Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 26 de mayo de 2011

MEDICINA CLASICA GRIEGA , HIPIATRICA





La isla de Cos era célebre por su Escuela de Medicina, siglos antes de Hipócrates tenía más de 200 templos dedicados a Apolo y Asclepios ó Esculapio, Hipócrates nació allí, alrededor del 460 a.C., y se inició en el estudio de la medicina gracias a la iniciativa de su padre, quien a su vez era miembro de una agrupación de médicos que se había autodenominado “los hijos de Esculapio”, sociedad a la que Hipócrates pertenecía en su edad adulta, Hipócrates fue creciendo y aprendiendo entre miles de inválidos y turistas que acudían a “tomar las aguas milagrosas” en las numerosas fuentes termales que existían en Cos, uno de sus maestros, Heródicto de Selimbria, le inició en el arte de curar, habituándolo a confiar más en el régimen y en la gimnasia que en las ofrendas o exorcismos, Hipócrates viajó mucho, visitó Tesalia, Tracia, Egipto, Alejandría y Atenas, fue contemporáneo de Pericles, Sócrates, Platón y Aristóteles, al regreso a su isla como médico práctico fundó la Escuela de Medicina, sus conocimientos y experiencias los trasladó a sus escritos donde describe el proceso de las enfermedades con riguroso espíritu científico y rompe el lazo que unía la religión con la medicina, Hipócrates logra reunir las escuelas médicas de Cuidos, Cos y Crotona, toda la doctrina hipocrática comprendida en el “Hábeas Hipocraticum”, primera colección sistemática de escritos de medicina, que recoge los escritos del Padre de la Medicina y de numerosos médicos que lo antecedieron, de sus contemporáneos.

Nada puede haber más heterogéneo en la literatura médica que la colección de tratados atribuidos a Hipócrates, se ha especulado que existieron varios médicos con su nombre y que el verdadero escribió solamente alguno de los 87 volúmenes de los que está compuesta la colección hipocrática, de todas maneras, Hipócrates, uno o varios, existió, y sus trabajos e investigaciones sirvieron de base para el desarrollo del arte de la medicina a través de los siglos, de los escritos de la singular colección, sólo cuatro se atribuyen a la pluma directa de Hipócrates: Los aforismos, el pronóstico, el Régimen para dolencias agudas, y la monografía titulada sobre heridas en la cabeza, el resto de volúmenes, indican los historiadores, fueron escritos por una diversidad de autores nacidos entre el siglo V y el II a.C.

Tres de los principios terapéuticos empleados por los médicos hipocráticos son:

1.- “Primun non nocere”, que dirían luego los seguidores latinos: antes de nada no perjudicar, es preferible no hacer nada a empeorar la situación, la terapéutica hipocrática trató siempre de favorecer sin perjudicar, iba dirigida a todo el cuerpo enfermo y no a sus partes, y se ejecutó con prudencia.

2.- Se debe ir a la causa de la dolencia, ir contra la causa y el principio de la causa.

3.- Abstenerse de actuar ante las enfermedades incurables, aceptando la inevitabilidad de los procesos “ fisiológicos”.

El interés de la escuela de Cos por las enfermedades agudas y febriles hizo que se interpretara el curso de los procesos morbosos en tres etapas: la enfermedad aparecía por la alteración de humores crudos, apepsia, que se manifestaba por los síntomas generales de la enfermedad, mediante la reacción de la Physis o naturaleza del cuerpo, se cocían los humores crudos, Pepsis, sobreviniendo la fiebre, la inflamación de los tejidos o se formaba el pus, la curación del enfermo podía ocurrir por la brusca eliminación de los humores y cocido o crisis, y también, más lentamente, por la excreción paulatina de los materiales morbosos en la Lysis. La medicina hipocrática constituye el origen de una concepción científica de la medicina universal, definitivamente liberada de la religión y la filosofía y establecida como un conocimiento técnico, Hipócrates usó los sentidos y la mente como los únicos instrumentos diagnósticos, creó la medicina clínica junto al lecho (klina) del enfermo.

La cirugía griega fue reparadora (fracturas, luxaciones, heridas), evacuante (abscesos, trepanaciones) y excerica, influida por la cirugía de Alejandría, basada en los estudios anatómicos como los describe Filoxeno de Alejandría (siglo I a.C.), autor del primer tratado de cirugía operativa. El recurso terapéutico principal fue la dieta, diaíta, así, en las crisis de las enfermedades era conveniente disminuir la alimentación, recomendación que permaneció como regla general hasta mediados del siglo XIX de nuestra era, en las enfermedades febriles, y agudas se recomendaba una dieta líquida, como la decocción de cebada, ptisane, y la dieta láctea, además se aplicaba el uso del hidromiel, oximel, vino, vinagre y otros productos, se daba gran importancia a los ejercicios corporales, el masaje y los baños, principalmente en el mar.

