Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Por qué esta especie sí y aquella no?



Faltan en nuestra lista de triunfos algunas plantas que, a pesar de su valor alimenticio, nunca han podido ser aclimatadas, entre esos fallos son destacables las encinas, cuyas bellotas constituían el alimento básico de los indígenas de California y del Este de Estados Unidos, así como el sustento de reserva de agricultores europeos en tiempos de hambre o mala cosecha. Sucede que las encinas presentan tres rasgos desfavorables:

Primero su crecimiento lento agotaría la paciencia de cualquier agricultor, una bellota plantada puede no resultar productiva en más de un decenio.

Segundo, las encinas evolucionaron para dar un fruto seco de tamaño y sabor adecuados para las ardillas, las encinas crecen a partir de bellotas que de vez en cuando las ardillas no desentierran, con miles de millones de ardillas diseminando cada una cientos de bellotas todos los años por los bosques de encinas, los humanos no tuvieron oportunidad de seleccionar encinas para las mejores bellotas, los mismos problemas pueden explicarnos porqué las hayas y los nogales, muy explotados como árboles silvestres por los europeos y americanos autóctonos, no fueron tampoco domesticados.

Por último, quizá la diferencia más importante sea que el amargor es controlado por un solo gen dominante en las almendras, pero parece ser que lo es por muchos genes en el caso de las bellotas.

Por lo que atañe a las fresas y frambuesas, nos encontramos con problemas parecidos de competencia con los zorzales y otros pájaros, es verdad que los romanos extendían fresas salvajes por sus huertos, pero las fresas seguían siendo las pequeñas que les gustaban a los zorzales, no las grandes deseadas por los humanos, solo con el reciente descubrimiento de redes protectoras e invernaderos pudimos infligir una derrota definitiva a los zorzales, para poder diseñar a las fresas y frambuesas de acuerdo con nuestros propios gustos.

El Creciente Fértil es con diferencia la parte del planeta más estudiada y mejor conocida en lo que se refiere al nacimiento de la agricultura. Una ventaja del Creciente Fértil es que está situado dentro de una zona del llamado “clima mediterráneo”, un clima caracterizado por inviernos suaves y húmedos y veranos largos, calurosos y secos. Muchas plantas del Creciente Fértil, especialmente especies de cereales y leguminosas, se han adaptado de una manera que las hace útiles a los humanos: son anuales, lo cual significa que la propia planta se seca y muere en la estación seca, muchas de ellas dedican gran parte de su energía a la producción de grandes semillas, que permanecen latentes durante la estación seca y están dispuestas después para retoñar cuando llegan las lluvias. Muchas de las grandes semillas, especialmente las de los cereales y las leguminosas anuales, son comestibles para los humanos, constituyen seis de los doce grandes cultivos del mundo moderno. Naturalmente algunos árboles del bosque de zonas de clima húmedo producen grandes semillas comestibles, pero estas semillas no están adaptadas para sobrevivir a una larga estación seca y, por tanto, para un largo almacenamiento por parte del ser humano.

Una segunda ventaja de la flora del Creciente Fértil es que los antepasados silvestres de muchos cultivos de esa zona fueron ya abundantes y sumamente productivos, y crecían en extensas concentraciones cuyo valor debía ser evidente para los cazadores-recolectores. Las plantas anuales de grandes semillas fueron el primer cultivo, o uno de los primeros, que se desarrolló, no sólo en esta región sino también en China y en el Sahel. Compárese esta rápida evolución del trigo y la cebada con la historia del maíz, el principal cultivo cerealista del Nuevo Mundo, el antepasado probable del maíz, una planta silvestre llamado teosinto, tiene el aspecto tan distinto del maíz, en su semilla y en sus estructuras florales, que incluso el papel de antepasado ha sido apasionadamente discutido por los botánicos durante mucho tiempo. Para que el teosinto llegase a ser un cultivo útil tuvo que experimentar cambios drásticos en su biología reproductiva, aumentar en gran medida su inversión en semillas, y perder las duras cubiertas de las mismas, los arqueólogos continúan debatiendo cuántos siglos o milenios de desarrollo del cultivo en América fueron necesarios para que las mazorcas de maíz de la antigüedad avanzaran desde un tamaño diminuto hasta el de un pulgar humano, pero parece claro que fueron necesarios varios miles de años más para que alcanzaran las dimensiones modernas.

