Excepto por un
acontecimiento imprevisible e inesperado, tal como la llegada de un agujero
negro o una estrella a su espacio, los astrónomos estiman que el Sistema Solar,
como lo conocemos hoy durará otros pocos cientos de millones de años, tiempo en
el que se espera sea sometido a su primera transformación mayor. Los anillos de
Saturno son bastante jóvenes y no se calcula que sobrevivan más allá de 300
millones de años. La gravedad de las lunas de Saturno gradualmente barrerá la
orilla exterior de los anillos hacia el planeta y, finalmente, la abrasión por
meteoritos y la gravedad de éste harán el resto, dejándolo sin sus
característicos ornamentos., sin embargo, estudios recientes realizados en base
a los datos tomados por la misión Cassini-Huygens muestran que los anillos
pueden durar aún varios miles de millones de años más.
En algún momento
dentro de 1,4 y 3,5 miles
de millones de años contados desde ahora, la luna de Neptuno, Tritón, que está actualmente
en una lenta órbita retrógrada, en declive alrededor de su compañero, caerá
bajo el límite de Roche de Neptuno, tras lo que su fuerza de marea hará la luna
pedazos, pudiendo crear un amplio sistema de anillos alrededor del planeta,
similar al de Saturno.
Debido a la
fricción de la marea contra el lecho marino, la Luna está gradualmente drenando el momento
rotacional de la Tierra;
esto, a su vez, causa que la Luna
lentamente se retire de la Tierra,
a una tasa de aproximadamente 38
mm por año. Mientras esto ocurre, la conservación del momento
angular hace que la rotación del planeta disminuya, haciendo los días más
largos por aproximadamente un segundo cada 60000 años. En alrededor de 2 mil
millones de años, la órbita de la
Luna alcanzará un punto conocido como "resonancia de
giro y órbita", y tanto la
Tierra como la Luna
estarán sincronizados por sus mareas. El periodo orbital de la Luna, igualará el periodo de
rotación de la Tierra
y un lado de ésta apuntará eternamente hacia la Luna, justo del mismo modo que un lado de la Luna actualmente apunta hacia
ella.
Evolución solar

El Sol se está
haciendo más brillante a una tasa de más o menos del diez por ciento cada mil
millones de años. Se estima que dentro de mil millones de años, ello provocará
un efecto invernadero descontrolado en la Tierra que hará que los océanos empiecen a
evaporarse
Toda la vida sobre
la superficie se extinguirá, aunque la vida podría sobrevivir en los océanos
más profundos; se ha sugerido que finalmente nuestro planeta podría recordar a
cómo es Titán, la mayor luna de Saturno, hoy: una región ecuatorial cubierta
por campos de dunas, con fuertes tormentas ocasionales descargando allí y
creando depósitos fluviales, y la poca agua líquida existente concentrada en
los polos -el resto perdida a la atmósfera y destruida allí por la radiación
solar
Dentro de 3,5 mil
millones de años, la tierra alcanzará condiciones en su superficie similares a
las de Venus (planeta) hoy en día; los océanos hervirán por completo, y toda la
vida (en las formas conocidas) será imposible. Durante este tiempo es posible
que la superficie de Marte recupere su atmósfera perdida, en tanto su
temperatura se elevará, ya que el dioxido de carbono congelado y el vapor de
agua en su superficie empezarán a sublimar.
Dentro de
alrededor de 5 mil millones de años, las reservas de hidrógeno dentro del
núcleo del Sol se habrán agotado y comenzará a utilizar aquellas en sus capas
superiores menos densas. Durante este tiempo, es posible que en mundos
alrededor de Júpiter, tales como Europa, la temperatura superficial se haga lo
suficientemente apacible para que la superficie congelada se convierta en
océanos líquidos que podrían alcanzar condiciones similares a aquellas
requeridas para la vida humana actual.
Esto requerirá que
se expanda ochenta veces su diámetro actual, y, en más o menos 7,5 mil millones
de años en el futuro, volverse una gigante roja, fría y embotada por su muy
incrementada área de superficie. Cuando el Sol se expanda casi ciertamente
absorberá a Mercurio y Venus. Se espera que el Sol permanezca en una fase de
gigante roja por alrededor de cien millones de años, alcanzando un diámetro
alrededor de 170 veces mayor al que tiene ahora y una luminosidad más de 2300
veces superior.
Esto tendrá
consecuencias dramáticas para la
Tierra; prácticamente toda la atmósfera se perderá en el
espacio debido a un potente viento solar y la temperatura de la superficie
terrestre, la cual estará cubierta por un océano de magma en el que flotarán
continentes de metales y óxidos metálicos y "glaciares" de materiales
refractarios por entonces, puede sobrepasar en algunos momentos los 2000°.
Además, la proximidad de la superficie estelar al sistema Tierra-Luna haga que
la órbita lunar se vaya cerrando hasta que la Luna esté a alrededor de 18.000 kilómetros
de la Tierra
-el límite de Roche-, momento en el cual la [[gravedad terrestre destruirá la Luna convirtiéndola en unos
anillos similares a los de Saturno. De todas formas, el fin del sistema
Tierra-Luna es incierto y depende de la masa que pierda el Sol en ésos estadios
finales de su evolución.