Aristóteles, gran observador, compilador y sistematizador del conocimiento, creó la escuela Peripatética e introdujo el método inductivo, la clasificación científica y la descripción de los principios opuestos: calor-frío, humedad-sequedad, que generan los cuatro elementos: fuego, aire, tierra y agua, clasifica los conocimientos que existían en todos los campos del saber, desde la anatomía, la fisiología aristotélica se basa en la polaridad del corazón, sangre caliente y roja, y del cerebro, humor claro y frío, y el alma humana como creadora. En biología Aristóteles logró valiosos estudios con relación a la anatomía y fisiología tanto humana como animal, como su concepción sobre las consideraciones de la generación de los animales, su reproducción y la embriología, en que describió el desarrollo del embrión de pollo, descubriendo la formación del corazón, afirma Aristóteles que el padre es el autor de la vida y la madre contribuye y proporciona sustancias para formar la vida, Aristóteles creó la primera tabla de clasificación de las especies, también escribió sobre la respiración, la longevidad, los sueños, el dormir, su Liceo fue un jardín botánico y zoológico y consideró el corazón como la sede de las emociones. Teofrasto, su discípulo escribió “La Historia de las Plantas” obra maestra en el campo de la botánica.

En los poemas helénicos de los siglos VIII y VII a.C., las pestilencias también aparecen asociadas a castigos divinos, estos textos indican las características de los procesos de pestilencia en Grecia, los mismos tenían un carácter local, es decir, afectaban por lo general a una polis (ciudad) concreta, más raramente a toda una región, en el pensamiento del demos, (pueblo), sus motivaciones partían del enojo de alguna divinidad, finalmente el binomio pestilencia-hambre era muy frecuente, un hambre provocado por la guerra o las sequías continuadas y las malas cosechas.

Cuando estallaban estas pestilencias locales en alguna de las polis griegas, fenómeno relativamente frecuente pero de un alcance limitado, se recurría a la magia mucho más que a la propia medicina racional, un ejemplo significativo es el proceso pestilente padecido por Atenas en el año 584 a.C., ni médicos ni magos lograban atajar la situación, por lo que los atenienses recurrieron a Epiménides, se le atribuyó, en efecto, la erradicación de la enfermedad, aunque existieron versiones diferentes: para unos, lo hizo con una invocación, a divinidades del lugar, otro lo achacaron al salvaje sacrificio de dos jóvenes efebos.

Los médicos griegos intentaron encontrar una explicación a estas pestilencias que cada cierto tiempo actuaban de forma brutal sobre las polis, en el Corpus Hippocraticum se encuentra una respuesta que iba a tener mucho éxito: sería la putrefacción del aire la que conduciría al desarrollo de las pestilencias, esta explicación se convertiría en lugar común que pasaría al mundo romano y a través de él a la Edad Media.

En la antigüedad la Medicina y la Veterinaria corrían la misma suerte y eran generalmente ejercidas por un mismo hombre, basadas en un mismo principio y con prescripciones iguales. En la Grecia Clásica encontramos la confirmación del nacimiento de una ciencia veterinaria, de esta época procedían importantísimas obras y compilaciones, de tal forma que Marco Terencio Varrón cita más de 50 tratadistas que escribieron sobre temas veterinarios, la mayor parte de estas obras se perdieron en la destrucción de la biblioteca de Alejandría, y parece ser que sólo se salvó, casi entera, la Hippiatrica de Absyrto, en la que además se cita a otros hipiatras anteriores, entre ellos va un tal Emilio Hispano, del cual aparece un remedio para tratar la pestilencia del caballo, posiblemente la primera referencia a un veterinario hispano. En el Corpus Hippocraticum y en la Historia Animaliun de Aristóteles, se comenta indistintamente la medicina humana y animal, destacando los estudios comparados de patología, fisiología y anatomía.

