Disección de un caballo, grabado del Cours d´Hippiatrique, ou traité complet de la médicine des chevaux, Philippe-Étienne Lafosse, París 1.772

jueves, 28 de abril de 2011

NUESTROS MITOS (II)





Esta fue la época en que se forjaron los mitos del mundo griego antiguo, que darían paso, después, al inicio de una visión naturalista del cosmos y del hombre, más alejada de la magia y las supersticiones mítico-religiosas, la salud era el bien más preciado de la sociedad griega, para los antiguos griegos la enfermedad es desequilibrio de la norma y la cura pasa por un retorno a la naturaleza, el ser humano no es un animal enfermo sino naturalmente sano, el concepto de enfermedad no puede ser entendido en “soledad” sino en sociedad con la naturaleza.

En esta fase de curación teúrgica, la medicina griega recoge conocimientos y experiencias de los dos grandes bloques culturales de aquel entones: el Egipcio y el Mesopotámico, existían varias divinidades sanadoras, la principal de ellas es Apolo, considerado dios de las plagas y de la enfermedad, el que aparta y desvía el mal, quien domina también la profecía y el oráculo, su hermana, Artemisa, aunque virgen cazadora, era tenida por protectora de los partos y del crecimiento de los niños, Palas Atenea, patrona de las artes y de Atenas, fue considerada también como sanadora.

Se mencionan, por primera vez, en los escritos de Homero, algunas palabras que indican la función fisiológica del cuerpo humano, como la propia función o naturaleza de las cosas (physis), el aliento vital (psykhé), el sentimiento de las cosas (thymos), el sueño (hypnos), los sueños (oneiroi), la inteligencia (phrénes). Entre las divinidades de las mitologías homéricas se distinguen dos: Podaleirios y Machaón, médicos e hijos de Asclepios, el dios de la medicina.

El origen de la leyenda de Asclepios bien pudo haber partido de un personaje real que debió haber vivido hacia el año 1.200 a.n.e., Asclepios, Esculapio, para los romanos, es el dios sanador, fue hijo de Apolo y de Corónide, hija del rey Flegias, ésta se dejó seducir por Isquis cuando estaba embarazada ya del dios, quien la mató para castigar su infidelidad, en el momento en que su cuerpo iba a consumirse en la pira funeraria, Apolo arrancó el feto del cadáver de su madre y confió su hijo al centauro Quirón, su mentor, quien lo educó y le enseñó el arte de la medicina, Asclepios puso esta ciencia al servicio de los hombres, realizó muchas curaciones y llegó incluso a resucitar a los muertos.

Zeus, para evitar que el orden del mundo se alterarse, con los poderes de Asclepios, decidió fulminarlo con un rayo, Apolo vengó a su hijo matando a los Cíclopes, hijos de Zeus encargados de fabricarle los rayos, Asclepios, sin embargo, no fue precipitado al Tártaro después de su muerte sino que se le concedió la inmortalidad y el rango de dios, convirtiéndose en una constelación, el Serpentario (ofiuco), Asclepios fue objeto de culto fervoroso durante toda la Antigüedad. El celebre Hipócrates, patrón de la medicina, era tenido por descendiente de Asclepio, la tradición la atribuye a Asclepios los dos hijos médicos ya citados, y varias hijas, entre ellas Higía (la Salud) y Panacea (el remedio para todos los males). Asclepios se representa con bastón y una serpiente enrollada, en ocasiones se le representa con la copa de medicamentos y la serpiente enrollada, en aquel momento, la figura del médico y el farmacéutico era una.

El centro de la medicina teúrgica o espiritual griega estuvo constituido por los templos de Asclepios, asklepeia, estos templos estaban edificados en lugares sanos, de belleza natural, con agua abundante, y en ocasiones fuentes minerales, y alrededor de ellos existían locales para residencia de los enfermos, baños y ejercicios gimnásticos, los sacerdotes que regían el templo recibían a los enfermos con un relato de las curaciones principales allí conseguidas, el enfermo participaba en las ceremonias de culto, realizaba la ofrenda y el sacrificio a Asclepios y pasaba por un ritual de abstinencia o dieta, baños, masajes y unciones, vida tranquila y relajada, que le preparaba para pasar al descanso de una o dos noches en el interior del templo, al llegar la noche dormía en el templo, cerca de la estatua de Asclepios y pasaba por la “incubatio”, sueño en el que se le aparecía el asclepiades que le recomendaba el remedio para el mal, o tenía sueños donde recibía el consejo o la curación de la deidad.

