Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

miércoles, 23 de junio de 2010

Culturas megalíticas







Pocos fenómenos históricos han desempeñado tan importante papel como el que, a lo largo de siglos de historia en Europa, han ostentado los monumentos megalíticos. La amplitud que implica seguir la concepción puramente etimológica del término podría extenderse a una escala prácticamente universal, ya que todos tienen ejemplos de culturas que a lo largo de la historia construyeron grandes monumentos de piedra.

La cronología más aceptada sitúa el marco temporal de estas grandes realizaciones entre el 4.800 y el 1.200 a.n.e., pero las dataciones con radiocarbono realizadas en los objetos que contenían algunos monumentos irlandeses dieron como resultado fechas cercanas al 5.400 a.n.e., en el norte de África, algunos conjuntos englobados dentro del megalitismo tienen dataciones que rozan el límite del 6.000 a.n.e. Las teorías con respecto a su origen, sus causas o motivaciones más profundas proliferaron, aunque han mantenido una serie de puntos comunes. Quedando claro que los monumentos megalíticos son obra de culturas y sociedades de momentos e ideologías distintas, las explicaciones que más peso han tenido y siguen teniendo son las del cambio social y económico en las sociedades neolíticas.

Se tiende a considerar que el motor de estas nuevas prácticas de construcción monumental se encuentra en el contexto de las relaciones sociales y el sistema económico. Se ha hallado restos del enterramiento de un grupo de 19 mujeres, de entre 20 y 30 años, junto a alguien lleno de poder, de unos 40 años, en las excavaciones de un dolmen en la península ibérica. 19 mujeres y tres hombres murieron voluntariamente (o los mataron, indicios apuntan a que no los mataron de forma violenta) en honor de alguien lleno de poder.

Las últimas dataciones retrotraen a momentos de un neolítico muy inicial, si no a un contexto todavía anterior a la agricultura y la ganadería, en estos casos, al menos, es imposible entender la producción de grandes estructuras en el paisaje, como consecuencia de la jerarquización nacida a partir de un estilo de vida puramente agrícola. Las explicaciones socioeconómicas tampoco responden al conjunto de todas las realidades que se engloban dentro del amplísimo fenómeno megalítico. La competencia por los recursos no parece un acontecimiento generalizado en todas las zonas donde aparecen los megalitos, y aunque para subsanar esto se suele recurrir a la hipótesis del aumento demográfico, no se tienen datos que respalden dichas teorías en los casos particulares en que éstas han sido propuestas.

Pocos temas han sido tan discutidos como el relacionado con el papel de Malta en la prehistoria del Mediterráneo, en el centro de este debate están los templos megalíticos, asombrosas construcciones, datadas entre el IV y el III milenio a.n.e., cuyos vestigios se extienden por las islas de Malta y de Gozo. Las preguntas que los arqueólogos no han respondido definitivamente son: ¿Cómo unas sociedades que ignoran el urbanismo y la escritura han podido desembocar en semejantes realizaciones arquitectónicas? Desde el punto de vista técnico, palancas, cordajes y cuñas fueron las únicas herramientas que dispusieron los constructores de megalitos, escofinas, mazos y punzones de piedra fueron los únicos instrumentos utilizados. Por encima de los materiales hay que pensar en una particular organización social capaz de iniciar el proceso.

Hasta la fase Red Skorba, Malta estuvo confinada en una estructura poco “progresiva” de pastores y agricultores, pero en la fase Zebbug, hacia el 4.000 a.n.e., la aparición de tumbas colectivas indica una sociedad en evolución. Las excavaciones de grandes osarios descubren una nueva organización social, sin duda relacionada con una brusca alza demográfica, el primer paso esta dado: en adelante se podrá disponer de mano de obra abundante, para regular esta situación deben intervenir nuevas estructuras sociales, como consecuencia, la jerarquización se acentúa, la diversificación social también. Un nuevo cuerpo se constituye, el de los sacerdotes, cuyas obligaciones no serán materiales sino espirituales, ¿Qué significará el poder de esta clase en la Malta prehistórica?, los templos están ahí, con su gran atrio para reunir a los fieles, sus imponentes estructuras, sus múltiples arreglos, para traducir cómo un pueblo canalizó su energía hacia la construcción de grandes obras públicas.

Los templos son la expresión de comunidades diferenciadas, a la manera de las circunscripciones polinesias, que construyen monumentos prestigiosos para distinguirse de los grupos vecinos y afirmar su identidad. El templo es la capital religiosa, es el símbolo de la apropiación del espacio, ¿sólo fue lugar de culto?, el templo, aún teniendo en cuenta sus prerrogativas relativas al culto, parece que también llegó a ser palacio. Debía ser a la vez centro de la vida espiritual y material, quizá fue también, como algunos han avanzado, un mercado, un lugar de cambio donde los sacerdotes redistribuirían a su manera las riquezas acumuladas de las donaciones de los fieles, del comercio y de la guerra.

