Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 18 de febrero de 2010





Utilizaciones del animal

Desde su aparición, hace aproximadamente dos millones de años, el género Homo ha sobrevivido fundamentalmente gracias al carroñeo, la caza y la recolección. Podemos estimar que sobre una población aproximada de 80.000 millones de individuos de las diferentes especies de Homo que han poblado el planeta, el 90% han sobrevivido gracias al carroñeo y a la caza, un 6% gracias a la cría de ganado y ala agricultura, mientras que sólo el 4% restante forma parte de las sociedades industriales.

En los yacimientos africanos de la región de Olduvai aparecen juntos huesos de grandes mamíferos y útiles de piedra y lascas, los huesos presentan marcas de cortes, estas marcas no son metódicas, ni corresponden a operaciones de desarticulación, por otro lado la ausencia de costillas, de vértebras y de pelvis, significa que sólo una parte de los animales era aportada al yacimiento, además, las marcas de origen antrópico se sobreponen a marcas dejadas por dientes de carnívoros, todo ello nos sugiere una actividad carroñera, sin embargo, hace 1.600.000 años, edad de los huesos de Homo erectus de Kobi-Fora, que presentan hiperostosis atribuible a un consumo demasiado importante de hígado fresco, muy rico en Vitamina A, parece aportarse pruebas de consumo de presas frescas.

1.- Caza: La captura de animales salvajes esta condicionada, entre otros factores, por el comportamiento de las manadas, las técnicas de caza y el tipo de armamento utilizado. La panoplia de instrumentos disponibles se desarrolla y evoluciona a lo largo de la historia, la aparición del arco a finales del Paleolítico superior supone una revolución en los métodos de acecho y facilita las acciones individuales de carácter cinegético, sin embargo, se cree que la caza en grupo era la más habitual puesto que permite hasta un 300% de aumento en el número de presas capturadas, hacer frente a animales de mayor tamaño, la mínima perdida de carne, y, además de la división del trabajo, el uso de una mayor variedad de técnicas de caza.

En un principio, los cazadores practicaron una caza oportunista para, posteriormente, desarrollar una caza selectiva, que evita los animales más jóvenes y las hembras preñadas. El estudio de yacimientos permite poner de manifiesto cazas especializadas, bisonte, marmotas, gacelas, tales descubrimientos plantean el asunto de la estacionalidad de las actividades de caza, aquí diversos elementos nos pueden aportar informaciones complementarias, como el nivel de la composición del espectro faunístico, así la presencia de determinados indicadores estacionales, como los animales migratorios (aves, peces) y otros vestigios (huevos de ave, larvas de insectos), también la edad de los animales es un buen indicador de la estación en que fueron cazados, para ello se recurre a estudios de cementocronología y esclerocronología.

Las heridas, letales o no, y los proyectiles fijados a los huesos son pruebas complementarias de la caza. Tras la aparición de la ganadería, el lugar ocupado en la alimentación por los animales salvajes pasa a ser, generalmente, muy secundario, sin embargo, durante el Neolítico, la caza juega aún un papel importante, tanto en la economía de determinados lugares (mas en el caso de explotación de pieles), como en la organización de los poblados. Durante la Edad de Hierro los restos de animales cazados son muy escasos entre los elementos culinarios (menos del 1%), por el contrario se documentan determinados indicios como trofeos, pieles y colmillos, que demuestran que las actividades cinegéticas han pasado a una esfera social de élite. Durante el Periodo Clásico, ciervos, liebres, corzos y otras especies pasan a ser animales criados en cautividad, lo que modifica su estatuto, aunque los restos permiten distinguir poblaciones rurales de las urbanas. Durante la Edad Media, los restos de fauna cazada distinguen también estos tipos de entorno, así como la las comunidades sociales implicadas (religiosos, señores, burgueses, pueblo llano…).

2.-Domesticación: Puntos de vista:

2.1.- Impactos sobre las poblaciones animales:

- Sex ratio: En especies de producción (carne, leche, cría, lana) el predominio de restos atribuibles a hembras aumenta hasta una razón de 60 a 1, aunque existen casos particulares (ganadería centrada en producción de animales de tiro o montura) en que los machos pueden ser más numerosos. Tras la domesticación aparece la castración, no siempre fácil de demostrar a nivel óseo, aunque las técnicas métricas permiten evidenciarla.

- Distribución por edades: La curva de mortalidad natural de una población salvaje para un largo periodo de tiempo (haciendo abstracción de eventuales variaciones estacionales) se caracteriza por un máximo de mortandad a muy corta edad, un mínimo para edades medias, y un aumento sensible para los individuos viejos. Una curva de caza presenta, por el contrario, una curva gaussiana, con un mínimo para individuos viejos. De manera opuesta, una curva de ganadería de producción cárnica muestra un pico marcado en animales jóvenes, descendiendo para representar a algunos animales reproductores, otras ganaderías muestran curvas de formas más variadas, y difíciles de diferenciar.

