Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 10 de marzo de 2011

Egipto y los animales sagrados (II)





En Cerdeña, en una tumba, se hallaron esculturas que representan cabezas de toros con cuernos en forma de cuarto creciente, además de gran cantidad de bucráneos en la necrópolis de Anghelo Ruju. En España también hay rastros de un posible culto al toro, representado por túmulos con cuernos de consagración.

En la meseta de Anatolia encontramos ya desde el 6.500 a.n.e.. un culto bien representado. En las ciudades de Catal Huyuk y Hacilar se descubrieron diversos santuarios con representaciones de cabezas de toro y carnero, hechas tanto al fresco como en relieves de yeso y también estatuas; además de cuernos y cráneos auténticos, cuidadosamente colocados.

En las tierras de Mesopotamia, en Tell Arpachija y en otros sitios se han encontrado con mucha frecuencia cabezas de toro en cerámica pintada y estatuillas en piedra, hueso y terracota. Los sumerios adoraron a un toro representado con cabeza humana, símbolo de fecundidad. El dios lunar babilonio Sin era llamado el poderoso becerro de Enlil y el asirio Bel era calificado como "Toro Divino", quien con alas se erguía como guardián de las moradas.

El pueblo hitita adoró a un dios toro, del cual no se sabe el nombre pero sí que era dios del cielo y del huracán y al que también se le represento como un toro, un mazo o un rayo.

En la India, en la antigua estación de Mohenjo Daro se encontraron estatuillas de toros. En la época prevédica se realizaban juegos de toros de corte religioso. Indra, dios del trueno y la humedad, el dios védico más popular, era comparado con un toro y Siva, otro de los dioses hindúes importantes, usaba como vehículo para transportarse al toro Nandi.

Asimismo en la cultura minoica el culto al toro jugó un papel importante, representando probablemente el poder autofecundante de su dios. El toro cretense es ampliamente conocido por los estucos del Palacio de Knossos y en otros sitios u objetos.

China también nos provee de elementos bovinos, ya que es frecuente encontrar cuernos estilizados al lado de símbolos femeninos como rombos, en las culturas prehistóricas de Kansu y Yang-chao.

Los persas adoraron al dios Verethragna, símbolo viril, que se representaba como toro, carnero o jabalí. En Susa y Persépolis se hallan hermosos capiteles en forma de prótomos de toro.

En la Arabia del sur el dios más importante fue Almakah, dios luna que se representó como toro o como cabra montés. Esta influencia del toro la apreciamos también en Palestina en donde los patriarcas hebreos adoraban al dios El, un toro, proscrito más tarde en la Biblia.

Finalmente, algunos dioses griegos están representados por toros, como Poseidón dios de los océanos y de las tempestades o como Zeus que incluso tomó esa forma para seducir a Europa, y en general, la mayoría de los dioses fluviales.

En resumen, el sol es un gran toro salvaje, el cielo una vaca y el sol naciente un becerro. Ya en los Textos de la Pirámides se menciona al "Toro de Ra que tiene Cuatro Cuernos" y que protegía los caminos del cielo.

Por otro lado, en Egipto, el toro también estuvo asociado a los dioses de la tierra, en especial a Min quien personificaba la fuerza generativa de la naturaleza. Se le asoció con un toro blanco al cual se le ofrecía una parte de la primera cosecha de trigo de la temporada. A este dios se le llamaba igual que a Atum, Kamutef "Toro de su Madre". Como si esto fuera poco, al ser inseparable la vida de la muerte, el toro también estaba asociado a los ritos funerarios. Cuando portaba un sol entre los cuernos era a la vez símbolo de fecundidad y divinidad funeraria ligada a Osiris. El toro, en este caso el Apis, llevaba sobre su lomo al muerto hacia las regiones del otro mundo. Curiosamente y por otro lado, el faraón debía ganarse el derecho a estar en el "Campo de las Ofrendas", sitio al que llegaba al final de su camino en compañía del sol, luchando contra un toro, guardián de este campo.