Una tercera ventaja de la flora del Creciente Fértil es que incluye un alto porcentaje de “autosuficiencia”, es decir, plantas que suelen polinizarse a sí mismas, pero que ocasionalmente son polinizadas por otras. Esta interpolinización ocasional se producía no solo entre individuos de la misma especie sino también entre especies relacionadas para producir híbridos interespecíficos, uno de estos híbridos entre los “autosuficientes” del Creciente Fértil, el trigo, se convirtió en el cultivo más valioso del mundo moderno. De los ocho cultivos importantes que fueron aclimatados en el Creciente fértil, todos son “autosuficientes”, de los tres cereales “autosuficientes” que figuran en el grupo (trigo escanda, trigo esprilla y cebada), los trigos ofrecían la ventaja adicional de un alto contenido en proteína, entre el 8% y el 14%, en cambio, los cultivos cerealistas más importantes de Asia oriental y del Nuevo Mundo (arroz y maíz respectivamente) tenían un contenido en proteína más bajo , lo que planteaba importantes problemas de nutrición.

La zona de clima mediterráneo del Creciente Fértil se extiende hacia el oeste por gran parte de Europa meridional y el norte de África, hay, así mismo, zonas de climas mediterráneos semejantes en otras cuatro partes del mundo:

California

Chile

Sudoeste de Australia

Sudáfrica.

Sin embargo, estas zonas mediterráneas no sólo no rivalizaron con el Creciente Fértil como escenarios primitivos de la producción de alimentos, sino que nunca dieron origen a una agricultura autóctona en absoluto. Resulta que el Creciente fértil poseía cinco ventajas sobre las otras zonas mediterráneas:

Primero, el oeste de Euroasia posee con diferencia la zona más extensa del planeta con clima mediterráneo, en consecuencia tiene una gran diversidad de especies vegetales silvestres y animales salvajes, más alta que en las zonas mediterráneas relativamente pequeñas del sudoeste de Australia o de Chile.

En segundo lugar, entre las zonas mediterráneas, la de Euroasia occidental experimenta la mayor variación climática de una estación a otra y de un año a otros, esta variación favoreció la evolución, entre la flora, de un porcentaje especialmente alto de plantas anuales. Euroasia occidental es la región que posee, con diferencia, la mayor diversidad de plantas anuales, de entre las 56 gramíneas silvestres con semillas la menos diez veces más pesadas, que la media de especies herbáceas, prácticamente todas ellas son originarias de zonas mediterráneas y otros entornos estacionalmente secos, además, están concentradas abrumadoramente en el Creciente fértil u otras partes de la zona mediterránea de euroasia occidental, lugar que ofrecía una enorme selección a los incipientes agricultores, 32 de las 56 gramíneas silvestres principales del mundo. En cambio, la zona mediterránea de Chile sólo ofrece 2 de esas especies, California y África austral únicamente una cada una, y el sudoeste de Australia ninguna, este hecho, por sí solo, es muy importante para explicar el curso de la historia humana.

Una tercera ventaja de la zona mediterránea del Creciente Fértil es que ofrece una amplia gama de altitudes y topografías dentro de una distancia corta, su gama de elevaciones, desde el punto más bajo terrestre (el mar Muerto) hasta las montañas de 6.000 metros (cerca de Teherán), garantiza una variedad de entornos, y por tanto una gran diversidad de plantas silvestres que servían de posibles antepasados de los cultivos. La gama de altitudes en el Creciente Fértil supuso temporadas de cosecha escalonadas: las plantas que crecían a altitudes más elevadas producían semillas un poco después que las plantas que crecían a altitudes más bajas, en consecuencia, los cazadores-recolectores podían subir a unas laderas para recolectar las semillas de cereales a medida que maduraban en vez de verse abrumados por una estación de cosecha concentrada en una sola altitud, donde todos los granos maduraban simultáneamente.

