Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 13 de diciembre de 2012

LA POTNIA EQUINA (I)



Introducción

En el largo proceso de la domesticación de los animales, los caballos suplantaron a otros équidos como instrumento insuperable durante siglos de control rápido y permanente del territorio.

Homero presenta como cosa del pasado una situación en la que los procedimientos de apropiación de caballos rozan el abigeato y las actividades del cuatrero, narrados en tonos épicos por Néstor el ¶ppóta (GerÉnioj) (Il. XI 671 ss.), el gran experto en la lucha con carros (Il. IV 322). Frente a ello, Homero presenta prósperas explotaciones dedicadas a la reproducción y cría controlada de caballos para la selección de castas extraordinariamente veloces destinadas a la guerra o a su banco de pruebas, la competición. Gracias a la constitución de yeguadas y al desarrollo de una importante infraestructura humana y de medios, el caballo es el valioso resultado de esmerados cuidados, mantenido estabulado ante el peligro de ser robado o de escapar de forma incontrolada precisamente hacia los campos donde pacen las yeguas.

Como dice Delebecque, aún antes de la guerra de Troya el caballo tenía un gran «valeur marchand», lo que le convertía en una enorme fuente de riqueza para su poseedor, al que convenía poner de relieve la progenie divinao demónica de sus animales.

En la Ilíada, además de los extraordinarios caballos de origen divino, se practican cruces para la mejora de razas ganaderas. En Il. XI 697 ss., el padre de Néstor, Neleo, se cobra 300 cabezas diversas de ganado por cuatro caballos de los que había sido desposeído por los eleos.

En la épica arcaica kuanoxaíthj (voc. y a veces nom. -aˆ) se aplica a Posidón, el divinal caballo Arión y en una ocasión (HCer.347) a Hades, también llamado en la Ilíada klutópwloj ‘de famosos potros’.

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