Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 13 de mayo de 2010

El amanecer Neolítico








La transición que se produjo en el Oriente Medio de las culturas de cazadores-recolectores a las de agricultores es más visible en el levante y Palestina. Los primeros lugares empleados como habitáculo en esta zona fueron cavernas y zonas de trabajo provisionales a la intemperie, después de la última glaciación se hicieron habituales los asentamientos de carácter más permanente, tal y como demuestran los restos del periodo Kebaran, en Palestina (10.000-11.000 a.n.e.). Los miembros de la cultura kebaran cazaban también animales salvajes y muy a menudo dedicaban sus afanes a especies muy concretas, por ejemplo, casi tres cuartos de los huesos encontrados en Nahal Oven, en el monte Carmelo, pertenecen a gacelas, mientras que en Madi Madamagh, cerca de Petra, más del ochenta por ciento son de cabra salvaje.

La presencia de piedras de moler muestra, sin embargo, que las plantas y los cereales constituían una parte esencial de la dieta, los granos de cereal poseen muchas propiedades nutritivas pero están recubiertos por una cáscara indigerible. Para hacerlos comestibles, la cáscara se separa tostando los granos antes de cocerlos con agua a fuego lento para hacer una especie de papilla, o bien los granos se molían para hacer harina que se mezclaba entonces con agua y se cocía a elevada temperatura. Es probable que las hoces, hechas de varias hojas de silex encajadas en un mango de madera o de hueso, fueran empleadas para segar cereales silvestres, aunque teniendo en cuenta que al cortar los tallos silvestres podían derramarse los granos, parece que sería más eficaz, en este caso, la recolección a mano de granos maduros.

Para los arqueólogos, la cultura natufiense, antes citada, encierra un interés especial, ya que pudo ser en esta época cuando la población empezó a establecerse en aldeas. Los natufienses seguían una dieta rica en carne y vegetales, como atestiguan los numerosos morteros y piedras de moler hallados en los yacimientos, y las hojas de hoz de silex provistas de numerosos dientes, que sin duda alguna usaban para cosechar cereales silvestres. Por cierto, el aprovechamiento de sus semillas no resultaba sencillo, cuando maduran los granos en la cabeza o espiga de una planta silvestre, ésta se abre y las semillas caen al suelo, algo similar sucede con el guisante salvaje, tras abrirse su vaina, las semillas se dispersan, esto supone un incordio en principio insalvable para el agricultor: la cantidad de semillas que un individuo puede recolectar en una estación, antes de que queden aplastadas o podridas, se las lleven las hormigas y las coman los pájaros, es pequeña. Sin duda alguna, nuestros antepasados pasaron por un largo periodo de aprendizaje, basado en el ensayo y el error, durante el cual la agricultura fue una ocupación parcial, poco a poco, aprendieron a cultivar plantas silvestres fuera de sus hábitats naturales, para después atacar su domesticación, es decir, inducir cambios genéticos que afectasen a sus mecanismos de dispersión y fertilización.

Las evidencias más antiguas de prácticas agrícolas han aparecido en los yacimientos Sirios de Tell Abu Hureyra. En sus estratos más profundos, que datan del 9.000 a.n.e., los arqueólogos han encontrado indicios suficientes para suponer que la región fue ocupada por asentamientos semipermanentes de cazadores-recolectores, abatían toros salvajes, ovejas, onagros (un tipo de asno salvaje) y gacelas, preferentemente jóvenes, además, cosechaban cereales como parte de su estrategia de subsistencia: consumían no menos de 157 especies de vegetales que nunca llegaron a cultivar. Al estudiar los esqueletos humanos hallados en este yacimiento sirio, los paleopatólogos se encontraron con que presentaban unas alteraciones óseas características. Por ejemplo, el deterioro de las articulaciones de los dedos de los pies, los tobillos y las rodillas sugiere que pasaban muchas horas arrodillados con los dedos de los pies doblados debajo, y el gran desgaste de los hombros y la parte superior de los brazos revela que trabajaron intensamente la musculatura de las extremidades superiores, por último, aparecen lesiones en la parte inferior de la columna vertebral que fueron causadas por el balanceo del tronco hacia delante y atrás, la única actividad capaz de provocar este cúmulo de alteraciones óseas es el uso continuado de las piedras de moler para elaborar harinas.

