Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 15 de septiembre de 2011

El Islam






Siria, junto a gran parte del resto del Imperio Bizantino, había sufrido una serie de calamidades desde mediados del siglo VI: terremotos, plagas, declive económico, invasiones persas sasánidas, y una generación de ocupación sasánida, lo peor de todo fueron los terremotos y las plagas, una serie de epidemias, que comenzaron en el 540, redujo la población un tercio en las ciudades infestadas de ratas portadoras de la plaga, los nómadas, que vivían en tiendas, en cambio, escaparon casi sin daños, de hecho, existía una gran población árabe dentro de la Siria Bizantina, siendo muchos de religión cristiana y judía, y otros paganos.

Los pueblos de lengua árabe de la península arábiga y de las zonas vecinas seguían diferentes religiones y diferentes estilos de vida, algunos vivían en ciudades como mercaderes o marineros, pero la mayoría eran granjeros campesinos “fallahin” en los oasis de Arabia, los fértiles montes del Yemen o los pueblos de la Siria Bizantina y del Iraq sasánida, incluso entre los nómadas existían importantes diferencias entre el autentico “badw” (beduino), que criaba dromedarios del desierto profundo, y los seminómadas “ra´w” de los límites de la zona cultivada, dentro del desierto, las tribus normalmente viajaban cruzando el territorio de unos y otros bajo acuerdos pacíficos, raramente luchaban entre sí. Un avance tecnológico tuvo un inmenso impacto en el equilibrio de poder de las estepas y de los desiertos, se trató de la silla para dromedario con armazón de lana del norte de Arabia, que se aseguraba encima de la joroba del animal, ya que la antigua silla llamada del Sur de Arabia carecía de armazón y se situaba detrás de la joroba, aunque era apropiada para fines pacíficos, el tipo antiguo tenía poca utilidad en combate, una vez que las tribus sobre dromedario más ricas adoptaron la nueva silla, resultó más difícil que los imperios vecinos controlaran las tribus.

Dentro de Arabia se habían producido, desde luego, muchos otros cambios, los pueblos árabes del norte habían aprendido mucho, tanto de bizantinos como de sasánidas, con esta fluida situación política y religiosa llegó el profeta Muhammad. Muhammad consideraba al principio aliados a los cristianos, sólo después de que sus seguidores combatieron contra tribus árabes bizantinas en Mu´ta (629), las dos religiones se convirtieron en rivales, en el 634, los musulmanes derrotaron a una fuerza bizantina, el terremoto del año siguiente y la aparición de un cometa con forma de espada, que provenía aparentemente del sur, se interpretarían más tarde como signos de la próxima conquista musulmana, que los llevó a Persia, Próximo Oriente, Egipto, norte de África, y Europa.

Entre los años 711 y 725 los musulmanes ocuparon toda la península ibérica, y se extendieron por el sur de la Galia, no pudieron consolidar su expansión en la Galia, fueron derrotados por los Francos en la batalla de Poitiers, en el 732, y seguidamente perdieron sus asentamientos en Septimania, tampoco pudieron eliminar los núcleos cristianos del sur de los Pirineos, dominados por astures, navarros y, más tarde, por los carolingios. Durante la sequía de los años 751-756 los musulmanes abandonaron los territorios al norte de los ríos Duero y Ebro, los cristianos, por su parte, ocuparon muchas tierras deshabitadas, aunque no todas, quedando entre los dos bandos una extensa tierra de nadie.

La mayoría de la población estaba compuesta por labradores, ya que la tierra constituía la materia prima por excelencia de la vida. En la Sicilia musulmana, la agricultura era por lo común próspera y variada: a las legumbres y frutas europeas, a sus cítricos y olivos, cabe añadirles el azafrán, la caña de azúcar y el algodón, así como los tradicionales cereales y ganadería, otro tanto ocurre en Al-Andalus. El régimen de distribución de las aguas estaba tan bien organizado que se perpetuará hasta nuestros días en parte de la península, encontrándose constancia en el Tribunal de las Aguas de Valencia. Se conservan unas interesantes anotaciones a un “Tratado de agricultura” redactado en el siglo XI, por un musulmán de Toledo, Ibn Wafid al-Lajmi, y el “calendario de Córdoba” describe las tareas agrícolas que hay que realizar cada mes y los progresos de cada producto.

