Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 12 de agosto de 2010

Egipto entra en la historia (III)





La continua inmigración de gentes procedentes de Canaán culmina con los invasores hicsos (señores de los países extranjeros), que llegan a Egipto hacia el s. XVII a.n.e., en una época de crisis interna, hasta ese momento Egipto no había sufrido cambios dado lo aislado que se encontraba el imperio con respecto al resto del mundo. Ahora surge una nueva aristocracia guerrera y otras clases artesanales que se impregnan de las técnicas importadas, comienzan a trabajar el bronce, modifican el telar vertical y el torno de alfarero, se introducen nuevos instrumentos. Desde mucho antes de esta época ya había una considerable presencia asiática en el delta del Nilo, originada por graduales oleadas migratorias. La apreciación de los hicsos como florecientes mercaderes sostiene que tras un período de incertidumbre y desorganización, Egipto sufrió una partición, estableciéndose dos reinos, uno en el Alto Egipto con capital en Tebas y otro en el Bajo Egipto., de nuevo llegó la paz y prosperidad con la afluencia de varios pueblos que se confederaron. Los egiptólogos calculan que la duración de su dominio sobre Egipto fue de unos cien años. La capital del reino estuvo situada en la ciudad de Avaris en el delta del Nilo, actual Tell el-Daba; sin embargo, no controlaron todo el territorio egipcio, pues varios nomos (regiones) del sur no llegaron a estar totalmente bajo su control, entre ellos el de Tebas.

No deberíamos seguir viendo a los hicsos como un pueblo guerrero y devastador, aunque hubiera castas militares entre ellos. La mayoría eran comerciantes emigrados por el desplome de los mercados tradicionales de Biblos y Megido; su gran expansión territorial, no se debió a una conquista militar, sino a razones comerciales, y su presencia en puntos tan alejados como Cnosos, Bogazkoi, Bagad, Palestina, Gebelein, Kush y Andalucía, se debe a razones comerciales y económicas. No hay un origen étnico único en los hicsos: se conformó fundamentalmente de inmigrantes de las regiones de Canaán y Siria; también de hurritas, al menos en sus tradiciones Se cree que la expansión del imperio hitita hacia la Alta Siria provocó la fuga hacia el sur de pueblos de distinta etnia (semitas, indoeuropeos y pueblos autóctonos). Durante este período los nuevos soberanos no interrumpieron las costumbres egipcias, y en muchos casos las tomaron como propias, copiándose en papiros textos que recogían antiguas tradiciones, y esto sólo puede ocurrir en momentos de paz y florecimiento económico. La aparición de los hicsos plantea uno de los mayores dilemas de la historia egipcia. Su origen, significado y permanencia todavía son objeto de estudio e investigación. Si comenzó como una migración paulatina, se transformó con el tiempo en conquista militar del territorio egipcio. Esta se logró por los avances tecnológicos que dieron a los invasores extranjeros ventajas tácticas que resultaron decisivas, a saber: la introducción del arco compuesto, la armadura de escamas de bronce, las dagas y espadas curvas de bronce, la utilización del caballo y los carros de guerra (al final de su reinado), desconocidos por los egipcios, y el uso intensivo del bronce que dio a los hicsos una ventaja militar decisiva. La fuerza militar egipcia consistía esencialmente en la infantería, armada con hachas o lanzas y escudos.

Tanto en Egipto como en Mesopotamia, los primeros signos de recuperación de la crisis los encontramos en las ciudades alejadas de lo que habían sido los grandes centros de poder. Así, en Egipto empezó a prosperar la ciudad de Tebas, al Sur, de cuya historia anterior se sabe muy poco. Probablemente era una aldea fundada durante la V dinastía que vivió de las rutas comerciales que llegaban hasta Nubia, más allá de la primera catarata del Nilo. Los gobernantes de las ciudades del norte se olvidaron del "lejano sur" en sus disputas, así que Tebas prosperó. Su dios principal era Amón, un dios de la fertilidad completamente desconocido en tiempos del Imperio Antiguo. En 2.132 a.n.e., se inicia una dinastía de reyes tebanos, registrada como la XI dinastía egipcia (anteriormente convivieron varias dinastías menores), que combatió a los reyes de Heracleópolis, de modo que en 2.124 a.n.e., Tebas dominaba todo el Alto Egipto.