La huellas de actividad humana desaparecen de Tell Abu Hureyra hacia el 9.500 a.n.e. lo que impide saber qué ocurrió en los siglos posteriores, no obstante los restos arqueológicos vuelven a prodigarse a partir de 9.000 a.n.e., en esta ocasión los investigadores se topan con una gran población de agricultores que cultivan cebada, trigo, centeno, garbanzos, lentejas y otras especies vegetales, las patologías óseas vuelven a indicar que dedicaban gran parte de su tiempo a moler grano, no obstante, a caza seguía siendo una actividad habitual. Hacia el año 7.600 a.n.e., una enorme aldea fue erigida sobre el asentamiento anterior, sus habitantes cazaban gacelas de forma intensiva pero, hacia el año 6.500 a.n.e., cambiaron la actividad cinegética por la cría de ovejas y cabras domésticas, las hembras caprinas eran cebadas hasta la edad adulta con fines reproductivos mientras los machos se sacrificaban cuando tenían dos años, para aprovechar su carne.

Como en el caso de las plantas, el proceso de domesticación afectó a los animales, permitiendo a los arqueozoólogos distinguir las variedades domésticas de las salvajes por las diferencias que aparecen en los huesos entre unas generaciones y otras. Otros indicios de la domesticación los constituyen la presencia de animales fuera de su hábitat natural, las diferencias de tamaño, los cambios en la composición de las manadas y en la proporción entre las diferentes especies.

Los huesos de los animales hallados en los asentamientos de la cultura de Natufia pertenecen sobre todo a especies salvajes, sin embargo, en Ain Mallaha los arqueólogos midieron un grupo de huesos de menor tamaño que los del lobo actual y que con toda probabilidad pertenecían al “mejor amigo del hombre”, y el más antiguo, es decir, al perro doméstico: en Ain Mallaha se encontró el cuerpo de una anciana enterrado con un cachorro de 3 a 5 meses que data del mismo periodo, aproximadamente de 10.000 a.n.e., aunque es imposible afirmar si el esqueleto es el de un lobo o el de un perro, es evidente que el animal gozaba de una relación privilegiada con la mujer.

Los perros “provienen” de dos grandes especies, del Canis aureus o chacal, y del Canis lupus, el lobo, la asociación entre seres humanos y estos animales se inició de una forma involuntaria, a sea, que ninguno de los dos bandos lo planificó de antemano, probablemente los chacales seguirían a los grupos humanos nómadas en sus desplazamientos y rondarían sus campamentos en busca de comida fácil, muchos perros en la actualidad lo siguen haciendo en diversos lugares del mundo. Mientras se limitaran a la “basura”, la relación entre ambas especies sería respetuosa, además de beneficiosa para todos, los proto-perros avisarían de otros peligros mientras estuvieran cerca, puede que posteriormente existiera también una colaboración en la caza, los proto-perros seguirían a los cazadores para aprovecharse de carne que probablemente por sí solos no podían cazar.

Fueron los antepasados de los perros actuales quienes encontraron un nicho ecológico merodeando los campamentos humanos, el oportunismo les salvaba del hambre en muchas ocasiones, les iba mejor en las afueras y en el interior de los asentamientos humanos. El medio ambiente alrededor de estos campamentos seleccionó la mansedumbre, un “perro” temeroso y desconfiado no conseguiría un bocado junto al campamento humano, un ejemplar agresivo tampoco, ahora bien, uno manso pero valiente para atreverse a acercarse sí conseguiría algo, puede que los primeros “perros” fuesen simplemente individuos oportunistas. A los mas mansos se las permitiría su merodeo, no sería así con los mas agresivos, seguramente un “perro” que se acercara a un campamento y agrediera a un niño pequeño era un problema que habría que resolver, probablemente matando a ese animal, pero si se tratara de un animal manso se le permitiría la compañía y seguramente se le proporcionaba sobras, ¿quién domesticó a quién?

