Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 29 de abril de 2010

Chamanes en las cuevas







En las cuevas, las formas y las características de las paredes han influido frecuentemente en la ubicación, el espacio y la postura de los animales representados, pero esto no ha sido siempre así, debemos mencionar otras cuatro particularidades muy significativas en las imágenes paleolíticas. En primer lugar, numerosas representaciones parecen flotar en la superficie de la roca independientemente de la forma de ésta y de los relieves. En segundo lugar, las imágenes de animales no se encuentran nunca en relación con su entorno natural, no forman parte de un paisaje, con sus relieves, sus plantas, sus árboles, sus colinas o sus ríos: sólo importan los animales y no el mundo exterior. En tercer lugar, grabados y pinturas de animales fueron realizados sin el menor respeto a sus respectivas proporciones, los mamuts pueden ser más pequeños que los caballos o los ciervos. Por último, en la mayoría de los casos, los animales se muestran independientes unos de otros. Tomemos el caso de los caballos y los bisontes: si están frecuentemente representados juntos no es porque se encuentren así en la naturaleza, las razones de estas asociaciones son otras y no tienen nada que ver con la realidad.

Estas características son típicas de las alucinaciones del tercer estadio del trance, durante este estadio aparecen imágenes mentales sin contexto y con tamaños diferentes, así en las cuevas flotan sobre los techos y los muros que envolvían al artista, mas bien se trataban de visiones que se iban a buscar en el mundo subterráneo de los espíritus, por su poder sobrenatural y con mediación del chamanismo. El carácter visionario de las imágenes tiene una gran importancia por todo lo que implica, la manera como muchas imágenes fueron realizadas e insinuadas a partir de las superficies rocosas sugiere que los “artistas” recrearon sus visiones y las fijaron sobre la pared, considerada como la membrana que éstas tenían que traspasar para materializarse.

Esta materialización pudo tener lugar en el transcurso de un estado de conciencia alterada, cuando el chamán se esforzaba por tocar y concretizar las imágenes que flotaban delante suyo sobre las paredes. Otras veces, sin duda la mayoría, la materialización de las visiones se realizó después de haber salido del trance, los chamanes se sirvieron entonces de trazos grabados y pintados para suscitar y reencontrar sus visiones. Este argumento no podrá aplicarse siempre a todas las pinturas y grabados, muchos de ellos fueron realizados por un cierto número de personas que colaboraron en su materialización, estas imágenes probablemente tuvieron funciones y papeles diferentes a los de las visiones más simples y de menor envergadura.

Hasta ahora hemos hablado casi exclusivamente de imágenes animales, pero existen figuras que pertenecen a otra clase de representaciones, es posible reinterpretar radicalmente tres de ellas desde la óptica de una explicación chamánica. Primero, muchos pretendidos “signos” del arte paleolítico se parecen a las percepciones mentales geométricas del estadio primero del trance: puntuaciones, zig-zag, parrillas, líneas onduladas y, menos frecuentemente, curvas paralelas. Estos “signos” probablemente se tratan de las visiones geométricas de la fase primera del trance que han sido transcritas. Sin embargo, algunos motivos del Paleolítico Superior, generalmente clasificados como “signos”, no parecen derivar de percepciones mentales geométricas, mencionemos en particular los que tienen forma de proyectiles y los que se denominan tectiformes y claviformes.

En segundo lugar las imágenes que parecen representar criaturas medio humanas y medio animales, si bien comparativamente escasas, estaban sin lugar a dudas cargadas de sentido en el Paleolítico Superior. El contexto general chamánico de este arte sugiere que se podría tratar de imágenes de chamanes parcialmente transformados en animales en el transcurso de alucinaciones del tercer estadio del trance. Podría ser también la representación del Señor de lo Animales, fuera o no un dios. En ambos casos, las imágenes de personajes transformados que claramente forman parte de un sistema de creencias chamánicas, pertenecen al tercer estadio alucinatorio y al estrato inferior del cosmos chamánico.

El tercer tipo de imagen que merece nuestra atención podría de hecho no ser propiamente una imagen: las huellas de manos fueron representadas poniendo la mano (incluyendo las de niños en adiestramiento), y a veces, todo el antebrazo contra la pared de la roca y después soplando la pintura sobre la mano y su contorno. Una explicación tiene que ver con las observaciones ya hechas sobre el significado de las paredes, lo que consideraríamos verdaderamente importante era el acto de cubrir la mano y las superficies inmediatamente adyacentes con pintura haciéndola desaparecer detrás de lo que sería probablemente una sustancia ritualmente preparada, “cargada de poder”, así lo que más importa no eran las huellas dejadas en la pared, sino el instante en que las manos se hacían “invisibles”. Las manos positivas, es decir manos directamente bañadas en pigmento y aplicadas sobre la pared, habrían tenido un significado similar.

