Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 24 de febrero de 2011

PROXIMO ORIENTE (VI) Tabu antiporcino





Durante el siglo XII a.n.e., aparece en México la cultura Olmeca. Los olmecas construyeron centros ceremoniales y desarrollaron el arte sacro: altares monolíticos, estelas con bajorrelieves, esculturas. Idearon una escritura jeroglífica y tenían un calendario. Las aldeas aumentaron de tamaño y se construyeron casas sobre plataformas de tierra. Adoraban a deidades jaguares, relacionadas con la lluvia. El control social estaba en manos de chamanes y hechiceros.

Las estepas euroasiáticas, desde el Danubio hasta Siberia, fueron ocupadas por los Escitas, un pueblo indoeuropeo cuya lengua estaba emparentada con la de los arios. Eran ganaderos itinerantes, y sometieron a la población campesina.

El imperio hitita desaparece de la historia, desmembrado por los pueblos del mar y las sublevaciones internas. No obstante, la cultura hitita no se perdió, sino que se conservó en una serie de minúsculos reinos neohititas que sobrevivieron dominados por una u otra potencia según los tiempos. Al noroeste de Anatolia empezaron a destacar los Frigios. En la Ilíada son mencionados como aliados de Troya, luego ya estaban allí antes de la llegada de los pueblos del mar, pero su auge llegó tras ellos. Tal vez se aprovecharon de los desórdenes o tal vez los invasores ocuparon Frigia y se convirtieron así en "nuevos frigios".

Asiria inició un largo periodo de luchas frustrantes en las que trataba de dominar sin éxito a los territorios circundantes, pero no pudo controlar a Babilonia y, sobre todo, al poderoso reino de Urartu. En realidad Asiria ganaba la mayoría de las batallas, pero sus enemigos se recuperaban más fácilmente mientras estaba ocupada en otros lugares. De todos modos, la situación fue sin duda caótica e incierta para toda la zona.

Equipados con armas de hierro, los dorios fueron abriéndose paso lentamente sin que los orgullosos aqueos pudieran hacer nada por evitarlo. Los dorios ocupaban posiciones cada vez más al sur de Grecia y con sus movimientos desplazaban a las tribus eolias. Hacia 1.150 a.n.e., una de ellas, la formada por los tesalios ocupó la región en la que se establecerían definitivamente, y que tomó el nombre de Tesalia. Hacia 1.120 a.n.e., otra tribu eolia, los beocios, se vio obligada a asentarse al sur de Tesalia ante el avance dorio. La región se conoció desde entonces con el nombre de Beocia.

Sin la intervención egipcia, los Hebreos pudieron penetrar más fácilmente en Canaán. Poco a poco fueron enfrentándose a las ciudades locales, esclavizando a las más débiles y pasando a cuchillo a las más beligerantes. En cambio, no pudieron imponerse a los Filisteos que, pese a ser pocos, tenían armas de hierro. Más aún, los Filisteos consiguieron someter a tributo a la tribu israelita de Dan y a otras dos tribus invasoras que sólo más tarde fueron incluidas en la federación de Israel: las tribus de Judá y Simeón. La primera parece estar muy relacionada con los edomitas, mientras que la segunda fue una tribu menor que no tardó en ser absorbida por Judá.

Babilonia había quedado libre de la dominación asiria, pero sus gobernantes casitas no fueron capaces de aprovechar la situación y quedó en la anarquía. Quién sí supo reaccionar fue el antiguo Elam, que envió expediciones para saquear Babilonia. En 1.174 a.n.e., los elamitas se llevaron dos grandes reliquias: la estela con el código de Hammurabi y la estela de Naram-Sin. La frontera más conflictiva era Arabia. Durante los años de anarquía precedentes, las tribus árabes habían hostigado como de costumbre a Mesopotamia. Esta vez se trataba de los Arameos, contra los que Asiria inició una serie de campañas. En general, las campañas contra los nómadas nunca son definitivas, pues los guerreros nómadas se retiran fácilmente y aparecen por otras zonas indefensas, o sencillamente desaparecen hasta que pasa el peligro. También los israelitas sufrían ahora los ataques de los nómadas de Arabia, los llamados Madianitas

La aversión por la carne de cerdo parece, en principio, irracional, el cerdo es, de todos los mamíferos domesticados, el que posee una capacidad mayor para transformar las plantas en carne de forma rápida y eficaz, ¿Porqué, pues, prohibió el dios de los antiguos israelitas a su pueblo no sólo saborear su carne, sino incluso tocarlo, ya estuviera vivo o muerto? El Antiguo Testamento contiene una fórmula bien precisa para distinguir las carnes aptas para el consumo de las prohibidas:”Todo animal de casco partido y pezuña hendida y que rumie lo comeréis”. El ganado porcino es omnívoro, pero no rumiante, en la prohibición del cerdo intervinieron otros factores aparte de su incapacidad para criarse mediante hierbas y otras plantas ricas en celulosa.

Criar cerdos en Oriente Medio era, y todavía es, mucho más costoso que criar rumiantes, porque a los primeros debe proporcionárseles sombra artificial y agua para sus lodazales, y su dieta debe complementarse con cereales y otros productos vegetales aptos para el consumo humano. Para contrarrestar estos inconvenientes los porcinos tienen menos que ofrecer, en concepto de beneficios, que los rumiantes, no pueden tirar de arados, su pelo no se presta a la elaboración de fibras y tejidos, y no se les puede ordeñar, de todos los animales domesticados de gran tamaño son los únicos cuya utilidad principal radica en su carne. Los cerdos se han venido criando en diversas zonas de Oriente Medio desde hace 10.000 años, es decir, desde hace tanto como las ovejas y cabras, e incluso más que el ganado vacuno, en algunas de las aldeas neolíticas más antiguas excavadas han aparecido huesos de cerdo con rasgos indicativos de la transición de las variedades silvestres a las domesticadas.

