Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 13 de junio de 2013

portnia equina (XIII)



Podríamos seguir rastreando huellas de nuestros esquemas A y B en la literatura griega. Pero preferimos por ahora detenernos en significativos y antiguos precedentes del tema, que – aunque reflejan la complejidad de una cultura equina dependiente estrechamente del palacio o de la condición real y guerrera – señalan líneas comunes, que pueden ayudar a entender la permanencia de los mitos que venimos estudiando.
1. Micénico
Aunque el número de caballos consignado en las tablillas micénicas es escaso, evidencia un interés diversificado que apunta a una etapa evolucionada de la introducción del caballo y su prestigio en el mundo helénico en casi todos sus aspectos. En el testimonio extraordinario de los ideogramas del caballo, realizados a base de cabezas equinas definidas y realistas, con rasgos diferenciados si se trata de yeguas, de un caballo adulto o de un potro, se ha reconocido una decisiva innovación del linear B frente al A. La famosa tablilla Kn Ca 895 en la que se consignan «5 yeguas, 4 caballos, [ ] potros», con la equivalencia i-qo y po-ro en el texto silábico, evidencia un germen de explotación equina, en el que las hembras tiene una posición relevante, remoto precedente de la noticia sobre las yeguadas cretenses que, en una realización del esquema A, nos transmitía Aristóteles. Hay que decir también que en zonas próximas a aquellas donde se han descrito testimonios del esquema
B, como Arcadia (Pilos) o Beocia (Tebas), en contextos arqueológicos en relación con el caballo y el carro, las tablillas documentan alguna forma de cría caballar por la mención de unos i-po-po-qo-i o ppoforboí No sería la única palabra compuesta con el nombre del caballo, sino que hay otras que reflejarían en las tablillas una importante diversificación de funciones como i-pe-se-wa , pposóaj; i-pe-ra-ta pphlátaj, importante epíteto de caballeros expertos y distinguidos en la Ilíada. El caballo podría representar un prestigioso motivo ornamental o, marcar diferencias económicas, como se ha propuesto para las secuencias i-qo-qe  y e-ne-ka i-qo-jo, respectivamente. A su vez, el léxico relativo a i-qi-ja ppía, el carro, está extraordinariamente especializado.
Resulta particularmente sorprendente el número de nombres de los protagonistas del esquema B que, de una manera o de otra, se han hallado en las tablillas. Zéfuroj existe como Ze-pu-ro, aunque antropónimo; a pesar de no estar documentado el nombre de la harpía Podárgh, sí encontramos el masculino po-da-ko, equivalente a Pódargoj, nombre de caballo homérico, así como a-wo-ro Aoloj, nombre de varios personajes relacionados con la tradición de la potnia equina. Aunque actualmente se da por seguro que estos dos últimos nombres se aplican a bovinos, en fases tempranas de la investigación micénica hubo quienes interpretaron el ideograma que les acompaña como representación de un caballo. Existe la posibilidad de que en las tablillas estén también los nombres de algunos hijos de la potnia equina. Así los de Podarga y Zéfiro: ka-sa-to Cánqoj, considerado un antropónimo; Balíoj fué entrevisto en; el nombre del hijo de Alope y Posidón, Hipotoon, amamantado por una yegua podría estar bajo [I?]-qo-te-wo; Ke-re-te-u que puede ser una versión del nombre de Krhqeúj, que como hijo de Eolo pudo tener algún papel en el mito de Melanipe, aparece en una ocasión en las tablillas junto a la secuencia e-ne-ka i-qo-jo.
Pero no sólo se trata de nombres aislados o dispersos como antropónimos o zoónimos. Hay sintagmas, proximidades internas y externas de las tablillas que aunque puedan aisladamente ser de resbaladiza interpretación, pueden inscribirse en contextos relacionados con la potnia equina. Los aspectos demónicos de vientos como Bóreas y Zéfiro, especialmente su principio fecundador relevante en los ejemplos homéricos de los Esquemas A y B, que se mantiene en la religión griega posterior, pudieron haber tenido una atención cultual en Cnosos, donde se adscribe una cantidad de aceite a una a-ne-mo ije- re-ja (y a-ne-mo-i-je-re-ja), una sacerdotisa de los vientos. En la misma tablilla se dedica otra ofrenda a e-ri-nu, tal vez Erinúj, nombre no solo de un ser equiparado al elemento ventoso (qúella) desde Homero, sino de la protagonista femenina a la que se une Posidón equino en Beocia según Thebais y el adoptado en la Arcadia Telpusa por Deméter, transformada en yegua para huir de Posidón Hipio.
Y efectivamente estos aspectos de un Posidón, más dios de la vegetación y la fecundidad que marino, no lejos de los vientos Bóreas y Zéfiro en Homero, pueden estar particularmente documentados en las tablillas micénicas, especialmente en las de Pilos, lo que llevó a Palmer a ver en i-qo de un dios Hipo. En eventual relación con ello, entre muy frecuentes menciones de po-ti-ni-ja  hay que destacar la po-ti-ni-ja i-qe-ja , que aunque con detracciones sería posible traducir como la Pótnia, la “Señora del Caballo”, protectora de todo lo relativo a este animal, su cría, doma y mantenimiento. Si, ne-wo-pe-o po-ti-nija, pudiera ser la “potnia del establo nuevo” estaríamos ante un paralelo de divinidades tutelares femeninas de animales domésticos, tema sobre el que volveremos a ocuparnos en los apartados siguientes.

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