Con Hipócrates, padre de la medicina, se inicia la separación y el estudio de la medicina del hombre y de los animales, nace así la Hipiatría o medicina del caballo, por ser este animal de excepcional importancia en la vida del hombre, a él dedicará su estudio, casi exclusivamente, por aquellas fechas, aunque también se inició la Buiatria o medicina de los bueyes, pero en tono menor. Los hipiatras griegos posteriores a Hipócrates, confundidos con los médicos, fueron recopilando sus enseñanzas y enriqueciéndolas con nuevas experiencias, entre los que destaca Diocles de Caristo que aportó notables estudios sobre anatomía, valiéndose para ello del examen cadavérico de los animales, igualmente consideró la fiebre como un síntoma de varias enfermedades. Pánfilo de Alejandría estudió la botánica, agricultura y lo que entonces se entendía por magia, Florentino fue autor de las primeras “Geórgicas” antes de que Virgilio escribiera las suyas. Pero casi ningún escrito de estos hipiatras ha llegado hasta nosotros.

Absyrto sirvió como hipiatra a las órdenes del gran Constantino, acantonado en las márgenes del Danubio, por los años 330-340 de nuestra era, como Hipiatrica Griega se conoce el “Hábeas Hippiatricorum Graecorum”, colección de todos los escritos veterinarios conservados hasta su tiempo, “ mandada recopilar por orden del Emperador de Bizancio, Constantino VII “Porphysegenitus”, entre los años 911 al 959, en la que junto a Absyrto se hace referencia a muchos hipiatras anteriores a él. Este autor es considerado como el Padre de la medicina veterinaria, griego romanizado, una vez retirado de su cargo en la corte, creó una escuela de Hipiatria, su obra contiene 121 capítulos dedicados a la Hipiatría y recopila los conocimientos que sobre veterinaria existían en su época.

Por Absyrto sabemos que Hipócrates pasaba por ser uno de los más destacados y hábiles hipiatras de su tiempo, el prestigio de los hipiatras helenos alcanzó un gran nivel social, a juzgar por las inscripciones funerarias de algunos de ellos, por ellas se sabe que en el siglo III, el hipiatra Metrodorus de Hamia, en Tesalia fue proclamado ciudadano de honor por el electorado de la ciudad, en reconocimiento de su talento y servicios, y que un tal Euticos ostentaba el título de hipiatra del Emperador y había levantado un suntuoso monumento a su familia. En el año 1.885 se descubrió en la Biblioteca de Munich, en el Codex Monacensis Latinus, un texto que contenía la Mulomedicina Chironis, en él se recogían las enseñanzas quironianas escritas por Himerio, aunque más recientemente se atribuyen, por diversos autores, a Absyrto, que, como sabemos, se trataba de un griego veterinario militar al servicio de Roma.

El caballo, por su hermosura y por su agilidad, era considerado como el animal más apreciado por los dioses, representando a algunos como el hombre con cabeza de caballo, y el más digno de ofrecer su holocausto ante el altar o ara de sacrificio. Uno de los más famosos historiadores de la Grecia Clásica, Jenofonte (445-354 a.C.) nos ha dejado un excelente tratado de equitación, que contiene interesantes nociones de higiene hípica, el libro fue escrito para “provecho de los jóvenes” porque interesa a esas edades adquirir conocimientos en torno del caballo, conviene insistir en que el tratado de Jenofonte es un libro de equitación, no de patología equina, ahora bien, entre las nociones de hipología contiene muchos consejos de higiene, algunos aplicables en la actualidad, en aquella época todavía seguían dispersos los conocimientos de medicina equina.

viernes, 20 de mayo de 2011

La Grecia clásica.






Hacia finales del segundo milenio a.C., la vida urbana de Grecia había sido prácticamente eliminada por unas devastadoras invasiones la mayoría de los griegos vivían apacentando cabras y en chozas de paja, disponían de unos pocos útiles de hierro para la agricultura y allí donde se practicaba esta actividad se basaba en la cebada: de hecho, en la región de Atenas, el suelo no podía producir más que este modesto cultivo, cuyo valor nutritivo es insuficiente en cuanto al volumen de gluten. En estas circunstancias, la industria era la única forma de adquirir riqueza.

