde el volumen cerebral pasa de representar aproximadamente un tercio del valor promedio de nuestra especie, como en los australopitecos y parántropos, a llegar hasta los dos tercios (el Homo hábilis ocuparía una posición intermedia); la segunda gran expansión tiene lugar en el último medio millón de años, y produce los enormes cerebros de nuestra especie y de los neandertales.

El aumento del volumen cerebral comporta, como hemos visto, un cambio en la alimentación, porque afecta a un tejido energéticamente costoso, en consecuencia, se incorporan a la dieta en cantidades sustanciales las proteínas y grasas animales, a diferencia de algunos vegetales muy abundantes (aunque poco energéticos), estos recursos no se distribuyen de manera cotidiana en el medio, ni son fáciles de obtener, por lo que aumenta el tamaño del territorio a recorrer y el tiempo de búsqueda, al mismo tiempo desde el Homo ergaster los ritmos de crecimiento se sitúan ya próximos a los nuestros, lo que supone un periodo de dependencia infantil más prolongado que en antropomorfos y homínidos anteriores, todo ello implica que difícilmente una madre podría hacerse cargo, ella sola, de varias crías al mismo tiempo, por este motivo es posible que el gran cambio social se produjera en el Homo ergaster, aunque algunos autores sostienen que tuvo lugar en la segunda gran expansión cerebral, la nuestra y la de los neardentales.

Es una teoría muy respetable la de que la expansión del cerebro y de la inteligencia (o al menos una parte sustancial de la misma) representa una adaptación a la vida social, un medio en el que uno tiene que cooperar y competir a la vez con los mismos individuos, una inteligencia desarrollada con estos propósitos ( una “inteligencia social”) podría muy bien aplicarse a otro tipo de situaciones complejas, para prosperar en ese difícil medio social hace falta utilizar diversas tácticas, que van desde la formación de alianzas con otros individuos, basadas en el parentesco o en el interés, hasta el engaño. Las habilidades necesarias para lo que se ha denominado “inteligencia maquiavélica” incluyen desde luego una buena memoria, para recordar complicadísimos organigramas sociales (quién es quién), además, al menos entre nosotros los humanos, existe una cierta capacidad para intuir intenciones del prójimo y adelantarse a sus actos, junto con la de representarse mentalmente situaciones hipotéticas (no sólo recordar situaciones pasadas), valorarlas, y obrar en consecuencia, es decir, pensar.

Tal vez las gentes que elaboraban en el este de África la industria achelense poseían una cultura más avanzada que las que fabricaban una tecnología del Modo I, en consecuencia, experimentaron un crecimiento demográfico y forzaron a ocupar áreas marginales del continente africano y finalmente a emigrar fuera de África a los grupos que no disponían de una cultura superior. Las nuevas dataciones para China y Java hacen viable un nuevo argumento: quizá los primeros asiáticos abandonaron África antes de que allí surgiera el achelense, para Europa esta misma explicación es posible, pero aquí no disponemos de fechas tan antiguas para el poblamiento inicial. Cabe preguntarse cómo llegó el achelense a Europa, si con una nueva oleada colonizadora ó simplemente la técnica fue pasando desde África de unas poblaciones a otras, sin desplazamiento de gentes ni flujo de genes, el problema de si los cambios tecnológicos que se observan en un determinado lugar implican la llegada de un nuevo tipo humano es recurrente en la Prehistoria, y nos volveremos a encontrar con él mas adelante.

En principio, se supone que los primeros humanos llegaron hasta la península Ibérica por vía exclusivamente terrestre, es decir, desde África y atravesando Europa, no hay razones para pensar que el estrecho de Gibraltar se cerrara en ningún momento de los últimos tres millones de años, aunque probablemente eso sí ocurrió durante un pequeño intervalo de tiempo al final del Mioceno, hace entre 6,5 y 5 millones de años, (es decir, demasiado pronto para el paso de humanos que aún no existían), como, por otro lado, las corrientes del estrecho no favorecen el cruce del mismo, ni se les supone conocimientos de navegación a los primeros humanos, no hay argumentos sólidos en los que apoyar una vía occidental, directamente, desde África, para la colonización europea, la más antigua navegación humana conocida se produjo hace pocos miles de años e hizo posible el poblamiento de Australia y Nueva Guinea, los que la llevaron a cabo eran humanos de nuestra propia especie (cuando el nivel del mar descendió, en épocas glaciares, se podía llegar andando a Java y a Gran Bretaña pero no a Australia).

Sea lo que sea lo que impulsó a nuestros ancestros a adoptar la postura erguida, llegar a la fruta más alta, desplazarse más lejos, otear el horizonte, transportar algo, ésta perduró, y, con el tiempo desarrollaron la capacidad de caminar y correr grandes distancias, aprendieron a comportarse como carroñeros y a cazar, desarrollaron un cerebro grande y una inteligencia humana, inventaron y manejaron las más diversas herramientas, hicieron poesía, música y matemáticas, asistieron partos difíciles, elaboramos complejas tecnologías y pensamos sobre los orígenes de nuestra extravagante e imperfecta naturaleza bípeda.

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