Simultáneamente con la práctica de la medicina teúrgica o experimental, e inclusive con la medicina técnica del periodo clásico hipocrático, existió en Grecia una medicina astral, nutrida en una larga tradición egipcia y pérsica de observaciones astronómicas a las que dieron forma algunos médicos griegos antes del siglo IV a.n.e.

El inicio de una actitud científica fue resultado del interés de los griegos por el cuerpo humano, en el año 776 a.n.e., se inician las olimpiadas y la creación de los gimnasios, se ponía especial cuidado en atender el bienestar y la salud de los atletas, la selección de sus dietas, el entrenamiento físico, las técnicas de fisioterapia y masajes, y el tratamiento de lesiones traumáticas y algunos padecimientos por médicos experimentados, pero en el nacimiento de la medicina científica griega fue aún más importante la influencia de los filósofos presocráticos, preocupados por conocer la Physis o naturaleza de las cosas, y en explicar el origen y la constitución del mundo material, la dedicación fundamental de la ciencia presocrática consistió en explicar el origen y constitución de la materia a partir de uno o más elementos.

Es importante para los antiguos griegos la catarsis o ceremonia lustral (repetida cada lustro, cinco años), que se encuentra ya presente en la época Homérica y consiste en intentar eliminar del cuerpo del enfermo las manchas que testimonian la impureza y producen la enfermedad, se empleaban fumigaciones, agua o fuego.

Pitágoras de Samos, “el de la pierna de oro”, que vivió en la segunda mitad del siglo VI a.n.e., enunció el principio de que todas las cosas podían reducirse a números, la influencia matemática de Pitágoras y sus discípulos fue decisiva para establecer la idea de la armonía del cuerpo, de los humores y de la conservación de la salud, fue pitagórica la idea griega del justo medio, de la medida equilibrada de las cosas (metron), la perfecta relación del ejercicio y del reposo, el sueño, y la vigilia, alimento y abstinencia, cólera y burla y así en las demás cosas de la vida, aparece bien claro su influjo en el juramento hipocrático (hay quien dice que es de origen pitagórico), y en especial en las doctrinas hipocráticas y galénicas.

La terapia pitagórica estaba basada en la higiene, con relación a ejercicios corporales, y en el empleo de la música como cura, y la dieta que tiene como objeto mantener la armonía de cuerpo y alma, la salud se encuentra en la medida. Pitágoras afirmaba que la alimentación vegetariana “fortalece el cuerpo”, “despeja la mente” y “protege contra las enfermedades”, hace hincapié en el aspecto ético-filosófico que comporta la alimentación vegetariana y crudívora, recomendaba no sólo un vegetarianismo sino un crudivorísmo como base principal de la alimentación, la frase “dieta sin fuego” procede de él.

Según Alcmeón de Crotona (535 a.n.e.) la salud es la expresión de un equilibrio, lo que posteriormente Aristóteles y Galeno definirían como eucrasia, con él comienza el gran cambio en el campo de la terapéutica, gracias al cual las concepciones empírico-mágicas anteriores se transforman en racionales y técnicas, Alcmeón definió la salud como isonomía de las fuerzas (dynameion) o equilibrio en el cuerpo de cualidades opuestas, lo frío y lo cálido, lo húmedo y lo seco, lo dulce y lo amargo, mientras que la enfermedad era una monarkía o el predominio de algunas de estas cualidades sobre las demás, Alcmeón de Crotona, que fue discípulo de Pitágoras, fue autor del primer libro de medicina “Periphysios”, donde se plantean los estados de salud y enfermedad con sentido del equilibrio pitagórico.

Empédocles de Agrigento (475-435 a.n.e.) formuló la teoría según la cual todos los seres naturales están compuestos por una mezcla en proporciones variables de cuatro elementos de cualidades opuestas (agua, aire, tierra y fuego), para él la enfermedad es el resultado del desequilibrio provocado por el exceso o defecto de alguno de estos elementos y propone dos fuerzas invisibles como verdaderos motores del cambio: El Amor y la Discordia.

