Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 7 de julio de 2011

Medicina y Veterinaria Romanas.






Los dioses nativos de la medicina romana o los transferidos por los griegos se multiplicaron en la colina del dios Jano de Roma, según la leyenda Asclepios fue introducido en Roma en forma de serpiente enviada desde el templo de Epidauro, instalándose en Roma y en todo el Imperio como el dios de la medicina Esculapio, así como Febris diosa de la malaria de los pantanos, Scabies diosa de la sarna, Angura de los dores de garganta, Mifitis, diosa de la fetidez, Mena, de la menstruación, Partula, ligada al cordón umbilical, Salus, diosa general de la salud, y otros muchos dioses que fueron progresivamente olvidados por influencias de la razón de los médicos, griegos, que llegaron a este país floreciente, como Arcagathus, experto cirujano llamado Carnifex, y también médicos como Asclepiades de Bitinia, impulsor y fundador, junto con su discípulo Temison de la escuela Metódica, la doctrina metódica sostenía que el cuerpo humano está compuesto de átomos pequeños, separados por minúsculos canales a través de los cuales pasan átomos más pequeños la enfermedad se presenta cuando el equilibrio de átomos de altera, se dice que Asclepiades ideó la traqueotomía y que fue el iniciador del tratamiento de trastornos mentales diferenciando las psicosis de las manías.

A la escuela ecléctica pertenece Aulo Cornelio Celso, dijo en su obra que existe una fuerza curativa natural en el cuerpo, y recomienda, para protegerse de las enfermedades, una vida de acuerdo con las leyes de la naturaleza, en terapéutica se ocupa mucho de la hidroterapia, de tal manera que se le ha considerado el primero en establecer indicaciones correctas para muchas de sus aplicaciones, también se ocupa de la deontología. Divide con criterios hipocráticos las enfermedades según su tratamiento: Las que pueden mejorar con la dieta, las que lo hacen con fármacos y las que precisan cirugía, implícitamente, desde la compilación de Aulo Cornelio Celso, quien clasifica los signos de la inflamación en tumor, rubor, calor y dolor.

Aulo Cornelio Celso escribió todo lo que se sabía de las artes, su “De Artibus”, obra enciclopédica, fue un gran tratado de agricultura, retórica, filosofía, jurisprudencia, estrategia militar y medicina, escribió también “De Medica”, el tratado más completo y coherente que existe, describió la historia de la medicina desde los recuerdos más elementales de los pueblos primitivos hasta la medicina Hipocrática y Alejandrina, decía “que el arte de curar debe descansar sobre bases científicas, que se apoye en causas manifiestas y rechazar las causas ocultas”.

A esta escuela ecléctica pertenece también Pedacio Dioscorides Anazarbeo, autor de una gran “Materia Medica” que incluye la descripción de más de medio millar de plantas curativas, es un título fundamental en la historia de la terapéutica que, traducido al árabe y los idiomas europeos fue utilizado sin interrupción hasta bien entrado el siglo XVIII, con su obra Dioscórides influyó tanto en la nomenclatura farmacéutica como en las aplicaciones terapéuticas de las drogas, aceptadas sin cambios durante más de 1500 años.

En la escuela de Alejandría se hizo la conjunción del conocimiento de Babilonia, Egipto y Grecia, que la transforma en el cenit de la cultura, el estudio e investigación con Euclides el matemático, Hiparco el astrónomo, Hero, matemático y físico, inventor del sifón, del termoscopio, de la bomba impelente de aire y de la primitiva máquina de vapor, Claudio Tolomeo, astrónomo, matemático, geógrafo y autor de un libro de óptica con un estudio sobre la refracción. Los orígenes de la Alquimia se remontan a esta escuela, donde se practicaba, y los datos más antiguos son de Demócrito y de Zósinmo, también se crea la escuela de Medicina más famosa y su célebre biblioteca. La escuela de Medicina de Alejandría contó con sabios como: Euclides, Arquímedes, Calimaco, Dionisio Thra, con quienes se inicia una de las corrientes más importantes sobre el estudio de la Anatomía, con la sistemática disección de órganos, suministró una firme base anatómica y el estudio de la fisiología, sistematizaron los tratados de Materia Médica, recopilando y utilizando de todos los conocimientos de las civilizaciones del Medio Oriente, Grecia y Egipto.

