Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

miércoles, 28 de septiembre de 2011

La enseñanza de la medicina.






La medicina en las escuelas catedralicias y su enseñanza estuvo a cargo del clero secular, se trataba en los fundamental, de la doctrina hipocrática con un fuerte carácter especulativo y elementos religiosos, las especulaciones en torno a la orina y pulso del paciente eran parte de esta medicina, el vaso de orina se convirtió en el signo distintivo del médico..., la orina contenida en un vaso simboliza: en su capa superior, la cabeza, en la siguiente el pecho, en la tercera, el vientre, en la cuarta, el aparato genito-urinario. Si, cuando era sacudida, la espuma bajaba a la segunda región del liquido y sólo muy lentamente volvía arriba, significaba ello que los órganos de pecho eran el asiento de la enfermedad, pero si subía con rapidez era que la enfermedad se limitaba a la cabeza. La mayor parte de la Edad Media transcurrió entre dos pestes: la de Justiniano en el siglo VI, al parecer peste bubónica, y la Peste Negra, que estalló en el siglo XIV, pero precisamente en el lapso comprendido entre estas epidemias se extendió la lepra por Europa, y, cuando había declinado ésta, apareció la sífilis.

La peste no era una enfermedad desconocida para los eruditos del siglo, pero había que remontarse nada menos que ocho centurias, durante la llamada plaga de Justiniano, para tener noticias de ella. Existe un consenso bastante generalizado a la hora de fijar el origen de la peste negra en la región de Yunnan, en el sudeste de China, desde allí, a través de las caravanas que surcaban el imperio mongol o mediante una cadena de contagios entre roedores salvajes, la peste llegó hasta Caffa, en el mar Negro. Además, cabe la posibilidad de que el bacilo penetrara en esta ciudad a través de los cadáveres que los tártaros catapultaron sobre las murallas enemigas en sus incursiones.

En algunas zonas de Europa no se han hallado indicios de peste negra, con lo que los expertos han deducido que allí la plaga tuvo un impacto reducido, quizá se debió a un escaso contacto con el exterior (pudiera ser el caso de los Pirineos occidentales) o a que se adoptaran medidas tempranas de cuarentena (tal vez sucedió así en Milán, donde de hecho está documentada la primera medida aislacionista de Europa, en un rebrote que tuvo lugar en 1.374).

Los físicos, así eran conocidos entonces los médicos, estaban a años luz de saber qué era la peste, los eruditos de las universidades seguían a pies juntillas los antiquísimos preceptos de Hipócrates y Galeno, el origen de la peste había que buscarlo en la corrupción de un elemento externo, el aire, que alteraba uno de los humores del cuerpo humano, en este caso la sangre. ¿Qué había provocado la corrupción del aire?, el rey de Francia Felipe VI planteó esta cuestión a los físicos de la Sorbona en 1.348, la respuesta fue: el ambiente se había calentado inusualmente debido a la nefasta conjunción de los planetas Saturno, Júpiter y Marte el 24 de marzo de 1.345.

El cirujano papal Guy de Chauliac tuvo una buena idea al aislar el Pontífice en una torre durante la epidemia, pero erró al pensar que el lugar mejor para depositar los cadáveres de los apestados eran las aguas del Ródano, el Papa consagró el río para que se convirtiera en una digna sepultura, pero no se previó que, al cabo de unos días, los cuerpos emergerían en las costas de Marsella y Niza provocando virulentos rebrotes de la enfermedad. Muerte y desolación mientras la peste negra asolaba un territorio, ¿Y después?, la desaparición de una de cada tres personas (en algunos lugares incluso una proporción mayor) tenía que provocar forzosamente desequilibrios, el más evidente fue el descenso de la mano de obra, una situación que los campesinos y artesanos aprovecharon para demandar mejoras ante sus señores feudales. En las Cortes de Valladolid en 1.351, se habló de los "prescios desaguisados" que requerían los jornaleros y de que los “menestrales vendían las cosas de sus officios a voluntad et por muchos mayores prescios que valían”.

En lo que hoy es Alemania, entre los ríos Weser y Elba, un 40% de los pueblos desaparecieron, la superficie cultivada decreció y se aprovechó la circunstancia para explotar más intensivamente la ganadería ( en Castilla ganó importancia la famosa raza merina), un sector de producción que, además, tenía la ventaja de no requerir tanta mano de obra como la agricultura. Los poderes públicos, en Inglaterra, Castilla o Aragón, pusieron cortapisas a la subida de los precios y salarios y fijaron medidas coercitivas que impidieran el abandono de las tierras de cultivo, la semilla del descontento quedaba sembrada, las revueltas campesinas se sucedieron por doquier.