La diversidad biológica del Creciente Fértil en pequeñas distancias contribuyó a una cuarta ventaja: su riqueza no sólo de cultivos valiosos, sino también de grandes mamíferos domesticados. Cuatro especies de grandes mamíferos, la cabra, la oveja, el cerdo y la vaca, fueron domesticadas muy pronto en el Creciente Fértil, posiblemente antes que cualquier otro animal, a excepción del perro, en cualquier otro lugar del mundo, estas especies siguen siendo hoy cuatro de los cinco mamíferos domesticados más importantes del mundo, pero sus antepasados salvajes eran más comunes en zonas ligeramente distintas del Creciente Fértil, con el resultado de que las cuatro especies fueron domesticadas en diferentes lugares:

La oveja posiblemente en la zona central

La cabra en la zona oriental a gran altitud (los montes Zagros de Irán), o bien en la zona sudoccidental (el Mediterráneo oriental)

El cerdo en la parte septentrional/central y,

Por último, la vaca en la parte occidental, incluida Anatolia.

Sin embargo, aún cuando las zonas de abundancia de estos cuatro progenitores salvajes presenten tales diferencias, los cuatro vivían en una proximidad lo bastante estrecha para ser trasladados fácilmente después de su domesticación de una parte a otra del Creciente Fértil, y toda la región terminó disponiendo de las cuatro especies.

La agricultura fue lanzada en el Creciente Fértil por la temprana aclimatación de ocho cultivos llamados “cultivos fundadores”, esos ocho cultivos fueron tres cereales (trigo escanda, trigo aprillia y cebada), cuatro leguminosas (lenteja, guisante, garbanzo y arveja), y una fibra (lino). Los primeros pobladores del Creciente Fértil pudieron reunir rápidamente un paquete biológico poderoso y equilibrado para la producción intensiva de alimentos, este paquete comprendía tres cereales como principales fuentes de hidratos de carbono, cuatro leguminosas, con entre el 20% y el 25% de proteínas, y cuatro animales domésticos, como principales fuentes de proteínas, complementado con el generoso contenido de proteínas del trigo, más el lino como fuente de fibra y de aceite ( el aceite de linaza contenido en las semillas del lino llega al 40%). Finalmente, miles de años después del comienzo de la domesticación de animales y de la producción de alimentos, los animales también comenzaron a ser utilizados para obtener leche, lana, tiro para arado, y transporte, así pues, los cultivos y animales de los primeros agricultores del Creciente Fértil llegaron a satisfacer las necesidades económicas básicas de la humanidad: hidratos de carbono, proteínas, grasas, vestido, tracción y transporte

La quinta y última ventaja de la primitiva producción de alimentos en el Creciente Fértil es que podría haber tenido que enfrentarse a menos competencia de la forma de vida de los cazadores-recolectores que en el caso de otras zonas, en el sudoeste de Asia hay pocos ríos caudalosos y sólo un corto litoral que proporciona unos recursos acuáticos relativamente escasos, una de las especies de mamíferos importante entre las que se cazaban para aprovechar su carne, la gacela, vivía, en un principio, en grandes rebaños, pero fue explotada en exceso por la creciente población humana y quedó reducida a pequeñas cantidades. Las aldeas sedentarias basadas en los cereales existían ya antes del nacimiento de la producción de alimentos y predispusieron a aquellos cazadores-recolectores a la agricultura y a la ganadería, en el 9.00 a.n.e. la gente no tenía aún cultivos ni animales domésticos y dependía por completo de alimentos silvestres, pero en el 6.000 a.n.e., las sociedades eran casi totalmente dependientes de los cultivos y de los animales domésticos. La situación en Mesoamérica ofrece un fuerte contraste: esta zona proporcionaba solo dos animales domesticados (el pavo y el perro), cuya producción de carne es muy inferior a la de la vaca, la oveja, la cabra o el cerdo, y el maíz, el cereal básico de Mesoamérica, era difícil de aclimatar y quizá lento de desarrollar, en consecuencia, la domesticación puede no haber comenzado en Mesoamérica hasta aproximadamente el 3.000 a. n.e., aquellos primeros avances fueron obra de personas que eran aún cazadores-recolectores nómadas, y las aldeas sedentarias no nacieron aquí hasta aproximadamente el 1.500 a.C.