La anatomía nace científicamente aquí en Alejandría, donde sé práctica la disección de cadáveres, se hace vivisección incluso en condenados a muerte, y nacen las autopsias, Herofilo, discípulo de Praxagoras, fue la primera gran figura de la Anatomía, describió el cuarto ventrículo, estudio el ojo (cornea, coroides y retina) las venas y arterias, los vasos quilíferos, el aparato genital, e interpretó las pulsaciones de las arterías como consecuencia de los impulsos del corazón.

Los médicos grecorromanos formados e influenciados por esta escuela fueron superándose por la confianza que les demostraban los romanos, muchos de los médicos griegos fueron libertados “Mediciliberti”, constituyendo la medicina una profesión digna y respetada como fueron: Cicerón, Demóstenes o Plutarco que llegó a ser primer médico de Roma. También lo fueron Plinio El Viejo, que escribió “Historia Naturalis” en 37 volúmenes, una de las primeras enciclopedias de la humanidad, y Pedanius, Dioscorides, el más grande de los médicos botánicos fue médico militar. Julio Cesar en el año 46 a.C., libertó y concedió la ciudadanía romana en el decreto “Medicine Liberti Manumitidis” a todos los médicos griegos de Roma, a los médicos de las legiones romanas y de los hospitales militares y a todos los extranjeros que ejercían la medicina en el imperio romano.

Los romanos era pueblo de guerreros, por lo que la medicina militar alcanzó mucha eficiencia, cada legión tenía médicos y hospitales o “Valetudinaria” en los campamentos, los médicos militares, parte importante en la organización de las legiones, adquirieron una extraordinaria experiencia en el tratamiento de heridas por arma blanca, la novedad de su organización es la construcción de hospitales para la asistencia sanitaria de los legionarios y las poblaciones, a las que deban una asistencia médica racional, creando la higiene pública, con sistemas alcantarillado y acueductos en los lugares conquistados.

En el Imperio Romano, se regularizan los estudios de medicina en el Collegium, a los estudiantes de medicina se les exigía buena conducta, estaba a cargo del gremio de médicos y profesores asalariados por el Colegium Arcaiatri que exigía la enseñanza al lado del paciente, en la cama del paciente, no se les permitía la disección de humanos, pero sí de animales y la vivisección en gladiadores y criminales condenados.

En estas circunstancias llega a Roma a los 34 años de edad Claudio Galeno (129-200 d.C.) que nació en Pergamo, estudió durante diez años en las mejores escuelas de su tiempo, incluyendo Alejandría, estudió filosofía, matemáticas, ciencias naturales, anatomía en animales, fue médico de gladiadores donde estudió la anatomía, y la sistematizó, hizo disecciones en animales, aportó hechos nuevos a la anatomía, patología, terapéutica y planteó la teoría sobre las funciones orgánicas. El sistema fisiológico de Galeno dominó el pensamiento médico desde el siglo II al XVII, la obra de Galeno ha sido considerada como la máxima expresión de la Medicina antigua y el inicio de la terapéutica racional. El estado fisiológico normal era debido al equilibrio de las siete cosas naturales, estas cosas naturales, intrínsecas a su naturaleza, estaban reguladas por otras extrínsecas (o las que no toman parte de la naturaleza individual), las seis cosas no naturales, “res no naturales”, son aire y ambiente, comida y bebida, trabajo y descanso, sueño y vigilia, excreciones y secreciones y afectos del alma.

Las enfermedades pueden ser debidas a la discrasia o desequilibrio en los humores constituidos del cuerpo o alteraciones por corrupción de un humor. También el tratamiento tiene como principal objetivo proporcionar los medios que ayuden al organismo a corregir dichos trastornos humorales, da una clasificación de los humores, frío y húmedo, la pituita, caliente y húmedo, sangre, caliente y seco, bilis amarilla, frío y seco, bilis negra, y de la tipología biológica: sanguíneo, flemático, colérico y melancólico. Agrupó los signos de las enfermedades en diagnósticos que permitían identificarlos, y en pronósticos que indicaban como acababan.

