Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 24 de marzo de 2011

Egipto y los animales sagrados (IV) Apis





Cada instrumento y cada pedazo de tela eran elaborados especialmente para el Apis, de acuerdo a la medida necesaria. Se iniciaba entonces un trabajo minucioso y delicado, en donde cada acción estaba marcada por una enorme carga ritual. De la cavidad bucal se extraían los dientes del centro los cuales eran reemplazados por dientes artificiales. Posiblemente por ser estos los primeros dientes que aparecían en el becerro, su reemplazo significaba el rejuvenecimiento del Apis. Además cada hueco de la boca y de la garganta se untaba con aceites y se cubría con trozos de tela, lo mismo que la lengua la cual era envuelta cuidadosamente. Respecto a la cuenca de los ojos, seguían el tratamiento anterior, sólo que aquí se colocaban dos amuletos o tiras de papiro con conjuros, para que el ojo volviera a ver y luego con tiras de lino se rellenaba el hoyo, tratando de imitar el ojo. A veces se colocaban ojos artificiales de diversas piedras. Con los oídos, las narices y los cuernos se seguían los mismos procedimientos de aceitado y envolvimiento. Finalmente se cubría la cabeza con una tela, sobre la cual se pintaban con tinta los ojos. Terminada la cabeza los sacerdotes encargados de las patas procedían con su labor, al animal lo colocaban echado, con las patas delanteras forzadas y completamente estiradas y las posteriores pegadas a los cuartos traseros, con las pezuñas hacia adelante, posición mas de un chacal que de un toro. Esto se hacía probablemente con el fin de facilitar el envolvimiento de estas partes o de imitar a Anubis. Inmediatamente después le quitaban las pezuñas, las cuales eran reemplazadas por otras, posiblemente de oro. Se las quitaban por considerarlas impuras y porque al enjutarse la piel, de todos modos se caerían. Uno de los sacerdotes encargados de las patas traseras procedía a embalsamar el ano y por considerar esta parte también impura, se tapaba con una manta que lo cubría a él y a esta parte del toro. Le untaba aceite y luego lo rellenaba con grandes bolsas, a su vez rellenas de pequeñas bolsitas con natrón y mirra, para que los líquidos se acabaran de absorber y al mismo tiempo los órganos conservaran sus formas. La cola era envuelta en tela y la colocaban doblada hacia la derecha, el lado positivo.

Muy someramente se habla del proceso de embalsamamiento de los testículos y el escroto, lo cual resulta incongruente teniendo en cuenta lo que ello significaba para una deidad relacionada con la fertilidad y tomando en cuenta que incluso la palabra toro se escribía con el signo de un falo. Posiblemente ello se deba a que en el mito de Osiris, este pierde para siempre este órgano, el cual fue tragado por un pez del Nilo. Terminada la preparación de cada parte del cuerpo, esta se envolvía dieciséis veces, posiblemente porque dieciséis eran las partes en las que Osiris había sido cortado por Set. Se llevaba a cabo entonces el Rito de la Cara, que era la transformación de la cara de Apis en la de Osiris.

Hay que señalar que este proceso, narrado aquí muy someramente, representaba un trabajo elaboradísimo, en donde todo estaba perfectamente calculado, cada instrumento, cada tela, cada vasija, etc. Además, el envolver al Apis con vendas de diferentes tamaños y determinadas veces era un proceso que debía seguirse detalladamente y en base a lineamientos perfectamente preestablecidos.

Al finalizar esta fase, el Apis era colocado dentro de su féretro, habiendo sido previamente colocado y amarrado minuciosamente sobre un tablón y habiéndose colocado un bloque de madera debajo del pecho y otro debajo de la cabeza (imagen del amarre). El féretro significaba por sí mismo a Osiris y era un instrumento que garantizaba la resurrección, o al menos ayudaba. Se le dibujaban pilares Dyed, símbolos de Osiris, al frente y atrás. Se le cubría con una tela roja y una azul, el rojo posiblemente asociando al Apis con el sol y el azul simbolizando la resurrección. También se le colocaba un canasto con granos, símbolo del renacimiento de la vida. Para terminar, el sarcófago era untado con aceite.

El final del embalsamamiento era avisado a los fieles rasgando un lienzo de lino, el cual era mostrado por un sacerdote, dando pie al inicio de grandes lamentos por parte de los dolientes. El féretro era colocado dentro de un santuario de madera, sobre un bote ceremonial, colocado, a su vez, sobre un trineo con el cual era trasladado a orillas del Lago de los Reyes, tal vez el Lago de Abusir. Los restos extraídos del cuerpo y colocados previamente en vasijas especiales, canopes, seguían al féretro en su viaje. Al llegar a la orilla del lago embarcaban el féretro en un barco de papiro, acompañándolo otros barcos en los cuales iban los sacerdotes y las imágenes de Isis, Neftis, Horus y Tot, además de emblemas de Upuaut del Norte y Upuaut del Sur, "El Abridor de Caminos", todos ellos relacionados con los mitos de resurrección de Osiris y Ra.

El Corredor del Serapeum es el sitio en que Alejandro Magno celebró juegos musicales y atléticos en honor a Apis. Frente a las dos capillas existió una plaza adoquinada bajo la cual se encontraron gran cantidad de estatuas de bronce de dioses egipcios. El dromo que unía el templo con el sepulcro estaba flanqueado de esfinges de piedra, de las cuales quedaban ciento cuarenta en la época de su descubrimiento, algunas de ellas tenían inscripciones invocando a Apis. Había algunos basamentos vacíos, ya que otras esfinges, unas quince, fueron encontradas dispersas por Alejandría y El Cairo, en casas particulares o en templos recientes. Incluso estas quince fueron la clave que permitió al egiptólogo francés August Mariette descubrir en 1850 el Serapeum. En este corredor o dromo se acostumbraba a realizar peleas de toros, los cuales eran criados especialmente y para tal fin con mucho esmero y cuidado. Las peleas de toros eran una representación simbólica de la lucha que el muerto debía llevar a cabo en el otro mundo para mantener su lugar como líder, con el fin de poner orden en el caos natural.

Los toros usados en las peleas eran llamados kA, lo cual denotaba el más alto grado en el estatus dentro del grupo, ya que éste ideograma representa la virilidad, el poder de procreación y "el que merece aparearse." En este toro se concentraban la fuerza y el coraje necesarios para un líder de manada que debía retar y ser retado, para finalmente poder imponerse; es por ello que muy pronto el toro fue asociado a los dioses y al rey. Estas peleas están representadas en veintisiete tumbas de jefes locales del Alto y Medio Egipto y abarcan un período que va desde finales del Reino Antiguo, Dinastía VI, hasta principios del Reino Nuevo, Dinastía XVIII. Después ya no aparecen representaciones de este tipo, sin embargo si tenemos registradas esta clase de peleas en los dromos del Templo de Ptah en Menfis, en épocas posteriores.

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