Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

lunes, 26 de julio de 2010

Ciencia Sumeria (III) el primer nombre de un Veterinario






La ganadería también jugó un importante papel económico, destacando la de ovino y bovino, de las cuales se aprovechaba carne, leche, trabajo y productos subsidiarios, el asno fue empleado en diferentes trabajos agrícolas, de tracción y carga, desconociendo el caballo y el camello todavía. Gran importancia alcanzó la granja o estación de cría selectiva de Puzrish-Dagan (Drehem), en las cercanías de Nippur, debida a la iniciativa del rey neosumerio Shulgi. La pesca, tanto fluvial como marítima, y la caza, muy abundantes, fueron importantes complementos de la economía según sabemos por sus textos.

Se piensa que los onagros (Equus hémionus onager) fueron domesticados por los sumerios en Ur donde eran utilizados para tirar de las carretas en el año 2500 a.n.e. Los hemiones y onagros se diferencian de los asnos africanos en el menor tamaño de las orejas y la ausencia de rayas negras en los pies (característica perdida por la mayoría de los burros domésticos). El color y longitud del pelo varía según los ejemplares y las subespecies, oscilando entre el blanco amarillento y el negro, aunque el leonado es el más frecuente. Estos animales son bastante veloces, llegando hasta los 70 kilómetros por hora en tramos cortos, y también muy resistentes, capaces de moverse por el desierto a velocidades de más de 20 km/h durante 120 minutos mientras buscan nuevas pozas de agua donde abrevarse y poder alimentarse de hierbas o arbustos, suelen encontrarse cerca de las acumulaciones de agua que frecuentan, y que no abandonan a menos que sea estrictamente necesario. Esta especie forma grupos de menos de 12 individuos dirigidos por un macho dominante o semental que es el único autorizado a reproducirse y defiende su harén de otros machos adultos. El apareamiento se produce en la estación húmeda y las hembras dan a luz una única cría cada dos años que abandona el grupo al llegar a la madurez, garantizando así el intercambio genético entre las distintas poblaciones.

El onagro cuenta con el lobo y el hombre como únicos enemigos, tiene la reputación de tener una gran resistencia en las condiciones climáticas extremas en las que viven. El cruzamiento con los asnos domésticos podría ser ensayado, pero los machos serían estériles. El área de expansión del onagro está ahora reducida a la meseta desértica del norte de Irán y en Israel, menos de 400 onagros sobreviven en tres zonas protegidas. Las principales amenazas son la caza y la competencia con el ganado doméstico por el forraje y por el agua. Los Onagros son cazados desde vehículos por la carne y para medicina popular. La población mundial de onagros en cautividad es de 98 en 15 instituciones. Hay aproximadamente 50 onagros en Israel y es probable que haya habido algunos kulans entre los fundadores. Este rebaño es utilizado para producir animales para una reintroducción en el centro del Neguev para reemplazar al asno salvaje sirio.

Existen ocho especies de asnos salvajes en Asia, varias poblaciones de expansión geográfica limitada. Una de ellas, E. hémionus hemippus de Siria, que ha desaparecido desde hace más de 60 años, se dice haber sido domesticada antes del onagro, pues su hábitat era más fluvial que el onagro (más oriental), se trataba de un animal con una altura a la cruz en torno a un metro, vivaz y arisco, aunque no tanto como el onagro. El último asno salvaje sirio fue muerto cuando venía a beber en un oasis en 1927. En China y en Mongolia, los équidos (kiang y dziggatai) son explotados por sus pieles y por la carne, pero desgraciadamente la importancia económica de este comercio es totalmente desconocida. El kulan (Equus hemionus kulan) está actualmente confinado a Turkmenia y Kazakhstan donde sobreviven en pequeños rebaños aislados. La población mundial de kiang (Equus kiang) en cautividad es de 23 animales en 7 instituciones, China, poseería una gran población de kiangs occidentales, (E. k. kiang). El kiang oriental (E. K. holdereri) existe en gran número en Xinjiang y en el Tibet. Los dziggatais (Equus hemionus luteus) han sido eliminados de Kazakhstan en los años 1930. En nuestros días aún existen algunos millares de dziggatais de Gobi en el Parque Nacional del Gran Desierto de Gobi, pero la población declina probablemente en China y en Mongolia debido a una caza excesiva y la competencia con el ganado doméstico por el forraje y el agua. En cuanto al asno salvaje indú (Equus hemionus khur), esta subespecie, que es sin dudas una de las más numerosas entre los asnos salvajes asiáticos, está confinada en Rann de Kutch, al norte de la Península de Kathiawar, en India. Se observan algunas migraciones estacionales en el sur de Pakistán. La población total sería de 2.000 cabezas aproximadamente, los habitantes del Rann de Kutch son vegetarianos y la caza no es la amenaza mayor, se piensa que el "surra", debido a una infección por Trypanosoma evansi, llevado al Rann por los camellos domésticos y otro ganado, podría tener un impacto sobre la población de los asnos salvajes. La competencia con el ganado doméstico por las pasturas, también es una amenaza, así como la falta de acceso al agua y la disminución del hábitat debido a las implantaciones humanas, a los cultivos y a la extracción de sal.