En un yacimiento arqueológico situado en el borde del valle del Éufrates, el siria, llamado Tell Abu Hureyva, entre el 10.000 a. n.e., cuyas gentes podrían haber residido durante todo el año en aldeas, pero eran aún cazadores-recolectores (el cultivo de plantas no se inició hasta el milenio siguiente), los arqueólogos recuperaron grandes cantidades de restos vegetales calcinados que probablemente representaban desperdicios desechados de plantas silvestres recogidas en otros lugares y llevadas al yacimiento por sus residentes, los científicos analizaron más de setecientas muestras, cada una de las cuales contenía por término medio más de quinientas semillas identificables pertenecientes a más de setenta especies vegetales. Resulta que los habitantes del poblado recogían una variedad prodigiosa. ¡157 especies!, de plantas identificadas por sus semillas calcinadas, por no hablar de otras plantas que no pueden ser identificadas en la actualidad.

El valle del Jordán, en el milenio IX a.n.e., presenta el periodo de cultivo de plantas más antiguo de la zona, los primeros cereales aclimatados del valle fueron la cebada y el trigo escanda, que continúa figurando entre los cultivos más productivos del mundo en la actualidad, pero, como en Tell Abu Hureyva, cientos de otras especies vegetales silvestres portadoras de semillas debían crecer en las proximidades, y al menos cien de ellas habrían sido comestibles y se habrían recolectado entes del nacimiento de la aclimatación de las plantas. Los científicos, dejan a un lado las especies de simillas pequeñas o de sabor desagradable, escogieron 23 de las gramíneas silvestres de sabor más agradable y semillas más grandes, como era de esperar, la cebada y el trigo escanda estaban en la lista, entre esas 23 especies, la cebada y el trigo escanda resultaron ser las mejores según muchos criterios, el trigo escanda tiene las semillas más grandes, y la cebada , la segunda en tamaño, cuando crece silvestre es una de las cuatro especies más abundante ( la abundancia silvestre del trigo escanda es mediana), la cebada tiene la ventaja adicional de que su genética y su morfología la permiten desarrollar rápidamente cambios útiles en la dispersión de semillas y en la inhibición de la germinación, el trigo escanda, sin embargo, tiene virtudes compensatorias: puede ser recolectado de manera más eficiente que la cebada, y es un caso insólito entre los cereales por cuanto sus semillas no se adhieren a las cáscaras. Así pues, los primeros agricultores del valle del Jordán seleccionaron las dos mejores de las 23 mejores especies de gramíneas silvestres de que disponían.

Las pruebas arqueológicas indican que los orígenes de la agricultura en Nueva Guinea son antiguos, pues datan del 7.000 a.n.e., aunque no se han recuperado restos inequívocos procedentes de estos primeros campos es probable que entre los cultivos figurasen algunas plantas aclimatadas localmente a partir de antepasados silvestres y que se encontraron los europeos en su época de colonización moderna, la más importante de estas plantas domesticadas localmente es el principal cultivo del mundo, la caña de azúcar, cuyo tonelaje anual producido actualmente iguala casi el de los cultivos número 2 y número 3 combinados (trigo y maíz), otros cultivos de indudables origen neoguineano son el grupo de bananas llamadas Australimusa, el nogal Canarium indicum, y el taro gigante de los pantanos, así como varios tallos de hierbas comestibles, raíces y otras verduras. Sin embargo, resulta que la biota de Nueva Guinea padeció tres graves limitaciones:

En primer lugar, ningún cultivo cerealista fue aclimatado en Nueva Guinea, mientras que varios fueron aclimatados en el Creciente Fértil, en el Sahel y en China, ninguna de las 56 gramíneas silvestres con semillas de mayor tamaño es autóctona de Nueva Guinea.