Para los pueblos vecinos, la cebada griega era prácticamente incomestible, pero el aceite de oliva sí se podía exportar y procedía además de un cultivo que presentaba peculiares ventajas competitivas, el olivo era el arma secreta del Egeo en lo que a economía se refiere, se cuidaba de manera estacional y dejaba mucho tiempo para la navegación, crecía en terrenos en los que los cereales y legumbres no se dignaban a hacerlo y podía cultivarse en lugares de sorprendente altitud, hasta los seiscientos sesenta metros. En el siglo VIII a.C., con el manejo de más utensilios de hierro, la agricultura ganó en eficiencia, pero el consiguiente aumento de la población puso aún más a prueba los recursos alimenticios y la productividad de la tierra, los griegos se convirtieron, además de en comerciantes, en colonizadores, llevando sus asentamientos hasta ricas áreas cerealistas como Sicilia, el sur de Italia y la costa septentrional del mar Negro, y después a mercados con abundancia de capital en zonas de las actuales Francia y España, durante el siglo VII a.C., muchas de estas colonias se convirtieron, ellas mismas, en impresionantes ciudades.

No todos sintieron la llamada del mar: los espartanos prefirieron quedarse en Grecia y levantar un imperio en los territorios contiguos, sin embargo, ésta era una de las muchas excentricidades de los lacedemonios, que los dioses no aprobaban. Como el mundo Heleno se extendió por mar y no por tierra, sus colonias mantuvieron el aire ribereño que caracterizaba al mundo del que procedían y al tipo de vecinos que ya conocían.

En las columnatas que rodeaban los espacios públicos se instalaban escuelas, hay dos profesores, Platón y Aristóteles, a los que recordamos especialmente, en realidad son los nombres griegos que más nos vienen a la memoria, se ha dicho que toda la filosofía occidental posterior se compone de “comentarios a Platón”, su importancia no está tanto en sus propias aportaciones como en el exhaustivo compendio de pensamiento clásico que reunió en sus diálogos. De las muchas aportaciones de Aristóteles, la más notable fue su formación de las leyes de la lógica, con las que podemos llegar a conclusiones verdaderas a partir de lo que pensamos que es cierto, su categoría a este respecto seguramente le habría sorprendido a él mismo, era hijo de un médico de Estagira, una parte de Grecia cercana al límite con los bárbaros, que nunca había producido grandes pensadores anteriormente, su familia trabajó en la corte del rey del norte, como él mismo hacía en su madurez, su padre era un doctor de la corte, y la materia de estudio preferida de Aristóteles fue la biología, así como la disección su técnica favorita, cuando se dedicó a la lógica, separó las proporciones en parte del mismo modo que un anatomista trocea ranas, nunca pensó que la razón pudiera llevarle hacia la verdad sin ayuda, ésta tenía que partir de la observación de los hechos y someterse a la verificación del mundo de los sentidos, para él, la naturaleza se manifestaba para ser explorada, no se ocultaba para ser inventada.

De todas formas, a pesar de la contribución única que hicieron los antiguos griegos al resto del mundo, hay que tener cuidado de no idealizarlos, como se ha hecho en el pasado, lo más duradero de su legado ha sido lo que en su época resultaba más excéntrico: Sócrates fue condenado al suicidio, Aristóteles fue apartado de Atenas y murió en el exilio, Pitágoras fue probablemente asesinado por una turba, Sófocles tuvo que defenderse de una acusación de demencia, Platón abandonó asqueado la política, en cierto momento, Aristóteles se retiró a una caverna y Diógenes a un tonel, la mayoría de los griegos no compartía la razonada visión del mundo de los filósofos, sino que lo consideraba el patio de recreo de unos dioses y demonios caprichosos a los que había que apaciguar mediante sangrientos sacrificios.

En el periodo antiguo de la cultura griega, el dios ofendido puede producir una dolencia maligna (noûsus kakê) sobre los seres humanos y animales, en el primer caso, se trata de aplacar a la divinidad con hecatombes (sacrificios rituales de animales), el animal cobra aquí el papel de soporte físico para la curación de la enfermedad humana, un demonio (daimôn) también puede originar la enfermedad y en este caso son los dioses los que pueden librar de la dolencia, así, la causa primera de la enfermedad, “la etiología”, casi siempre es un castigo de los dioses, mientras que “la patogenia” es doble: por un lado el hecho del castigo divino, por otro la impureza física que de ese castigo resulta, es decir, si en el asirio-babilónico, el castigo consiste en la impureza moral, para el griego el castigo consiste ante todo en los síntomas y signos corporales, interpretados como impureza física. Esta diversidad de concepciones influye definitivamente en “el tratamiento”, en la cultura griega, los sacrificios rituales (hecatombes) están presentes, pero tiene una importancia fundamental la purificación física, por ejemplo, el baño lustral, se trata de una Kátharsis física, la hecatombe permite “el tratamiento” de la causa remota de la enfermedad, el castigo divino, la Kátharsis física proporciona “el tratamiento” de la “causa próxima” de la enfermedad, la impureza somática.