El toro fue representado en Egipto desde épocas muy antiguas. Además de las prehistóricas ya mencionadas, tenemos como ejemplo una paleta encontrada en Hieraconópolis de 3.100 a.n.e., en donde vemos al faraón, representado por un poderoso toro, en furiosa lucha contra sus enemigos a los cuales vence finalmente. Asimismo se encontraron numerosas cabezas de toro frente a la entrada del palacio del faraón Uadyi, de la Dinastía I de 3.000 a.n.e., en Saqqara. Estaban colocadas en un banco, hechas de barro con cuernos auténticos, muy similares a las de Catal Huyuk, en Anatolia.

Resulta muy representativo el que los símbolos máximos de poder real, portados durante todas las épocas por los faraones y los dioses, hayan sido el látigo y el báculo del pastor, evidenciando la importancia del ganado en la mentalidad egipcia. Por otro lado, el faraón llevaba atado a la cintura un rabo de toro, símbolo de potencia. En la época arcaica se le representó como un toro, como en la Paleta de Narmer y en el Reino Nuevo llevó entre otros nombres el de "Toro Fuerte de Horus". En el lenguaje diario, la alusión al toro fue frecuente, como la parte superior del cráneo, incluyendo la frente, que se llamaba y escribía como un par de cuernos de toro. El verbo "estar gozoso" se representaba como una vaca volteando a ver a su novillo y la idea de innumerable, se expresaba "como las cerdas del ganado". La palabra jefe o dueño evoca a un toro dirigiendo su manada. Los mismos obeliscos, monumentos característicos del culto solar, llevaban en su nombre una cabeza de toro, probablemente porque la punta de este monumento, la piedra Ben ben, fue originada, según la leyenda, por el semen o la semilla de Atum o de un toro.

Remontándonos al pasado, de 3.000 a 2.000 a.n.e., podemos distinguir dos razas de toros en Egipto. El llamado iw, importado de Dongola, al sur, que era gordo, bajo de ancas, es decir chaparro, con grandes cuernos y el cual era deliberadamente engordado para usarlo como alimento o para el sacrificio. El otro ejemplar era el toro salvaje nativo del delta llamado ng, magro de carnes, alto y de grandes cuernos y que era capturado lazándolo. Lo usaban en las tareas del campo o para halar grandes piedras o sarcófagos. También se le cazaba en las grandes cacerías reales. Este es Apis y posiblemente también los demás toros sagrados.

Estos usos no eran categóricos respecto a las dos variedades ya que ambas podían ser domesticadas, ambas se usaban para el culto en algunos casos, ambas se sacrificaban, pero solo el iw servía de alimento y solo el ng se usaba en las cacerías y solo el ng, era un Apis.

La función del Apis era la de intermediario entre el dios Ptah y sus fieles, comunicándose entre ellos por medio del oráculo, en el que Apis actuaba como tal. Así pues, el toro era por un lado el heraldo del dios, el informante de los hechos que sucedían en la tierra y por el otro actuaba en representación de ese mismo dios al dar un veredicto en su función de oráculo. Pero también, por su conexión con Osiris, Apis cumplía funciones funerarias, tan cara a la mentalidad egipcia. Se han encontrado inscripciones en el Serapeum, en donde Apis es llamado "Vida de Osiris, Señor del Cielo, Aquel con sus Dos Cuernos en su Cabeza".

Ocasionalmente, Apis era el encargado de llevar grano al otro mundo, relacionándolo con la función agraria.En otras ocasiones asumía el papel de transporte para el mismo muerto. Se han encontrado pinturas, en la base de los sarcófagos, representando al Apis llevando sobre sus espaldas al difunto momificado hacia la necrópolis. Como sabemos, los egipcios acostumbraban pintar en sus sarcófagos diversos símbolos y dioses de los cuales esperaban ayuda y protección en el viaje al otro mundo. Se creía que los atributos del Apis: "alto de cuernos", "hermoso en nombres", "vidente" y "basto" beneficiaria a los muertos y ello los capacitaría para defenderse de los peligros de la otra vida.

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