Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

miércoles, 30 de junio de 2010

Civilización. I





Ali Kosh es un yacimiento arqueológico del Neolítico localizado en el sur de Irán, en los Montes Zagros, a unos 150 m de altitud, en la provincia de Juzistán, fronteriza con Irak. La palabra "Zagros" posiblemente deriva del antiguo griego "zagreo", "tormentoso". Hacia 7.950 a.n.e., se inicia la ocupación de la zona en una agrupación de casas pequeñas, rectangulares, de varias habitaciones y hechas de tapial. Desarrollan una economía básica sustentada en el consumo de ovejas, cabras, caza y recolección de plantas silvestres. Entre 6.900-6.300 a.n.e., con casas más amplias, se constata el enterramiento de los difuntos bajo el suelo de las casas, en ocasiones con algunos adornos como ajuar. También se encuentran algunos cráneos deformados por el uso de vendajes en vida, posiblemente como señal del status diferente de los portadores. La economía muestra una base agrícola más intensa apoyada en la pesca. De 6.150 a 5.790 a.n.e., las casas son de piedra y se establece una necrópolis en el entorno de la población. El instrumental se compone de industria lítica laminar de sílex (pero escasa obsidiana), recipientes de piedra pulimentada, molinos de mano, morteros y trabajos de cestería (en ocasiones forradas con brea). En este periodo aparece la cerámica que se utiliza para la creación de vasos decorados y figurillas humanas y animales. Se confirma cierta presencia de materias importadas de otras zonas (cobre, turquesa, etc.) colocando esta cultura al nivel de otras coetáneas en Oriente Próximo. La economía introduce el traslado de los rebaños en verano a las zonas de pasto en las montañas.

Otra cultura, Jarmo, en el actual Kurdistán Iraquí, cuyos primeros restos pertenecen al 6.500 a.n.e., comenzó siendo un pequeño poblado que a base de sucesivas reconstrucciones sobre el mismo lugar se fue elevando artificialmente. Se datan unos 16 niveles de ocupación, con alrededor de 20 casas pareadas de bases de rocas rectangulares, paredes de tapial y techo de juncos. En Jarmo se comprueba el alto desarrollo de la agricultura: trigo, cebada, guisantes, lentejas, etc., a pesar de ser una área no regable; y de la ganadería: cabras, ovejas, perros. La industria lítica era muy floreciente; trataban la obsidiana. También se han encontrado estatuillas zoomorfas. Los enterramientos se hacían fuera del poblado.

Hajji Firuz Tepe se trata de un asentamiento del Neolítico ubicado también en los Montes Zagros (Irán). Es, a la vista de muchos historiadores, uno de los primeros lugares donde consta se elaboró vino procedente de la uva (vitis vinífera) por primera vez en la historia de la humanidad. Se sabe por la determinación de ácido tartárico en analíticas realizadas en las trazas encontradas en recipientes de alfarería.

Vemos pues que en las estribaciones de estos montes se desarrollaron unas culturas agrícolas y un floreciente comercio durante varios milenios, hacia el 4.000 a.n.e., elementos de estas áreas se infiltraron en la baja Mesopotamia por razones todavía desconocidas. Con la invasión del 4.000 a.n.e., la baja Mesopotamia pasó por varios siglos de desorden y decadencia, pero los invasores terminaron por asimilar la cultura de la región que habían conquistado y se esforzaron por alcanzar el nivel de vida anterior. Surgió así una nueva civilización, conocida como Sumer. Los sumerios dominaron la Baja Mesopotamia durante todo el cuarto milenio y se vieron obligados a defenderla de las incursiones de los pueblos vecinos, que la hostigaban como ellos la habían hostigado durante el milenio anterior.

Los propios sumerios se dieron el nombre de los “cabezas negras” (sag-gig-ga) - (quizás cabellos negros, ó teñidos con betún) - pero la Antropología no ha podido establecer su etnia, acerca de su origen geográfico (ellos se consideraban originarios de Melukhkha, la tierra negra) se han argumentado prácticamente los cuatro puntos cardinales, además de la propia autóctona, últimamente la teoría más aceptada es que eran autóctonos y estuvieron presentes en Mesopotamia desde el Paleolítico superior o el Neolítico y su civilización es el resultado de la mezcla de elementos autóctonos y foráneos. La palabra del acadio “Shumer” puede representar este nombre en el dialecto, pero se desconoce por qué los Acadios llamaron Shumeru a las tierras del sur. Algunas palabras como la bíblica Shinar, la egipcia Sngr, o la Hitita Šanhar(a) pueden haber sido variantes de Shumer. El elemento étnico sumerio fue numéricamente superior en la zona sureña (Sumer), mientras que más al norte (Akkad), lo fue el elemento semítico, tribus nómadas que habían emigrado desde zonas esteparias de occidente y el desierto arábigo, que de modo continuo durante muchos siglos se habían infiltrado en Mesopotamia, atraídos por las regiones ya colonizadas.

