Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 4 de agosto de 2011

El mundo bárbaro.






La cultura grecorromana se impuso porque era la del imperio, pero esta cultura sobrevivió a la decadencia del poder de Roma, convirtiéndose en la base de la civilización occidental, que se considera heredera directa suya, y sin embargo, la mayor parte de Europa había vivido durante muchos siglos al margen de la cultura mediterránea, el este, norte y centro de Europa, incluidas las islas de Gran Bretaña e Irlanda (Albión y Eire) formaban parte de otro mundo, un mundo que se extendía por tierras misteriosas en las que habitaban los pueblos que griegos y romanos llamaron “bárbaros”, término con el que simplemente querían decir “los otros”, los que no pertenecen al mundo civilizado, esa parte de las raíces de Europa que ha permanecido olvidada, aunque todavía hoy se puede percibir su influencia, es la cultura celta, su influencia es profunda, como un río subterráneo, ha permanecido desde la Edad Media hasta hoy, y en el fondo de muchas costumbres y creencias, enriqueciendo el arte, la literatura y la música, pero sobre todo alimentando la imaginación popular.

Son muy numerosas las leyendas celtas en las que el agua es el elemento principal, su origen está en un acontecimiento real, desde el Neolítico hasta el final de la Edad de Bronce fueron llegando a Europa occidental, en sucesivas oleadas, diversos pueblos procedentes del centro de Europa y de las estepas del este. En torno al siglo VI a.C., tuvo lugar un nuevo cambio climático, en esta ocasión se produjo un descenso de las temperaturas, y volvieron bruscamente la humedad y el frío, las tierras ganadas al mar se inundaron y aparecieron las marismas, las aldeas construidas en la costa y en lugares que habían sido antes tierras de lagos y pantanos, quedaron inundadas ante el avance de las aguas y sus habitantes tuvieron que huir, se iniciaba una nueva migración, algunas tribus se dirigieron hacia el oeste, y alcanzaron las Islas Británicas, mientras que otras se dirigieron hacia el sur: son las tribus de belgas, galos, británicos, etc... Éstos últimos son los pueblos celtas de los que tenemos noticias a través de los autores griegos y latinos.

La capacidad de videncia es precisamente lo que significa el término “Druida” (vidente o muy sabio), pero no sólo son los “muy sabios” sino también los “hombres del árbol”, pues su nombre se refiere tanto a sus conocimientos como al lugar donde imparten sus enseñanzas y realizan sus ritos, el lugar más sagrado de la religión céltica: El bosque, y si el bosque es sagrado no lo son menos los árboles, especialmente el roble y el muérdago que crecen en él, pues ambos son símbolos de la divinidad, en la Galia también se asociaba a los druidas con la encina, porque comían sus bellotas para adquirir facultades adivinatorias, en Irlanda, en cambió, se les relacionaba con el avellano, árbol del que sacan las “varas del poder”, estos sacerdotes también realizaban sacrificios humanos, que en muchos casos tenían como finalidad la adivinación, precisamente una de las principales funciones de los druidas.

Los celtas eran un pueblo de gentes libres, símbolo de su libertad era su condición de guerreros, cuando perdían esa categoría se convertían en siervos o esclavos y dejaban de ser personas, como consecuencia, y debido a también a su falta de miedo a la muerte al creer en un más allá, la lucha estaba continuamente presente en su vida cotidiana, el robo de ganado era la actividad económica fundamental de la aristocracia militar, pues el “precio de honor” de un guerrero, (o de una “mujer de espada”), es decir, su poder y prestigio social, se media por la cantidad de cabezas de ganado que poseía. El robo de ganado también era una actividad ritual, una fórmula de iniciación para los jóvenes, que, cuando llegaban al final de la adolescencia, debían vencer en algún tipo de combate para adquirir la condición de guerreros, la iniciación culminaba al cortar la cabeza de un enemigo, pero en tiempo de paz este ritual era sustituido por el robo de ganado, el ritual de cortar cabezas era importante en la vida social de los celtas, y además tenía un sentido religioso: los guerreros, después de cortar la cabeza de sus enemigos la colgaban de los arneses de sus caballos, si la cabeza pertenecía a alguien especialmente relevante, la embalsamaban con aceite de cedro y la colocaban en el dintel de la puerta de su casa o en el salón del consejo de la tribu, donde quedaba expuesta para mayor gloria del grupo.

El origen del herrado con clavos, tal y como hoy se practica ha sido y es objeto de acaloradas discusiones, primero se aseguró que en las Galias, en Bretaña y en Germania se herraban los caballos antes de la Era Cristiana, se admitía que el herrado fue inventado por los druidas sacerdotes o herreros sagrados de la Galia, que se reservaban el monopolio de trabajar metales, construyendo armas de combate, lo que no admite duda es que cuando Julio Cesar conquistó las Galias (año 52 a.C.) este pueblo herraba sus caballos, es más, debía hacer ya mucho tiempo que practicaba tal operación, porque había ya, cuando menos, dos clases de herraduras: Las onduladas con clavija de violín, y las de claveras rectangulares y clavos de cabeza cuboide. Algunas herraduras chinas (de plata) son más antiguas que las herraduras onduladas galas, las investigaciones actuales creen que la herradura céltica es producto exclusivo de la imaginación de sus inventores, aunque no haya documentos de apoyo de esta teoría.

Tanto Cesar como Tácito hacen hincapié en el carácter ganadero de la economía germana, el segundo, tras señalar que su tierra, aunque bastante fértil, está erizada de selvas y echada a perder por los pantanos, dice que es “abundante en ganado menor, pero de poco tamaño en su mayor parte, tampoco el ganado mayor tiene su estampa habitual y hermosa cornamenta, se dan por satisfechos con la cantidad y éste es su único apreciado recurso”.

Entre los cultivos destacan sobre todo los cereales, la cebada en particular, la avena, el centeno, el trigo y, en mucha menor medida, el mijo, se conoce también el lino, (aunque se duda si para extraer aceite o como fibra textil), la alubia y, si no se cultivaban, al menos sí se consumían abundantes hortalizas, (zanahorias, nabo, col, espárrago, etc..), en cambio los frutales eran rarísimos. Contra lo que era habitual en la agricultura mediterránea, perece que el agotamiento del suelo (rápido con arados que profundizaban muy poco) no se contrarrestó mediante el barbecho, sino con abono en forma de cieno o estiércol y con la siembra del césped. El papel del ganado era notable y el consumo de carne elevado, en casos excepcionales se conocen casas con establos para cuarenta, o incluso, setenta animales, pero la media habitual oscila entre seis y doce, circunstancia que hace pensar que agricultura y ganadería serían de una importancia similar para el sustento de la comunidad, predominaba el ganado vacuno, (los bueyes se utilizaban como animales de tiro), aunque el ovino era también numeroso en algunas zonas, así como el porcino en tierras boscosas, se criaban para consumo también gallinas y gansos, mientras que el caballo y el perro eran empleados como animales de monta (o tiro), y de vigilancia, y sólo excepcionalmente consumidos.

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