No deben confundirse con tumbas megalíticas recubiertas de túmulo, cuyo origen es aborigen portugués o bretón, las tumbas de fosa en forma de túmulo o “kurgán” de la Cultura Jamna, las gentes de esta cultura aparecen hacia el 3.500 a .n.e. al este del Volga y por todo el Turquestán, instalan sus pueblos en alturas, fortificándolos a menudo, su economía es mayormente agropecuaria. Como henos visto, entierran a sus difuntos bajo túmulos o kurganes que, a veces están rodeados de lajas de piedra, en posición flexionada sobre la espalda espolvoreando os cadáveres con ocre o con yeso y acompañándolos de ofrendas de carne y vasos, cada túmulo contiene varios enterramientos, lo que les daría carácter de mausoleos familiares. Es también característica de estos pueblos la colocación de grandes estelas de piedra en el interior o exterior de los túmulos.

Coincidiendo con la aparición de los indoeuropeos al este del Volga, al oeste de este río se producen considerables transformaciones, esta nueva cultura (Serdny-Stog) apunta a una continuidad del sustrato aborigen de Dniepr-Don, tiene una mayor importancia el caballo, con el consiguiente nomadismo y la clara aparición de jerarquías sociales, aparece decoración cerámica mediante la impresión a cordel, que es otra característica secundaria del proceso de indoeuropeización de Europa. La impresión que produce esta cultura es la de una infiltración de nómadas indoeuropeos utilizando el país póntico como trampolín para las posteriores invasiones en Europa Central y los Balcanes.

La incipiente corriente migratoria que existía ya en la última fase de Dniepr-Don aparece con fuerza en todo el arco báltico. En las regiones al este de este mar se consolida una cultura de carácter sobre todo cazador, aunque conocedora de las técnicas agrícolas y ganaderas. Pero es en la cultura de Sarnowo y, sobre todo, en Escandinavia y las regiones Bajo-Alemanas (Holanda incluida), donde cobran más importancia las aportaciones ucranias. En estos países nórdicos, continúa en parte la tradición estética local (vasos de cuello de embudo, joyería del ámbar), introduciéndose el tipo de enterramiento ucranio (alargado, con ocre) y novedosos rituales de ofrendas en lagos, que mucho tiempo después podremos encontrar entre los pueblos celtas

Las culturas tesalio-danubianas, descendientes de las primeras culturas neolíticas europeas, ocupaban en estos momentos una inmensa área de la Europa Central, desde el Sana hasta Maritza, rodeadas de otras culturas más o menos afines u hostiles, en esta época los pueblos danubianos siguen llevando la iniciativa en los desarrollos continentales, apareciendo como potencias dos “naciones” entre ellos: los danubianos balcánicos (en Bulgaria y Valaquia), y los danubianos meridionales (en Hungría meridional, Austria, Eslovaquia y Moravia), también se los llama danubianos centrales ya que absorben temporalmente a los danubianos septentrionales de Bohemia y Polonia.

En Bulgaria y Valaquia se desarrolla a partir del 3.500 a.n.e. la importante cultura de Karanovo-Gumelnita, continuación de la Boian-Marica. El urbanismo alcanza su plenitud, con el diseño y construcción de redes de calles y estructuras defensivas, la vivienda sin embargo sigue la tradición danubiana, con casas de postes y arcilla, de tejado a doble vertiente y simpáticas ventanas redondas, albergando a veces talleres domésticos de utillaje, bisutería y tejido. Las industrias de sílex, cerámica y cobre aparecen muy desarrolladas, lo que denotaría una fuerte especialización minera que requiere una cierta jerarquización. Donde se evidencia de forma indiscutible la existencia de un Estado es en la Gran Necrópolis de Varna, donde aparecen tumbas de príncipes, rodeadas de sepulturas (reales o simbólicas) de altos funcionarios y de mujeres, estando los complejos rodeados a su vez de tumbas normales. Cuando hablamos de Karanovo-Gumelnita estamos hablando de un importante reino, anterior en algunos siglos a la monarquía del Nilo, aunque posterior en al menos mil años a los estados sumerios. La religión también muestra su renovada importancia. Los templos, aparecidos ya en la fase anterior, se generalizan, albergando en su interior altares decorados en rojo sobre blanco con motivos solares y espirales. Se evidencia una Religión Solar, asociada al Culto de la Gran Madre.