Sabemos, gracias al Calendario de Córdoba, que las vacas paren en enero, las ovejas en octubre y que “abunda la leche”, así como los huevos, hay gran número de burros y mulos, que se utilizan sobre todo para faenas de transporte, pero la ganadería por excelencia es la caballar: los árabes idolatran al “noble corcel”, indispensable en las razias y en cualquier maniobra guerrera. Una cita del obispo Recemundo, sobre al-Andalus del siglo X, permite reconstruir las etapas de la cría: durante el invierno, los caballos pacen tranquilamente, pero a mediados de marzo todo se anima en los acaballaderos del Guadalquivir, pues es el momento en que las yeguas, empiezan a parir después de once meses de gestación y, a mediados de abril, cuando finaliza el periodo de partos se suelta a los sementales para que cubran a las yeguas reproductoras y, a partir de junio, se les separa. En todas partes se concede una atención especial a la crianza de los caballos: en Provenza, los árabes del macizo de Maunes importaron muchos ejemplares de excelente raza, que se ha perpetuado hasta nuestros días en la Camargue. Un componente más de la economía es la apicultura, que se practica tanto en España como en Sicilia, Lanquedoc y Provenza: se sabe como cuidar las colmenas y se tiene aprecio a las abejas, el calendario de Córdoba hace una mención rápida al tema: “estos útiles insectos se reproducen en febrero”.

En todas las fincas importantes hay palomares, los alcázares y fortines disponen también de uno, el sistema primario de telegrafía óptica que pone en contacto a las diferentes torres de vigilancia estratégicamente situadas en torno al territorio de la “dar al-Islán”, y en particular a lo largo del litoral y de las zonas fronterizas, se complementa eficazmente por medio de palomas mensajeras, que se emplean con mucha frecuencia, además los excrementos de paloma constituyen un abono muy apreciado. En cuanto a los halcones, son auténticos accesorios vivientes de la caza y en ciertas ocasiones resultan indispensables para sustituir a los perros, el halconero es un personaje característico de esta época, todos los miembros de las altas esferas musulmanas se procuran halcones adiestrados que sepan caer en picado sobre la presa, los calendarios agrícolas los tratan con un respecto evidente: “en enero los halcones de la especie valenciana se quedan en sus nidos y empiezan a cubrir... En marzo las hembras ponen huevos, que empollan durante treinta días”.

El Calendario de Córdoba recomienda que se coman los corderos de dos años y los pichones en diciembre, y que no se coma carne de buey o de cabra durante ese mes, el pescado sustituye a menudo a la carne o la acompaña, se consume en salazón con mayor frecuencia que la carne: Las conservas de anchoas tanto como las de “ciervo en salmuera” gozan de gran reputación.

El momento de mayor refinamiento de la Europa sometida al Islam coincidió con la mitad del siglo IX, cuando el iraquí Ziryab, un gran músico y cantante, que se había convertido en el ídolo de masas de al-Andalus, se convirtió en el árbitro de la elegancia e introdujo el arte culinario de Bagdad, fue la época en que los manteles de fino cuero destronaron en las mesas elegantes a los de lino, que se habían empleado anteriormente, y las copas de cristal reemplazaron a los vasos de plata y oro, aunque se siguió prescindiendo de tenedores y cuchillos.