Para Diógenes de Apolonia (450 a.n.e.) el médico se limita a restaurar, en unión con la naturaleza, la fiebre y los síntomas de enfermedad se comparan con una telaraña, allí donde la mosca avería, allí la araña restaura de nuevo su tela, el neuma o aire tiene papel vivificante sobre el cuerpo y es sinónimo de espíritu.

Mientras tanto, una nueva tribu aria descendió sobre Mesopotamia. Eran los Medos. Venían del norte y se asentaron en el noroeste del moderno Irán, al suroeste del mar Caspio. Dicha zona pasó a llamarse Media. Los medos trajeron una innovación: los caballos domesticados hasta entonces eran pequeños, capaces de tirar de un carro, solos o en parejas, pero no de soportar bien el peso de un jinete. Los medos domesticaron una raza de caballos grandes, similares a los actuales, y aprendieron a montarlos, convirtiéndose en los más hábiles jinetes de la antigüedad.

La decadencia Asiria permitió una cierta recuperación de Fenicia y Siria. Los fenicios reafirmaron su dominio exclusivo sobre el Mediterráneo. En 814 a.n.e., fundaron una nueva colonia en África, cerca de Útica, en la actual Túnez, y la llamaron Karthadasht (ciudad nueva), en oposición a Útica, que debía de ser la ciudad vieja. Hoy la conocemos con la versión romana del nombre: Cartago.

En el siglo VIII a.n.e., unos grupos olmecas procedentes de la zona de Veracruz se instalaron en nuevos poblados, el más importante de los cuales fue Monte Albán. Éstos fueron el origen de la cultura Zapoteca. Realizaron construcciones en piedra, desarrollaron la numeración, la escritura jeroglífica y el calendario. En Monte Albán los zapotecas construyeron una enorme plaza limitada al norte y al sur por plataformas elevadas, mientras que en los otros dos lados había templos y otras construcciones. En el centro se alza una hilera de templetes. La plataforma norte se abre al exterior mediante una amplia escalinata y un pórtico de doce columnas de dos metros de diámetro. En la plataforma sur se alza una gran pirámide. En el lado oeste se alza el Templo de los Danzantes, que es la parte más antigua de la ciudad.

Los celtas poblaban ya el norte de España, con lo que la cultura indoeuropea estaba extendida a lo largo de toda Europa, allí se mezclaron con la población indígena.

jueves, 14 de abril de 2011

Nuestros mitos. (I)





A principios del primer milenio a.n.e. (si no antes), los pueblos indoeuropeos llegaron hasta Italia. Llevaron consigo el hierro y las nuevas costumbres asociadas a la metalurgia, como la incineración de los muertos. No introdujeron ningún tipo de organización política, sino que con el tiempo irían cristalizando distintas culturas a lo largo de toda la península. Francia empieza a ser ocupada por los Celtas, que introducen nuevas técnicas agrícolas.

En México aparecen las primeras manifestaciones arquitectónicas olmecas: los poblados se concentran alrededor de los centros ceremoniales, se construyen casas sobre plataformas de piedra, templos, basamentos escalonados y montículos funerarios. Aparece una mitología más estructurada. Los principales dioses eran Huehueteotl, dios del fuego y Tlaloc, dios de la lluvia. Se han encontrado cabezas colosales de más de dos metros de altura, lápidas, sarcófagos y muchas obras de gran maestría técnica.

En Guatemala proliferan las comunidades agrícolas formadas por pueblos con una lengua común y que se extienden por la península de Yucatán. Es el preludio de la cultura Maya.

En Perú aparece la cultura Chavín, ya plenamente agrícola, que aunó a un amplio territorio cuyos habitantes adoraban a un dios felino. Su orfebrería en oro es la más antigua de América. En Chavín de Huantar se halla una plaza bordeada de plataformas presidida por una gran pirámide truncada, cuyo interior es un conjunto de galerías, cámaras y escaleras. Dispersas por todo el territorio, se encuentran estelas con representaciones de seres humanos con atributos felinos y aspecto feroz.