- Formación de razas: En el caso del perro, una diversificación de razas distintas a partir del Neolítico, puede seguirse mediante una variación de tamaños y morfologías basadas en diferencias craneanas, de estatura, de proporciones o de gracilidad.

2.2.- Impactos sobre los individuos:

- Modificaciones de estatura y morfología: Húmero, radio, fémur y tibia, son los huesos que mejor se prestan a correlaciones con la talla, dientes y huesos del carpo y tarso están también relacionados, aunque en menor medida, con la talla. Durante el Neolítico se observa sobre todo en bóvidos y porcinos una disminución de la talla que oscila entre el 25% y el 30%, esta disminución es menor, aunque visible, en carpidos y en équidos. Hasta el siglo XVIII asistimos a un aumento espectacular de la altura a la cruz de los bóvidos. El equilibrio entre cuartos delanteros y traseros también se modifica y las diferencias se hacen visibles entre bóvidos lecheros y los destinados a carne.

- Modificaciones del cráneo: La domesticación modifica el entorno y los ritmos biológicos del animal, la cronología de epifisación se modifica, el crecimiento alométrico de diversos huesos del cráneo tiene como consecuencia principal la reducción de la cara, con una tendencia a perfiles cóncavos (sobre todo en perro y cerdo). La reducción de la cara lleva a la de la mandíbula y a cambios en la dentadura, los diastemas se ven reducidos, y, en casos extremos, se ve un encurvamiento lingual de los dientes premolares y molares. También se aprecia microdontia y oligodontia.

El cerebro se ve igualmente afectado, el animal doméstico ve disminuir su cerebro tanto en volumen como en conexiones neuronales, que se aprecia hasta un 20-30% y se acompaña de disminución de las circunvoluciones, las áreas más afectadas son las óptica y acústica.

Los cuernos presentan igualmente modificaciones en bóvidos y en caprino, en este caso, las primeras cabras domésticas ven disminuir el tamaño de sus clavijas, que además se aplanan en su cara interna, posteriormente este aplanamiento se acentúa hasta convertirse en cóncavo e implicar una torsión del eje óseo. Desde el Neolítico se puede observar la aparición esporádica de animales sin cuernos (ovejas y cabras) carácter que se desarrollará más tarde (alrededor del 2.000 A.C.) tanto en caprino como en bovino. Finalmente, aunque de manera excepcional, se han documentado casos de cuernos múltiples en ovejas (Edad de hierro) como en cabra.

- Modificaciones del esqueleto postcraneal: Las más espectaculares son las que afectan al número de vértebras y de costillas, por ejemplo en cerdos de Gran Bretaña se observa hasta dos vértebras torácicas y cuatro costillas supernumerarias, también se aprecia aumento de vértebras caudales en determinados caprinos, y, si el muflón posee entre 8 y 13 caudales, algunas ovejas africanas de cola larga llegan a tener 35. La relación entre la longitud del fémur y la de la tibia es igual o superior a 1 en el lobo, e inferior a 1 en los perros. Además la domesticación se traduce en un incremento de la robustez (anchura de la diáfisis dividida por la longitud del hueso) debido a un aumento de la densidad del hueso confirmada por estudios micromorfológicos y radiológicos.

- Otras modificaciones: Enrollamiento de la cola en cerdo y en perro, ó el desenrollado de pelajes de jarra abundante y pobre en borra, hasta llegar a la lana rizada, pueden seguirse a través de evidencias arqueológicas. La aparición de pelajes píos o berrendos se demuestra por la iconografía y por algunas evidencias. Además no debemos olvidar los efectos producidos por la tracción o la albarda sobre superficies óseas y sobre la textura interna del hueso.

3.-Carne y otros productos alimentarios: El principal dato al que podemos tener acceso es la lista de especies, así como indicadores de frecuencia, de edades al sacrificio y la sex ratio. Entre los animales domésticos es posible diferenciar los destinados a carnicería de los reaprovechados para carne a la edad adulta tras otro pito de utilización previa, éste es un parámetro que puede variar en el seno de un yacimiento o de una secuencia, hecho que permite evaluar los efectos de limitaciones económicas y del estatus social de los consumidores.

El análisis molecular mediante espectrometría de infrarrojos y mediante cromatografía, en contenedores y en suelos permite identificar sustancias como:

- Sangre: En utensilios, piedras y otros soportes, llegando a diferenciar especies.

- Grasas: La degradación completa de los lípidos es un fenómeno rara, lo que ha permitido identificar grasa en huesos de hace 25.000 años, ó en suelos de hace 30.000 (equino, reno), así como lípidos de origen vegetal (aceite de oliva) en cerámica neolítica. También es posible evidenciar leche y productos lácteos.