lunes, 16 de mayo de 2011

Los Escitas (el pueblo a caballo)




Ancestros de los hunos devastaban las fronteras occidentales de China, el contraataque del decidido Süan desencadenó una serie de migraciones conexas que alteraron, como una inmensa carambola, el mudable equilibrio del inmenso mundo estepario, desde los confines de China hasta el Cáucaso y los Cárpatos, en líneas generales, se trató de un desplazamiento de las principales naciones nómadas hacia poniente, quizá estas inquietudes tuvieran algo que ver con el periodo de fuerte desecación climática que algunos estudios señalan en torno al 800 a.C. en cierto momento, un pueblo relativamente bien conocido, el de los maságetas, situado al norte del río Oxus, sufrió el empuje de la oleada antes descrita y lo proyectó sobre los escitas, sus vecinos occidentales.

El escita es un jinete nómada y guerrero, todo (la etnología comparada de hordas nómadas, el fuerte determinismo que imponen el medio físico y la base ganadera de su economía), lleva a pensar que el sistema social escítico descansaba en buena parte sobre la función del jefe individual. Sea como fuere, este pueblo trashumante dedicó muchos esfuerzos y recursos a las tumbas de sus principales. El escita tiene su más preciado bien en el caballo, seguramente fue el primer pueblo que empleó masivamente la monta y lo empleó de otro modo que como animal de tiro, para ese menester los escitas preferían las yuntas de bóvidos, por eso impresiona fuertemente comprobar que, en algunas tumbas, el número de caballos sacrificados para acompañar al jefe guerrero en el mas allá llega a superar los 400.

El atalaje de los caballos es magnífico: ingenioso, completo, perfectamente trabajado, muestra la devoción del escita por el animal que le da velocidad, fuerza y libertad de movimiento, el famoso kumis (leche de yegua fermentada) es un alimento de alto valor nutritivo, las sillas (verdaderas obras de arte refinada), las máscaras de caballo, los arzones, las fustas, los bocados, las bridas y riendas son objeto de manufacturas altamente desarrolladas, hermosas, ligeras y eficientes, la vida del escita depende de la de su montura: si aún no usa el estribo de metal, si se emplean correas de cuero para apoyar y sujetar los pies del jinete.

Quizá la historia escita empieza allá por el año 1.700 a.C., cuando ciertos grupos indoeuropeos nómadas llegaron a tierras del río Yenisei, la aventura había comenzado unos tres siglos antes, cuando la dispersión primeramente conocida de los indoeuropeos lanzó una de sus ramas en dirección a Grecia (los aqueos históricos) y una segunda hacia Anatolia (los hititas) y más allá hasta el Indo, el camino de un tercer grupo oriental fue largo y lento, desde el Yenisei retornaron, pasando por el Altai, hasta el Cáucaso, establecidos en esa región, en ella hubo de producirse la fragmentación entre escitas nómada y sedentarios, cuando la gran convulsión histórica del 1.200 a.C., sacudió el Próximo Oriente, los escitas habían alcanzado un estadio cultural bien identificable. Al llegar estos grupos arios a la meseta irania, la ciencia y su medicina pasó por varias etapas: la antigua poco conocida y la de esplendor con el nacimiento de Zoroastro, la invasión de Alejandro Magno en el 330 a.C., inició su decadencia.

El culto a Zoroastro estuvo ligado a la medicina según se refiere en el Zendavesta, Persia fue país de médicos, cuyo rey Doyeces fundó el primer hospital. El código de Zoroastro era Teológico-Higiénico-Terapéutico-Mágico, en dos libros: el Bundahisan y el Dinkard se describe la práctica médica. Zaratrusta o Zoroastro, médico-teólogo y filósofo, combinó la religión con la medicina, el sacerdote era médico e instaló el dogma dualista: Dios-Diablo, Existencia-Muerte, Salud-Enfermedad.

Los arios persas asimilaron la medicina y cultura sumerio-babilónica y semítica, lo importante es la gran influencia que ejerció sobre Grecia y el desarrollo de la medicina occidental, ya que se ha demostrado que la idea de microcosmos (el hombre representa el mundo en miniatura) y la teoría de los humores (toda enfermedad es el desequilibrio de los líquidos orgánicos) tuvieron su origen en Persia y provienen de la obra de Zoroastro.