Sea como fuere, del siglo XIII al XV, una ciencia contará con ilustres aportaciones de la zona europea de “dar al-Islam”: la medicina, en el año 958, una célebre regenta de Navarra, la reina Toda, acude a Córdoba con su nieto, el rey Sancho I de León, que ha perdido temporalmente el trono, para consultar a un gran médico judío, Jasday Ibn Isaac Ibn Shaprut (905-975), el niño padece obesidad y Jasday lo sana, los musulmanes confían especialmente en estos médicos judíos.

La época de la medicina hebrea, también llamada Talmúdica, comprende desde el siglo II, a.C., hasta el VI d.C., la alimentación y la higiene tienen especial importancia en la Biblia, el Talmud contiene aclaraciones y ampliaciones, con influencias de la medicina Griega, Babilónica y Persa, entra también en temas como el mal de ojo, los amuletos o los ángeles, muchos maestros del Talmud eran médicos, como Semuel Aba Makohen (167-275 d.C.). Los esenios, grupo étnico-místico, se preocupaban tanto de los temas religiosos como de los temas médicos y de las curaciones, según Josefo, se llamaban esenios porque provenía de la palabra Asia, que venia a ser lo mismo que médico (auxiliador) o terapéutica, Josefo elogia su humanidad y su ética, estaban convencidos de que la fe podía curar incluso a los incurables.

Los maestros del Talmud sabían que el miedo produce palpitaciones cardiacas y alteraciones del pulso, y que el contagio de las enfermedades ocurría a través de alimentos en mal estado, dulces, secreciones, bebidas, vertidos, agua sucia, o aire, conocían la desinfección de instrumentos por fumigación, lavado e ignición. Es asombroso que la medicina talmúdica no ejerciera más influencia sobre la medicina de la Edad Media, en este tiempo, Galeno era el centro de toda medicina, a partir del siglo VI, con la salida de los judíos de su tierra, sólo hay médicos judíos aislados durante todo el periodo medieval, Maimónides fue el más conocido de ellos.

Los árabes conocieron a Hipócrates y Galeno en unas traducciones del siríaco realizadas por el presbítero Sergio de Reshaina, y por el cristiano Mesué el viejo, director del hospital de Bagdag. La botánica árabe fue superior tanto en calidad como en cantidad, el médico judío español, ya mencionado, Jasday, tradujo al árabe todos los nombres de plantas y drogas existentes, la obra de Ibn al Baitar es una colección que describe con fidelidad la botánica antigua, (al Baitar significa Veterinario, como luego veremos).

Con el tiempo se hicieron resúmenes y comentarios de los diferentes libros que la tradición latina a conocido como “Summaria Alesandrinorum” y, hacia el siglo XII, se compuso un resumen general de la doctrina de los 16 libros, que se conoció como “Isagoge Ioannitti” (introducción general a la Medicina), en la que se establece toda la medicina Bizantina, Arabe, Judía y Latina Medieval, y que se convirtió en el libro más importante de la medicina medieval, su texto se inicia así: “La medicina se divide en dos partes: Teórica y Práctica, la primera consta de tres grandes capítulos:

El estudio de los casos naturales o sanos.

El estudio de los casos contranaturales o enfermo, y

El estudio de los casos neutros o no naturales que acrecientan la salud o provocan enfermedad. El primer capítulo es una fisiología, el 2º una Patología y el 3ª una Terapéutica, resumiéndose en el siguiente cuadro:

Salud Neutralidad Enfermedad

Elemento medio ambiente causas

Complexiones Comida y bebida síntomas

Teórica Humores movimiento y reposo Enf.humorales

Miembros sueño y vigilia (similares)

Virtudes excreciones y secreciones Oficiales

Espíritus Afectos de animales Comunes

Higiene Farmacología Cirugía

De los sanos Interior Carne

Práctica De los enfermos Exterior Cortar

Convalecientes Cataplasma Cauterizar

Niños, ancianos Emplastos Huesos

Otros Consolidar

Ligar

Reducir

Uno de los médicos más ilustres del periodo clásico de la medicina árabe fue: Abu Barck Muhamurad Ibn Zacariyya al Rhazi, llamado Rhazes (865-925) conocido como “El Experimentador”, escribió 20 tomos del Al-Hani o Liber Continens, enciclopedia médica que incluye una antología de la literatura médica griega, siria, persa e hindú.