El primer centro con personalidad propia de medicina medieval laica fue Salerno, ciudad al sur de Nápoles, famoso balneario cristiano, sus hospitales tenían gran reputación en Europa, aquí es donde se reunieron las influencias de las principales escuelas médicas de la antigüedad, unificándose las culturas griegas, latina, hebrea y árabe, fue fundada, según la leyenda, por cuatro médicos en el siglo IX probablemente, un médico hebreo, Helino, uno griego, Ponto, un árabe, Adeli y un latino, Magíster Salernus, que reunidos formaron una “Civitas Hippocrática” verdadero puente entre el mundo clásico y el medioevo.

El deseo de saber y las exigencias de los pueblos por conocer la naturaleza, la ciencia, las artes, las causas de las enfermedades y las necesidades culturales, condujeron a la Iglesia a la fundación de Universidades, y entonces el saber se traslada de los monasterios a las universidades, que llegaron a ser más de 80, pasando el saber a las ciudades de Bolognia, Padua, París, Montpellier, Oxford, dejando la iglesia, por medio de edictos y bulas, la medicina y cirugía prácticas en manos de barberos y curanderos. En Bolognia, Copérnico estudió y ejerció como médico y fue donde inició sus cálculos científicos, también estuvieron el fraile dominico Ugo de Lucca, obispo de Cervia, que también fue profesor en Salerno y abrió camino a la escuela quirúrgica, usó la esponja soporífera (con opio, moras amargas, beleño, mandrágora, hiedra y lechuga), y su hijo Teodoríco, que fue cirujano durante las cruzadas, introdujeron en Europa los “Sustitutos medievales de la anestesia” cuyo origen se atribuye a la escuela de Salerno, Teodoríco escribió un Texto de “Cyrugía”.

Guillermo Salicebo (1.219-1.277), gran cirujano, reemplazó el cuchillo por el cauterio. En Bolognia se realizó la primera autopsia. En 1.208 se fundó la universidad de Montpellier, por exalumnos de Bolognia, en donde figura Arnaldo de Villanova, autor prolífico, ya mencionado, que expuso su clasificación de enfermedades y accidentes morbosos en: a) Regionales, b) Contagiosas, tales como “Febris acuta”, “Ptisis”, “Escabies”, “Pedicon”, “Sacer ignis”, “Ántrax”, “Lippa”, “Lepra”, “Novis”, “Contagia Praestant”, es decir, fiebres pestilentes, tisis, sarna, epilepsia, cigotismo, carbunco, conjuntivitis, lepra, etc.. c) Hereditarias, d) Dependientes de la mala constitución del sueño y e) epidémicas, causadas por la corrupción del aire o influencias astrales.

. En la Escuela de París estudió Alberto Magno el mayor genio del siglo XIII, filósofo y teólogo, cultivó las ciencias naturales, astronomía, geología, botánica, zoología, matemáticas y medicina, en su tiempo le fue prohibido escribir sobre medicina y fisiología y tratamientos, pero su discípulo Tomas de Aquino sí escribió sobre fisiología.

Petrus Hispanicus, primer médico que llegó a ser Papa, como Juan XXII, escribió “Thesaurus Pauperum”, un importante formulario médico. En esta Edad Media de contrastes, Roger Bacon (1.214-1.294), fraile franciscano, maestro en Oxford y París, llamado el “Doctor Miranvlis” fue defensor del experimento, describió la brújula y la pólvora y escribió sobre la visión, anticipando los lentes para leer, fue botánico, filósofo, astrónomo, teólogo, reformó el calendario y escribió sobre el telescopio, la locomotora, las escafandras y la máquina de vapor, fue un destacado alquimista y un experimentador consumado.

La cirugía medieval se desarrolla lenta pero gradualmente, pero otra parte de la cirugía se quedó en manos de barberos, bañistas y sangradores, que ponían en práctica los conocimientos quirúrgicos teóricos de los médicos, lo que motivó infinidad de conflictos entre los cirujanos de “Ropa larga”, (académicos y clérigos) y los de “Ropa corta”, o empíricos. Por otro lado, en este tiempo las pestes y epidemias con intensa repercusión social diezmaban las poblaciones europeas, se consideraron 8 enfermedades contagiosas: Febris (peste bubónica), Ptisis (tuberculosis), Pedicum (epilepsia), Scabies (sarna), Sacerignis (erisipela), Ántrax (carbunco), Mopa (tracoma) y lepra: se identificaron formas de lepra, nodular y mutilante.

La tecnificación incipiente de la medicina medieval tuvo su explicación en la titulación oficial de médico y la reglamentación científica, se dictaron normas precisas y estrictas para alcanzar el grado de “Doctor en Medicina” que fueron aplicadas desde el siglo XII en Salerno, la ceremonia de graduación era todo un acto ritual académico, primero el candidato defiende cuatro tesis, de Aristóteles, Hipócrates, Galeno y Avicena, y a un autor “moderno”, se tenía que aprobar el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Cuadrivium (aritmética, geométrica, astronomía y música) además de medicina y filosofía physica, la Ética y la etiqueta médicas fueron reguladas detalladamente, por el “Juramento Hipocrático” y la “Formula Comité Archiatrorum” de Teodorico.

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