Hace 3000 a 4000 a.n.e., en Mesopotamia, se creía que las enfermedades eran causadas por dioses y demonios, la medicina sumeria estuvo concentrada íntimamente en prácticas mágicas y adivinatorias, dispensadas por especialistas de la clase sacerdotal (ka-pirig, mu-mu, mash-mash). Era lógico que, desde esta concepción de la enfermedad, se buscara primeramente remedio en la magia, que a través de la práctica de determinados ritos podía apaciguar la cólera de los dioses o exorcizar a los demonios y alejar de este modo el mal de la persona afectada, también resultaba decisiva la práctica de sacrificios y plegarias.

Sin embargo, se conocieron médicos también (A.ZU “médico de agua” y IA.ZU “médico de aceite”. Una tablilla encontrada en Ur, de cerca de 5.000 años de antigüedad, nombra a un practicante de la medicina como “Lulu, el médico”. También había veterinarios, conocidos como “médicos de bueyes” o bien como “médicos de asnos”.). Encargados a un tiempo de la medicina empírica y de las técnicas quirúrgicas aún muy elementales, había especialistas que eran capaces de reconocer el papel de ciertos agentes en la génesis de la enfermedad, tales como el polvo, la suciedad, la comida y la bebida, estos médicos observaban los síntomas del paciente con extrema atención, los agrupaban por enfermedades y aplicaban en ocasiones, lo que , en definitiva, serían tratamientos farmacológicos, generalmente mezclas preparadas por ellos mismos a base de sustancias vegetales y minerales (arcilla, ceniza alcalina de combustión de quenopodiáceas ricas en sosa) y más raramente, de origen animal como sangre animal, sebo o huesos animales ,que se diluían en agua, leche, cerveza si se suministraban oralmente, y en “aceite de mar” ( aceite de pescado marino) o en “aceite de río” ( de pescado de río) que se vertían a través del recto como enema.

Nos ha llegado de Nippur (finales del III milenio a.n.e.), un manual con una lista de quince recetas farmacéuticas, demostrando así los conocimientos que poseían de las virtudes curativas de ciertos minerales, vegetales y animales, junto al cloruro sódico y el nitrato potásico aparecen la leche, el polvo de concha de tortuga, la piel de serpiente, tomillo, mirto, pera, higos y dátiles, la eficacia esperada consistía más en lo desagradables que fueran para el demonio atacante que en el posible efecto sobre el paciente, así mismo existen inscripciones referentes a medicinas en varios monumentos además de en tablillas de barro. El alcohol, que jugaba un papel muy importante en la desinfección quirúrgica y como base de muchas medicinas, llegó hasta nuestros idiomas a través del árabe kohl, del acadio kuhlu.

La cirugía parece que solo era empleada en casos excepcionales de extrema necesidad, sobre todo en el terreno oftalmológico, procedimientos como la extracción de dientes, la trepanación o la circuncisión, acreditados en otras culturas, no parece que se practicaran en ésta. Los médicos poseían un cierto conocimiento de la anatomía y de los órganos a juzgar por los términos con que los designan, utilizando a veces varias palabras para ello, como las nueve que existen para la vulva y las catorce para el útero. Disponían también de repertorios donde se enumeraban las enfermedades que podían afectar a distintas partes del cuerpo y las fases de evolución de algunas de ellas. Los modelos de hígado encontrados nos indican que se enseñaba medicina en algún tipo de escuelas médicas, con la ayuda de modelos de arcilla de los órganos humanos.

El médico observaba el pulso del paciente, le tomaba la temperatura a través del contacto con la mano, palpaba su cuerpo y olía su aliento y su orina, anotando los diferentes signos para emitir después su prescripción correspondiente. Además de la administración de pociones se recurría a otros procedimientos: fumigaciones, insolación de un líquido de boca a boca por medio de una pajita, las fricciones y masajes con pomadas, las cataplasmas y los supositorios. Esta medicina, vinculada a la magia, alcanzó un desarrollo limitado, pero, junto con la medicina egipcia, fue transmitida en parte a los griegos, abriendo la vía de las grandes reformas hipocráticas.

