Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

miércoles, 29 de marzo de 2017

Historia de la Tierra (I)



Origen

Usando colores para identificar las edades de 130.000 estrellas en el halo de la Vía Láctea, astrónomos han producido la imagen más clara de cómo la galaxia se formó hace 13.500 millones de años



La historia de la Tierra comprende 4.570 millones de años (Ma), desde su formación a partir de la nebulosa protosolar. Ese tiempo es aproximadamente un tercio del total transcurrido desde el Big Bang, el cual se estima que tuvo lugar hace 13.700 Ma.
El origen de La Tierra es el mismo que el del Sistema Solar. Lo que terminaría siendo el Sistema Solar inicialmente existió como una extensa mezcla de nubes de gas, rocas y polvo en rotación. Estaba compuesta por hidrógeno y helio surgidos en el Big Bang, así como por elementos más pesados producidos por supernovas. Hace unos 4.600 Millones de años, una estrella cercana se transformó en supernova y su explosión envió una onda de choque hasta la nebulosa protosolar incrementando su momento angular. A medida que la nebulosa empezó a incrementar su rotación, gravedad e inercia, se aplanó conformando un disco protoplanetario (orientado perpendicularmente al eje de rotación). La mayor parte de la masa se acumuló en su centro y empezó a calentarse, pero debido a las pequeñas perturbaciones del momento angular y a las colisiones de los numerosos escombros generados, empezaron a formarse protoplanetas. Aumentó su velocidad de giro y gravedad, originándose una enorme energía cinética en el centro. La imposibilidad de transmitir esta energía a cualquier otro proceso hizo que el centro del disco aumentara su temperatura. Por último, comenzó la fusión nuclear: de hidrógeno a helio, y al final, después de su contracción, se transformó en una estrella T Tauri: el Sol. La gravedad producida por la condensación de la materia, que previamente había sido capturada por la gravedad del propio Sol, hizo que las partículas de polvo y el resto del disco protoplanetario empezaran a segmentarse en anillos. Los fragmentos más grandes colisionaron con otros, conformando otros de mayor tamaño que al final formarían los protoplanetas. Dentro de este grupo había uno situado aproximadamente a 150 millones de Km. del centro: la Tierra. El viento solar de la recién formada estrella arrastró la mayoría de las partículas que tenía el disco, condensándolas en cuerpos mayores.
La Tierra vivió 3.000 millones de años sin núcleo interno. La esfera de hierro sólido que ocupa el interior del planeta forma parte del mecanismo que crea su campo magnético, una protección frente al espacio con un papel clave para la vida
El espacio es un lugar infernal. Por suerte, la Tierra cuenta con un escudo magnético que desvía parte de la radiación espacial y protege a los seres vivos en su interior. El origen de esa magnetosfera está enterrado a más de 3.000 kilómetros de distancia bajo nuestros pies. A partir de esa profundidad se encuentra el núcleo terrestre, una bola de hierro que, funcionando como una dinamo, genera una barrera protectora para los terrícolas.
El Núcleo
Conocer la edad de su núcleo es muy relevante para comprender la historia de la Tierra y de los animales que viven en ella, pero acceder a las profundidades terrestres es más difícil que viajar a millones de kilómetros de distancia para fotografiar las superficies de otros planetas. Para circunvalar estos problemas, los científicos aprovechan las marcas que los cambios en ese mundo subterráneo dejan sobre el que tenemos a la vista. Analizando los registros magnéticos de rocas ígneas, formadas al enfriarse las rocas fundidas del magma, han calculado que el núcleo interno de la Tierra tiene entre 1.000 y 1.500 millones de años de edad. En esas rocas se ha detectado un intenso incremento de la fuerza del campo magnético terrestre en esa época de la vida de nuestro planeta.
El núcleo interno de la Tierra es la capa más profunda del planeta. Es una pelota de hierro del tamaño de la Luna que está rodeada por otra capa, también de hierro, pero en estado líquido. Se sabe que esa región apareció en una etapa relativamente reciente si se tienen en cuenta los 4.500 millones años de edad de la Tierra. El cambio magnético indica, según los autores, que en ese periodo se formó la bola sólida a partir del enfriamiento de la gran esfera de hierro líquido que ocupaba el interior terráqueo. Aunque parezca una horquilla de tiempo amplia, y siempre que el dato sea aceptado por la comunidad científica, supone reducir la incertidumbre del debate actual en 1.000 millones de años. Hasta ahora, las estimaciones sobre la edad del núcleo de la Tierra llegaban desde los 500 millones de años hasta los 2.000. Según los cálculos el núcleo terrestre se está enfriando con mayor lentitud de la que se creía, y que está creciendo a un ritmo de un milímetro por año, dos datos que ayudan a comprender mejor el campo magnético terrestre. Este rasgo diferencia la Tierra del planeta más parecido que se le conoce. Marte, en sus inicios, contaba con un intenso campo magnético probablemente causado por un núcleo de hierro que desapareció en 500 millones de años. Esta distinción en su historia magnética podría explicar en parte por qué los organismos vivos prosperan en la Tierra y no lo hacen en Marte o lo hacen de una forma mucho más discreta.
La Atmósfera
La atmósfera actual de la Tierra apenas tiene rasgos de lo que fue en su formación. Fue un aluvión de impactos de pequeños asteroides lo que "borró" parte de la atmósfera primitiva, al menos, dos veces desde su formación, hace más de 4.000 millones de años. Parece que un bombardeo incesante de pequeñas rocas espaciales, o planetesimales, pudo haber bombardeado la Tierra en el momento en el que se formó la Luna, levantando nubes de gas con la fuerza suficiente como para expulsar permanentemente pequeñas porciones de la atmósfera en el espacio.
   Según se calcula, decenas de miles de estos pequeños impactos podrían truncar de manera eficiente toda atmósfera primitiva de la Tierra. Además, se explica que estos impactos pueden haber arruinado otros planetas, e incluso desprendido las atmósferas de Venus y Marte. Los impactos de los pequeños planetesimales pueden ser más destructivos en cuanto a pérdida atmosférica, la fuerza de este proceso haría ondular a la atmósfera que, potencialmente, expulsaría una fracción significativa de sí mismo, sino toda.