El asentamiento definitivo de los escitas en occidente puede seguirse con comodidad en los libros clásicos, la expansión medo-persa bajo Darío y Ciro obligó a los escitas a ceder terreno y a alejarse cada vez más de las vanguardias iranias. Los tres grandes bloques escitas (respectivamente gobernados por Escópasis, Taxacis e Idantirso) siguieron caminos distintos, Escópasis, con algunos contingentes sármatas, siguió una ruta, Taxacis e Idantirso se unieron a grupos de otros pueblos vecinos, como los gelonos y los budinos, y marcharon por delante de Darío, guardando siempre la distancia de una jornada, las mujeres y sus hijos, en los grandes carromatos de seis ruedas, entoldados y con todos los enseres domésticos, fueron alejados del teatro de operaciones, en marcha preferentemente hacia el norte.

En las escaramuzas y hostigamientos, al decir de Herodoto (Aristóteles lo corrobora), el daño mayor sufrido por los escitas resultó de la falta de conocimiento que sus caballos tenían respecto de los asnos del ejercito persa (serían onagros probablemente), cuyos rebuznos les causaban espanto. Los escitas quedaron aprisionados entre macedonios y sármatas, más o menos circunscritos al territorio de Crimea, y comenzaron su sedentarización, la irrupción, más tarde, de celtas y tracios hizo imposible toda ulterior expansión, y el contacto prolongado con la civilización griega resultó cada vez más fructífero.

Según Diógenes Laercio, fue el historiador Eforo el primero que introdujo a Anacarsis, el escita, en la lista canónica de los Siete Sabios, Estrabón, corrobora esta noticia, Herodoto nos relata, al tratar de Escitia, su leyenda trágica y lo menciona como un personaje sabio reconocido, y Platón se hace eco de su prestigio, en una rápida mención, hecho mucho más meritorio si tenemos en cuenta que Anacarsis es el único extranjero afamado entre los griegos por ese motivo. En el “banquete de los siete sabios” de Plutarco, dice Tales de Anacarsis: “es un hombre prudente y sabio y le ha enseñado a ella el modo de vida y el rito purificador, (posiblemente inhalaciones de humo de cáñamo) que usan los escitas con sus enfermos”.

jueves, 5 de mayo de 2011

VETERINARIA CLASICA El clasicismo chino






China se hizo grande por sus agresivas conquistas, sus audaces colonizaciones y por estar abierta a la propia adscripción de extranjeros. Los restos de polen encontrado confirman que las tierras de loes en las que se inicio la civilización china se fueron haciendo cada vez más áridas, en un proceso que se prolongó durante milenios. Pero cuando los agrónomos comenzaron a despejarlas para cultivar todavía seguían siendo una especie de sabana en la que entre las praderas se intercalaban los árboles y matorrales, la llanura aluvial aún estaba parcialmente cubierta de especies de grandes hojas caducas. La agricultura apareció en la intersección de dos largos procesos: El aumento muy paulatino de la aridez y la favorable diversificación, posteriores a la Edad del Hielo, ambos proceso eran aún detectables miles de años después.

Alrededor de los años 6.000 a 5.000 a.C., empezó el asentamiento en suelo chino de una población que se dedicaba a la agricultura y a la vez tenía desarrollada su economía a base de textiles, carpintería y, sobre todo, cerámica. Aproximadamente entre los años 3.000-2000 a.C., surgieron varios focos de cultura de una primitiva civilización de base neolítica, de los cuales uno de los más importantes es el denominado Cultura de Yangshao, el cultivo principal era el mijo y algo de arroz, y se puede deducir que sus habitantes eran posiblemente originarios del sudeste asiático, aunque también hay indicios que sugieren una procedencia del área de Mongolia, debido a los hallazgos de caballos salvajes de ese origen, estos restos se encuentran junto a huesos de perros, cerdos, ovejas y vacunos.

El valle del río Amarillo, incluso en sus épocas más húmedas, no podía mantener a una civilización que se alimentara de arroz, al igual que otras civilizaciones de un periodo y un entorno más o menos similares, la china dependió al principio de la producción masiva de un único alimento, el mijo nunca arraigó en la civilización occidental, excepto como alpiste, quizá porque no puede convertirse en pan hecho con levadura, pero es un producto de alto, valor nutritivo, rico en hidratos de carbono, bastante abundante en grasa, con más proteínas que el trigo candeal. En los primeros escritos chinos conocidos se mencionan dos variedades de mijo, y ambas han sido halladas en los depósitos arqueológicos del quinto milenio a.C., casi con seguridad, las dos son originarias de China, resisten las sequías y toleran los suelos alcalinos.

