jueves, 13 de junio de 2013
portnia equina (XIII)
Podríamos seguir rastreando
huellas de nuestros esquemas A y B en la literatura griega. Pero
preferimos por ahora detenernos en significativos y antiguos precedentes del
tema, que – aunque reflejan la complejidad de una cultura equina dependiente
estrechamente del palacio o de la condición real y guerrera – señalan líneas
comunes, que pueden ayudar a entender la permanencia de los mitos que venimos
estudiando.
1. Micénico
Aunque el número de caballos
consignado en las tablillas micénicas es escaso, evidencia un interés
diversificado que apunta a una etapa evolucionada de la introducción del
caballo y su prestigio en el mundo helénico en casi todos sus aspectos. En el
testimonio extraordinario de los ideogramas del caballo, realizados a base de
cabezas equinas definidas y realistas, con rasgos diferenciados si se trata de
yeguas, de un caballo adulto o de un potro, se ha reconocido una decisiva
innovación del linear B frente al A. La famosa tablilla Kn Ca 895 en la que se consignan «5 yeguas, 4 caballos, [ ]
potros», con la equivalencia i-qo y po-ro en el texto silábico,
evidencia un germen de explotación equina, en el que las hembras tiene una
posición relevante, remoto precedente de la noticia sobre las yeguadas
cretenses que, en una realización del esquema A, nos transmitía
Aristóteles. Hay que decir también que en zonas próximas a aquellas donde se
han descrito testimonios del esquema
B, como Arcadia (Pilos) o Beocia
(Tebas), en contextos arqueológicos en relación con el caballo y el carro, las
tablillas documentan alguna forma de cría caballar por la mención de unos i-po-po-qo-i
o ppoforboí No sería la única palabra compuesta con el nombre del
caballo, sino que hay otras que reflejarían en las tablillas una importante
diversificación de funciones como i-pe-se-wa , pposóaj; i-pe-ra-ta pphlátaj, importante epíteto de
caballeros expertos y distinguidos en la Ilíada. El caballo podría representar un
prestigioso motivo ornamental o, marcar diferencias económicas, como se ha
propuesto para las secuencias i-qo-qe y e-ne-ka i-qo-jo, respectivamente. A
su vez, el léxico relativo a i-qi-ja ppía, el carro, está
extraordinariamente especializado.
Resulta particularmente
sorprendente el número de nombres de los protagonistas del esquema B que,
de una manera o de otra, se han hallado en las tablillas. Zéfuroj existe como Ze-pu-ro, aunque antropónimo; a pesar de no estar
documentado el nombre de la harpía Podárgh, sí encontramos el masculino po-da-ko,
equivalente a Pódargoj, nombre de caballo homérico, así
como a-wo-ro Aoloj, nombre de varios personajes
relacionados con la tradición de la potnia equina. Aunque actualmente se
da por seguro que estos dos últimos nombres se aplican a bovinos, en fases
tempranas de la investigación micénica hubo quienes interpretaron el ideograma
que les acompaña como representación de un caballo. Existe la posibilidad de
que en las tablillas estén también los nombres de algunos hijos de la potnia
equina. Así los de Podarga y Zéfiro: ka-sa-to Cánqoj, considerado un antropónimo; Balíoj fué entrevisto en; el nombre del
hijo de Alope y Posidón, Hipotoon, amamantado por una yegua podría estar bajo [I?]-qo-te-wo;
Ke-re-te-u que puede ser una versión del nombre de Krhqeúj, que como hijo de Eolo pudo tener algún papel en el mito de Melanipe,
aparece en una ocasión en las tablillas junto a la secuencia e-ne-ka i-qo-jo.
Pero no sólo se trata de nombres
aislados o dispersos como antropónimos o zoónimos. Hay sintagmas, proximidades
internas y externas de las tablillas que aunque puedan aisladamente ser de
resbaladiza interpretación, pueden inscribirse en contextos relacionados con la
potnia equina. Los aspectos demónicos de vientos como Bóreas y Zéfiro,
especialmente su principio fecundador relevante en los ejemplos homéricos de
los Esquemas A y B, que se mantiene en la religión griega
posterior, pudieron haber tenido una atención cultual en Cnosos, donde se
adscribe una cantidad de aceite a una a-ne-mo ije- re-ja (y a-ne-mo-i-je-re-ja),
una sacerdotisa de los vientos. En la misma tablilla se dedica otra ofrenda a e-ri-nu,
tal vez Erinúj, nombre no solo de un ser equiparado al elemento ventoso
(qúella) desde Homero, sino de la protagonista femenina a la que
se une Posidón equino en Beocia según Thebais y el adoptado en la Arcadia Telpusa
por Deméter, transformada en yegua para huir de Posidón Hipio.
Y efectivamente estos aspectos de
un Posidón, más dios de la vegetación y la fecundidad que marino, no lejos de
los vientos Bóreas y Zéfiro en Homero, pueden estar particularmente
documentados en las tablillas micénicas, especialmente en las de Pilos, lo que
llevó a Palmer a ver en i-qo de un dios Hipo. En eventual relación con
ello, entre muy frecuentes menciones de po-ti-ni-ja hay que destacar la po-ti-ni-ja i-qe-ja , que
aunque con detracciones sería posible traducir como la Pótnia, la “Señora del
Caballo”, protectora de todo lo relativo a este animal, su cría, doma y
mantenimiento. Si, ne-wo-pe-o po-ti-nija, pudiera ser la “potnia del
establo nuevo” estaríamos ante un paralelo de divinidades tutelares femeninas
de animales domésticos, tema sobre el que volveremos a ocuparnos en los
apartados siguientes.
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