A los sumerios se les atribuyen dos avances tecnológicos que hicieron posible combinar la ligereza con una fuerte resistencia en todos los objetos de arcilla: la armazón y la cocción. Los arquitectos modernos han descubierto que se puede hacer hormigón armado, un material de construcción sumamente fuerte, echando cemento en moldes con un entramado interior de varillas de hierro; pero hace mucho que los sumerios fueron capaces de dar a sus ladrillos una gran fortaleza mezclando la arcilla húmeda con trozos de carrizo o paja. También sabían que a los objetos de arcilla se les podía dar resistencia y durabilidad cociéndolos en el horno. Fue gracias a estos avances tecnológicos que se hizo posible la construcción de los primeros edificios y arcadas del mundo, así como la elaboración de la primera cerámica duradera.

La invención del horno -un lugar donde conseguir unas temperaturas intensas pero controladas, sin correr el riesgo de que los productos se llenen de polvo o cenizas- hizo posible un avance tecnológico aún mayor: metalurgia industrial. En la antigüedad, gran parte del comercio se dedicaba al comercio de metales, y también se formó a partir de aquí la base para el desarrollo en Mesopotamia de la banca y de la primera moneda -el shekel (“lingote pesado”) de plata.

Del nivel que alcanzó la metalurgia en la antigua Mesopotamia nos hablan las muchas variedades de metales y aleaciones para los cuales se han encontrado nombres sumerios y acadios, así como su amplia terminología tecnológica. Esto desconcertó durante cierto tiempo a los estudiosos, ya que Sumer, en su territorio, carecía de minerales metalíferos; y, sin embargo, la mayor parte de la metalurgia comenzó indudablemente aquí. La respuesta se encuentra en la energía. No se puede fundir, refinar y alear sin un abundante suministro de combustibles para alimentar hornos y crisoles. En Mesopotamia no había menas, pero había combustible en abundancia, de modo que el mineral metalífero fue llevado hasta los combustibles, lo cual explicaría muchas de las más antiguas inscripciones en las que se describe el transporte del mineral desde muy lejos.

Los combustibles que le dieron a Sumer la supremacía tecnológica fueron betunes y asfaltos, productos del petróleo que se filtraban de forma natural hasta la superficie en muchos lugares, los depósitos de superficie de Mesopotamia fueron las principales fuentes de combustible del mundo antiguo, desde los tiempos más primitivos hasta la época de Roma, y concluye que el uso tecnológico de estos productos del petróleo comenzó en Sumer alrededor del 3.500 a.n.e. de hecho, dice que la utilización y el conocimiento de los combustibles y de sus propiedades fueron mayores en tiempos de los sumerios que en las civilizaciones que les siguieron.

Tan amplio fue el uso de los productos del petróleo entre los sumerios -no sólo como combustibles, sino, también, como materiales para la construcción de caminos, para impermeabilizar, calafatear, pintar, cimentar, moldear, que cuando los arqueólogos buscaban a la antigua Ur, la encontraron enterrada en un montículo que los árabes de la zona daban en llamar el “Montículo del Betún”. La lengua sumeria tiene términos para cada género y variante de las sustancias bituminosas encontradas en Mesopotamia. De hecho, los nombres de los materiales bituminosos y petrolíferos en otras lenguas -acadio, hebreo, egipcio, copto, griego, latín y sánscrito- remontan su origen hasta el sumerio; por ejemplo, el nombre más común del petróleo -naphta, nafta- se deriva de napatu (“piedras que arden”).

