Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

martes, 2 de noviembre de 2010

SANADORES AGIPCIOS(IV) MAGOS






Lo que sí parece claro es el hecho de que, en la medicina egipcia, ocupaban el mismo lugar la aplicación del remedio terapéutico y la recitación de la fórmula mágica, de este modo magia y remedio físico iban íntimamente unidos en la creencia de que el uno sin la otra hacía poco a favor del enfermo.

Para atacar las enfermedades, los egipcios utilizaban amuletos con fórmulas mágicas. Se conserva en el Museo de El Cairo la prótesis funcional más antigua conocida, se trata de un dedo del pie que permanece todavía unido a la momia, una mujer de entre 50 y 60 años en cuyo pie hay una señal de una cicatriz de amputación. Fue manufacturado con piel y madera y está articulado, se calcula que se construyó entre los años 1069 y 664 a.n.e. Hasta este hallazgo la prótesis funcional mas antigua conocida era una pierna de bronce, hierro y madera fabricada en Roma hacia el 300 a.n.e. Existe una segunda prótesis egipcia, otro dedo de pie fabricado con lino endurecido (a modo de papel maché) que fue adquirida por el Museo Británico.

Por otra parte en una región desértica del actual Irán se encontró la más antigua prótesis no funcional, tiene unos 5000 años de antigüedad, es un ojo, un hemisferio ya ennegrecido de unos 25 milímetros de diámetro, estaba incrustado en la órbita izquierda del cráneo de una mujer de entre 25 y 30 años de edad, de alta clase social, que estaba enterrada en la tumba número 6.708 de la necrópolis de Shahr-i Sokhte. La mujer, que había sido sepultada junto con un espejo, tenía rasgos africanos y medía cerca de dos metros, una altura del todo atípica entre las mujeres iraníes de la época, que no solían medir más de un metro y medio. El ojo artificial estaba hecho de betún, un material resinoso, similar al alquitrán, mezclado con grasa animal, y tenía dos pequeños orificios, uno en cada extremo, que permitían, con una cuerda, sostener el ojo al modo de un parche en la cabeza, tenía grabado un iris y unas pequeñas líneas paralelas que imitaban las venas capilares del ojo, que estaban rellenas de finas hebras de oro, mientras que el resto estaba pintado de blanco, imitando, en la medida de lo posible, los rasgos del ojo humano. Se sabe también que la mujer, posiblemente una sacerdotisa, hacía años que llevaba el ojo artificial, ya que las cuerdas que lo sustentaban en la cuenca habían desgastado levemente los huesos de su cabeza.

Durante el Bajo Egipto (747-332 a.n.e.) se hizo muy común el uso de estatuas de personajes, ya fueran éstos una divinidad o un médico de prestigio que, recubiertos de fórmulas mágicas, eran representados avanzando en pie, o sentados con las piernas recogidas, en forma de estatua-cubo. La finalidad de estas estatuas era proteger y curar a cualquiera que hubiera sido víctima de un animal venenoso o peligroso como el cocodrilo. La idea profiláctico-mágica reside en cargar el agua que se vertía sobre las estelas o estatuas, con el poder que residía en las inscripciones e imágenes que las cubrían, el agua, una vez había discurrido por la superficie del monumento curativo, quedaba depositada en una pileta existente a los pies, de modo que podía ser bebida o simplemente aplicada por el paciente, quien se beneficia de las propiedades que el líquido había adquirido por el contacto con la superficie de la estatua o estela.

Los egipcios utilizaron desde el Imperio Medio (hacia el 1.994 a.n.e.) en adelante, unos objetos de utilidad mágica protectora de varias finalidades, contra picaduras de serpientes o escorpiones, contra los malos sueños y otros peligros y molestias, consistentes en placas de marfil fabricadas sobre incisivos de hipopótamo. Había otros magos de gran relevancia en el mundo egipcio, eran los Jerp Serket, los encantadores de escorpiones, su nombre significaba “aquél que tiene poder sobre los escorpiones”, estos especialistas en combatir los riesgos y las picaduras de estos arácnidos, que también utilizaban sus poderes con las serpientes venenosas, actuaban habitualmente ayudados por sacerdotes lectores encargados de recitar las fórmulas mágicas existentes contra animales tan peligrosos, mientras ellos desarrollaban su arriesgado cometido. Estos auténticos encantadores trabajaban, probablemente, protegiéndose contra las picaduras por medio de autoinoculaciones en pequeñas dosis que terminaban produciéndoles inmunidad contra el veneno o picadura de estos animales. Los encantadores de escorpiones no eran, en modo alguno, personas de baja condición, su cometido debía requerir especiales conocimientos también en todas las ramas de la sabiduría egipcia. Un papiro, conservado en Brooklyn, contiene un Tratado de ofiología en el que se clasifican describen y estudian las principales serpientes del Egipto antiguo.

A pesar de la multitud de textos mágicos que protegían la vida, lo cierto es que, inevitablemente, habría de llegar un momento para encontrarse con la muerte, se iniciaba entonces un proceso histérico que pretendía conseguir que el espíritu difunto, asimilado a Osiris, alcanzase el Reino de la Luz de Atom-Ra. Uno de los rituales con los que se pretendía que la vida llegase de nuevo al cuerpo difunto era la apertura de la boca, antiguo rito que se practicaba sobre la momia o su representación escultórica para insuflarle la vida y hacerla capaz de recibir a los componentes espirituales del ser, el ka y el ba. Además de los sarcófagos y los vasos canopos, en las tumbas egipcias había también figuras que representaban el ka y estatuas de dioses, junto con objetos de la vida cotidiana también se contaba con ushbetis, figuritas que realizaban para el difunto los trabajos en el más allá, en los Campos de Latu.

Otros elementos rituales eran los osiris vegetales, se trataba de sarcófagos con la imagen de Osiris, cuyo interior se llenaba con limo y semillas, que germinaban tras el cierre de la tumba y tenían que ver con el renacimiento. Además de los ritos funerarios efectuados inmediatamente después de la muerte, la magia egipcia proporcionaba en vida una certidumbre de felicidad para el día después de la muerte: era la repetición de los cultos histéricos del viaje a la eternidad que estaba contenida en los ritos osiriacos. Estos misterios se celebraban cada año a principios de invierno, en el curso de estas ceremonias sagradas se recreaba parte de las escenas de muerte del dios, su descuartizamiento, la búsqueda de sus restos por Isis, así como la recomposición y reanimación por medio de la magia, incluyendo el consumo de la carne del dios. Se hacía, así mismo, una figura de Osiris con barro y harina, o bien se echaba trigo sobre un lienzo donde estaba dibujada la forma del dios, es decir, se confeccionaba anualmente un semillero a modo de la divinidad, se esparcían semillas de esprilla y se regaban cuidadosamente, “… el grano de trigo obtenido que germina produce la espiga con la que se fabricará el pan que proporcionará alimento es el dios, .., renace para acumular sus favores en la tierra…todo en la naturaleza vive para morir y muere para renacer.”

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