La Corteza
La Tierra, tiene su litosfera dividida en grandes placas, y en los borde de éstas se concentra la actividad sísmica, volcánica y tectónica que ha sido la causante de la formación de las cuencas y las cadenas montañosas.  No obstante, puede que esto no siempre haya sido así cuando el planeta se formó hace 4.500 millones de años comenzó teniendo una superficie compacta frente a la teoría vigente que sostiene que existieron placas tectónicas desde el principio.
La Tierra no empezó siendo el planeta dinámico que es hoy, con placas que se mueven y se superponen por encima y por debajo del nivel del mar, sino que en sus inicios estuvo rodeada de una sola capa sólida, aunque "deformable" posteriormente, esta "cáscara" empezó a arrugarse y agrietarse, y esto dio lugar a las placas tectónicas modernas. Mediante cálculos termodinámicos, una descripción precisa de cómo un material se comporta en diferentes condiciones de presión y temperatura, los expertos determinaron cómo se habían formado los basaltos.
Usando los basaltos de Coucal y los granitos de Pilbara como punto de partida, se construyeron una serie de modelos experimentales para reflejar lo que habría ocurrido en una Tierra antigua sin placas tectónicas Sus resultados sugieren que los granitos de Pilbara se formaron a partir de los basaltos de Coucal y que esa transformación pudo tener lugar en un contexto de presión y temperatura consistente con la existencia de una capa terrestre estancada, es decir, una única capa o "cáscara" que habría recubierto todo el planeta.
Concluimos que fue un proceso de varios estadios lo que dio lugar a los primeros continentes de la Tierra, empezando con un escenario de 'capa estancada' antes de que surgieran las placas tectónicas.

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