La utilización de los productos del petróleo por parte de los sumerios fue también fundamental para el desarrollo de la química. No sólo podemos valorar el alto nivel de los conocimientos de los sumerios por la variedad de pinturas y pigmentos, y por procesos tales como el vidriado, sino también por la notoria producción artificial de piedras semipreciosas, entre las que se incluye un sustitutivo del lapislázuli. También se utilizaron betunes en la medicina sumeria, otro campo donde los niveles también fueron impresionantemente altos. En centenares de textos acadios encontrados se emplean en gran medida frases y términos médicos sumerios, indicando con ello el origen sumerio de toda la medicina mesopotámica.

Naturalmente, los sumerios trajeron consigo sus propios dioses, que pronto se combinaron con los de los pueblos conquistados. El panteón resultante tenía tres dioses destacados: Anu era el dios del cielo, y tenía su santuario más importante en la ciudad de Uruk, Enlil era el dios de la tierra y su santuario principal estaba en Nippur, mientras que Enki era el dios de los ríos y era especialmente adorado en Eridu. Probablemente los dos últimos eran dioses previos a la invasión, pues la tierra y los ríos son preocupaciones típicas de los agricultores, mientras que Anu sería el dios principal que trajeron los sumerios, un dios de pastores. Por supuesto, cada ciudad adoraba también a otros dioses menores.

Su panteón divino estaba encabezado por Anu, “estrella”, cuyo signo era inicialmente una línea vertical cruzada por varias en horizontal y diagonal Para los sumerios, que observaban el cielo y conocían los ciclos de los eclipses lunares, sus dioses estaban allá arriba y eran las mismas estrellas. Diferenciaban aquellos menores, los “igigi” o “vigilantes” que eran las estrellas de fondo, de los que se movían de forma distinta por la eclíptica (planetas) Habían dividido el firmamento en tres caminos. El inferior que llegaba hasta el suelo era dominio de Enki, de ahí que fuese el señor de la tierra. Como desde algunos lugares no se veía más que mar, los acadios lo llamaron E.A (“El que tiene su casa en el agua”). El camino central, por su parte, era el dominio del mismo Anu. El superior, de Enlil, de ahí que fuese considerado el señor del aire o quizá más concretamente “de las alturas”.

Aquellas gentes probablemente habían cavado en la tierra unos metros y encontrado agua. Los sumerios creían que la tierra era un gran disco flotando en el mar, llamaron a ese mar Nammu y pensaban que había estado desde siempre en el tiempo. Creían que Nammu había creado los peces que veían y los pájaros, cerdos salvajes y otras criaturas que aparecieron en las tierras pantanosas y húmedas. Según ellos, Nammu había creado el cielo y la tierra: El cielo se había separado de la tierra, dando nacimiento al dios masculino Anu y la tierra, una diosa llamada Ki. Creían que Ki y An habían procreado un hijo llamado Enlil, que era la atmósfera, el viento y la tormenta. Creían que Enlil separó el día de la noche y que había abierto una concha invisible dejando caer agua desde el cielo. Creían que, junto con Anu y Ki, Enlil sentó las bases de la creación de las plantas, los humanos y otras criaturas, que hacía germinar las semillas y que había dado forma a la humanidad a partir de la arcilla, impregnándola.

Como cabía imaginar, el dios más importante resultó ser Anu. Esto queda reflejado en el mito de la creación: al principio de los tiempos, el mundo era un caos dominado por Tiamat, diosa del mar (el mar era signo de caos y destrucción para un pueblo que no tenía ningún conocimiento de navegación). Fue Anu quien la derrotó y con su cuerpo creo el Universo. Esta victoria era la que le otorgaba la preeminencia sobre los otros dioses.

La forma habitual que tienen los pastores de contentar a sus dioses celestes es quemar animales sacrificados, haciéndoles llegar así el agradable humo perfumado. Tal vez los sumerios sintieron que al mudarse de las montañas al valle se habían alejado de sus dioses, por lo que solían escoger lugares elevados para hacer sus sacrificios y erigir sus templos. No obstante, las principales capitales sumerias estaban en lugares bajos, de modo que se originó la costumbre de crear grandes plataformas elevadas sobre las cuales realizar los sacrificios, para que éstos pudieran ser mejor contemplados por los dioses. Con el tiempo se fueron construyendo plataformas menores sobre otras mayores y así en el último cuarto del milenio los sumerios llegaron a construir imponentes pirámides escalonadas llamadas Zigurats. Hoy en día no se conserva ninguno íntegro debido a que estaban hechos de ladrillos de barro. La religión sumeria fue sofisticándose en concordancia con su nueva cultura agrícola, pero nunca perdió su orientación hacia el cielo.

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