Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 16 de junio de 2011

Los viejos europeos.




En Europa el paso del Pleistoceno al Holoceno había impuesto cambios, pero no había dejado al hombre sin recursos para obtener de la Naturaleza no solo alimento conque sostenerse, sino incluso con que incrementar su población, por eso Europa no sintió la urgencia vital de domesticación de aquellos animales de su fauna susceptibles de ello, ni tampoco las gramíneas, leguminosas y demás especies vegetales de su flora, de nada sirven hacer cábalas sobre que hubiera sucedido de haberlo hecho, lo cierto es que cuando optó por hacerlo, aprovechó el invento de sus vecinos orientales, importando las plantas y los animales de granja domesticados por éstos, resulta que hasta el musmón de Córcega, que se consideraba un óvido autóctono, desciende de ovejas domésticas, importadas, como todas las europeas.

El C-14 ha venido a demostrar que alrededor del año 5.000 a.C., con muy escasas diferencias, el Neolítico se difunde de un extremo a otro del Mediterráneo, no es el viejo Neolítico acerámico de Jericó y Chipre, sino un Neolítico cerámico, provisto de los cereales domesticados en Oriente y del ganado menor de los ovicápridos, es evidente que la oveja y la cerámica aparecen simultáneamente en todo el Mediterráneo. El adelanto de las ovejas y cabras, que se puede detectar incluso en posibles pinturas mesolíticas del levante hispánico, pudiera obedecer, como la introducción de la cerámica, no a una necesidad perentoria, sino a un modelo social.

La cabaña ganadera posee la cualidad terciaria de ser un exponente de prestigio y de servir de instrumento con el que se puede alcanzar rápidamente un efímero rango social, merece la pena considerar la posibilidad de que la economía mixta caza-pastoreo, que se mantuvo durante algún tiempo, no se compusiese de dos modos de subsistema, sino de uno de subsistencia y de otro de prestigio o de acumulación de capital, una hipótesis similar puede explicar la dispersión de la cerámica impresa de mejor calidad. Porque ésta es otra: la cerámica impresa, es decir, decorada con improntas de Cardium edule y de otras conchas, es una cerámica de difusión internacional, cuidadosamente hecha y cocida a fuego, primorosamente decorada, consagrándole tiempo e imaginación: no es una vajilla utilitaria, sino de cierto lujo, propia de personas de gusto, lo mismo que la cerámica de almagre, roja y brillante como un coral decorada a punzón, buscando efectos geométricos

El método del C-14 permite afirmar que los primeros monumentos de piedra de Europa Occidental y de la isla de Malta (aquí en forma de templos) son los más antiguos del mundo, más que las primeras construcciones en piedra de sumerios y egipcios, Resulta, pues, que aquí mismo, junto a las playas y a los “concheiros” Atlánticos, la llegada de los cereales de Oriente y la implantación del nuevo orden económico a que da lugar, producen la arquitectura de piedra más antigua del mundo haciendo de ella el símbolo de la permanencia y de la seguridad.

Los megalitos aparecen en Europa cuando el Neolítico está muy avanzado, a la hora de su difusión se les encontrará entre sociedades de agricultores que en vez de habitar en aldeas cerradas lo hacen en “aldeas expandidas”, esto es, en caseríos aislados, junto a sus campos de labor y a los bosques de los que sacan provecho ellos y sus piaras de cerdos (animales que adquieren ahora gran importancia en la economía), el caserío corresponde a un grupo humano muy reducido, quizá a una sola familia, para estas minúsculas células sociales, el enterramiento colectivo, el megalito, si puede permitírselo por su prestancia y su prestigio, no sólo es un órgano de cohesión, centro efectivo, espiritual y religioso, sino el exponente del más fuerte lazo de unión entre los elementos dispersos de la comunidad, lo que señala su patrimonio, lo que infunde respeto religioso y social a otras comunidades organizadas del mismo modo.

Las gentes de la cerámica campaniforme son conocidas principalmente por tumbas que nunca forman grandes cementerios, el pueblo “campaniforme” se revela constituido por bandas de traficantes armados, ocupados del comercio de cobre, oro, ámbar, calcita y sustancias raras similares que a menudo se hallan en sus tumbas, su existencia errante los llevaba desde la España meridional y desde Sicilia hasta las costas del mar del Norte y desde Portugal y Bretaña hasta el Vístula, a veces se establecían en un lugar fijo, preferentemente en comarcas de riqueza natural o en las encrucijadas de caminos importantes, en ocasiones, lograban autoridad económica y política sobre comunidades sedentarias de diferentes culturas, formando grupos híbridos con éstas e incluso guiándolas en ulteriores peregrinaciones.

El vaso campaniforme es el más llamativo de sus utensilios: un recipiente en forma de tulipán, muy apto para beber cerveza, decorado con franjas lisas horizontales, alternando con otras punteadas mediante un peine probablemente de borde curvo, o rellenas de motivos incisos, el vaso campaniforme típico simboliza a la cerveza como resorte de poder. Junto a los vasos aparecen los testimonios de su riqueza y de su rango, el hombre, cuando podía, se llevaba al otro mundo su daga y su panoplia de arquero, en la que entraba a menudo una placa rectangular, con perforaciones en los extremos, para proteger la muñeca y el brazo que empuña el arco.

Todo esto, que puede parecer muy poco, es sumamente aleccionador en el plano social, obsérvese que la primera aplicación de la metalúrgica no se manifiesta en el campo de las herramientas de trabajo, sino en el de las armas, la daga del campaniforme fue el primer artefacto de metal, pero aparte de su utilidad práctica, las armas desempeñan una función social como signos externos de autoridad y poderío. La aparición del campaniforme coincide con un sensible aumento de restos osteológicos de caballos, probablemente domésticos, en el interior de los poblados, nada tendría de extraño que para sus muchos vagabundeos, el aguerrido metalúrgico del vaso campaniforme se sirviese del caballo y que éste comenzase a ser considerado un signo de señorío.

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