También heredera de Boian-Marica, pero mediatizada por factores locales, como la irrupción de los vecinos no danubianos aparece en el noroeste de Bulgaria una cultura, que se caracteriza por su especialización en la orfebrería del oro y en la fabricación de características hachas dobles ("labrys") de cobre . Se trata seguramente de un país-tapón, que mantiene fuertes lazos con Karanovo-Gumelnita, así como con sus vecinos del norte.

Abarcando la región de los Danubianos Orientales (Ucrania occidental, Moldavia) y parte de Transilvania, una cultura de recipientes globulares y poblados rodeados por fosos y terraplenes, modifica las tradiciones fúnebres practicando el enterramiento en postura extendida. El culto a la Diosa y a las divinidades animales adopta formas más definida, construyéndose templos y altares al aire libre, así como fosas rituales en las que aparecen, junto a restos animales, vasos, cenizas y trozos de adobe, huesos humanos, lo que da pie a hablar, por primera vez en Europa, de posibles sacrificios rituales de personas. Por otra parte, la aparición de cerámica impresa a cordón evidencia importaciones desde Serednij-Stog II.

La Danubiana Meridional (Panonia Occidental) es la otra cultura de este grupo que se muestra fuerte y expansiva en esta época. Estas gentes viven en casas de 300 m2 y dos habitaciones, construidas con postes de madera y ramaje trenzado, junto a la que cavan dos fosas rituales en las que depositan ofrendas. Los poblados de llanura se rodean de empalizadas, mientras que los de altura están circunvalados por fosos y terraplenes. ). Probablemente este pueblo se organice en forma confederal, puesto que no se encuentran rasgos jerárquicos claros, extendiendo su influencia a las tribus danubianas septentrionales, que a tenor del grado de asimilación, son seguramente incorporadas a la "Confederación Danubiana", ya sea por la fuerza de las armas, ya por la necesidad de alianza de los norteños frente a las corrientes que llegan del Este. Además se colonizan tierras de menor calidad, señal inequívoca de un fuerte crecimiento demográfico.

Dos tendencias aparecen en los danubianos occidentales: Las tribus meridionales se diversifican en grupos regionales, sin embargo, las tribus del norte se ven intensamente influenciadas por los ucranio-escandinavos, hasta el punto de la aculturación, tanto de origen nórdico como centro-danubiano. Las gentes de esta nueva cultura habitan en chozas ligeras, agrupadas siempre en poblados fortificados situados en espolones montañosos, desde donde se dedican al pastoreo de vacas. Los danubianos occidentales "reformistas" irán ganando terreno hacia el sur hasta la completa asimilación de sus parientes, en lo que indudablemente tuvo que ser un conflicto político-social de envergadura.

En cuanto a la evolución mediterránea nos encontramos con La Gran Alianza Ligur, gestada en los últimos siglos del período anterior, al parecer por influjo nor.-italiano, aparece en Occitania una importante cultura, caracterizada por un fuerte incremento demográfico, que conduce a la colonización de regiones periféricas (Macizo Central, Poitou, Garona), y a la consolidación agraria (arado). Es típica de esta etapa la extracción y comercio de una variedad de sílex de color miel, al tiempo que se fortifican los poblados con fosos y empalizadas de las distintas tribus, que parecen haberse federado en pos del comercio y el bienestar común. En torno a la Confederación Ligur se asocian, recibiendo su influjo, otras culturas post-cardiales (Italia Norte, Suiza Occ. y Saboya, y la cultura de Tumbas de Fosa deCataluña).

En el centro-oeste francés, merece la pena detenerse en una cultura influenciada por los ligures en la cerámica, por su gran variedad de formas monumentales. A los dólmenes de corredor tradicionales, añaden ahora los gigantescos "cairns" o túmulos que acogen varias cámaras sin corredor, donde se hallan restos humanos acompañados de ajuar de prestigio (grandes hachas rituales, collares de variscita y discos perforados.

En los últimos siglos del IV milenio se producen importantes cambios que afectan a gran parte de los pueblos de Europa Central y los Balcanes Orientales. En medio de ellos aparecen dos grupos de invasores indoeuropeos. El septentrional, y más importante, parece ser el embrión de la mayoría de los pueblos europeos históricos (celtas, germanos, itálicos, ilirios y quizá otros). El meridional debe de ser el precursor de los griegos indoeuropeos (aqueos). Coincidiendo con esta intrusión indoeuropea, la cultura nórdica padece un proceso de militarización, con la construcción de grandes fosas defensivas (posiblemente contra los carros) y la intensa fabricación de armas (larguísimas hachas de sílex, hachas-martillo en piedra dura, flechas cortantes, puñales de cobre). La metalurgia empieza a cobrar fuerza a pesar de que debía importarse la materia prima, quizá desde Iberia a cambio de ámbar.