El más famoso y máxima figura árabe y mundial fue Abu Alí al Hasagn Ibn Sina, (980-1.037), considerado padre de la medicina y conocido como Avicena, a los 10 años de edad sabía de menoría el Corán, a los 16 conocía las teorías médicas y a los 18 ya era médico del emir, además de gramático, poeta, geómetra, astrónomo, anatomista, fisiólogo, médico y cirujano, a los 21 años escribió una enciclopedia científica, llegó a ser Visir y escribió su famoso “Canon Medicinae”, el libro y enciclopedia de medicina más famoso en la historia, en cinco tomos, que comprendía: fisiología, higiene, materia médica y terapéutica, relatando los niveles del espíritu y del pensamiento, estos libros fueron el principal tratado de medicina en las Universidades europeas y usados más allá del 1.650, hasta Vesalio.

La medicina árabe se puede dividir en tres periodos:

1.- El comprendido antes de los años 900, es el periodo de preparación, donde se amalgama con la medicina grecorromana y la hebrea y cristiana, se enriquece con los aportes de los sabios bizantinos, que llevan al árabe toda la ciencia conocida y se crean las grandes escuelas de traductores.

2.- Periodo entre el 900 y 1.100, en el que destacan sus propios médicos independientes con nuevos aportes e investigaciones, época de figuras como Rhazes, Abuscasis y Avicena, el interprete de Aristóteles.

3.- Durante los siglos XII y XVII, son años de influencia en la medicina europea, destacando Avenzoar, Averroes, Maimonides y Ali ibn El Abbas, con su notable libro de anatomía, toda la literatura médica árabe fue traducida al latín o a lenguas occidentales para ser usada por las universidades.

Los tratados más importantes del bajo medioevo fueron el “Libri Dietaum” del judío Isaac Iudeus, (siglo IX), el Canon de Avicena (siglo XI), y el Kitab al Mansuri (siglo XII), todo ellos basados en las teorías del Corpus Hipocraticum, siglos posteriores fueron importantes el Régimen de Sanidad de Arnaldo de Villanova o el Kitab al Kulliyat al Tibb, de Averroes, los cuales son un compendio de las enseñanzas aristotélicas y galénicas. Todos estos tratados son hijos de la filosofía hipocrática y por tanto partían de las mismas tesis doctrinales:

1º- Principio del elemento, así la naturaleza de los seres vivos está compuesta de una combinación de elementos simples: aire, agua, tierra y fuego, dictada por Empedocles en el siglo V a.C.

2º- La segunda tesis es que los elementos conllevan al principio de cualidad, es decir, húmedo, seco, frío y cálido.

3º- La tercera tesis parte del principio de los humores, descrito por Polibio hacia el V a.C., del equilibrio de los humores (flema, sangre, bilis amarilla y bilis negra) el ser entra en la eucrasia (salud) o en la discrasia (enfermedad).

4º- La cuarta tesis gira sobre el principio de la complexión o temperamentos, como sanguíneo, colérico, flemático y melancólico.

5º- La quinta tesis esta basada en el principio de las fuerzas orgánicas o virtuales, el alma tiene tres niveles: racional, irascible y concupiscible, con asentamientos diferentes según Galeno.

6º- La sexta tesis era el principio de la pneuma descrito por Diógenes de Apolonia, la pneuma es el espíritu de la vida que se localiza en todo el ser.

7º- La séptima tesis es el principio de la digestión, entendiéndola como metabolismo que cría naturaleza, pero del que hay que eliminar los desechos que produce, por ello eran bien vistas, y se hacían con frecuencia, las purgas, lavativas, enemas y otros procedimientos para limpiar el cuerpo interna y externamente de los humores y excedentes digestivos.