La cultura neolítica tardía de Longshan es otra de las comparables a la de Yangshao, los habitantes de esta área llegaron a utilizar carros con ruedas, lo que a su vez estaría relacionado con la aparición del torno para la alfarería. la cultura de Longshan se caracteriza por la aparición de nuevos instrumentos agrícolas, como el arado de madera, la hoz de piedra y de concha, por la fabricación de cerámica con torno y por la fundición de cobre.

En una época legendaria, alrededor de los siglos XXI-XVIII a.C. se formó la dinastía denominada Xia, fue fundada por Qi, prolongándose durante más de 400 años con casi diecisiete reyes, hasta que fue reemplazada por la dinastía Shang. En la época Shang el mijo podía dar sustento a las que quizá eran ya las poblaciones más numerosas del mundo y mantener a un ejército de decenas de miles de trabajadores en los campos, las mejores cosechas sólo se obtenían mediante la rotación, al final la soja proporcionó la especie alternativa que necesitaba este sistema, el trigo fue algo tardío, siempre mancillado por un origen extranjero y calificado como “algo que llegó” o mencionado en las inscripciones adivinatorias como cultivo de tribus vecinas que había que controlar y destruir.

¿Y el arroz?, los núcleos originarios de la primera civilización china son demasiado fríos y secos como para sustentar la producción de arroz a gran escala, a no ser que se haga con la ayuda de la agronomía moderna, crecían algunas especies silvestres y quizá durante miles de años se cultivaran trabajosamente pequeños huertos, pero el arroz no podía competir con el mijo como alimento fundamental ni tampoco como núcleo de una agricultura intensiva.

Mediante una mezcla de guerra y de paz, la civilización que había nacido en el río Amarillo se fue filtrando paulatinamente hacía el sur, a través de una llanura sólo interrumpida por los cursos fluviales, al final, cruzó las montañas para incorporar un clima diferente, el de la cuenca del Yangsé, donde anteriormente se habían producido acontecimientos similares, en estas nuevas tierras del sur, los esponjosos suelos para el cultivo del arroz, surgieron, a base de mucho trabajo, de lo que debieron ser espesas y lluviosas junglas, sus actividades encajaron en la tradición ya existente en la región húmeda y pantanosa del bajo Yangsé, donde el arroz se venía cultivando desde mediados del tercer milenio, como muy tarde, y quizá ya en el 5.000 a.C. Aunque los huertos estuvieran despejados, continuamente había que arar, encharcar y cavar la tierra, se atormentaba a los búfalos de agua haciéndoles roturar y fertilizar el suelo, entre tanto, se podían sembrar plantaciones de té y morera de las laderas de las montañas.

El historial de éxito del arroz no tiene parangón en cuanto a su capacidad para mantener a una población numerosa, y esto no sólo se debe a sus virtudes alimenticias, sino que, además, presenta otras ventajas como cultivo, es muy resistente al ataque de animales nocivos, en los campos, más que el maíz y el algodón, en el granero, casi tan bueno como el trigo, los campos de arroz renuevan su propia fertilidad, ya que las riadas aportan nutrientes, su suelo es blando y fácil de trabajar, y la capa de agua elimina muchos tipos de malas hierbas. La fusión de los dos mundos ha constituido la base de casi todos los experimentos de desarrollo estatal que se han llevado a cabo en China desde entonces, aunque los colonos que incorporaron el valle del Yangsé al mundo chino vinieron del norte, la agronomía y la tecnología que utilizaban procedía, en cuestiones fundamentales, de la dirección opuesta, antes de que se conociera lo que hoy es China el cultivo del arroz ya tenía muchos siglos de historia, quizá milenios, en ciertas partes del sudeste asiático.

China fue creciendo hasta lograr su enorme tamaño actual, según la tradición confuciana la civilización siempre ganaría al tropezarse con el salvajismo, al bárbaro se le sometería mediante la vergüenza cuando no se le pudiera coaccionar, o se utilizaría la benevolencia cuando no fuera posible vencerle con una guerra, lo sorprendente es que esta fórmula funcionó, la mayoría de los pueblos que han adoptado la cultura china no eran de origen chino, pero sí han llegado a pensar que lo son.

China sigue ahí, aún creciendo, aún exportando influencia, mientras que las demás civilizaciones que surgieron en medios similares se han desvanecido, las de Mesopotamia y el Indo perecieron en la antigüedad, Egipto se perdió al fundirse con otras, China sobrevivió superando su entorno originario, fue el triunfo del dinamismo, de la agresión y de la ambición, de la eficiencia y de la aculturación.