Creta hoy en día presenta uno de los paisajes más rocosos y áridos de Europa, en la antigüedad los agricultores tenían más elementos con los que trabajar, antes de que el suelo se perdiera por la erosión o la lluvia por la deforestación. El palacio de Cnosos fue diseñado para almacenar grandes tinajas de barro más altas que un hombre, algunas de las cuales aún están en su sitio, llenas de vino, aceite y cereales. Los restos exhumados demuestran que poca gente vivía más de cuarenta años, ésta era una esperanza de vida media inferior a la de mil años atrás, mucho antes de que hubiera aparecido la civilización, además, la mayoría de la población estaba cerca del nivel de desnutrición, el medio era caprichosamente destructivo. Las llamadas Diosas de las serpientes de Cnosos son posibles representaciones de aquella divinidad principal aparte de ser muestras relevantes de la escasa plástica minoica, el carácter ctónico o terrestre de los ofidios y su conocida significación funeraria.

En el periodo de la última destrucción de Cnosos, que generalmente se sitúa en torno al 1.400 a.n.e., el destino de Creta parece haber estado estrechamente relacionado con el de la denominada civilización micénica del Sur de Grecia, lo que no se había perdido con el despilfarro ecológico quedó aturdido por los terremotos que sufrió y por el impacto de la guerra, quizá resulte sorprendente que economías frágiles, mantenidas con burocráticos métodos redistributivos, se las arreglaran para alimentar a las ciudades y sustentar la cultura de las elites durante tanto tiempo.

No faltan escenas de los juegos de toro, quizás el rito más popular en la Creta minoica, pudo haberse convertido ya entonces en un juego, aún sin perder su sustancia religiosa. Tal y como se pinta en el célebre cuadrito del Cnosos, consistía el rito, y el juego, en saltar sobre el lomo del toro, tras afrontar su embestida y apoyarse en los cuernos para caer por detrás de la bestia, el salto, en el que participaban jóvenes de ambos sexos, tiene su origen, seguramente, en ritos mágicos de contacto surgidos a partir de la idea de que era el toro el animal genésico por antonomasia, el más claro depósito de la fuerza viril generadora, tocarlo y burlarlo podía ser la forma figurada de apropiarse de sus cualificados poderes genésicos y asegura la vida y la continuidad individual o del grupo. La idea de la absorción mágica de la fuerza vital del toro parece acertada, lo que explicaría, entre otras cosas, la proyección funeraria de estos juegos, que podían aplicarse también a garantizar la vida de los difuntos en el más allá.

En la Grecia continental se desarrollaron ricas facies del Bronce Antiguo, ó Heráclito Antiguo (tercer milenio en términos generales) como continuación del activo Neolítico anterior. Las últimas fases del Heráclito Antiguo y el Heráclito Medio definen una etapa de recesión, un periodo oscuro y difícil, pero fundamental para conocer los pasos que precedieron y condujeron a la formación de la cultura micénica, estos fenómenos se asocian con la penetración de pueblos del norte, indoeuropeos, pudieron penetrar en dos oleadas durante las fases finales del Heráclito Antiguo, aproximadamente entre el 2.200 y 2.000 a.n.e.

El pueblo indoeuropeo de los Aqueos descendió de los Balcanes hacia Grecia, donde se impuso a la población existente y se impregnó de la cultura minoica de Creta, hacía el año 1.600 a.n.e., como las abruptas y áridas tierras griegas imponían una agricultura poco rentable buscaron la fortuna por los caminos del mar, lanzándose a la piratería, el saqueo y la conquista, alcanzaron su máximo esplendor entre los años 1.400 y 1.200 a.n.e., cuando dominaron la mayor parte de las islas del Egeo.