8º- La octava y última tesis está presentada por el principio de los contrarios, así por ejemplo, si un cuerpo enferma por el calor, su tratamiento ha de ser frío, debido a este principio los alimentos y medicamentos llegaron a tener un carácter simbólico, así los había calientes o fríos, secos o húmedos.

La medicina veterinaria árabe fue heredera de los conocimientos procedentes de los escritos hipiátricos greco-bizantinos y de las antiguas tradiciones Hindúes, Persas y Sirias, esta medicina veterinaria árabe tuvo uno de sus primeros cultivadores en Mohammad Ibn Igub (695), que fue hijo de veterinario y escudero del Califa Al-Motadhed, escribió un Ars Veterinaria del que ha quedado su traducción latina, que contiene nociones de hipiatria y herrado. El Kitab Al-Hagawan, escrito por Al Jahiz, es el primer texto árabe de zoología que se conoce (siglo IX), Al Damin escribió una recopilación denominada “Vida de los animales”. Sabemos que Hunayn ibn Ishac, autor de numerosas obras médicas, tradujo, en el siglo VII, las obras de los hipiatras griegos también, en el siglo X, Kabus el-Moali escribió un resumen de los conocimientos veterinarios de su tiempo, que fue traducido al turco y de allí al alemán, Ahmed ibn Hasan ibn al-Ahuaf (1.209) escribió un “Kitab al Baytarah” o “libro de la Medicina Veterinaria”.

En el siglo XII, el sevillano Abu Zacarías ibn el-Awwam compuso un "Kitab al-Felahah”, tratado de agricultura del que dedica una buena parte a la veterinaria, como la mayoría los tratados de agricultura árabes, este tratado fue traducido al español y al francés, y contiene cuatro capítulos dedicados a las enfermedades de diversos animales. Abu Bakr ibn el-Bedr al-Baytar (1.309-1.340), dio el nombre de Al Nasiri a su obra “Kamil as sinacatayn”, realizada en honor del Sultán de Egipto Mohammad al-Nasiri Ibn Kalaoun, esta obra fue traducida al latín por Moisés de Palermo, “Detectio principiorum cognoscendis morbis eguorum”, en ella se reconoce discípulo de los conocimientos aristotélicos, herméticos, galénicos e hipocráticos, y de Vegecio, también escribió el “Kitab al-Acoval”, en 1.327, que es una recopilación sobre patología e higiene de diversos animales domésticos, y más particularmente del dromedario y el elefante. No acaba aquí la lista de veterinarios árabes, debemos recordar los nombres de Abu el-Hafen (836-904) que escribió un Tractatus de arte veterinaria, a Abu Hanifa Ahmed ben Danud el-Dinemeri (902), a Garib ben Said, a Mohammad Ben Iacub el-Cheili, entre otros, sin olvidar a Ibn Masawayh Mesué “el viejo”, que tradujo al árabe la obra del célebre veterinario hindú Charaka (Shanak).

Entre 906 y 1.013 floreció, en Madinat al-Zahra, el genio de Abu L´oasim Jalalf al Zahrawi, nuestro Abulcasis, cuyos numerosos trabajos situaron a la península Ibérica al frente de las técnicas quirúrgicas, de materias veterinarias y de cirugía experimental, durante 100 años. La proliferación de tratados de agricultura y ganadería (Kitab al Felahah) escritos por veterinarios andalusíes fue muy importante, destacando entre sus cultivadores Ibn Waffid, Ibn Tiguari, Ibn Bassad, Ibn al-Beytar (el hijo del Al-Beytar), y otros más, de entre ellos cabe destacar a Aben abi-Hazan, y a Alí ben Abderrhman ben Hodid, también llamado Ibn Hudayl, que escribió su “gala de caballeros, blasón de paladines”, en el cual declara haberse basado en diversos libros de Albeitería y en el “libro de la Naturaleza” de Aristóteles, “gala de Caballeros...”, es un libro de carácter cortesano, no escrito al estilo de los clásicos libros de Albeitería, contiene 20 capítulos que tratan de la creación del caballo y el manejo de las armas que se utilizan a caballo, hasta un florilegio de versos sobre la afición de los árabes por este animal, pasando por sus cualidades y enfermedades (deformidades) sin indicar tratamientos.

