miércoles, 20 de enero de 2016
¿Matemáticamente no hay agujeros negros?
Durante décadas,
se ha creído que los agujeros negros se forman cuando una estrella masiva
colapsa bajo su propia gravedad en un único punto en el espacio. A su alrededor
se forma una membrana invisible, conocida como el 'horizonte de sucesos'.
Cualquier el objeto que la sobrepase es engullido y no podrá dar marcha atrás
en su camino. Es el punto en el que la atracción gravitacional de un agujero
negro es tan fuerte que nada puede escapar de él.
La existencia de los
agujeros negros es tan extraña que se enfrenta a dos teorías fundamentales del
Universo que se contradicen. Una, la teoría de la gravedad de
Einstein, predice la formación de agujeros negros, pero la otra, una ley
fundamental de la teoría cuántica, afirma que ninguna información del Universo
puede desaparecer jamás. Los esfuerzos para combinar estas dos teorías llevan a
un disparate matemático que llegó a ser conocido como la 'paradoja de la
pérdida de información'.
En
1974, Stephen Hawking utilizó la mecánica cuántica para demostrar que los
agujeros negros emiten radiación. Desde entonces, los científicos han detectado
las huellas dactilares en el cosmos que la muestran y se ha realizado la
identificación de los agujeros negros que existen en el cosmos.
Sin
embargo, Mersini-Houghton
ha descrito en su trabajo un escenario completamente nuevo.
Está de acuerdo con Hawking en que cuando una estrella colapsa bajo su propia
gravedad se produce radiación. Pero en su trabajo muestra que, por el
desprendimiento de esta radiación, la estrella también arroja masa. Tanto es
así que a medida que se contrae ya no tiene la densidad para convertirse en un
agujero negro.
Antes
de que se pueda formar un agujero negro, la estrella moribunda se hincha por
última vez y luego explota. De este modo, el agujero negro nunca se forma y tampoco su
'horizonte de sucesos'. El mensaje principal de su trabajo es
claro: no hay nada que exista similar a un agujero negro. Mediante la fusión de
dos teorías aparentemente contradictorias, la investigadora Laura Mersini-Houghton
ha demostrado matemáticamente que los agujeros negros no pueden llegar a
existir.
El
trabajo no sólo obliga a los científicos a reimaginar el tejido del espacio-tiempo,
sino también a repensar los orígenes del Universo.
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