- Huevos: Sobre todo distinguiendo oca y pato.

4-Materias animales y servicios:

4.1.- Materias blandas: Pueden conservarse en el permafrost, en entornos desérticos, en ocupaciones litorales inmersas y en turberas ácidas, ejemplos son:

- Piel: A lo que añadiremos el cuero (piel curtida) y el pergamino (piel seca y depilada), el análisis histológico permite, en algunos casos, determinar la especie, y el químico determinar el producto utilizado para su curtido.

- Cuerno: Utilizado en enmangues de cuchillo, para beber, como peines, botones, calzadores, pantallas de linterna, etc.

- Lana: Se han llegado a datar en el 1.500 A.C., también se puede evidenciar el fieltreado, y seguir la evolución del diámetro de las diversas fibras.

- Tendones y vísceras: Las evidencias en estos casos son excepcionales, como marcas de extracción de tendones en tarsos de reno, ó intestinos de animal en cuerdas de arco.

4.2.- Materias duras:

- Astas de cérvidos: La morfología de diversas armas y útiles (azagayas, arpones, punzones y agujas) se explican por la propia estructura del asta del reno, cuyas cualidades de resistencia u elasticidad son superiores a las de ciervo. Cuando en el Holoceno el ciervo sustituye al reno en Europa occidental la morfología de los útiles y de las armas va a modificarse, los arpones se hacen planos y las astas se utilizan como enmangue de otros útiles (hachas, picos, punzones). Las cornamentas de otros cérvidos son de menor uso, como es el caso del alce en peines, empuñaduras y hebillas ya en la Edad Media.

- Esmalte y marfil: El marfil presenta grandes cualidades tecnológicas que permiten utilizarlo para gran variedad de objetos, tanto utilitarios como estéticos, por ejemplo el uso de defensas de mamut como elementos estructurales de cabañas, ó como fuente de materia prima para estatuillas, u otros marfiles como el de hipopótamo o el de jabalí.

- Hueso: La resistencia y la elasticidad de la materia ósea fueron aprovechadas por el hombre para confeccionar útiles y armas, de manera más o menos elaborada mediante rasurado, pulido, torneado y diversas técnicas, como cualquier objeto elaborado por el hombre, éstos pueden ser utilizados como marcadores cronológicos y culturales.

- Conchas: De moluscos marinos y terrestres, de tortuga, y el nácar, se utilizaron como elementos de ornamentación, decoración, lujo, y trabajo (en cerámica, como base de linternas,..).

4.3.- Coprolitos: Las heces de rumiantes se han utilizado como combustible en varias culturas.

4.4.- Servicios: Bovinos y équidos como fuerzas de tracción, incluso otras especies como perros, ovejas y cabras en algunos casos. La utilización de perros de caza, ó como auxiliares en la guarda de la casa y para control del rebaño sólo se ha podido evidenciar de forma excepcional mediante deformaciones óseas o alteraciones patológicas.

4.5.- Trofeos: Cinegéticos, de guerra ó de sacrificio, se evidencian bucráneos, astas, cuernos, caninos (de oso, de jabalí). En estos casos el contexto de su descubrimiento resulta evidentemente determinante, ya que este tipo de interpretaciones suelen ser generalmente bastante delicadas

4.6.- Animales en prácticas funerarias y religiosas:

- En el ámbito funerario, dejando al margen objetos personales del difunto que pueden mostrar restos de animales (armas, trofeos, joyas), y separando los restos de animales intrusitos, podemos encontrar que la participación de los animales en este tipo de prácticas se manifiesta de maneras diversas: Así los animales pueden haberse depositado enteros, tal es el caso de animales que se sacrifican para la ocasión, perros, caprinos, équidos, pero también el sacrificio puede corresponder a objetivos distintos, como viático, piel como sudario, como banquete funerario de acompañantes, ó como ofrenda a las divinidades en el caso de prácticas de incineración. Esto permite comparar prácticas alimentarias cotidianas con las funerarias, ó evidenciar estatutos particulares como la piel de oso, ó el perro de compañía.

- En los santuarios religiosos los restos de animales nos informan sobre prácticas de sacrificio que parecen tener una distribución espacio-temporal muy amplia, los vestigios que se documentan distinguen dos categorías de sacrificio según se consuman los animales o no, en el primero de los casos los vestigios aparecen como desechos culinarios (cerdos, ovejas, bovinos); la segunda de estas prácticas no implica consumo, sino el traslado de un sitio a otro de carcasas de bueyes y de équidos, que se cambian de lugar tras una primera fase de descomposición, estas prácticas rituales se suelen identificar por un conjunto de huesos muy característico, son restos poco fragmentados que presentan signos de una exposición a la intemperie de larga duración, fragmentos de columna vertebral en conexión, y, en algunos casos, signos de exposición de los cráneos (agrandamiento del agujero occipital) o restos de lanzazos.

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