Hacia 1100 los dorios ocuparon el Peloponeso, con lo que completaron la conquista de Grecia y terminó definitivamente la edad Micénica. Grecia cayó en la paz de los cementerios. Durante los desórdenes de los años precedentes, los campesinos tendieron a atrincherarse en ciudades amuralladas, que ahora se convirtieron en unidades autosuficientes bajo el dominio dorio, conocidas como Polis. La palabra Polis significa "ciudad" en griego, pero la polis no era una ciudad en el sentido usual. Era una ciudad-estado sin ninguna relación con las polis vecinas, con una economía de subsistencia y, en esta época, en los umbrales de la miseria. Mientras los griegos micénicos se habían mezclado con los pelásgicos, los dorios adoptaron una actitud clasista, o incluso racista, frente a los micénicos, reducidos a la esclavitud. Esparta se convirtió en una de las principales polis dorias, mientras que Micenas, Tirinto y otras ciudades importantes del periodo anterior fueron incendiadas y reducidas a tristes aldeas. Hubo, no obstante, unas pocas regiones que se libraron del dominio dorio. Una de ellas fue el Ática, con Atenas a la cabeza, y otra era Arcadia, situada en los montes más altos del Peloponeso. En estas zonas surgió una identidad jonia que reivindicaba su legítima ocupación de Grecia, frente a los dorios invasores. Así, mientras los dorios tenían a los jonios como iguales a sus esclavos, los jonios tenían a los dorios como salvajes. Una parte de la población jonia emigró a las islas del Egeo. La primera en recibirlos fue Eubea, la isla mayor del Egeo y más próxima al continente. Allí se fundó la ciudad de Calcis, cuyo nombre deriva de la palabra griega para "bronce". Probablemente fue un centro de trabajo del bronce. Al este de Calcis estaba la ciudad de Eretria, que también alcanzó cierta importancia.

Fundada hacia el año 900 a.n.e., en el sur de la península de Peloponeso, Esparta fue fruto de la invasión de los Dorios, a los pocos años los Dorios comenzaron a dominar a los Aqueos asentados en las regiones vecinas de Laconia y Messina. Su sociedad era tosca y guerrera, toda su política se basó en la fuerza destinada a controlar a los pueblos sometidos, la necesidad de centrarse en el control de sus extensos territorios implicó una nueva diferencia: Esparta no necesitará nuevas tierras, en toda su historia, Esparta sólo fundó una colonia, Tarento, en el sur de Italia.

La ciudad fenicia de Tiro seguía afirmándose como potencia marítima. Comerciaba con Egipto y con Grecia, y empezaba a explorar el Mediterráneo occidental. Mientras, los griegos jonios, tras haber ocupado paulatinamente las islas del Egeo, empezaron a poblar la costa oriental. Fueron ellos quienes la bautizaron como "Anatolia", que en griego significa "sol naciente". Así mismo adaptaron las palabras semitas "assu" y "ereb" (este y oeste), convirtiéndolas en Asia y Europa. Más precisamente, parece ser que fueron los cretenses quienes adaptaron así las palabras semitas, y los jonios las tomaron de los cretenses. La costa oriental del Egeo, juntamente con las islas, recibió el nombre de Jonia. Se fundaron doce ciudades en la costa, la más importante de las cuales era Mileto. Así los griegos entraron en contacto con los frigios, que por aquel entonces dominaban casi toda la mitad occidental de Anatolia, pero no se opusieron a la colonización griega. Al contrario, se sintieron atraídos por su cultura y mantuvieron siempre relaciones amistosas. Su capital más importante era Gordion. Los griegos decían que había sido fundada por Gordias, que había sido un campesino al que Zeus designó para ser rey de Frigia mediante un oráculo.

La Grecia continental empezaba a conseguir cierta estabilidad tras los estragos de la invasión doria. Hesíodo describe la Grecia de tres siglos más tarde y habla de cabañas de adobe con una única estancia para hombres y animales. Se pasa frío en invierno y calor en verano. Se come grano, cebollas, queso, leche y miel, pero no muy a menudo. Hay paludismo, y para huir de él hay que ir a colinas pedregosas, donde en su lugar hay hambre. No se podía comprar o vender con oro o cualquier otra cosa que sirviera de moneda. Para comprar un carro varias familias tenían que juntar sus reservas de grano. Periódicamente, los amos dorios venían de la ciudad a requisar parte de la cosecha, o incluso parte de los hombres, como soldados. Los nobles dorios llevaban una vida sobria, pero más llevadera. Algunos hombres encontraron una nueva forma de ganarse la vida: entreteniendo a sus amos con historias antiguas y no tan antiguas. Naturalmente, no eran historias sobre campesinos y sus cabañas de adobe. Trataban sobre héroes, reyes y dioses. Así, en Grecia fue surgiendo una de las mitologías más ricas de la historia, modelada en gran parte a conveniencia de los nuevos amos.

