Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

martes, 27 de abril de 2010

Teorías Estructuralista y Chamánica








Las teorías estructuralistas de explicación del arte paleolítico comenzaron en los años cuarenta: los animales y los signos, a los que se atribuye un valor simbólico principal (generalmente de tipo sexual), no tenían una repartición aleatoria ni respecto a su ubicación ni respecto a la relación de unos con otros, los signos se combinaban con el bestiario y con las particularidades topográficas y constituían asociaciones complejas (en el ámbito del subconsciente). Las críticas de las concepciones estructuralistas han sido muy acaloradas y numerosas, se les reprocha el situarse en un nivel elemental de interpretación y el ir demasiado lejos al atribuir valores sexuales precisos a los animales y los signos. Los estudios críticos mostraron que las bases de la interpretación estructuralista estaban contaminadas de subjetividad, en definitiva, los esquemas propuestos no eran aplicables a muchas cuevas, especialmente a los nuevos descubrimientos, de manera que estas teorías no se han visto confirmadas.

A pesar de su fracaso global como tentativa de interpretación del arte paleolítico en su conjunto la teoría estructuralista ha influenciado profundamente en la investigación y algunos de los conocimientos adquiridos aún siguen vigentes. La importancia, en la elección de la cueva, e incluso en sus posibles significados no se pone en duda. La repartición de los dibujos en función de los relieves y de la topografía ha llegado a ser elementos fundamentales de los estudios modernos. Las especies animales representadas responden a otra lógica que no es la culinaria. Por último, es del todo evidente que algunos animales han sido favorecidos y otros menospreciados en función de criterios culturales, y algunas asociaciones aparecen demasiado frecuentemente para ser fortuitas.

Al menos dos buenas razones permiten suponer que existieron durante esta época ciertas formas de chamanismo. En primer lugar el sistema nervioso humano puede generar estados de conciencia alterada y alucinación, capacidad que se puede remontar hasta muy atrás en el tiempo. No sabemos exactamente lo que experimentan los chimpancés, los babuinos y otros simios, ni los gatos ni los perros. Sin embargo. Estos animales, y también otros, están aparentemente sujetos a verdaderas alucinaciones, no solo cuando se les suministran drogas psicotrópicas, sino también en ciertas circunstancias naturales. La capacidad de alucinar forma parte del sistema nervioso de los mamíferos en general. La segunda razón es la ubicuidad del chamanismo entre las comunidades de cazadores-recolectores, es decir no es el resultado de la difusión de ideas y creencias en el mundo sino una necesidad de racionalizar la tendencia universal del sistema nervioso humano que supone acceder a estados de conciencia alterada.

Son razones para defender que algunas personas durante el Paleolítico Superior, pasaron por los tres estadios que conducen a los estados alucinatorios profundos y que estos estados eran ritualizados e interpretados por los grupos de cazadores-recolectores de forma compatible con su modo de vida. Algunos de estos retos, no todos, implicarían la realización de imágenes sobre las paredes, los techos y los suelos. Igualmente, las otras evidencias de la actividad humana dejadas en las cavernas son tan importantes como las propias imágenes. Algunas de estas evidencias delatan ciertas creencias respecto a las cuevas, y estas creencias nos ayudan a situar las imágenes en el marco general del pensamiento y de la cosmología del Paleolítico Superior.

Paredes, techos y suelos poseen un significado propio, en algunos casos, parece que se haya querido penetrar tras las superficies e ir más allá de las propias paredes. En otros, en cambio, tan solo se contentaron con tocarlas, marcarlas, o depositar en ellas algunos objetos. La concepción de un cosmos chamánico estratificado se adapta muy bien a tales actos, uno de los estadios consiste en un mundo inferior ocupado por los animales-espíritus y otras criaturas espirituales. Parece muy probable que los mismos factores neuropsicológicos universales hayan igualmente conducido a los humanos paleolíticos a creer que existía un mundo subterráneo similar, no sorprende que hubiesen creído que las cuevas conducen a este estrato subterráneo del cosmos. Paredes, techos y suelos no eran más que unas finas membranas que los separaban de las criaturas y de los acontecimientos del mundo inferior. Los que se adentraban en las cuevas las consideraban como lugares temibles de tránsito, que les conducían hacia otro universo. Quizás deberíamos decir que las cuevas constituían propiamente las entrañas de este universo.

Frecuentemente se observa que las representaciones paleolíticas se encuentran situadas en función de un nódulo, de un hueco o de una protuberancia, aparentemente insignificantes algunos de estos accidentes rocosos son tan poco evidentes que se podría pensar que se reconocieron y escogieron por el tacto mas que por la vista, puede que unos dedos que suavemente exploraron la pared descubrieran un relieve y que el espíritu del artista dispuesto a ver un animal, lo reconociera en este relieve, la acción de tocar conducía a la creación de imágenes, era una interacción recíproca entre el creador y los contornos naturales de las superficies de las paredes. Otros tipos de figuras tienen un interés especial porque implican una interacción, no solo entre los artistas y sus producciones, sino también entre las representaciones y sus espectadores. A veces, un detalle de la superficie rocosa será la línea dorsal de un animal, si se coloca una luz en una posición determinada, al desplazar la lámpara se controla la imagen ya que la hace aparecer o desaparecer, estas imágenes nacidas de un claroscuro oscilante sugieren dependencias recíprocas, quizás, mas que cualquier otra imagen paleolítica, estas “criaturas” de las luces y de las sombras revelan las interacciones complejas entre las personas y los espíritus, el artista y la imagen, la roca y el animal-espíritu.

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