Hacia el 2.052 a.n.e., el quinto rey de la XI dinastía tebana de Egipto, conquistó el Bajo Egipto, con lo que todo el país volvió a estar unificado bajo un sólo rey, esta vez tebano. Surgía así el Imperio Medio egipcio. Habían pasado 130 años desde el desmembramiento del Imperio Antiguo. Aquí surgió un conflicto religioso, pues el dios principal de Tebas era Amón, mientras que en el Bajo Egipto los sacerdotes de Ra seguían dirigiendo la religión y, con ella, gran parte de la política. Afortunadamente, Amón no tenía un cuerpo sacerdotal tan desarrollado, y los sacerdotes de Ra descubrieron rápidamente que en realidad Amón y Ra eran el mismo dios, que a partir de entonces fue llamado Amón-Ra. La idea funcionó y los sacerdotes de Ra mantuvieron su status en los nuevos tiempos. Tebas, la nueva capital del imperio, fue creciendo y enriqueciéndose con templos y monumentos.

Egipto estaba en los mejores días del Imperio Medio, hubo un capaz primer ministro llamado Amenemhat, de origen tebano, de algún modo se rebeló y en 1.991 a.n.e., se convirtió en rey, inaugurando así la XII dinastía. Trasladó la capital del imperio a Lisht, cerca de Menfis, pues debió de juzgar que Tebas estaba demasiado al sur para controlar eficazmente el Bajo Egipto. La construcción de pirámides continuó, si bien éstas nunca volvieron a alcanzar las proporciones de las del Imperio Antiguo. Así mismo se ordenó la limpieza y restauración del canal que unía el Nilo con el lago Moeris, lo que aumentó considerablemente la fertilidad de la región. La XII dinastía fue considerada en épocas posteriores como la edad de oro de la literatura egipcia. A esta época corresponden los ejemplos más antiguos que conocemos de literatura de ficción no relacionada con la mitología, como el cuento del náufrago que se encuentra con una serpiente monstruosa, o el cuento de Sinuhé, que cuenta la vida de un exiliado egipcio entre las tribus nómadas de Siria. También las ciencias progresaron. Se conoce un papiro que explica cómo operar con fracciones, así como el cálculo de ciertas áreas y volúmenes. Hay recopilaciones de refranes y proverbios. El hijo de Amenemhat conquistó la región de Nubia, situada al sur de la primera catarata del Nilo, los nativos eran un pueblo primitivo que no tenía nada que hacer frente al ejército egipcio. Quince siglos después, cuando Egipto había perdido su poderío, los sacerdotes contaban historias legendarias sobre las extraordinarias hazañas de los reyes del pasado, que habían conquistado todo el mundo conocido, y el mayor de todos los conquistadores era éste, poco después se sometió al dominio egipcio todo Canaán, y se extendió la hegemonía egipcia a algunas ciudades interiores de Siria. La ciudad de Biblos se benefició de su larga tradición de buenas relaciones con Egipto, y gozó de una especial protección. Hacia el sur, Egipto dominó el curso del Nilo hasta la tercera catarata. Por esta época debió de implantarse en Canaán la circuncisión, un rito egipcio tal vez relacionado con la fecundidad que los cananeos terminarían interpretando como símbolo del pacto entre Abraham y su dios. Aunque no sabemos nada a ciencia cierta sobre este dios, el hecho de que los cananeos se circuncidaran en su nombre es indicio de que ser identificados como descendientes de Abraham era de suma importancia para ellos.

Se construyeron dos pirámides junto al lago Moeris, además de numerosas estatuas colosales con su imagen y un complejo grupo de palacios, todo ello rodeado de un mismo muro. Al parecer la construcción contaba con tres mil quinientas habitaciones, la mitad de las cuales eran subterráneas y se usaban como cámaras funerarias. Al parecer el rey trató de burlar a los ladrones de tumbas escondiendo las momias y los tesoros en un complicado sistema de pasadizos en lugar de bajo una mole de piedra. Los egipcios denominaron a esta construcción con una palabra que significa "el templo a la entrada del lago", pero los griegos de tiempos posteriores la deformaron a Labyrinthos, esto es, Laberinto. El Laberinto egipcio debió de ser una obra imponente, hecha de mármol blanco, con una cuidada ornamentación, si bien no cumplió su cometido, pues todas las tumbas que contuvo fueron saqueadas con el tiempo. También la ciudad de Tebas fue embellecida con nuevos templos, estatuas y otros edificios notables. No se conocen bien las causas, pero el Imperio Medio se desmoronó y el país se sumió en la confusión. Los egipcios registran dos dinastías que debieron de reinar simultáneamente.

