miércoles, 29 de marzo de 2017
Historia de la Tierra (I)
Usando colores para identificar las edades de 130.000 estrellas
en el halo de la Vía Láctea,
astrónomos han producido la imagen más clara de cómo la galaxia se formó hace
13.500 millones de años
La
historia de la Tierra
comprende 4.570 millones de años (Ma), desde su formación a partir de la
nebulosa protosolar. Ese tiempo es aproximadamente un tercio del total transcurrido
desde el Big Bang, el cual se estima que tuvo lugar hace 13.700 Ma.
El
origen de La Tierra
es el mismo que el del Sistema Solar. Lo que terminaría siendo el Sistema Solar
inicialmente existió como una extensa mezcla de nubes de gas, rocas y polvo en
rotación. Estaba compuesta por hidrógeno y helio surgidos en el Big Bang, así
como por elementos más pesados producidos por supernovas. Hace unos 4.600
Millones de años, una estrella cercana se transformó en supernova y su
explosión envió una onda de choque hasta la nebulosa protosolar incrementando
su momento angular. A medida que la nebulosa empezó a incrementar su rotación,
gravedad e inercia, se aplanó conformando un disco protoplanetario (orientado
perpendicularmente al eje de rotación). La mayor parte de la masa se acumuló en
su centro y empezó a calentarse, pero debido a las pequeñas perturbaciones del
momento angular y a las colisiones de los numerosos escombros generados,
empezaron a formarse protoplanetas. Aumentó su velocidad de giro y gravedad,
originándose una enorme energía cinética en el centro. La imposibilidad de
transmitir esta energía a cualquier otro proceso hizo que el centro del disco
aumentara su temperatura. Por último, comenzó la fusión nuclear: de hidrógeno a
helio, y al final, después de su contracción, se transformó en una estrella T
Tauri: el Sol. La gravedad producida
por la condensación de la materia, que previamente había sido capturada por la
gravedad del propio Sol, hizo que las partículas de polvo y el resto del disco
protoplanetario empezaran a segmentarse en anillos. Los fragmentos más grandes
colisionaron con otros, conformando otros de mayor tamaño que al final
formarían los protoplanetas. Dentro de este grupo había uno situado
aproximadamente a 150 millones de Km. del centro: la
Tierra. El viento solar de la recién formada estrella
arrastró la mayoría de las partículas que tenía el disco, condensándolas en
cuerpos mayores.
La Tierra vivió 3.000 millones de años sin
núcleo interno. La esfera de hierro sólido que ocupa el interior del planeta
forma parte del mecanismo que crea su campo magnético, una protección frente al
espacio con un papel clave para la vida
El
espacio es un lugar infernal. Por suerte, la Tierra cuenta con un escudo magnético que desvía
parte de la radiación espacial y protege a los seres vivos en su interior. El
origen de esa magnetosfera está enterrado a más de 3.000 kilómetros
de distancia bajo nuestros pies. A partir de esa profundidad se encuentra el
núcleo terrestre, una bola de hierro que, funcionando como una dinamo, genera
una barrera protectora para los terrícolas.
El Núcleo
Conocer
la edad de su núcleo es muy relevante para comprender la historia de la Tierra y de los animales
que viven en ella, pero acceder a las profundidades terrestres es más difícil
que viajar a millones de kilómetros de distancia para fotografiar las
superficies de otros planetas. Para circunvalar estos problemas, los
científicos aprovechan las marcas que los cambios en ese mundo subterráneo
dejan sobre el que tenemos a la vista. Analizando los registros magnéticos de
rocas ígneas, formadas al enfriarse las rocas fundidas del magma, han calculado
que el núcleo interno de la
Tierra tiene entre 1.000 y 1.500 millones de años de edad. En
esas rocas se ha detectado un intenso incremento de la fuerza del campo
magnético terrestre en esa época de la vida de nuestro planeta.
El
núcleo interno de la Tierra
es la capa más profunda del planeta. Es una pelota de hierro del tamaño de la Luna que está rodeada por
otra capa, también de hierro, pero en estado líquido. Se sabe que esa región
apareció en una etapa relativamente reciente si se tienen en cuenta los 4.500
millones años de edad de la
Tierra. El cambio magnético indica, según los autores, que en
ese periodo se formó la bola sólida a partir del enfriamiento de la gran esfera
de hierro líquido que ocupaba el interior terráqueo. Aunque parezca una
horquilla de tiempo amplia, y siempre que el dato sea aceptado por la comunidad
científica, supone reducir la incertidumbre del debate actual en 1.000 millones
de años. Hasta ahora, las estimaciones sobre la edad del núcleo de la Tierra llegaban desde los
500 millones de años hasta los 2.000. Según los cálculos el núcleo terrestre se
está enfriando con mayor lentitud de la que se creía, y que está creciendo a un
ritmo de un milímetro por año, dos datos que ayudan a comprender mejor el campo
magnético terrestre. Este rasgo diferencia la Tierra del planeta más parecido que se le conoce.
Marte, en sus inicios, contaba con un intenso campo magnético probablemente
causado por un núcleo de hierro que desapareció en 500 millones de años. Esta
distinción en su historia magnética podría explicar en parte por qué los
organismos vivos prosperan en la
Tierra y no lo hacen en Marte o lo hacen de una forma mucho
más discreta.
La Atmósfera
La atmósfera actual de la Tierra apenas tiene rasgos
de lo que fue en su formación. Fue un aluvión de impactos de pequeños
asteroides lo que "borró" parte de la atmósfera primitiva, al menos,
dos veces desde su formación, hace más de 4.000 millones de años. Parece que un
bombardeo incesante de pequeñas rocas espaciales, o planetesimales, pudo haber
bombardeado la Tierra
en el momento en el que se formó la
Luna, levantando nubes de gas con la fuerza suficiente como
para expulsar permanentemente pequeñas porciones de la atmósfera en el espacio.
Según se calcula, decenas de miles de estos
pequeños impactos podrían truncar de manera eficiente toda atmósfera primitiva
de la Tierra. Además, se explica que estos impactos pueden haber
arruinado otros planetas, e incluso desprendido las atmósferas de Venus y
Marte. Los impactos de los pequeños planetesimales pueden ser más destructivos
en cuanto a pérdida atmosférica, la fuerza de este proceso haría ondular a la
atmósfera que, potencialmente, expulsaría una fracción significativa de sí
mismo, sino toda.
La Corteza
La Tierra, tiene su litosfera dividida en
grandes placas, y en los borde de éstas se concentra la actividad sísmica,
volcánica y tectónica que ha sido la causante de la formación de las cuencas y
las cadenas montañosas. No obstante,
puede que esto no siempre haya sido así cuando el planeta se formó hace 4.500
millones de años comenzó teniendo una superficie compacta frente a la teoría
vigente que sostiene que existieron placas tectónicas desde el principio.
Usando
los basaltos de Coucal y los granitos de Pilbara como punto de partida, se
construyeron una serie de modelos experimentales para reflejar lo que habría
ocurrido en una Tierra antigua sin placas tectónicas Sus resultados sugieren
que los granitos de Pilbara se formaron a partir de los basaltos de Coucal y
que esa transformación pudo tener lugar en un contexto de presión y temperatura
consistente con la existencia de una capa terrestre estancada, es decir, una
única capa o "cáscara" que habría recubierto todo el planeta.
Concluimos que fue un proceso de
varios estadios lo que dio lugar a los primeros continentes de la Tierra, empezando con un
escenario de 'capa estancada' antes de que surgieran las placas tectónicas.
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