Galeno estableció, finalmente, el principio de tratar a las enfermedades por sus contrarios, “contraria contrariis curantur”, tanto en el régimen de vida, como en los alimentos y en los medicamentos, por eso, si una enfermedad era de causa fría, el agente terapéutico tenía que ser caliente, y así con los demás temperamentos, aceptó la tradición sobre la actitud progresiva desde alimento a medicina, hasta veneno, y tuvo muy presente que fármaco, pharmakon, era tanto medicamento como veneno. El médico ha de conocer la Física, el funcionamiento del cuerpo, y la Ética, para Galeno el buen médico ha de ser filósofo, quién ejerce la Medicina desde estos saberes es un verdadero iatros o médico, quién no lo hace así, es sólo un pharmakéus o “recetador”.

Parece no haber duda de que los términos veterinario /veterinaria, son formaciones léxicas derivadas, en su origen remoto, del vocablo latino veterinus, lo que no esta tan claro es el origen de este adjetivo, es decir, ¿de donde procede veterinus?, Los responsables de la confusión parecen haber sido ya los etimologistas latinos que conectaron etimológicamente este adjetivo con el verbo latino veho, y esta infundada relación influyó en los lexicógrafos modernos hasta el extremo de llevarlos al engaño, uno de los testimonios antiguos que más veces se ha citado es el de Paulo Festo, quien se hace eco de una afirmación de Catón, en virtud de la cual el “jumento” habría sido designado “veterina bestia” a partir del verbo “veho”, que significa “transportar”, “acarrear a vestas un peso una carga”, Nonio, por su parte, denomina “animalia veterina” todos los que se utilizan para arrastrar, transportar algún peso, esta definición parece incluir a todos los animales de carga, no sólo a los équidos. En la actualidad, la supuesta relación etimológica entre veterinus y el verbo veho no goza de excesivo crédito, a pesar de que está la relación de parentesco admitida en la mayor parte de los diccionarios al uso, semejante conexión es más bien fruto de las afirmaciones de etimologistas antiguos, como el ya citado Paulo Festo, pero resulta difícil de sostener desde el punto de vista de la evolución fonética, parece claramente una etimología popular.

Estudios más recientes apuntan en otra dirección, la raíz de este adjetivo parece ser la misma que la del término latino “vetus”, que significa “viejo”, de donde se derivan “veterano” y “vetusto”, se inclinan estos estudiosos por asociar veterinus con el sentido de “viejo” una de las aceptaciones de vetus, existen, en efecto, varios documentos que atestiguan el empleo de otros adjetivos, derivados también de vetus, referidos a animales viejos por oposición a los jóvenes, Varrón, al mencionar la clasificación del ganado por edades dice, en referencia al bovino, que los más jóvenes reciben el nombre de vituli (“terneros de no más de un año”), los de la segunda edad se llaman iuvenci (“novillos”), la tercera es la de los novelli (“jóvenes”) y la cuarta la de las vetuli (“viejos”), Columela, a su vez, se vale del adjetivo veteranus, derivado de esta misma raíz, para referirse a bueyes de edad por oposición a un piger iuvencus, y es este mismo tratadista el que utiliza el adjetivo vetustus para designar las vacas viejas que ya no pueden parir y por eso se ha de prescindir de ellas.

A la luz de estos testimonios no parece desacertado concluir que veterinus es un adjetivo más, derivado de vetus, que se aplica únicamente a animales, no a otros seres ni a objetos, podemos aventurar que vetulus, sobre todo, pero también veteranus y vetustus podrían aplicarse a toda clase de animales viejos (vetulus pueden determinar a “caballo”, “asno”, “oveja”, “buey”, etc.) mientras que veterinus parece restringirse a expresiones de significado colectivo, como “bestia”, “animal”, “raza”, pero no a animales concretos, como “buey”, o “caballo”, con la particularidad, además, de que se limita a un tipo de animales: los équidos, cuando dejó de sentirse la etimología de veterinus a partir de vetus, el adjetivo veterinos perdió su conexión con la clase de “animales viejos” y pasó a designar a los équidos, son muchos, en efecto, los textos en los que este adjetivo designa únicamente a los équidos, es cierto que Columela incluye entre los cuadrúpedos mayores, (los que nos sirven para el trabajo), al buey, así como a los équidos “caballo”, “mula”, “asno”, mientras que a los cuadrúpedos menores, (los que adquirimos por placer, utilidad o protección) pertenecen la oveja, la cabra, el cerdo y el perro, por esta noticia de Columela podría pensarse que el buey queda equiparado a los équidos, dentro de los cuadrúpedos, sin embargo, cuando habla de la fiebre de los bueyes, dice que los síntomas son los mismos que los de la veterinaria bestia, con lo que el buey parece quedar excluido de la categoría de veterina bestia, categoría a la que parecen pertenecer tan solo el caballo, la mula y el asno, y en la lengua de la Mulomedicina Chironis (del siglo IV d.C.) que, como su título indica, se refiere a los animales equinos, bajo la denominación de iumentum (“jumento”) no se incluyen a los bueyes, en este sentido la Mulomedicina Chironis no es un tratado de veterinaria en el sentido moderno porque no se ocupa de animales no equinos.