Por ejemplo, el triunfo de los dorios frente a los griegos micénicos tuvo su lógica contrapartida celestial: el dios principal de la religión micénica era Cronos, pero fue abatido por el dios principal de los dorios: Zeus, exactamente igual como Cronos había desplazado en su día a la diosa Gea. Naturalmente, el relevo de poder no podía deberse a una usurpación ilegítima. La leyenda explicaba que cuando Cronos derrocó a su padre Urano, éste le vaticinó que lo mismo le sucedería a él. Para evitar la profecía, Cronos devoraba a sus hijos tan pronto nacían, pero su esposa Rea reemplazó uno de ellos por una piedra, que el padre se tragó sin apreciar la diferencia. El hijo que se salvó fue Zeus, quien, tras una serie de vicisitudes, destronó a su cruel padre y le obligo a regurgitar a sus hermanos (que seguían vivos, porque eran inmortales). Entre ellos estaban Hera (la que sería su última esposa), Poseidón y Hades. Los tres hermanos se repartieron el universo: Zeus quedó como rey de los cielos, Poseidón como dios de los mares y Hades como dios del mundo subterráneo de los muertos. De ellos surgiría la nueva generación de dioses griegos que gradualmente eclipsaría a las dos anteriores (la pelásgica y la micénica).

Igual que los sumerios situaron sus héroes míticos antes del diluvio, ahora los griegos situaban a los suyos en la era micénica, la edad de oro que había precedido a la presente edad de hierro, como ellos la describían. En la historia mítica de los griegos, Europa se convirtió en la primera pobladora de Creta, madre del rey Minos. Había una leyenda que debió de gustar especialmente a los dorios (si no es que fue íntegramente diseñada para ellos). Hacía referencia a Hércules, hijo del propio Zeus y de la reina Alcmene, esposa del rey tebano Anfitrión. Se contaban muchas historias sobre él, que lo convertían en el héroe griego por excelencia, pero la que ahora nos ocupa hace referencia a sus (numerosísimos) hijos, que resultaron ser una horda de poderosos bandidos, los heráclidas. Uno de ellos retó uno por uno a los soldados que el rey de Micenas había enviado para expulsarlos de Grecia. Las condiciones eran que si él les vencía a todos, los heráclidas gobernarían Micenas, mientras que si perdía se iría del país con todos sus hermanos, que se comprometían a no volver al menos hasta cincuenta años más tarde (esto es, en las personas de sus hijos y nietos). El caso es que perdió, por lo que los heráclidas se fueron, pero a la tercera generación, cumplido el pacto, volvieron y se adueñaron de Grecia. Evidentemente, los nietos de los heráclidas eran los dorios que, por consiguiente, al invadir Grecia no hicieron sino volver a la tierra de sus antepasados. Es la versión griega de la tierra prometida de los israelitas.

jueves, 7 de abril de 2011

Egipto y los animales sagrados (IVI) ANIMALES EN GENERAL





De los animales sagrados, además de los predominantes toros, contamos con una larga lista. Colocados mas o menos en orden de importancia tenemos en primer lugar: El Carnero, símbolo de poder y fertilidad. Se le adoró en Mendes, Heracleópolis, Tebas, Esna y en Elefantina. Representó al dios Amón y en otras ocasiones a Jnum.

La Vaca, animal sagrado de Hathor y de Isis. Hubo varias vacas sagradas, como las de Hathor que eran llamadas vacas Zentel y la vaca Hesat que era la madre de Anubis y de Apis, y que entre sus funciones tenía la de amamantar al faraón cuando niño. La vaca salvaje era considerada la madre del faraón, ya que él era comparado con el toro salvaje. La vaca estuvo conectada con el cielo y con el otro mundo, siendo símbolo de la esperanza en la otra vida, incluso las camas en donde se colocaban los muertos y los sarcófagos mismos, tenían formas o pinturas con representación bovina, lo que significaba que el muerto podría renacer de la matriz de la vaca. Su lugar de culto y entierro fue especialmente Dendera, pero también se encontraron tumbas de vacas divinas, madres de los toros divinos, cerca de las tumbas de sus hijos.