La mayoría de los perros actuales tienen más de chacal que de lobo, probablemente los humanos ya conocían muy bien a los chacales cuando llegaron a toparse con los primeros lobos. El inicio de esta relación con los lobos no tuvo que ser fácil, como carnívoro que es, el lobo posee garras, colmillos y un potencial agresivo nada desdeñable, por no hablar de su organización en manada y su caza en grupo, aun así, también posee características muy similares a los seres humanos que han hecho posible su convivencia: su inteligencia, su organización social, y su apego emocional. El lobo, a diferencia del chacal, del zorro, y de otras especies, posee una marcada conducta social, como los humanos, el gregarismo jerárquico es básico para su subsistencia, como para la nuestra, ese es el punto clave por el cual un carnívoro de tales características se hizo amigo del hombre.

Los restos de perro doméstico más antiguos conocidos están en Oberkassel y Türingen (Alemania), datan de hace unos 12.000 años, todo parece indicar que el lobo fue el primer animal en ser domesticado, aunque siempre tenemos que tener presente que esta afirmación depende de los restos encontrados hasta la fecha. Un cambio que se produjo en el perro respecto al lobo fue el ladrido, el lobo raramente ladra, el ladrido es una forma de comunicación de los perros que surgió al domesticarse, el ladrido también fue un cambio, una mezcla de sonidos adultos y juveniles. A medida que los “perros” dóciles criaban, pasaban los genes de mansedumbre a las siguientes generaciones, demás de otras características juveniles.

Aunque los científicos dudan sobre cómo y cuándo nació el primer perro, dos recientes estudios arrojan algo de luz sobre el misterio, tras analizar ADN de canes americanos precolombinos se ha concluido que los lobos comenzaron a convertirse en perros exclusivamente en Eurasia y que llegaron a América acompañando a los humanos que cruzaron el estrecho de Bering. El otro estudio indica que, de haber existido una sola familia originaria de lobos, el primer perro habría visto la luz hace aproximadamente 40.000 años, tanto el perro como el lobo proceden del Tomarctus, un ancestro común a todos ellos que vivió hace 19 millones de años.

El perro es un buen ejemplo de animal doméstico, pues no hubiera existido sin la intervención humana, una evolución lenta lo ha ido diferenciando de la especie salvaje. En cualquier caso, la retención de grupos de animales salvajes llevó inevitablemente a la domesticación, proceso por el cual el hombre modificó la genética y lo que algunos hoy denominan cultura de ciertas especies de mamíferos y aves. En el suroeste de Asia, las ovejas montesas y los bezoares salvajes entraron en el corral para acabar siendo dóciles ovejas y cabras, respectivamente, y en el altiplano andino, los guanacos se convirtieron en las llamas y alpacas que sustentaron a las civilizaciones del Nuevo Mundo.

Hoy, los arqueólogos se aprovechan de los avances en biología molecular y en la espectrometría de masas con aceleradores para seguir el rastro de los hombres del Neolítico. De este modo han podido saber que la ganadería y la agricultura surgieron de forma independiente en no menos de siete puntos del planeta que se encuentran en Oriente Próximo, Asia Oriental, el Sáhara y Mesoamérica. Las modernas técnicas de análisis genético permiten conocer el momento y lugar en que una planta fue aclimatada o un animal fue introducido por primera vez en el redil, aún se ha determinado que los más de 700 millones de cabras repartidos hoy por el mundo proceden de tres parientes lejanos que fueron domesticados en diferentes lugares y épocas durante la Prehistoria: el análisis de ADN mitocondrial ha revelado que la primera cabra se domesticó en el creciente fértil, hace unos 10.000 años.

Este mismo material genético, pero esta vez aislado de caballos modernos y huesos de sus antepasados que vivieron en Alaska y Norte de Europa, hace 12.000 y 10.000 años, respectivamente, indica que el caballo se domó en regiones geográficamente muy distintas, hasta ahora, las evidencias fósiles apuntaban que este équido fue domesticado en Ucrania y Kazaquistan, hace 6.000 años. El ADN también ha permitido saber que el ganado vacuno que pasta en toda Europa no procede del Uro que vivía en el Viejo Continente sino que fue traído por pastores que migraron del sureste asiático.