Resumiendo: para la etimología de veterinario-veterinaria hay que partir del adjetivo veterinus, que para unos lexicógrafos está formado sobre el verbo veho, mientras que otros, con más poderosas razones, lo relacionan con vetus y parece referirse, dentro de los animales de carga, a los équidos únicamente, la expresión veterina bestia habría servido de origen, por substantivación del adjetivo, al nombre veterina (“bestia”) veterinae (“bestias” animales de carga, de arrastre”, “acémilas”, “animales de tiro”) este habría sido el primer paso.

En una segunda fase se formó sobre veterinus el adjetivo vetrinanius, cuyo significado también sería el de “relativo a las acémilas, a los animales de tiro, a las bestias de carga”) es decir, en un primer momento “veterinario” no fue un nombre, sino un adjetivo que se unía a su nombre, en el caso que nos ocupa se asociaba al sustantivo medicus para formar el sintagma veterinarius medicus “medico, sanador de animales de tiro, de carga”, (équidos preferentemente), igual que había pasado con veterinus, ocurrió con veterinarius, el adjetivo se sustantivó y funcionó como nombre, dando origen: veterinarius-ii, con el significado actual de “veterinario”. No fue distinto el procedimiento seguido por el sintagma bestia veterina, que terminó en veterina: “animal de tiro”, y por veterinarios medicus que, de “medico que entiende de animales de carga”, équidos preferentemente, de “medico veterinario”, pasó a “veterinario”. ¿Cuándo aparece documentado, por primera vez, el vocablo veterinarius como nombre?.

En el corpus literario latino de los primeros siglos las palabras veterinarius / veterinarium aparecen escasamente documentadas, en dos pasajes se encuentra la forma neutra veterinarium, junto a valetudinarium, con la acepción de “enfermería, hospital”, así lo emplea Higinio, de los demás pasajes, cuatro pertenecen a Columela y uno al Digesto, nos interesan los testimonios de Columela, el primero que utilizó el nombre en sustitución del griego “hipiatros” (“sanador de caballos”) y lo empleó en su tratado De re rústica (“sobre la agricultura”), una obra clásica acerca de la ciencia agraria, que supera a las de sus predecesores Catón y Varrón. A los “veterinarios” se refiere Columela tres veces, pero ya no con el sentido restringido, según su etimología, de “medico, sanador de caballos, de animales de carga y tiro”, sino con el actual de “médico de otras clases de animales”.

En el libro VI cuando habla de la inapetencia de los animales debido a las “ránulas”, de cómo curarlas, dice “también suele ocasionarles fastidio para la comida las excrecencias viciosas de la lengua: guas ranas veterinarii vocant”: “a las que los veterinarios llaman “ranas” (las ránulas actuales). Con una expresión semejante menciona a los “veterinarios” en el libro VII: “ a la oveja afectaba de “pulmonaria” conviene curarla de la misma manera que a la cerda, introduciéndole por la oreja la raicilla “cuam veterinarii consiliginen vocant, (“a la que los veterinarios llaman consiligo; hoy conocida como pulmonaria). En el libro XI, cita al veterinario entre otros profesionales relacionados con el campo (con la agricultura y la ganadería) cuando dice que es difícil que una sola persona posea todos los conocimientos, pero que los especialistas se complementan: “Pues se puede encontrar algún buen arador, y un excelente cavador, o un regador de heno, y así mismo un podador de árboles y un viñador, e igualmente un veterinario y un buen pastor, los cuales, uno a uno, no negarán sus conocimientos a los que los desee aprender.