El cocodrilo, animal representante del dios Sobek. Adorado en Kom-Ombo, en Tebas y en el Faiyum en donde incluso la ciudad llevó el nombre de Crocodilópolis, ciudad sagrada. Morir en sus fauces era considerado un honor. Se le alimentaba con miel y carne, la cual se le ponía directamente en las fauces. En Tebas se le adornaba con aretes en los orificios auditivos y argollas de oro en las patas. Sin embargo en otras regiones como Elefantina, no sólo no era sagrado, sino que se le cazaba y se le consumía como alimento. Se han encontrado dos importantes cementerios de cocodrilos, el Sucheión en donde se enterraban los cocodrilos sagrados que vivían en el templo y otro en Tebtinis, al sur del Faiyum. En este sitio no se han encontrado ni estelas ni tumbas elaboradas, simplemente una cavidad en la arena; sin embargo los cocodrilos están momificados de manera muy elaborada y están dispuestos por familias, en cada hoyo hay un padre, una madre y alrededor de seis hijos, también hay huevos.

El ibis fue una de las aves más sagradas para los egipcios, sin embargo debía tener características especiales como el cuello sin plumas y de color negro opaco, las patas grises con matices azulados y el cuerpo blanco, con plumas negro-azul en la cola. Estaba consagrado a Tot y al morir se le momificaba con todo cuidado y se introducía en cántaros de barro. De todo Egipto llevaban los ibis muertos para colocarlos en los lugares sagrados, como la importante necrópolis de Saqqara y la de Hermópolis, en donde se descubrió un laberinto subterráneo cavado en la roca, a 34 metros de profundidad, en el cual se contaron cuatro mil urnas para los ibis, además de la sala para el embalsamamiento y un altar, en donde se encontraron tres esculturas de madera dorada de dos ibis y un babuino, además de infinidad de estatuillas pequeñas.

El halcón, un animal importantísimo desde épocas prehistóricas, estuvo ligado al dios Horus. Se le adoró especialmente en Edfú y Hieraconópolis, en donde incluso se le coronaba en ceremonias especiales, las cuales se llevaban a cabo una vez al año. Lo colocaban, al morir, en cajas de bronce rectangulares o en forma de halcón y en tinajas de las cuales se han encontrado gran cantidad. Sin embargo Horus fue siempre y esencialmente un animal real, íntimamente ligado a la realeza.

La cobra y las serpientes en general fueron símbolos de resurrección y de nueva vida y estaban ligadas a los mitos solares del tránsito del sol por el cielo y el inframundo. La más importante fue sin duda, la cobra, símbolo del ureo, emblema y protector de la realeza. También fue protectora del Bajo Egipto. Se le adoraba especialmente en Buto y se le ponía, ya muerta, en cajas de bronce o madera, trabajadas con relieves representando a la serpiente, a veces con cabeza humana con la doble corona y el ureo.

El gato fue un animal sumamente popular, cuya fama ha trascendido y llegado incluso hasta la época actual. Era muy apreciado por el pueblo ya que el gato lo liberaba de alimañas peligrosas. Representó a la diosa Bastet, quien simbolizaba el benéfico calor del sol. Si alguien infringía algun daño a uno de estos animales lo pagaba caro. Una gran necrópolis fue encontrada en Saqqara, aunque su centro de culto más importante fue Bubastis, en el delta. A esta ciudad acudían gran cantidad de egipcios cada año, en una gran peregrinación, para rendirle homenaje a Bastet. En egipcio se le llamaba miw.

El babuino fue teofanía, lo mismo que el ibis, de Tot. Estos animales fueron considerados sagrados pues suponían que sus gritos al amanecer, eran un homenaje a la salida del sol, Ra. Se han descubierto muchos ejemplares momificados cerca de Tebas, en Saqqara y en la necrópolis de Tuna el Gebel en donde se encontró un sarcófago de babuino de la época de Darío I, el rey persa.

Los peces, a los cuales se les momificó en gran cantidad, fueron colocados en cajas de madera o de bronce. Sobresalió el pez oxirinco el cual, en su centro de culto, Oxirinco en el delta, fue ampliamente venerado. Se le consideraba relicario viviente, ya que este pez, según la leyenda, se había comido el miembro viril del dios Osiris. Sin embargo en otros sitios era denigrado, precisamente por el mismo hecho.