Las culturas de las montañas de Zagros y de sus estribaciones son mucho menos conocidas que la de Natufia aunque se han llevado a cabo investigaciones en unos cuantos yacimientos, en Zawi Chemi, un asentamiento a la intemperie en el N.E. de Iraq, que data del 10.000 a.n.e., aproximadamente, sugiere que sus habitantes usaban piedras de moler y vivían en cabañas circulares. Un hallazgo intrigante procedente de Zani Chemi lo constituye una pila de huesos formada por cráneos de quince cabras y los huesos de unas diecisiete aves de rapiña, la mayoría águilas de mar de cola blanca, la mayor parte de los huesos de ave proceden de las alas, algunas de las cuales conservaban aún intacta su forma, las marcas que aparecen en los huesos indican que las alas fueron cortadas lo que hace pensar en algún tipo de ritual que incluía disfraces de plumas de ave y cráneos de cabra.

En el levante, el periodo que sigue a la cultura Natufia es conocido como Protoneolítico o Neolítico precerámico A. Los restos más significativos de este periodo se hallaron en Jericó, en el valle del Jordán, en torno al año 9.000 a.n.e. floreció un asentamiento en las cercanías de las abundantes fuentes de agua. También se han hallado pruebas de la existencia de plantas cultivadas en el Jericó protoneolítico, los huesos de animal encontrados en este Jericó pertenecen sobre todo a especies salvajes, además, la proporción entre el gran número de gacelas y la pequeña cantidad de cabras y ovejas es la misma que en el periodo anterior, cuando se practicaba la caza. No se conoce a ciencia cierta cual constituía la fuente de riqueza de Jericó, podía provenir del cultivo de cereales, usando el agua de los abundantes manantiales, o del comercio con sal y con betún del Mar Muerto, o quizá de su posición como centro de distribución en el área circundante.

En el periodo Neolítico acerámico (conocido también como Neolítico precerámico B y C en el Levante) que comienza hacia el 8.500 a.n.e., aumentaron el número y el tamaño de los asentamientos que se extendieron por todo el territorio. En los estratos más antiguos de las excavaciones y en los campamentos provisionales de los cazadores eran todavía bastante comunes las cabañas circulares, sin embargo, se observa una tendencia a construir estructuras rectangulares más complejas en el pequeño asentamiento de Beidha, cerca de Petra. Una habitación contenía cuentas de hueso, de piedra y de conchas, dentro de otra había astas para ser trabajadas y otra parece haber pertenecido a un carnicero.

Los métodos de enterramientos de los muertos en el Neolítico acerámico muestran diferencias a lo largo y ancho de la región, a menudo se enterraban los cuerpos sin cabeza, bajo los suelos de las casas, y los cráneos se depositaban agrupados en otros lugares, el enterramiento separado de cráneo era también practicado en el Periodo Protoneolítico. Este modo de culto se interpreta como una forma de veneración en la que los ancestros muertos ejercían, de acuerdo con sus creencias, una influencia poderosa sobre sus descendientes y debían ser apaciguados por medio de plegarias y sacrificios. En Chayonu se han identificado tres edificios que guardan relación con este ritual, uno pudo usarse para sacrificios y otro contiene numerosos cráneos humanos así como varias cabezas de toro.

Mucho antes del Neolítico se practicaba ya el comercio, o al menos la importación de bienes. Las pruebas de la existencia de un comercio de larga distancia durante el Neolítico acerámico se deducen con mayor claridad del empleo de la obsidiana un tipo de cristal de origen volcánico usado para fabricar útiles cortantes, la obsidiana sustituyó al silex y a los pedernales tradicionales, de uso común en la fabricación de utensilios. Los análisis científicos han descubierto extensas redes comerciales la mayor parte de la que se usaba en la época más primitiva del Oriente Medio provenía de la meseta de Anatolia, en Turquía Central y Occidental. También se ha encontrado en zonas alejadas de sus lugares de procedencia conchas, piedras semipreciosas, cobre y betún, existía con toda probabilidad comercio de otros bienes, como la sal, tejidos, pieles y otros productos vegetales o animales, pero no se han conservado resto del mismo.