En segundo lugar, la fauna de Nueva guinea no incluía ninguna especie de grandes mamíferos domesticables.

Finalmente, en otros tiempos, los tubérculos disponibles en Nueva Guinea eral limitados también en cuanto a calorías , así como en cuanto a proteínas, porque no crecen bien en grandes altitudes, donde muchos neoguineanos viven actualmente, hace siglos, un nuevo tubérculo de origen sudamericano en última instancia, la batata, llegó a Nueva Guinea, probablemente a través de Filipinas, donde había sido introducido por los españoles, el resultado fue una explosión demográfica en las tierras altas, es decir, aun cuando la gente practicaba la agricultura en las tierras altas de Nueva Guinea desde muchos miles de años, los cultivos locales disponibles les habían limitado la densidad de población que podían alcanzar y las altitudes que podían ocupar.

Los cultivos fundadores del Este de Estados Unidos estuvieron compuestos por cuatro plantas aclimatadas en el periodo comprendido entre el 2.500 a.n.e. y el 1.500 a. n.e., 6 mil años después de la aclimatación de la cebada y el trigo en el Creciente Fértil, una especie local de calabaza proporcionaba pequeños recipientes, además de producir semillas comestibles, los tres fundadores restantes fueron cultivados únicamente por sus semillas comestibles: el girasol, un pariente de la margarita llamada “hierba de los sumideros” y un pariente lejano de la espinaca del género Chenopodium. Estos cultivos fundadores sirvieron únicamente de complementos dietéticos menores, la agricultura no suministró aquí una parte importante de la dieta hasta el periodo comprendido ente el 500 a. C. y el 200 a. n.e., después de que otros tres cultivos de semillas (la “hierba nudosa” del género Polygonum, la “hierba de Mayo” y una variedad de cebada) hubieran comenzado a cultivarse. Lamentablemente, a pesar de su ventaja nutritiva, la mayoría de estos cultivos del Este de Estados Unidos adolecían de grandes desventajas en otros aspectos, la espinaca silvestre del género Chenopodium, la “hierba nudos”, la cebadilla, y la “hierba de Mayo” tenían semillas muy pequeñas (la décima parte de las de trigo o de cebada común), peor aún, la “hierba de los sumideros” es un pariente polinizado por el viento de la planta causante de la fiebre del heno, el polen de la “hierba de los sumideros” puede causar fiebre en aquellos lugares donde la planta crece en macizos demasiado abundantes, si esto no es suficiente para acabar con el entusiasmo, añadamos que desprende un fuerte olor que resulta desagradable para algunas personas, y que el contacto con ella puede irritar la piel.

Los cultivos mexicanos comenzaron a llegar al Este de Estados Unidos por rutas comerciales en torno al año 1, el maíz llegó en el 200, finalmente, hacia el 900, apareció una nueva variedad de maíz adaptada a los cortos veranos de América del Norte, y la llegada de las judías hacia el 1.100 completó la trinidad de cultivos de México formada por el maíz, los fríjoles y las calabazas. En algunas zonas, las plantas domesticas locales originarias se conservaron junto con la mucho mayor productividad mexicana, pero en otras zonas, la trinidad mexicana las sustituyó totalmente, ningún europeo pudo ver nunca la “hierba de los sumideros” creciendo en los huertos indios, porque había desaparecido como cultivo en los huertos indios poco antes de comenzar la colonización europea de América, de todos aquellos cultivos del Este de Estados Unidos solo dos (el girasol y la calabaza del este) han podido competir y continúan cultivándose en nuestros días. Los indígenas americanos del Este de Estados Unidos no aclimataron ninguna leguminosa disponible en la zona, ningún cultivo de fibra, ningún fruto ni ningún árbol productor de nueces, no tenían animales domesticados, a excepción del perro, que probablemente fue domesticado en otros lugares de América.

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