El león fue teofanía o divina manifestación de Ra, de Horus y de Aker. Era popular como guardián del paso del sol y garante del orden cósmico. Se le admiró por su fuerza, energía y coraje. Sus centros de culto fueron Leontópolis y sobre todo Xois, ambos en el delta. En el primero, sede del dios Aker, un león vivo era mostrado a los extranjeros en los salones del palacio como símbolo de la fuerza del faraón.

Varios dioses tenían forma de león, como Sejmet y Tefnut. Se le representó sobre todo en las esfinges, las cuales eran leones echados que cuando tenían cabeza humana representaban al faraón como el sol o a Harmajis, Sol del Horizonte; pero cuando tenían cabeza de carnero eran la imagen de Amón-Ra. Se colocaban generalmente flanqueando los dromos que iban hacia los templos o frente a las tumbas, ya que se afirmaba que con su mirada penetrante vigilaban sin cesar, el día y la noche. Había también esfinges votivas con la cabeza del rey o de alguna princesa y se colocaban en los santuarios. Eran, como la de Guiza, el rey difunto vigilando en las tinieblas, aguardando el nacimiento de Harmajis, el sol de la mañana.

Otros animales, tambien sagrados, pero de menor importancia o tal vez de menor reconocimiento general son los siguientes:

El Buitre que fue la teofanía de Nejbet, guardián y protector del Alto Egipto y que a pesar de no ser adorado en templos específicos, permaneció, al igual que el ureo, como símbolo de la realeza y de una de las dos partes integrantes de Egipto. También representó a la diosa Mut.

La garza fue identificada con el pájaro legendario Bennu, relacionado algunas veces en la actualidad, con el ave Fénix. Fue la encarnación del sol y vivía en el árbol sagrado Persea en Heliópolis.

El ganso fue el animal sagrado de Amón y de Geb. Raramente se le divinizó.

El avestruz, cuyos huevos sin romper, se conservaban en los templos y en las tumbas de la historia temprana de Egipto, significaban el nacimiento del mundo. Eran bellamente decorados con motivos simbólicos. Las plumas de avestruz eran símbolo de justicia y equidad, pues al tener todas el mismo tamaño no daban pie a diferencias. Maat, diosa de la Justicia, las lleva en la cabeza y se hacían mosqueadores con ellas para el rey y los altos funcionarios.

El icneumón o mangosta que fue adorado en los templos como teofanía de Atum. Se le enterraba también en cajas de bronce con su forma.

La rana fue símbolo de fertilidad y resurrección, además de miembro importante de la Ogdóada de Hermópolis. Se le colocaba en cajas de bronce.

El escorpión, es muy raro encontrarlo momificado, sin embargo hay algunos ejemplares colocados en cajas rectangulares que tienen el nombre de Isis-Serket, diosa en cuya cabeza se representó este animal y que ayudaba a Isis en sus funciones.

La abeja también fue símbolo del Alto Egipto y su nombre formaba parte del nombre del rey, junto con el de Nejbet el buitre.

El escarabajo, llamado Jepri, fue la teofanía de Ra, en su advocación de sol naciente, el sol del amanecer. Son raros los ejemplares momificados, pero los que hay se colocaban en cajitas de madera o piedra, alguno con un pequeño relieve de escarabajo en la tapa.

El hipopótamo cuya ambivalencia es curiosa, pues por un lado, como manifestación de Set, fue denigrado; lo mismo que como el terrorífico animal del inframundo, combinación de cocodrilo, hipopótamo y león y encargado de destruir a los hombres que no pasaban la prueba Del Pesado del Corazón (psicostasia), en el juicio después de la muerte. Pero por otro lado, fue adorado como teofanía de la diosa Tauret, ya que era una de las diosas, que a nivel popular, tuvo mucho arraigo por ser protectora del hogar y de las parturientas.

De mucha menor importancia fueron la liebre, el cerdo y el oryx, aunque si ocuparon un lugar como animales reconocidos como sagrados. En cambio el asno, la tortuga, el murciélago y en algunos casos el cerdo, eran símbolo de la oscuridad y del mal, eran intocables.