En el último siglo del IV milenio, tras la irrupción de los indoeuropeos meridionales (proto-griegos,) ya casi finalizando el milenio, se detectan grupos invasores extranjeros dispersos por los Balcanes, que dejan un rastro de tumbas tumulares aisladas, con ocre, útiles de cobre, lingotes de cobre y oro, adornos y cetros de piedra, con extrañas formas zoomorfas. Esta etapa se caracteriza en primer lugar por el resurgir danubiano, liderado por la importantísima cultura que reúne a todos los pueblos danubianos y tesalios aún existentes en Europa Central. También es la época de apogeo del Megalitismo, en consonancia con los nuevos desarrollos en Estremadura Ibérica y la relacionada con Almería. Es también la época del gran salto desde el simple neolítico a la civilización en el Egeo (Cícladas y Creta). Sin embargo, es una época de vacas flacas para los indoeuropeos occidentales, que ven muy limitado su ámbito

Mientras tanto, los mayores avances se produjeron en la Baja Mesopotamia, esto es, la parte más cercana a la desembocadura del Éufrates y el Tigris. El sistema de canales que habían ideado en la parte alta de la región llegó hasta el sur, lo que permitió aprovechar plenamente las posibilidades que ofrecían los ríos, dando origen a una agricultura de irrigación que convirtió la zona en la más fértil y próspera de la época. Además de la agricultura, florecieron el comercio y la alfarería. Los mercaderes inventaron un antecedente de la escritura: el sello. Los recipientes de barro se marcaban con sellos planos que imprimían un relieve distintivo de su propietario o de su contenido. A finales del milenio algunas ciudades llegaron a contar con 10.000 habitantes.

Hasta entonces, las aldeas pequeñas tenían una estructura tribal, formadas por unas pocas familias que obedecían a algún patriarca, pero las grandes ciudades requerían una organización que no descansara en vínculos familiares. Así, las ciudades mesopotámicas se fueron convirtiendo en ciudades-estado. Cada ciudad dominaba y cultivaba las tierras de su entorno y era gobernada por un rey. La administración corría a cargo de los sacerdotes. Éstos ejercían de tesoreros y recaudadores de impuestos y, en la medida en que su autoridad residía en su papel de intermediarios con los dioses, la religión se fue sofisticando más y más. El templo era el centro de cada ciudad. Además de la clase sacerdotal, surgió una aristocracia y una burguesía que originó una demanda de adornos, tejidos y obras de arte. El modo de vida de la Baja Mesopotamia fue imitado rápidamente por el resto de la media luna fértil, que mantuvo una cultura similar.

En la península del Sinaí se descubrió la fundición del cobre, y el sistema se extendió rápidamente tanto hacia Mesopotamia como hacia Egipto. Hacia el 4.500 a.n.e., el sur de Canaán fue invadido por un pueblo que conocía la fundición del cobre. Por la misma época aparecen los primeros poblados neolíticos en Egipto, junto al lago Moeris, algo al oeste del curso del Nilo. Las inmediaciones del Nilo hubieran requerido un sistema de canales similar al de Mesopotamia para ser aprovechadas adecuadamente, por lo que las zonas cercanas (pero prudencialmente alejadas de las súbitas crecidas del río) eran más adecuadas para una población que acababa de descubrir la agricultura y la ganadería.

La metalurgia del cobre prosperó en Irán, que importaba el mineral de la India y lo exportaba manufacturado a Mesopotamia, junto con oro, plata y piedras preciosas. El cobre fue especialmente útil en Mesopotamia. El oro y la plata son blandos, y sólo servían para confeccionar adornos. El cobre, en cambio, es más duro y servía para fabricar armas más efectivas que las de piedra, armas con que repeler las incursiones de los nómadas, que se hacían más frecuentes cuanto más prosperaba el valle. Por una parte estaban los rudos pastores que habitaban en los montes Zagros, al Este, y por otra los habitantes del desierto arábigo al suroeste. Las ciudades-estado se fortificaron, como ya habían hecho tiempo atrás las de Anatolia. Egipto, en cambio, estaba rodeado por el mar, el desierto y las cataratas del Nilo, así que vivió mucho más tranquilamente que Mesopotamia durante mucho tiempo.

Hacia el año 4000 la Baja Mesopotamia no pudo resistir por más tiempo la presión de los pastores, que invadieron la región desde los montes Zagros y se asentaron en ella, sumiéndola en una profunda crisis.

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