A pesar de todas sus carencias, los médicos gozaban de un elevado prestigio y a menudo estaban vinculados estrechamente la palacio, como revelan los frecuentes intercambio de especialistas entre diferentes cortes. Es el caso de Ur-lugal-edinna, médico de Urningirsu de Lagash, que vivió hacia el 2.020 a.n.e, es el primer nombre conocido de un médico, grabado en un sello con su emblema personal: Dos cuchillos rodeados de plantas medicinales (para otros autores se trata de tenazas quirúrgicas). También de este personaje nos llega una referencia veterinaria, Ur-lugal-edinna es también encargado de cuidar de la granja del rey, representa una profesión bien reglamentada, encargada de la atención de los animales y esclavos, así como de intervenciones quirúrgicas como curación de heridas, desbridamiento de accesos, sondajes uretrales (como solución a frecuentes obstrucciones causadas por gonorrea), intervenciones oculares, etc. El sello muestra también a la serpiente en el árbol, símbolo de la medicina hasta nuestros días. También se representaba con frecuencia un instrumento que utilizaban las comadronas para cortar el cordón umbilical.

Se puede distinguir cuatro modos de obtener conocimientos anatómicos:

a-La observación puramente externa del cuerpo, de sus características, signos, anomalías e irregularidades, realidades observables a simple vista a partir de las cuales se posibilita la creación de un conocimiento especulativo.

b-Las observaciones casuales de órganos internos.

c-El sacrificio.

d-La disección

La disección animal con fines adivinatorios principalmente (extispicia y hepatoscopia), pero también el descuartizamiento para aprovisionarse de carne o partes de animales útiles en la elaboración de objetos, avivó los procesos de adquisición de conocimientos anatómicos. Al contrario que en la filosofía aristotélica, la disección de animales no se practicaba con el fin de obtener un conocimiento directo del cuerpo y de su funcionamiento, al menos en cuanto se deriva de las fuentes escritas, sino que era un medio de comunicación con lo divino para obtener respuestas acerca del destino individual o colectivo (en India, para asegurar la correcta ejecución del sacrificio animal, caballos principalmente, se recitaban en voz alta los términos de las distintas partes del cuerpo en el orden en que debían ser despiezadas).

El ejemplar animal, generalmente una oveja o carnero, después de toda una serie de rituales, plegarias y observaciones previas, era abierto en canal, y sus vísceras minuciosamente examinadas siguiendo una serie de parámetros y reglas a la búsqueda de signos a interpretar. Este análisis incluía no sólo el hígado, sino también los pulmones, el corazón, los estómagos de los rumiantes, el bazo, la vesícula, los intestinos, junto con otras partes tanto internas como externas (siempre que los correspondientes términos sumerios y acadios hayan sido identificados correctamente).

Estas disecciones, seguramente, contribuyeron a. la producción de un conocimiento médico y anatómico colateralmente, sin ser ésta, por cuanto se observa en los textos, su finalidad principal. El que Galeno indicara que se había practicado la disección animal en Babilonia no está claro, puesto que la finalidad consciente que perseguía este autor clásico inspeccionando animales era, justamente, la aprehensión de un conocimiento anatómico y fisiológico capaz de aplicarse también a los seres humanos, mientras que el análisis a interiora de la oveja (y no de las restantes especies animales9 en la extispicia buscaba los signos que evidenciasen la voluntad divina para el futuro. Las finalidades de ambos sistemas de pensamiento son distintas.

Los elementos recogidos en los textos cuneiformes dibujan, generalmente, el estado “patológico”, alterado o enfermo, capaz de manifestarse bajo múltiples formas. Es este amplio abanico de posibilidades lo que impulsa a que se ponga por escrito la interpret6ación de los signos, que configuran el corpus relativo a la adivinación, y que, a su vez, se obvie lo repetitivo, lo “normal”, el estado del cuerpo reconocido como tal, ya que lo habitual y lo cotidiano pueden ser transmitidos oralmente. Desde este punto de vista, no es necesario compilar por escrito cómo se distribuyen los órganos internos de una oveja sana, cómo se ensamblan en el interior de su caja torácica y de su cavidad abdominal. Lo cotidiano se recuerda y se conoce fácilmente al ser una y otra vez igual a sí mismo: es lo anormal y lo extraordinario lo que debe ser consignado por escrito, para ayudar a los especialistas de las distintas disciplinas a reconocerlo e interpretarlo.

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