Ibn Hudayl también escribió su Kitab al-fawa id al-musattara ficilm al-baytara, o “Provechos trazados de Albeitería “, dedicado como el anterior al Sultán Muhammad V, el texto de Ibn Hudayl se corresponde al concepto de “furusyya” (equitación), como conjunto de conocimientos ecuestres teóricos y prácticos que comprenden las nociones de hipología (jalg al jayl) e hipiatria y Albeitería (baytara= veterinaria). Un códice, del siglo XV titulado el Caballo y sus dolencias, es atribuido al “moro Abdala”, tal vez pudiera tratarse de Abd Allah ben Yuzar, por otra parte en el “libro de los caballos” se lee: “en el nombre de Dios ordenó este libro Maestre Audulla de las enfermedades de las bestias”, este texto parece ser traducción de la “Práctica Equorum” de Teodorico Borgognoni de Lucca (siglo XIII) quien declara basarse en las obras del “alcus menescalx d’Espanha”, lo que evidentemente señala la dirección de los albéitares andalusíes.

Sobre la palabra albéitar, se lee en los diccionarios: “albéitar, oficial que cura las caballerías y sus enfermedades, y comúnmente los hierra también, (Fr. Marechal, Lat. Faber ferrarius, veterinarius, It. Mariscalco), los instrumentos comunes que usa son tenazas, martillo, pujavante, clavos, herraduras. Fuera de esto hay otras voces propias de los albéitares, v.g.; alifafes, almohadilla”. Albéitar representa literalmente el árabe al-beitar, por al-peitar, del griego hippiatros, compuesto de hippos, caballo, e iatros, medico: “medico de los caballos”, el portugués alvéitar es una ortografía abusiva, es, pues, otro vocablo griego que vino al romance por medio arábico. Así pues, las voces albéitar y Albeitería, que en romance hispano designaron al veterinario y su profesión, la veterinaria, son arabismos y penetraron en las lenguas hispanas casi sin modificación, pues veterinario se decía y se dice en árabe al-baytar, utilizándose baytari en expresiones como al-tibb al baytari “la medicina veterinaria”, al-baytara es la veterinaria como ciencia y profesión, estos términos implican también otro sentido: baytar/herrero que pone herraduras a los caballos, y baytara/oficio de herrador de caballos.

Que la palabra baytar no tenga relación alguna con los distintos nombres que reciben en árabe el caballo y otros solípedos: caballo/hisanum, farasum, asno o pollino/hiwarum, yahsw burro/himawn, burra/himasatun, mula/baglatun, mulo/baglun, yegua/farasun, se corresponde con que su origen remoto es griego, pues baytar es el resultado de la palabra griega hippiatros, que pasa al árabe a través del siríaco pyatra, que es el médico de caballos, en la práctica la labor del baytar se extiende a todos los animales, aunque especialmente al caballo, el significado de la palabra, al pasar del árabe al español, era veterinario. La ciencia veterinaria árabe floreció magníficamente en la España musulmana, manifestándose en las obras de sus albéitares y tratadistas que crearon sus libros al estilo de los geopónicos greco-latinos, copiándolos en muchos casos y desarrollando mucho más que éstos los capítulos dedicado al cuidado de los animales y al arte de herrar, lo que sí parece cierto es que la primera inseminación artificial de una yegua fue realizada por los árabes hacia 1.322.

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