jueves, 20 de junio de 2013
LA POTNIA EQUINA (XIV)
2. El mundo anatoli e hitita
Aunque en la Ilíada los
dánaos son calificados como “de rápidos potros”, se ha advertido que es en la
parte troyana donde hay mayor desarrollo e incidencia de la cultura equina. La
onomástica y los epítetos compuestos de -ippo-, fenómeno que se manifiesta desde
la India hasta
el extremo occidente indoeuropeo, es más frecuente entre los troyanos, lo que
indica el alto prestigio social del caballo. Ippódamoj,
‘domador de caballos’, es el epíteto colectivo de los propios troyanoS y aunque se predique de algunos héroes griegos, es
el gran epíteto fijo de Héctor, con el que acaba o queda en suspenso la Ilíada. Es en la Tróade donde se sitúa la
yeguada de 3.000 ejemplares selectos de Erictonio, primer escenario de nuestro
esquema A. Ello confirmaría la irradiación de la cultura del caballo en
diferentes fases a lo largo del segundo milenio desde el mundo anatolio e hitita
hacia Grecia.
La enorme riqueza generada por la
cría y preparación de los caballos pudo tener en griego su nombre concreto:
Equépolo, de nombre bien significativo (Il. XXIII 299), que con la
donación a Agamenón de una sola yegua, Ete, se había eximido de la guerra de
Troya, tenía un ƒfenoj – palabra para la que se ha
propuesto una etimología hitita o anatolia– superior a la de veinte hombres. Y
efectivamente los textos de hipología hitita, redactados en principio por un
personaje de Mitanni, Kikkuli, muestran la gran infraestructura y esfuerzo así
como personal especializado y muy considerado, como el propio Kikkuli,
necesarios para mantener excelentes caballerizas. En ellas, día a día (y noche
a noche), la vida de los caballos, su comida y bebida, salidas y entradas en
los establos, baño, ejercicios al trote y al galope, etc. Están minuciosamente
reglamentados durante un tiempo prolongado. Posiblemente los versos de Il.
VI 506-511 y XV 263-268 en los que se compara o identifica a los hermanos
troyanos Paris y Héctor con el caballo estabulado que, bien alimentado en su
pesebre y acostumbrado a bañarse en el río, rompiendo su atadura galopa por la
llanura, escapando hacia los campos donde pastan las yeguas, resume
curiosamente en unas pocas líneas la larga rutina del tratado hitita.
A estos textos técnicos se ha
añadido una parte ritual en la que se exhorta a invocar (expresamente en
hurrita y en luvita) a divinidades femeninas como protectoras de los caballos y
las caballerizas,
Pirinkar y Šaušga. En otros
textos encontramos a Pirwa, diosa o dios caballo, a Kamrušepa y Aškašepa de su
entorno o a Maliya asimilada a Istar, divinidades de muy variada procedencia
que en un momento dado se asociaron al caballo. Para Pirwa se ha postulado una
etimología a partir del nombre de la «piedra», lo que podría remitir a un
Posidón con el epíteto de Petraîoj y también Ippioj, que, tras fecundar rocas, engendra un caballo primigenio de nombre Skúfioj, en Tesalia y en el Atica. En un ritual hitita aparece una divinidad del
caballo asociada a otra protectora de los prados.
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