Recientes estudios
muestran que, a diferencia de lo que se creyó por un tiempo (que la Tierra no sería aniquilada
por el Sol), la Tierra
será absorbida y destruida por nuestra estrella tras ser tragada por el Sol a
causa de la abrasión y vaporización producida por su caída en espiral hacia el
centro solar en un proceso que llevará apenas 200 años, aunque también existe
la posibilidad de que sobreviva y de que el mencionado roce producido por el
movimiento de nuestro planeta primero dentro de la atmósfera solar y luego
dentro del astro despoje a nuestro planeta de sus capas externas, quedando solo
su núcleo.
Finalmente, el helio
producido en la superficie caerá de vuelta al núcleo, incrementando la densidad
hasta que alcance los niveles necesarios para fundir el helio en carbono. El flash
del helio ocurrirá entonces y el Sol se convertirá en una estrella de la rama
horizontal; encogerá abruptamente a un tamaño de alrededor de 10 veces mayor
que su radio original y su luminosidad descenderá de manera brusca, al caer su
fuente de energía haya caído de nuevo a su núcleo. Debido a la relativa rareza
del helio como opuesto al hidrógeno (se necesitan cuatro iones de hidrógeno
para crear un núcleo de helio, y adicionalmente tres núcleos de helio para
crear uno de carbono) y la tasa incrementada de reacciones debidas a la
temperatura y presión en el núcleo del Sol, la fusión de helio en carbono
durará solamente 100 millones de años mientras que alrededor del núcleo seguirá
fusionándose el hidrógeno en helio. Finalmente tendrá que recurrir de nuevo a
sus reservas en sus capas exteriores y recuperará su forma de gigante roja
convirtiéndose en una estrella de la rama asintótica gigante, siendo entonces
aún mayor y más luminosa que en su época de gigante roja (hasta más de 200
veces mayor y más de 5000 veces más brillante). Esta fase dura otros 100
millones de años, después de los cuales, sobre el curso de otros 100 000 años,
las capas exteriores del Sol desaparecerán, expulsando un gran flujo de materia
en el espacio y formando un halo conocido (de forma engañosa) como una nebulosa
planetaria.
Este es un evento
relativamente pacífico; nada semejante a una supernova, la cual nuestro Sol es
demasiado pequeño como para sufrir. Los habitantes de la Tierra, si seguimos vivos
para atestiguar este acontecimiento y si el planeta sigue existiendo por
entonces, podremos observar un incremento masivo en la velocidad del viento
solar, pero no lo suficiente como para destruir a la Tierra completamente.
Finalmente, todo
lo que quedará del Sol será una enana blanca, un objeto caliente, sombrío y
extraordinariamente denso; de la mitad de su masa original pero con sólo la
mitad del tamaño de la
Tierra. Si fuera visto desde la superficie terrestre, sería
un punto de luz del tamaño de Venus con el brillo de cien soles actuales,
aunque disminuyendo rápidamente.
Tan pronto como el
Sol muera, su empuje gravitacional en los planetas, cometas y asteroides que lo
orbitan, se debilitará. Las órbitas de la Tierra y de otros planetas se expandirán. Cuando
el Sol se convierta en una enana blanca, se alcanzará la configuración final
del Sistema Solar: Venus, la
Tierra y Marte -si todavía existen-, orbitarán
respectivamente a 1.35, 1.85 y 2.80 AU. Todo nuestro Sistema Solar se alterará
drásticamente. Se, y los otros planetas restantes se congelarán como cáscaras
oscuras, heladas y sin vida. Continuarán orbitando su estrella, con su
velocidad reducida debida a su mayor distancia del Sol y a la reducida gravedad
del Sol. Ése cambio de las órbitas planetarias también producirá que las de asteroides
y cometas se inestabilicen hasta el punto de que algunas de ellas pueden llevar
a dichos cuerpos tan cerca de la enana blanca solar que sean destruidas por las
fuerzas de marea de ésta, produciendo un anillo de restos a su alrededor
Dos mil millones
de años más tarde, el carbono en el núcleo del Sol se cristalizará,
transformándose en un diamante gigante. Finalmente, luego de trillones de años
más, se desvanecerá y morirá, por fin cesando de brillar completamente.
Otros eventos
Más o menos dentro
de tres mil millones de años, con el Sol aún en su secuencia principal, Andrómeda
se acercará a nuestra galaxia para tras varios pasos cercanos terminar
colisionando y fundiéndose con ella. Si bien, ello podría afectar a nuestro
Sistema Solar cómo un todo, es muy poco probable que pudiera afectar al Sol ó a
los planetas dada la gran distancia a la que están las estrellas unas de otras,
incluso en el caso de una colisión galáctica. Sin embargo, es bastante probable
que el Sistema Solar sea expulsado de su posición actual y acabe en el halo de
la galaxia recién formada.
Con el paso del
tiempo, y ya con el Sol apagado y convertido en una enana negra, las
posibilidades de que una estrella se acerque al Sistema Solar y arruine las
órbitas planetarias irá aumentando. Si no se cumplen los escenarios que apuntan
a un Big Crunch ó a un Big Rip, dentro de 1015 años la gravedad de
las estrellas que hayan pasado cerca de éste habrán conseguido quitarle al Sol
sus planetas. Si bien, todos ellos podrían sobrevivir aún mucho más tiempo,
ello marcará el fin de nuestro Sistema Solar en el sentido en el que lo
conocemos.