







Estudios recientes han demostrado hasta qué punto los detalles mencionados pueden cambiar nuestra comprensión de las imágenes. En lugar de ver un “bisonte”, el magdaleniense veía un “bisonte hembra joven en actitud de espera”, o un “viejo macho en posición de ataque”, y esto lo cambia todo. Para quienes viven en estrecho contacto con la naturaleza, cada parámetro concurre para crear una realidad diferente. Cambiar u omitir uno de estos parámetros significa modificar el conjunto.
Con semejante proximidad de la fauna se podría esperar encontrar en las cuevas una multitud de escenas de la vida salvaje. Sin embargo, éste no es el caso, aunque las escenas determinables, poniendo en juego dos animales o más, son sin duda más numerosas que lo que se ha dicho. Se conocen escenas maternales, de enfrentamientos, humanos en dificultades, ciervos atravesando un río, leones cazando, o un león atrapando un caballo. Sin embargo las escenas son pocas y algunos temas faltan en el repertorio, tales como las manadas o las cópulas (con la posible excepción de un caballo cubriendo a una yegua).
No conocemos detalles de los mitos, de los ritos, de las prácticas culturales de estas gentes desde hace tiempo desaparecidos. A pesar de todo, la persistencia en hacernos preguntas y en investigar sobre el “sentido” del arte se explica por la luz que puede arrojarnos y lo mucho que ha de permitirnos avanzar en el terreno de las formas de pensamiento y de vida de los pueblos de la época de las glaciaciones.
Repasemos las principales teorías sobre el significado del arte parietal: El arte por el arte, el totemismo, las magias de caza, de destrucción y de fecundidad, las teorías estructuralistas y, por último, el chamanismo. El arte parietal presenta una ventaja sobre otros testimonios arqueológicos, ya que se encuentra en el lugar donde fue realizado, a diferencia de los objetos que han podido ser (y lo han sido frecuentemente) desplazados, de manera que han llegado hasta nosotros en posición secundaria. El estudio de los temas y de las múltiples formas como han sido tratados ha servido de soporte a las hipótesis interpretativas. Las distintas especies animales representadas, sus proporciones reciprocas, sus asociaciones, sus dimensiones, o su sexo, incluso las técnicas escogidas, todos estos elementos han jugado su papel en la comprensión de este arte.
Después del descubrimiento del arte parietal y su reconocimiento a principios del siglo XX, el arte por el arte fue abandonado como teoría explicativa. Efectivamente, estas ideas no podían explicar las pinturas y los grabados situados en galerías profundas, lejos de los habitats, era necesario encontrar otras motivaciones mas allá de la simple ornamentación o diversión fortuita, las nuevas teorías fueron el totemismo y sobre todo la magia de caza.
Totemismo implica una correlación estrecha y privilegiada entre un grupo humano y una especie animal o vegetal particular. Según esto, cada grupo humano estaría caracterizado por un tótem al cual veneraría. Las críticas a esta explicación del arte prehistórico han señalado que algunos animales aparecen atacados con armas arrojadizas, lo cual es incompatible con el respeto que merece un tótem. Si las imágenes fueran emblemas de clan se esperaría encontrar en cada una de las cuevas un arte homogéneo, centrado sobre un animal en particular (la cueva de la cabra salvaje, la del león, la del reno,..), en lugar de la mezcla de especies que se halla en cada yacimiento. Además, ¿por qué los totems serían tan poco diversificados, poniendo en escena siempre a los mismos animales, cuando la fauna disponible, por no hablar de la flora, ofrece amplísimas posibilidades?
Las bases de la teoría conocida como la “Magia de caza” cristalizaron en una especie de dogma que se mantuvo hasta finales de los cincuenta, esta nueva forma de interpretar este arte se basó en dos fundamentos principales: El arte mágico tendría un valor práctico, ya que contribuía a la supervivencia, 2el arte paleolítico era utilitario”. La propia cueva constituía el segundo soporte a la hipótesis mágica, si los prehistóricos se desplazaban tan lejos bajo tierra para dibujar en lugares recónditos, no podía ser más que por una cuestión mágica. Las prácticas mágicas tenían tres objetivos principales: caza, fertilidad y destrucción. La magia de la caza tenía como finalidad permitir una cacería satisfactoria gracias a la apropiación de la imagen del animal a derribar y, de esta manera, de la propia bestia. La magia de destrucción estaba destinada a aquellos animales que serían peligrosos para el hombre (felinos, osos). Mediante la magia de fertilidad se ayudaba a la multiplicación de las especies útiles, representando a animales de sexo opuesto en escenas de precópula o a hembras grávidas.
Las críticas a esta teoría han sido diversas: si la magia simpatética había sido el motivo esencial del arte paleolítico se podría esperar encontrar una mayoría de animales “hechizados”, señalados con proyectiles, o con heridas, hembras preñadas, escenas sexuales explícitas, así una equivalencia entre la fauna documentada durante las excavaciones de los habitats y las representaciones de los animales, pero el “marco culinario”, es decir, los animales cazados, no representa ninguna correlación con el “marco figurado”. Además, numerosos elementos tampoco encuentran su lugar en la explicación de la magia, sea de caza, de fecundidad o de destrucción, ¿cómo explicar dentro de este marco las manos, las figuras humanas aisladas y caricaturizadas, y sobre todo las figuras compuestas, una especie de monstruos que no existen en la naturaleza?
Esta teoría de magia simpatética no ha desaparecido sin dejar huella. En primer lugar, existen animales marcados por proyectiles, aunque sea cierto que no se les encuentra frecuentemente, en algunas cuevas representan un cuarto o más del bestiario, igualmente, dentro del mismo orden de ideas, tenemos que referirnos a los animales que han sufrido golpes o han sido en parte o en su totalidad borrados. El acento puesto sobre la localización de las figuras en lugares apartados, su falta de visibilidad, la utilización de relieves naturales de las paredes y la superposiciones frecuentes, van en el sentido de dar valor preponderante a la acción de pintar o de grabar y a la importancia intrínseca de cada dibujo.
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