Los objetos conservados incluyen hoces con mango de madera, así como fragmentos de gruesas esteras hechas de haces de cañas o hierbas atadas con cordeles, cestas fabricadas con rollos de cuerda trenzada, recubiertas con betún y cientos de fragmentos de cuerda, desde bramantes finos hasta sogas con un grosor de 10 cm, también se han encontrado cestas y recipientes, están hechos de un material blanco, una mezcla de argamasa de cal y de cenizas, muy usada en algunas zonas del Levante, la arcilla se utilizaba más en la fabricación de estatuillas que en la de recipientes. La fabricación de la argamasa de cal, usada en las vasijas de loza blanca y en los delgados suelos de las casas del Neolítico acerámico era un proceso que requería una habilidad técnica considerable, eran precisos una gran cantidad de trabajo y de combustible, así como un horno capaz de alcanzar elevadas temperaturas, de 850 grados centígrados durante varios días, al término de los cuales se dejaba enfriar lentamente y producía cal viva (CaO), se mezclaba entonces con agua, y resultaba cal apagada (Ca(OH)2), que se fraguaba en contacto con el dióxido de carbono, se manufacturaba a gran escala. Un edificio de Chayonu necesitaba alrededor de 1,6 toneladas de argamasa.

En Chayonu, que dista tan sólo veinte kilómetros de las ricas minas de cobre de Ergani Maden, los arqueólogos han descubierto más de cien cuentas, alfileres y útiles de cobre procedentes de los estratos más antiguos del yacimiento. Se piensa que estos objetos se hicieron a partir de cobre en estado natural y no de metal fundido de cobre. El uso temprano del metal, las obras públicas, la especialización artesana, el comercio de larga distancia y la creciente importancia de la religión son muestras de que las comunidades del Neolítico acerámico habían dado grandes pasos en el camino de la civilización.

La información que poseemos sobre animales y su domesticación procede básicamente de tres fuentes, los huesos desenterrados en las excavaciones arqueológicas, las representaciones pictóricas, y la investigación genética, con la escritura aparecen otras referencias en textos. El estudio de los huesos de los animales no sólo indica la especie, sino el sexo y la edad de los animales y, en ocasiones, las enfermedades que padeció. Con ello podemos establecer la siguiente lista de domesticación de especies:

ESPECIE ANTEPASADO REGION FECHA

Perro Lobo de la India Próximo Oriente 14.000 a.n.e.

Cabra Bezoar Próximo Oriente 8.500 a.n.e.

Oveja Muflón asiático Próximo Oriente 8.500 a.n.e.

Cerdo Jabalí Próximo Oriente 7.500 a.n.e.

Vacuno Uro Asiático Próximo Oriente 7.000 a.n.e.

Gato Gato montés Próximo Oriente 7.000 a.n.e.

Gallina Gallo Silvestre Sureste Asiático 6.000 a.n.e.

Llama Guanaco Andes 5.000 a.n.e.

Asno Onagro Próximo Oriente 4.000 a.n.e.

Caballo Tarpán Estepa Meridional 4.000 a.n.e.

Camello Camello Salvaje Arabia Meridional? 3.000 a.n.e.

Sur de Asia Central? 3.000 a.n.e.

Dromedario Dromedario Salvaje África 3.000 a.n.e.

Conejillo Ind Cavia Perú 2.000 a.n.e.

Conejo Conejo Salvaje Península Ibérica 1.000 a.n.e.

Pato Pato Salvaje Próximo Oriente 1.000 a.n.e.

Pavo Pavo Salvaje Centroamérica 500 a.n.e.


Siempre se pensó que el cerdo fue domesticado hace 9000 años en la región de la actual Turquía y posteriormente algunos estudios filogenéticos identificaron una segunda "rama" en China. Recientemente, se han identificado otros cinco lugares donde también se produjo la domesticación del cerdo: Italia, Europa central, India, Sureste asiático y Papua Nueva Guinea.

Debido a la movilidad relativamente baja de las especies porcinas salvajes, los estudios filogenéticos son útiles para relacionar los cerdos actuales con su localización ancestral. Un grupo de investigadores analizó secuencias de ADN mitocondrial de 700 cerdos salvajes y domésticos, y concluyó que la domesticación se produjo de forma "natural" en distintos asentamientos humanos. En el siguiente mapa se muestran las distintas regiones donde se produjo la domesticación del cerdo.

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