Una explicación convincente del declive general de dicha ganadería en Oriente Medio se atribuye a la deforestación y al crecimiento demográfico, al principio del Neolítico los cerdos podían hozar en bosques de robles y hayas que proporcionaban sombra y lodazales, además de bellotas, hayucos, trufas y otros productos propios del sotobosque, al crecer la población humana aumentó la superficie cultivada y se destruyeron los bosques de hayas y robles con el fin de ganar espacio para los cultivos, en especial el olivo, eliminando con ello el nicho ecológico del cerdo.

A medida que se destruyeron los bosques, las tierras de pastoreo y cultivo marginales sufrieron un destino análogo, la sucesión general fue como sigue: de los bosques a las tierras de cultivo, de éstas a las tierras de pasto y de éstas a la estepa desértica, aumentando en cada etapa los beneficios de la cría de rumiantes y las pérdidas de la cría de cerdos, se ha calculado que, entre el 500 a.n.e. y el pasado más inmediato, los bosques de Anatolia se redujeron del 70 al 13 por 100 de la superficie total.

El derrumbe de la base práctica de la producción porcina fue causado por la sucesión ecológica, el peligro que entrañaba para esta ganadería era muy tangible y explica bastante bien su condición, el cerdo se domesticó con un solo propósito: Suministrar carne, cuando las condiciones ecológicas dejaron de favorecer su cría, ninguna función alternativa pudo redimir su existencia, se hizo no sólo inútil, sino algo todavía peor: Se convirtió en una criatura nociva, en un animal paria. Esta transformación ofrece, evidentemente, un contraste acusado con la que experimentó el ganado vacuno en la India, tras una serie análoga de acontecimientos ecológicos, deforestación-erosión-desertificación, las vacas dejaron de ser aptas para el consumo, pero en otros aspectos, en especial, la fuerza de tracción y la leche, se hicieron más útiles que nunca, convirtiéndose en divinidades animales que santificaban a quien las mirara o tocara.

Desde esta óptica, el hecho de que los israelitas siguieran teniendo la posibilidad de criar cerdos, a bajo coste en los bosques de montaña que aún quedaban o en hábitats pantanosos, con gasto extra allí donde escasearan sombra y agua, no entra en contradicción con la base ecológica del tabú, de no haber existido la posibilidad mínima de criar cerdos, el tabú hubiera carecido de razón de ser. Si los israelitas hubieran sido los únicos en prohibir el cerdo resultaría más difícil elegir entre distintas posibilidades a la hora de explicar el tabú antiporcino, pero la presencia repetida de aversiones en diferentes culturas del Oriente Medio brinda un fuerte respaldo a la tesis de que la proscripción israelita constituía una respuesta a unas condiciones prácticas muy extendidas, y no a un conjunto de creencias relacionadas exclusivamente con los conceptos de pureza e impureza de animales privativos de una religión determinada, al menos para otras tres civilizaciones importantes del Oriente Medio, fenicios, egipcios, y babilonios, el cerdo resultaba tan perturbador como para los israelitas.

En los tres casos antes citados la carne de cerdo se consumía sin restricciones en la remota antigüedad, una de las interpretaciones del tabú antiporcino de los egipcios es que fue un reflejo del conflicto fundamental entre la densa población humana que abarrotaba el Valle del Nilo, desprovisto de árboles, y las necesidades alimentarias del cerdo, que afectan a productos vegetales que los seres humanos también pueden consumir.

En Mesopotamia, lo mismo que en Egipto, el cerdo cayó en desgracia después de un largo periodo de popularidad, al parecer, cayó en desgracia cuando los campos de regadío sumerios se contaminaron con sal y hubo que sustituir el trigo por la cebada, especie vegetal que tolera mejor la sal, pero de rendimientos relativamente bajos, estos problemas agrícolas contribuyeron al derrumbamiento del Imperio Sumerio y al desplazamiento del centro de poder río arriba, a Babilonia, durante el reinado de Hammurabi (1.900 a.n.e.) se siguieron criando cerdos, pero éstos desaparecen totalmente del registro arqueológico e histórico de Mesopotamia a partir de esas fechas.

A propósito de la medicina en la Biblia: En el Deuterenomio (28 y 21-28) se lee: “Que el Señor envíe sobre ti la peste.... que el Señor te hiera de tisis y sarna... que el Señor te hiera la locura y ceguera. Yo soy Yahvé tu sanador”, y en Salmos: “ Yahvé el que sana todas las dolencias”, en el Antiguo Testamento y en el Talmud las referencias médicas son abundantes y precisas tanto de medicina como de cirugía, se describen estudios anatómicos post-morten de esófago, laringe, tráquea, membranas del cerebro, páncreas, órganos sexuales, bazo, riñones, médula, la sangre es considerada como principio vital, hay estudios de hígado, sobre la cirrosis, la necrosis hepática, la descripción de tumores, de enfermedades con ictericia, trastornos biliares, así como difteria y la descripción y estudios de la lepra y los esfuerzos para evitarla.

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