En el cuarto pasaje en que Columela habla de la “veterinaria” se refiere precisamente a esta ciencia, no al profesional de ella: la menciona en el libro VII: “El parto de la oveja preñada debe atenderse de la misma forma que lo hacen las comadronas, porque este animal no pare de manera distinta... por eso el mayoral del ganado debe ser entendido en la ciencia veterinaria (grave veterinariae medicinae prudens esce debet pecoris magíster), para que, si el caso lo exige, cuando el feto se adhiera atravesado a las partes genitales, lo extraiga entero o lo saque a pedazos, troceándolo con el bisturí sin causar la muerte de la madre. “Es este el único lugar donde se menciona la “veterinaria” como medicina veterinaria, luego, lo mismo que le sucedió al adjetivo veterinario, se sustantivó y se dijo únicamente “veterinaria”.

La agricultura y la ganadería, para un pueblo como el latino, constituían actividades nobles, cantadas por poetas, y escritores en general. Los escritores sobre agricultura, así como los enciclopedistas Catón, Varrón, Columela, Plinio, Paladio, Vegecio, entre otros, no descuidaron el tratamiento de las enfermedades de los animales, de manera especial las de los caballos, cuando se ocuparon en sus obras de cuestiones agrícolas o de medicina, Paladio dedica incluso un libro “separado”, el XIV, a la veterinaria aunque plagia a Columela, pero solo en época avanzada se documentan monografías exclusivas de veterinaria, así , a Gargilio Marcial un manuscrito le atribuye un breve tratado titulado Curae Boum de autenticidad dudosa, en el siglo IV d.C, compuso Pelagonio su Ars Veterinaria que utiliza a Columela como fuente principal, pero no única, y se sitúa también en ese siglo la antes mencionada Mulomedicina Chironis, designación convencional de un manual dedicado a las enfermedades de los équidos, que es una reelaboración de textos de hipiatras griegos. El punto final de esta clase de textos se encuentra en Vegecio, autor de una Mulomedicina o “veterinaria equina”, tres primeros libros, a los que la tradición manuscrita añadió un cuarto libro sobre vacuno, probablemente es el mismo Flavio Vegecio, autor de la Epitoma rei militaris, pues la caballería cumplía una función importantísima en el ejército romano del Imperio tardío, fue precisamente la consideración de los caballos, y más en concreto la de los mulos, como una especie de arma estratégica, lo que animó a más de un escritor a ocuparse del cuidado de los équidos principalmente, y de ahí también la ya mencionada proliferación de mulomedicinas y que el veterinario fuera denominado mulomedicus. Publius Vegetetius Renatum, autor del Ara Veterinaria, permaneció ignorado hasta su descubrimiento en 1.528, nos describe que en el tardío imperio romano, la veterinaria había sufrido un retroceso, en comparación con la gloria de la hipiatrica griega.

Veterinario era quien ejercía la medicina animal, atendiendo a las bestias de carga en el Veterinarium o lugar del campamento militar romano donde se tenía a las bestias enfermas, por otro lado existían los mulomedicus o médicos jumentarius, que atendían a los animales en las estaciones de posta del Cursus Imperial, los medicus pecuarius, que se ocupaban de los rebaños y los medicus equarius que curaban a los caballos del ejercito ecuestre, también Plinio escribió sobre algunos asuntos relacionados con la Veterinaria.

Los griegos y los romanos desconocieron el Arte de herrar los caballos, en vez de herraduras usaron una especie de botín o zapato, hippopodos, hechos de cuero, esparto u otras materias que ofrecieran alguna resistencia al roce del terreno y que los sujetaban a las cuartillas por medio de correas, vendas o otras ligaduras, estos zapatos estaban algunas veces guarnecidos de una chapa metálica, por la parte que tocaba al terreno, para evitar su pronto desgaste, después de estos zapatos se usaron las soleas o hipposandalias metálicas, que, como aquellos, se sujetaban a la cuartilla y corona por medio de correas, sólo se valían de estos aparatos protectores en los casos de enfermedad o desgaste excesivo del casco, y, sobre todo, para evitar las heridas plantares producidas con los abrojos o caltrops (arma de hierro de muchas puntas que se usó en la antigüedad para evitar el avance de la caballería), que con profusión extendían los griegos sobre el terreno por donde creían que les iba a atacar la caballería romana.