Por otra parte, las ciudades civilizadas habían aprendido de los hicsos el uso bélico del caballo, con lo que éste dejó de ser una ventaja para los pueblos nómadas. Los reyes tebanos del Alto Egipto tenían caballos y los usaron para combatir a los invasores. El último rey de la XVII dinastía redujo el dominio hicso a las vecindades de su capital. Después se libró una batalla decisiva en el Delta, en la que derrotó al último rey hicso. El ejército hicso huyó a Palestina, pero el ejército egipcio lo siguió y lo volvió a derrotar. Indudablemente, los hicsos ya no eran entonces los toscos guerreros de antaño, sino que habían asimilado los lujos egipcios y se habían debilitado. A partir de aquí desaparecen de la historia: la mayoría de ellos permanecieron en el territorio entre los fenicios, cananeos, amorreos, etc., pero ya sin ninguna identidad que los uniera.

Con estas victorias, se logró imponer la autoridad sobre un Nuevo Imperio Egipcio. Parece que las tensiones entre el rey y la nobleza quedaron atrás. Ahora Egipto tenía carros y caballos, así como un nuevo orgullo nacional. El rey ya no sólo era sacerdote y dios, sino también un gran general. Su autoridad era indiscutible. Una muestra de la nueva reverencia que se le reservaba es que los egipcios ya no se referían a él como "el rey", sino con el circunloquio más pomposo de "la gran casa" o "el palacio", voz que ha derivado en la expresión Faraón. Aunque anacrónicamente se llama faraones a todos los reyes egipcios, lo cierto es que este título surgió con el Imperio Nuevo.

El faraón Amenofis I retomó Nubia, el Sinaí y todo Canaán hasta la costa que luego sería Fenicia, como en los tiempos del Imperio Medio. Al oeste, los pastores libios protagonizaban frecuentes incursiones en territorio egipcio desde tiempos de los hicsos. El nuevo faraón puso fin a esta situación ocupando una buena franja del desierto libio, se extendió el control egipcio sobre el Nilo hasta la cuarta catarata, mucho más allá que en cualquier época anterior. En Canaán se llegó hasta la ciudad de Karkemish, en plena Siria, a orillas del Éufrates. Los soldados egipcios quedaron fascinados por la abundante lluvia "un Nilo que cae del cielo". El propio Éufrates fue también causa de sorpresa, pues los egipcios usaban la misma expresión para referirse al Norte que para decir "río arriba". Así, el Éufrates era, para ellos, un río que, "fluyendo hacia el norte, fluye hacia el sur".

La ciudad de Tebas gozaba ahora de más prestigio que nunca, construyó grandes templos, y cada uno de los reyes posteriores trató de superar a los precedentes. La construcción de pirámides se abandonó definitivamente (todas habían sido saqueadas por los ladrones de tumbas). En su lugar, se optó por ocultar el mausoleo real tras una compleja red de túneles excavados en la roca de una colina cercana a Tebas. En 1.490 a.n.e., murió el faraón, siguiendo una costumbre egipcia, éste se había casado con su hermana Hatshepsut (probablemente, los orgullosos reyes egipcios consideraban que ninguna mujer era digna de ellos salvo que fuera de su propia familia), fue ella quien realmente gobernó el Imperio desde la muerte de esposo. Hatshepsut es la primera mujer gobernante conocida en la historia. En los monumentos que construyó se representa a sí misma con vestimentas masculinas, sin pechos y con una barba postiza. Bajo su mandato dejó de lado la expansión militar y, en su lugar, fomentó el comercio, las minas y la industria. En aquella época estaba de moda la construcción de obeliscos gigantes: finas columnas de piedra de tal altura que todavía no está claro cómo conseguían erigirlas sin que se rompieran. Originalmente fueron erigidos en honor al dios Ra, en tiempos del Imperio Antiguo, pero entonces no eran especialmente altos: unos tres metros y medio, en el Imperio Medio se construyeron obeliscos de más de 20 metros de altura, Hatshepsut llegó a los 30 metros.

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