Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

miércoles, 27 de enero de 2016

Júpiter asoló el sistema solar primitivo



Júpiter pudo barrer el sistema solar primitivo como una bola de demolición, destruyendo una primera generación de planetas interiores antes de retirarse a su órbita actual.  Esto ayuda a explicar por qué nuestro sistema solar es tan diferente de los cientos de otros sistemas planetarios que los astrónomos han descubierto en los últimos años.

Ahora que podemos mirar a nuestro propio sistema solar en el contexto de todos estos otros sistemas planetarios, una de las características más interesantes es la ausencia de planetas dentro de la órbita de Mercurio. El sistema planetario en nuestra galaxia parece ser un conjunto de súper-Tierras con periodos orbitales alarmantemente cortos. Nuestro sistema solar está siendo visto cada vez más como un bicho raro

Se explica no sólo el "agujero" en nuestro sistema solar interior, sino también ciertas características de la Tierra y otros planetas rocosos interiores, que se han desarrollado más tarde que los planetas exteriores a partir de una fuente agotada de material de formación planetaria.

En ese escenario, propuesto por un equipo de astrónomos en 2011 y conocido como el "Gran Tack", Júpiter migró primero hacia adentro, hacia el sol, hasta que la formación de Saturno hizo revertir su curso y moverse hacia el exterior a su posición actual.

En ese momento, es posible que planetas rocosos con atmósferas profundas se hayan estado formando cerca del sol a partir de un denso disco de gas y polvo en su camino por convertirse en típicas "súper-Tierras" como muchos de los exoplanetas que los astrónomos han encontrado alrededor otras estrellas.

Sin embargo, como Júpiter se movió hacia el interior, las perturbaciones gravitacionales del planeta gigante habrían barrido los planetas interiores, así como a planetesimales y asteroides más pequeños, en órbitas muy unidas y superpuestas, lo que desencadenó una serie de colisiones que rompieron todos los planetas nacientes en pedazos.  Entonces, los escombros resultantes habrían formados espirales en el sol bajo la influencia de un fuerte "viento en contra" procedente del denso gas que seguía girando alrededor del sol. La avalancha entrante habría destruido cualquier recién formada súper-Tierra llevándola hacia el sol.

Una segunda generación de planetas interiores se habría formado posteriormente a partir del material empobrecido que quedó, una idea consistente con la evidencia de que los planetas interiores de nuestro sistema solar son más jóvenes que los planetas exteriores. Los planetas interiores resultantes --Mercurio, Venus, la Tierra y Marte-- son también menos masivos y tienen atmósferas mucho más delgadas que lo que cabría esperar.

Los buscadores de planetas han detectado más de mil exoplanetas que orbitan estrellas en nuestra galaxia, incluyendo cerca de 500 sistemas con múltiples planetas. Lo que ha surgido a partir de estas observaciones sobre el sistema planetario "típico" es uno que consiste en un par de planetas con masas varias veces mayor que la de la Tierra (llamados súper-Tierras) que orbitan mucho más cerca de su estrella madre que Mercurio del sol.

En los sistemas con planetas gigantes similares a Júpiter, también tienden a estar mucho más cerca de sus estrellas que los planetas gigantes de nuestro sistema solar. Los planetas rocosos interiores de nuestro sistema solar, con masas relativamente bajas y atmósferas finas, pueden llegar a ser bastante anómalos.

La formación de planetas gigantes como Júpiter es un tanto rara, pero cuando se produce, el planeta gigante generalmente migra hacia el interior y termina a una distancia orbital similar a la de la Tierra. Sólo la formación de Saturno en nuestro propio sistema solar empujó a Júpiter hacia atrás y permitió que Mercurio, Venus, la Tierra y Marte se formaran.

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