Medicina china

El desarrollo de la ciencia y la técnica de China quedó reflejado en los libros escritos por los propios científicos chinos y también por sus historiadores, , el desarrollo de la ciencia de las matemáticas y del sistema del calendario relacionado a su vez con la astronomía, la avanzada ingeniería de la construcción de sistemas de regadío, canales y de la Gran Muralla, la invención del papel, la rueca, el telar de pedal y del sismoscopio, todo ello causa sorpresa y admiración junto a la ciencia de la medicina.

Respecto a la medicina china, el libro más antiguo sobre ella es, posiblemente, el “libro de la Medicina Interna”, de Huang Di (Huang-di Neiging) redactado a principios de la dinastía Han, que explicaba en forma de dialogo los diversos fenómenos fisiológicos y patológicos, y exponía por primera vez la circulación de la sangre y la importancia del examen del pulso en el diagnóstico, este libro de medicina indicaba los tratamientos para más de 300 enfermedades, y formulaba la tesis de la búsqueda del origen o raíz de las enfermedades. La medicina se caracterizaba por la utilización de los materiales de herboristería e igualmente por la magia o las prácticas de chamanismo, según el primer libro de esta materia conocido.

La característica más peculiar de la medicina tradicional fue la ausencia de cirugía, la creencia consideraba el cuerpo humano como legado de los padres, por lo que no debía ser mutilado de ninguna manera, excepto en el escaso de los eunucos (que eran castrados, pero guardaban sus órganos hasta la muerte, para ser enterrados junto a ellos) nunca se practicó cirugía en la medicina tradicional china, en los periodos de Primavera y Otoño y de los Reinos Combatientes los médicos dominaban la técnica del diagnostico por el pulso, la sombra y la voz del enfermo, y recetaban tratamientos basados en la acupuntura y plantas medicinales.

En la medicina tradicional china se objetivaron 365 huesos en el hombre y 360 en la mujer, se demostró que el corazón tiene orificios, la capacidad de observación de los médicos chinos fue extraordinaria, para sus diagnósticos se usan los cinco sentidos: exploración, palpación, la lengua, el oído y el olfato, Wang Shu-Ho describe el sistema de diagnóstico del pulso que se practicaba en diferentes partes del cuerpo, superando en precisión Pen Chiao, notable médico autor de los “secretos del pulso”, describe 28 cuadros de pulso, otros esfigmólogos chinos describen hasta 700 variedades de pulso. Antes del siglo VI a.C., la medicina china ya estaba actuando en Corea y Japón a través de monjes y estudiantes que visitaban China.

Para el médico y el veterinario chino no existe una enfermedad que afecta el órgano correspondiente, sino que la enfermedad se hospeda en el interior de todo el cuerpo, por tanto, es necesario tonificar el enfermo para combatir la enfermedad. La concomitancia de las dos fuerzas, el Yang y el Yin, es el fundamento de todo el pensamiento chino, estas dos fuerzas son de naturaleza homogénea y el equilibrio de estas dos condiciones representa el estado de salud y asegura la vida a las plantas y a los animales. El fundamento de la veterinaria china reposa sobre el concepto de la circulación de una energía vital a través de las doce vías constantes, estas vías no guardan relación anatómica con los diversos órganos, son vías de comunicación de la energía vital (tsi), y esta energía se presenta en diversos grados de intensidad en función del estado de salud del individuo.

Toda la medicina veterinaria práctica china se basa sobre el concepto de la predisposición como causa de enfermedad y sobre la práctica de la acupuntura como instrumento de diagnosis y de revelación del estado morboso, y también como remedio, bien sea sola o junto a los fármacos que los chinos conocían muy bien y en cantidad. Los chinos fueron los precursores de la vacunación: inoculaban polvos de pústulas de varicela en la nariz de los niños, especialmente de las niñas. La medicina veterinaria tuvo en China una gran importancia, en una antigua ley se dice: “Si el caballo, el camello, el mulo, el jumento y las bestias de cuerno pertenecientes al gobierno adelgazan o caen enfermas por no ser tratadas según la práctica aprobada y enseñada, el médico veterinario será castigado con 30 golpes de bambú, si el animal muriese como consecuencia del arbitrario y nocivo tratamiento, la pena será de 40 golpes e incluso podrá llegar a ser un número mayor”.