Algunas manos “mutiladas” fueron realizadas doblando los dedos antes de soplar el pigmento, no es imposible, tampoco, que la amputación de falanges haya formado parte de ritos de iniciación chamánica, este tipo de mutilación existe en varias partes del mundo, cada huella de mano podría, si éste fuera el caso, testimoniar no solo un único rito, sino también toda una secuencia de ritos chamánicos específicos. Esta interpretación ayuda a comprender las manchas y otras marcas pintadas en las paredes de algunas cuevas, los prehistóricos no las “pintaban”, sino que lo que hacían era depositar una sustancia espiritual cargada de poder sobre superficies situadas en lo más profundo del mundo inferior, así marcas “despreciables y sin relevancia” tendrían en realidad un enorme impacto visual y emocional para los humanos paleolíticos que las realizaron y para los que las vieron.

Cada cueva paleolítica es única. En efecto, la manera en que cada cueva fue utilizada y dibujada es el resultado único de la interacción de cuatro elementos:

- La topografía de la cueva, de sus corredores y de sus salas.

- El funcionamiento universal del sistema nervioso humano y sus reacciones a los estados de conciencia alterada.

- Las condiciones sociales, las cosmologías y creencias religiosas a lo largo de los diferentes periodos de utilización de los yacimientos.

- Finalmente, el catalizador: cómo determinados individuos y grupos exploraron todos estos elementos y los manipularon en su provecho

La topografía de la cueva, el primer y más estático de los cuatro elementos interactivos, ofrece un marco que presenta ciertas posibilidades y excluye otras. Las imágenes exteriores no se diferencian radicalmente de las de las cuevas profundas. Es posible que algunos yacimientos al aire libre hayan sido, de una manera u otra, comunitarios, y que numerosas personas, quizás el grupo entero, se hayan concentrado en ellos, así, han podido desarrollarse cerca de esas imágenes exteriores cargadas de poder y en cierta manera bajo su protección, rituales chamánicos. Independientemente de que las imágenes de los yacimientos exteriores fueran realizadas en el transcurso de ritos comunitarios o no, sería posible que personas corrientes ayudaran a los chamanes y los animasen en sus empresas.

Cuando las cuevas fueron utilizadas en alternancia o en sustitución de los yacimientos exteriores se produjo un hecho de gran importancia, las actividades chamánicas, bajo sus múltiples formas y sus diversos niveles, probablemente fueron separadas y asignadas a zonas diferentes, lo que llamamos “salas con arte” sería una de las partes de este conjunto. Parece seguro que la realización de las ricas imágenes de alguna de estas salas implicase la participación de numerosas personas, pues era necesario reunirse para preparar las sustancias esenciales para la elaboración de grandes cantidades de pintura. Parece seguro que estas salas hayan podido ser utilizadas como una de las primeras etapas importantes del viaje chamánico hacia el mundo subterráneo, las danzas, los cantos y las otras actividades que se desarrollaban en presencia de estas imágenes preparaban el espíritu de múltiples formas.

Los que dirigían la ceremonia y los que materializaban las imágenes constituían seguramente una “élite”, el acceso al arte no era utilizado de la misma forma por todos los miembros de la comunidad. Las relaciones de poder no eran ajenas a este proceso, porque estas salas servían también para canalizar las visiones y reducir las posibles novedades dentro de las experiencias alucinatorias, estas grandes salas reforzaban la unidad de las visiones y consolidaban el poder establecido.

Los corredores que parten de las salas con arte o directamente de la entrada contienen también imágenes, dispersas o en paneles, parece que tenían un papel simbólico, es decir, que lo que contaba no era su visibilidad sino su existencia. Algunas partes de las cuevas no contienen arte a lo largo de grandes distancias y tampoco se encuentra en ellas ninguna evidencia de actividad humana, sin embargo, sería un error deducir que estas partes no significaban nada para los paleolíticos.

Frecuentemente, en todos los periodos se encuentran camarines con arte que se localizan en corredores sin arte o en sus extremos. Parece probable que algunos camarines profundos con figuras hechas rápidamente fuesen lugares donde se buscaban visiones, la privación sensorial inducida por estos espacios restringidos, aprovechando quizás la ingestión de ciertas sustancias, provocaba alucinaciones de animales-espíritu. Los animales-espíritu deseados salían de la roca y se las aparecían, quizás después de haber salido de un trance profundo, en el transcurso del cual les era imposible dibujar, habrían podido examinar la superficie de la roca para encontrar los testimonios de sus visiones y luego, pintando o grabando algunos trazos, recrearlas, incluso a veces, para hacer resurgir las visiones era suficiente con algunas líneas, siempre y cuando se utilizaran correctamente los juegos de sombras y luz.

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